¿Mentiras?
Se había hecho la boda. El registro había sido en la mansión, Camus vestía un bello traje blanco con unas rosas blancas, su larga melena suelta y bien acomodada, sin contar que a su lado se encontraba Milo, con un elegante traje negro.
Después de la ceremonia y una noche tranquila, el banquete había sido lo que muchos dirían extraño, Shaka, el abogado del mencionado bicho morado, se encontraba relajado mirando la escena de la pareja en la pista de baile.
Había gastado millones por una boda falsa, cosa que el rubio parecía perdida de dinero, a su lado había tomado asiento Aioria quien estaba cansado de bailar entre sus amigos.
—Estoy muerto —se quejo.
—No es novedad —dijo casi en susurro.
—¡Te escuche! —replico.
—Me da igual —defendió.
—Eres cruel conmigo, ni porque andamos saliendo —dijo mientras inflama sus mejillas. —Será mejor que me vaya, total, a ti no te importa —dijo.
—Esta bien, vete por la sombrita solamente, no haya ser que te quemes —dijo.
—Tks... —miro molesto y una cruel idea surgió. Se levantó y terminó por irse.
Shaka miraba con tranquilidad, sabia que Aioria jamás lo cambiaría, pero no entendía porque se había enamorado de él, era tan estúpido, desde que lo vio en la empresa había sido todo un desastre, puesto aquel joven castaño, simplemente se dedicaba a fastidiarlo, no había ningún momento que se quedara en silencio o tuviera tranquilidad.
Después con el pasar de algunos días había llegado la cita, recibiendo en esa misma noche una confesión, a principio pensaba negar aquellos sentimientos, pero miro a detalle, había algo que era muy diferente, le hacia sentir mariposas en su estomago, así que finalmente decidió de aceptarlo.
Fácilmente atraía a las chicas o hombres mayores. Cosa que el rubio odiaba, era demasiado celoso, su León era solo de él, nadie se lo quitaría en absoluto, ya que se había tomado el tiempo para darle todo el amor, pero cuando estaban en el trabajo, Shaka cambiaba, era como si fuera el más frió, como un tempano de hielo.
Sorrento había ido dejando una copa de vino para Shaka.
El joven músico, que en ese tiempo tenia aquella carrera como músico, comenzó a escuchar las miles de confesiones del rubio, de como su relación la estaba haciendo pedazos el mismo, de un solo trago, tomo todo el vino, haciendo que Sorrento quedara confuso.
—Quiero hacerlo feliz —dijo entre lagrimas —¡Mesero deme una botella de vino! —tomo del brazo al mesero que pasaba.
El mesero rápidamente se alejó y pronto regresó, haciendo que Shaka bebiera desde la botella.
Sorrento sentía un poco de nervioso, mirar al rubio así no era buena señal, termino por quitarle la botella, haciendo que el rubio llorara, pero aquello se desvaneció cuando miro a lo lejos a Aioria hablar cómodamente con esa mujer, era Marin, se veía animado, eso lo había molestado de sobremanera, camino hasta él, Sorrento iba detrás de él, con la intención de calmar al joven rubio pero aquello jamas pudo hacerlo.
...
Camus estaba contento, aunque sabia que esto era una mentira, a menos estaría más tranquilo, sabria que con esto ganaría Milo. Estaba muy feliz por aquello.
—Quieres bailar una última vez? —pregunto Milo quien se acercaba al francés.
—Claro, seria un honor —dijo con una sonrisa.
Para el francés era de color de rosa. Podía verse a Afrodita sufrir debido al no tener aquel amor de su griego, aunque para el francés aquello era mejor así, sus niños odiarían a esa madre.
Bailaron pegados, lento, Camus estaba recargado en el pecho del heleno, oliendo la colonia que usaba en mayor, las manos del mayor abrazaban su cintura, parecía que no lo quería soltar.
—Pensé que te negaría a esto —susurro.
—Nunca, lo hice por los niños. —respondió.
—¿En serio? ¿Pensé que era porque me amabas? —fingió tristeza.
Aquello hizo sonrojar al francés, se separó un poco del mayor mirándolo a los ojos. ¿Lo amaba? ¿Su jefe lo ama?
