La Suegra

Todo parecía regresar a la normalidad, Mystoria había salido hace ya unos días, Camus sabía el verdadero objetivo, pero debido a la promesa que le hizo a Mystoria no pensaba decir mucho, Milo se encontraba más que contento, puesto ahora se encontraba a la cabeza de la empresa de su padre, Caín había sido un poco difícil, ya que después de ver entregado la empresa seguía visitando la empresa con la intención de no encontrar nada anormal.

Pero por fortuna no era así.

Hoy era un día importante, a menos para Milo, puesto ese día su esposo lo iría a visitar seguido de sus dos hijos, aquellos niños que amaba demasiado, podría decirse que había estaba orgulloso de todo lo que había logrado a pesar de ser un completo idiota.

Camus había sido recibido por recepción que le dio un saludo y una pequeña conversación amistosa, los niños corrían de un lado a otro, haciendo que los adultos en algunos casos chocan con los pequeños, los niños no sufrían en absoluto, sino disfrutaban de todo aquello.

El francés llamó a ambos niños, los tomó de las manitas, y siguieron su camino, el más pequeño ya no le apetecía ir en brazos, quería caminar, en cambio Isaac lo ayudaba a que no cayera lo tomaba de la manita y otras veces lo cargaba cuando el pequeño estaba cansando.

Llegó hasta el piso donde se encontraba su marido, miró a Shoko quien le regaló una sonrisa y una especie de historial de quien entraba y que tipo de llamada recibía el presidente de la empresa, cosa que la pelirroja entregó a margue, Camus solía tener un lado muy celoso, a menos cuando se trataba de salidas o en situaciones normales, en el trabajo.

Una vez que reviso todo sonrió agradeció y entro con calma, encontrándose con su esposo, quien se encontraba sentado mientras miraba atento a los dos hombres a sus costado, Aioria y Saga. Este último se quedaba por Kanon, quien Milo jamás pudo convencer de que regresara a trabajar a la empresa.

—Buenos días, Aioros, Kanon, amor —dijo el francés.

—Camus, yo no soy Kanon —dijo Saga con cierto toque de molestia.

—Perdone señor Saga, debido al parecido me cuesta un poco —dijo el francés avergonzado.

—Bien Milo, con esto concluimos todo, si ha salido algo, nosotros te avisamos —dijo Aioria con calma.

—Entendido —afirmó Milo.

—Bien Camus, es todo tuyo —dijo Aioria que pasó a lado de Camus y acarició levemente la cabeza del pequeño Luc.

El pequeño alzó sus bracitos hacia el mayor que iba saliendo, pero aquello no había sido visto por el mayor, así que simplemente se quedó ahí, en brazos de su hermano que ya prácticamente parecía cansarse.

Milo sonrió cuando salieron los demás y quedó solo con su esposo, los niños terminaron por jugar por toda la oficina, aunque terminaron por sentarse y poner a coloreas en un libro que llevaban en la mochila.

—Es extraño ver que papá aún no regresa de su viaje —dijo el heleno con calma.

—Deberías dejarlo, recuerda que el es tu padre, nosotros no podemos... —silencio.

—Por cierto, ¿cuando conoceré a mis suegros? —pregunto curioso.

Camus quedó en silencio, miró a Milo y simplemente dio un suspiro, realmente no se había visto aquello, hasta que hablo.

—Puedo llamar a mi madre para que ustedes se conozcan y así —dijo aunque fue silenciado.

—No, quiero conocerlo en persona, así que iremos hasta su hogar y hablaremos —dijo con una sonrisa.

Camus quedó en silencio, sus ojos se agrandaron demasiado, Milo beso la frente de su esposo, para pronto abrazarlo.

—Camus, es necesario que conozca a tu familia, porque ellos no saben que estoy casado contigo, aparte quiero conocerlo, tal vez sea algo bueno —dijo el heleno.

—Está bien —dijo con calma.

