Capítulo 7:Los Hamilton.

Dereck

Mi puño se encuentra directamente con el duro saco produciendo que las cadenas que lo sujetan y mantienen colgado al techo se muevan peligrosamente. El saco vuelve a temblar y gira sobre si mismo un par de veces. Le propicio otro golpe, pero esta vez con el puño izquierdo.

Doy pequeños saltos en el sitio, listo para el próximo ataque. Cuando el saco se estabiliza le doy una patada seguida de cinco puñetazos, sin parar. De fondo, suena una de mis canciones favoritas, Love Yourself, de Enimen.

La cabeza no para de darme vueltas, pienso acerca de la boda; Kat ya ha comenzado a preparar pequeños detalles. Todo esto es demasiado para mí, no entiendo por qué me tengo que casar para recibir la maldita herencia.

Alzo los puños y toda mi furia colapsa directamente con el saco que amenaza con romperse en cualquier momento. La música, inunda mis oídos haciendo que la agresividad que ruge en mi pecho y la adrenalina corran por mis venas con una mayor intensidad.

Alguien desconecta la música, lo que hace que deje de boxear, para fijar toda la atención en el intruso.

—Dereck, me voy a ir a recoger a mis padres al aeropuerto, acaban de llegar de Bali y se van a quedar esta semana, aquí, con nosotros.

Me acerco a una esquina del gimnasio donde se encuentra el dispensador de agua fría.

—Vale—. Sentencio, echándome un poco de agua por mi cabello mojado debido al sudor.

—Te quiero—dice Kat acercándose y depositando un suave beso en mi boca, pero con cuidado de no manchar su vestido para después girarse propinándome un coletazo.

La miro con cara de pocos amigos, mientras la chica rubia se marcha de la estancia a paso decido y apresurado. Lleva unos tacones de cuña que ensalzan sus tobillos blancos. Una de las cosas que me sacan de quicio de Katherine es su actitud, el lado de "niña perfecta" que sale a la luz cuando vienen a visitarnos sus padres, los perfectos Hamilton.

El padre de Kat, Wyatt, dirige uno de los bancos más grandes y populares de Estados Unidos y a menudo, mantiene reuniones con mi padre ya que el mismo le maneja todo su dinero y por ende, mi tan ansiada herencia. No me sorprende que Wyatt y Adler sean tan buenos amigos.

Recojo los aparatos que he utilizado en mi duro entrenamiento de hoy a la vez que el teléfono vibra insistentemente desde el otro lado de la estancia. Cuando miro el propietario de la llamada, no me sorprende que sea Paul, mi mejor amigo .

—Eh Paul, ¿qué tal tío?—Pregunto mientras pulso el interruptor que apagará todas las luces del gimnasio y me dirijo a mi habitación.

— ¿Qué tal estás Miller? Llevamos mucho tiempo sin hablar.

Me tiro encima de la cama, agotado y aún un poco sofocado tras el entrenamiento.

—Aquí estoy, aburrido en mi casa. Kat ha ido a recoger a sus padres al aeropuerto. Se van a quedar a pasar la semana con nosotros.

—Joder tío, no veo peor pesadilla que tener suegros en casa.

—Y ya sabes lo irritante que se pone Kat con sus padres, los perfectos señores Hamilton. Menos mal que vivo en una mansión, no podría soportar el olor de su prepotencia en una única habitación—desde la otra línea del teléfono mi amigo se ríe, yo le imito—. Y tú, ¿qué tal?

—Estoy preparándome para ir a la fiesta de Kyle, va a molar mogollón. Van a llevar mucho alcohol, por no decir que sus padres no están en casa, y como sus padres no están, seguramente se alargue la quedada hasta mañana por la tarde.

Maldigo el hecho de que mis futuros suegros vayan a quedarse. Soy plenamente consciente del disgusto que se llevaría Kat si no les doy la bienvenida y paso el día con ellos, jugando al ajedrez o viendo telenovelas escuchando cómo su padre se fanfarronea de los múltiples estudios que posee y de lo maravillosamente bien que le va en su trabajo. Como he mencionado, entiendo que se lleve bien y sea amigo del arrogante Adler Miller.

Pero bastante tensas están las cosas ya con Kat desde nuestro encontronazo del otro día. No quiero ni imaginar cómo se enfadaría si no aparezco em un día entero.

Tengo suerte, pero no tanta y la herencia es demasiado importante para mí 

—Tío no puedo, ya sabes que la última vez que dejé colgados a mis suegros, tuve una buena bronca con Kat. Y no te puedes hacer una idea de la que he liado hace unos días.

—No sabía que ahora estabas encadenado a ella. ¿Te estás arrastrando, Miller?

—Claro que no— repongo—, pero no puedo.

—Ya, pues no lo parece, hace mucho que no quedamos, piénsatelo tío.