Siguieron así, disfrutando de la noche abrazándose y teniendo momentos de risas, era raro, pero Camus se sentía feliz.
....
La mañana siguiente, Milo salió de la mansión, se despidió de Camus y se dirigió a su trabajo, Mystoria había notado aquello, se sentía feliz porque su hijo estaba haciendo las cosas bien, aunque Shaina lo quería ver derrotado.
Milo había llegado a un despacho, llevaría todo documento y prueba, con el se encontraba Shaka que se veía tranquilo..
Ahí se encontraban, los cuatros, Shaina con su abogado, Milo y Shaka quien estaban listos para comenzar, quedando enfrente del juez.
—Bien, escucharé a cada uno de los testimonios, ¿quien quiere hablar primer? —pregunto el juez.
La mujer se acercó a la pequeña mesa dejando los documentos y relatando todos, había partes en donde mentía, en donde Milo le exclamaba que no eran verdades. Más sin embargo Shaina seguía relatando la historia, hasta que llegó al final, en donde mencionaba cosas que no estaban concretas.
—Yo le pedí que se casara conmigo, se lo mande por escrito en el documento, pero simplemente me dijo que no —dijo con tristeza —A cambio, recibí un notificación que se había casado con un hombre —fingió llorar —¿Usted cree que un hombre homosexual pueda cuidar de un bebé? —pregunto.
—Si cuenta, es un matrimonio, aparte, Camus ha podido cuidar muy bien a mi hijo, mejor que tu, después de que no querer sostenerlo en brazos —defendió Milo.
El juez comenzó a leer el documento de Shaina, esperando encontrar algo más.
—Bien, toma asiento —ordeno el juez a Shaina. —Señor Milo dígame su testimonio —dijo.
—Si —dijo quien se encaminó y dejó los documentos.
Milo había relatado todos, cada suceso lo decía con toda aquella seriedad, no había momento en donde no cambiara su compostura, el juez miró los documentos, haciendo lo mismo, buscando más, pero en efecto no había nada erróneo.
Milo había terminado de relatar, estaba todo seguro que sería el ganador.
—Cada uno de ustedes tiene diferentes pruebas, pero Shaina, ¿porqué no tienes un documento del pequeño? —pregunto el juez.
—Bueno, no tengo ninguno, porque el no me quiso cerca de mi bebé —dijo con tristeza.
—¿Yo? Tu fuiste quien te aléjate de él, lo odias te desde que antes de que naciera —hablo el mayor.
Aquello se veía en lo más notorio, Shaina se había sorprendido, aunque oculto su asombro para no recibir una mirada de desaprobación del juez.
—¡Jamas! ¡Tu me alejaste! —suplico.
Aquello era peor de lo que habían pensando, Shaka se sentía un poco avergonzada por la mujer, puesto aun afirmaba algo que no podía ser muy cierto.
....
En la mansión.
Camus caminaba en círculos, el pequeño bebé lo seguía con una risa, en cambio, el francés no lo había notado en absoluto.
—Hijo, deberías calmarte y sentarte —hablo Mystoria.
—No puedo señor, siento que perderé a Luc, me sentiré mal —dijo con tristeza.
—Calma todo pasará rápido, se bien que Milo jamás se dejaría vencer.—hablo.
—Si, aprendió demasiado cuando estuvo solo, un sobre todo aprendió de Mystoria —hablo Ecarlate quien llegaba a la sala.
Los pequeños niños miraron con cierto terror al recién llegado, era muy confuso, pero jugaban y le daban miradas al mayor. Aún no se acostumbraban a la presencia del pelirrojo.
Camus tomó asiento en el sofá individual. Aún sentía la opresión en su pecho, sentía que su niño podía ser arrebatado de sus manos.
Más aquello no fue lo único, la mucama había llegado a la sala, en donde dijo que había llegado un visitante, para ese momento los tres presentes miraron confuso entre ellos y pronto la persona en cuestión apareció.
Surt se encontraba ahí, de pie. Su rostro detonaba tranquilidad en absoluto, saludo cortésmente a los mayores y se giró hacia Camus.