—¡Perfecto! ¡Nos vamos mañana! —exclamó.

—¿Mañana? Pero, ¿qué pasará con los pequeños? —pregunto Camus.

—Los vamos a llevar —sonrió —Ellos deben de conocer a la abuela —dijo mientras daba un beso en los labios.

Camus no sabía qué responder, era tan repentino, miró a su esposo alejarse, tomó el teléfono y comenzó a dar órdenes, parecía que hablaba hacia la mansión, cuando termino miro a su esposo y hablo con tranquilidad.

—Mañana a primera hora saldremos, así que espero y descansen muy bien —dijo.

Aquello le hizo sentir un poco confuso al francés, pero en esos momentos terminó por tranquilizarse y se dedicó a disfrutar un momento con su esposo, sus niños se encontraban riendo entre ellos debido a sus malos dibujos, cosa que los mayores notaban.

[...]

Había llegado a Francia, un pintoresco país, donde el amor abunda por las calles, Milo tomaba la mano del pequeño Isaac, el jovencito de cabellera verdosa iba viendo con sorpresa, en su espalda llevaba una mochila de los Powers Rangers, aquella serie live-action, en donde debían detener el mal, Camus llevaba en brazos al pequeño Luc, el pequeño deseaba caminar por aquellas calles, correr y reirse de lo que veía, pero su mami no lo dejaba en absoluto.

Tomaron un taxi, por fortuna, Camus hablaba el francés a la perfección, eso le había ayudado lo suficiente, cosa que el heleno se había asombrado, Camus se sentía agradecido de que aún no olvidará su dialecto, puesto aquello sería una buena forma de comunicarse con su madre, que sabía que no entendería. Los pequeños niños miraban con sorpresa como su mami había hablado, ya que jamas habia hablado de esa manera cuando estaba en casa.

—¡Mami hablo como en casa! —exclamó Isaac.

—Nunca he hablado así en casa Isaac —dijo el francés confuso, mientras tenía al pequeño en sus piernas.

—Si, hablo, cuando se le cayó el pay de manzana que hizo para papá —dijo —Se veía enojado —dijo quien quería ponerse de pie en los asiento del auto.

—¿Eso es cierto? —preguntó Milo haciendo que Isaac tomara asiento.

—Bueno, si, pero trate de que ellos no entendieran, pero por fortuna no entendieron —dijo con alivio.

—¿Y que era? —pregunto curioso.

Camus se sonrojo, le daba vergüenza, puesto ese día se había molestado tanto que había gritado en su idioma natal una oración en groserías.

El chófer había detenido el auto, los mayores giraron su vista, salieron de aquel auto, pagaron al chófer y se dirigieron al interior de un edificio, Camus se sentía un poco frustrado, aunque a la vez le emocionaba volver a ver a su madre, pero había muchos contratiempos, aún debían buscar un hotel en donde quedarse, a menos los días que Milo quería quedarse.

Subieron hasta el departamento indicado, Camus aun recordaba en donde vivía su madre, puesto jamas se había mudado, enfrente de la puerta que tenia un numero 35B, llamo a la puerta, la puerta se abrió, mostrando a una señora ya algo mayor, su larga melena larga y lacia de color albina, sus ojos zafiro y piel blanquecina.

Camus habló en el idioma natal, haciendo que Milo quedará confuso, aunque pronto los invito a pasar, en donde dejaron la maleta a un lado de la puerta, tomaron asiento en la sala, en lo que la mujer iba a la cocina, por café y aperitivo.

Después de unos minutos regresó la mujer, Camus siguió explicando, Milo no entendía nada, simplemente veía como la mujer lo miraba de pie a cabeza, de la misma manera que los niños, haciendo que comenzarán a sentirse incómodo, a menos al mayor, ya que los niños se encontraban comiendo las galletas que estaban en la mesa, uno a uno.

La mujer quedó asombrada, cuando Camus alzó su mano, demostrando aquel anillo de compromiso, dio un suspiro y miro a ambos.

—Me da gusto que ustedes sean muy felices —hablo con un toque de dificultad, puesto aún su acento francés era notorio —Usted es el señor Antares —dijo la mujer quien se había levantado del asiento y estiró su mano en cordial saludo.

Milo se puso de pie, miró a la señora y le dedicó una sonrisa, sujeto la mano, aceptando aquel saludo. Camus miró aquello sintió algo de tranquilidad, aunque aún tenía ciertos miedos, puesto una vez que hablo con Milo, la mujer pasó su vista hacia los pequeños quien aquellos seguían muy atentos, comiendo galletas como si se tratara de su vida, se coloco a lado de ambos, los pequeños niños alzaron su vista hacia el "cielo" mirando con sorpresa como la señora los miraba con tremenda seriedad.

Estaban a punto de correr, pero habían sido detenidos por las manos de la mujer, quien prontamente les dedico un abrazo.

Con aquel abrazo, una serie de frases en francés surgieron, Milo se giró hacia el francés quien le miró con una sonrisa y con una susurro hablo.

—Les está dando cariño —dijo el galo, detonando un sonrisa.

Terminaron quedándose a comer, los pequeños aún no se acostumbraban al dialecto de la abuela, cosa que le provocaba cierto miedo, pero para el francés era algo normal, puesto podía comunicarse, Milo había sido recibido de una manera cariñosa por la madre de Camus, al grado de que nuestro francés sintiera algo de celos por su madre, la cena había sido lo mejor, pero no podían quedarse, puedo debían buscar un hotel para hospedarse.

La madre de Camus no quería que se fuera, lo obligaba a que se quedara, haciendo que no saliera, había arreglado una habitación, en donde solía dormir Camus, ahí dormiría la pareja, en cambio ella disfrutaría de la presencia de ambos nietos, si estaba feliz, pero a la vez hubiera pedido de igual manera que se hubiera quedado con su amigo Surt, aquello lo descarto cuando miro a su hijo feliz con aquel hombre.

La noche había sido muy complicado a menos para los niños, puesto estaban durmiendo por primera vez con su abuela, estaban llorando, puesto ambos pensaban que sus padres se irían y los dejarían con aquella mujer, pero a decir verdad, no paso, puesto Camus había ido a su rescate ya que no deseaba en absoluto hacer sufrir a sus pequeños, no después de todo lo que había pasado con aquella bruja que alejó a su querido Luc de su lado.

Milo estaba muy satisfecho, conocía a la madre de Camus y a decir verdad, la mujer era algo cariñosa, tiene cierto carácter muy particular con Camus, pero era capaz de poder soportar todo aquello, en fin, era su suegra, era alguien muy importante. 



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Hola. 

Les dejo este capitulo, es algo simple, Milo parecia muy ansioso, aunque Camus por su parte no fue asi, pero en fin, esto fue a una idea... bueno mas bien, fue a una pareja de amigos que escuche que el novio estaba tan emocionado, mientras que la chica estaba preocupada por lo que iba a decir sus padres. Un punto curioso es, el motivo por la cual no hago mencion del padre de Camus, es simple, su mamá es La Kimberly, okno, es solo que no quise que tuviera un padre, lo mas realista, aparte de una muerte, es de que haya abandonado a su familia. 

Pero en este caso, aqui entre nos, se me olvido por completo, por estar recordando cada palabra de aquel relato de la pareja, sin contar que segun en aquella visita lo recibia su madre, aunque conoci un poco a la madre de la chica y es un poco... seria, demasiado, pero a decir verdad, saca buenos temas de conversacion. 

Bien, con esto concluyo todo, asi que cualquier cosa diganme 


Muchas gracias por leer.
Saben que los quiero muuuucho ~<3 
Hasta la proxima. 


--AntaresLaks

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