—Camus, tenemos mucho de que hablar —dijo el pelirrojo de ojos amatistas.
Camus a principio se había negado, ¿de que hablarían? Todo había concluido cuando Surt lo cortó vía teléfono, quedo un tanto deprimido, pero su aspecto no se reveló debido que se encontraba con sus niños y de que Milo había ayudado a que aquello pasara con rapidez.
Con el fin de lograr una comodidad, Mystoria había pedido que ambos fueran al despacho a hablar tranquilos, sin que los niños o los mayores se metieran en su asunto, Camus dudaba un poco, pero era la única opción que tenía, quedo en silencio, y simplemente afirmo ante la petición del cubo mayor.
En el despacho.
Camus había entrado, le brindo un asiento al pelirrojo, algo de que tomar, el pelirrojo estaba tranquilo, no había tomado asiento ni nada, seguía atento a los movimientos del francés.
—¿Ya no piensas ir a tu departamento? —pregunto.
—No, necesito cuidar a estos niños —hablo.
—Camus, deberías de ver la realidad de las cosas, se que me pase cuando te dije todo eso por teléfono, no quería decirte, pero le tomas más importancia a niños que no son tus hijos —dijo Surt intentando hacer entender a Camus.
—Ellos me han hecho feliz, perdí a mi esposa y el que iba a ser mi hijo, ahora que tengo la oportunidad, tu no quieres —hablo. —Una vez que el pequeño tuviera la edad para irse a una guardería yo, yo regresaría al departamento, trabajaría como normalmente lo hice e Isaac se quedaría conmigo, con nosotros —dijo el francés.
—Camus... Tus ideas siempre cambian, cuando más pasas con esos niños —hablo con resignación.
—No cambiaré, me quedaré con ellos por lo que me queda de vida —dijo secamente.
Surt dio un suspiro, sabia que no le ganaría, simplemente quedo tranquilo, le dio una última mirada y pronto habló.
—Te deseo toda la suerte del mundo, regresaré a Asgard, creo que no fue buena idea pedirte que fueras mi pareja —dijo.
Surt le dio la espalda se detuvo antes de salir.
—Se que eres feliz con ellos y con él, porque me enteré que te has casado —dijo con tristeza.
—Surt eso no... —fue silenciado a seguir escuchando a su amigo.
—No, no me expliques, nosotros no tenemos porque darnos explicaciones —dijo para pronto salir.
Dejando a Camus en la habitación. Camus sabía lo que hacía, Surt era su amigo, tampoco quería dejar solo a esos pequeños niños, se había encariñado tanto con ellos que separarse de ellos le dolería. El pelirrojo simplemente salió, entendiendo que había sido derrotado, ya no podía hacer nada. Simplemente continuar con su vida.
...
Camus se encontraba más tranquilo, aunque quedaba en mente lo que había pasad con Surt y a decir verdad si sentía un poco de dolor.
Cuando finalmente logró calmarse, fue cuando sus dos niños se habían apegado a sus cuerpos, con la intención de obtener la atención de su "mami".
Mystoria había llegado a la sala, miro atento a ese joven francés, simplemente le dedico una sonrisa, se aproximó a él y con calma habló.
—¿Estas mejor? —pregunto.
—Algo así. Aún siento que fui algo cruel con él —respondió.
—Él pudo entender, él no era malo después de todo se preocupaba por ti, lo esencial en una relación —dijo Mystoria con calma.
—Si, tiene razón, aunque ¿cree que haya molestado? —pregunto.
—No, no creo, sabe entender las cosas, pude darme cuenta de eso cuando salió de la mansión —hablo tranquilamente.
Quedando con el cubo mayor, Camus se dedicó a disfrutar de sus niños, estando un poco más relajado. Aunque aún faltaba la última noticia.
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Hola.
Dejo el siguiente capitulo de la historia.
Se que fue muy rápido, pero la situación la a merita, en fin, solamente espero y les guste, no pienso decir mucho, solamente esto.
Muchas gracias por leer.
Saben que los quiero mucho ~<3
Hasta la próxima.
-AntaresLaks
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