Me quito la camiseta sudorosa y la deposito sobre la cama; rebusco en el armario algo de ropa limpia, misión casi imposible ya que Kat tiene todos los armarios llenos de la suya. Y mira que es complicado que no tenga espacio para mi ropa porque tenemos un vestidor de cien metros cuadrados con más de nueve enormes armarios.

—De acuerdo, iré, pero no me quedaré mucho tiempo—sentencio mientras me introduzco en el baño.

—Nos vemos allí, abuelo—se ríe mi amigo antes de colgar el teléfono.

Abro el grifo de la ducha para comprobar que el agua esté caliente y cuando me cercioro de ello, quito el resto de la ropa y me introduzco en ella.

El agua me cae por el pelo, resbalando por mis hombros para al final, acabar en el suelo empapándolo lentamente. Todos los músculos se relajan al instante, el agua caliente no es lo más relajante de este instante, ni tampoco la sensación de que mis músculos ya no estén tensos, sino, el silencio, la ausencia de ruido, el no tener problemas ni preocupaciones.

El sonido del móvil interrumpe mi pacífica tranquilidad. Saco la mano y descuelgo, cerrando el grifo furiosamente.

— ¿Diga?—Mi voz es prácticamente un grito y justo me doy cuenta de que no he visto el propietario de la llamada por lo que, rezo internamente para que no sea Kat.

—Hola Dereck, ¿qué tal estás cariño?—La voz de esa mujer me relaja inmediatamente y hace que esboce una sonrisa.

Hallo mama*—me río cuando suspira al otro lado del teléfono, en modo de respuesta.
*Hola mamá.

Al contrario que ocurre con mi padre, con ella, mantengo una fuerte relación, mamá es dulce, cariñosa y simpática, al contrario del egoísta y necio de Adler.

Heute morgen habe ich Kat angerufen und sie hat mir bereits gesagt, dass die Hochzeit voranschreitet und dass Sie im Januar heiraten**.

**Esta mañana he llamado a Kat y ya me ha dicho que la boda avanza y que os vais a casar en enero.

Ruedo los ojos, consciente de que no puede verme y decido desviar el tema de conversación:

Wie geht es dir Hedwig?***

***¿Qué tal está Hedwig?

Sehr gut, sie will dich sehen und eine der Brautjungfern sein, sie hört nicht auf, über die Hochzeit zu reden****

****Muy bien, tiene muchas ganas de verte y de ser una de las damas de honor, no para de hablar de la boda.

Sag ihr, ich vermisse sie*****

*****Dile que le echo de menos.

Dereck, Schatz, liebst du Katherine wirklich?******

******Dereck, cariño, ¿tú de verdad amas a Katherine?

Sopeso la respuesta que voy a decir durante unos eternos segundos. Sé que puedo confiar en mi madre y que ella misma no acepta que me case con Kat. Sé que no le gusta, no porque ella  le haya hecho nada malo sino porque sabe que no la quiero de esa manera y aunque no me lo diga, soy consciente de que no quiere que me relacione y mucho menos que me case con un Hamilton.

Ella sabe lo que es estar estar un matrimonio infeliz y como la buena madre y persona que es quiere que encuentre a la mujer que me haga feliz. Pero antes de que pueda decir alguna palabra , es ella la que habla.

Sie müssen sie nicht für das Geld Ihres Vaters heiraten, hier in Berlin mit mir und Ihrer Schwester leben, Sie reparieren niemanden, den Sie nicht heiraten, die Tochter des unerträglichen Hamilton*******

*******No tienes que casarte con ella por el dinero de tu padre, vente a vivir, aquí, a Berlín conmigo y con tu hermana. No finjas alguien que no eres casándote con la hija de los insoportables Hamilton.

Mama, ich muss dich verlassen. Sie rufen mich an, ich schreibe dir später, okay?********

********Mamá te tengo que dejar me están llamando, te escribo luego, ¿vale?

Antes que pueda contestarme cuelgo la llamada y arrojo el móvil al suelo.

Tras ponerme algo de ropa limpia y dejar una nota en la nevera para que Kat sepa que no me va a encontrar cuando vuelva,salgo por la puerta principal para llegar a mi coche. La tarde es soleada, algo realmente extraño, si tenemos en cuenta que por esta época suele haber muchas tormentas. Pulso el botón que abrirá mi Buggati y cuando estoy a punto de subirme, se oye una voz a lo lejos que me llama.

La ignoro y abro la puerta; la voz vuelve hablar, ahora más alto y cerca que antes.

Miro delante del coche para encontrarme con Kat acercándose rápidamente hacia mí, seguida de sus padres y un señor que les lleva las maletas.

«Mierda»

—Hola Kat, que rápido habéis llegado.

Apago el Buggati, un poco desconcertado y me acerco a la chica que lleva una sonrisa brillante dibujada en su pálido rostro.

— ¿A dónde te ibas?—Se cruza de brazos cuando llego a su altura, sin llegar a enfadarse aunque su sonrisa forzada la delata.

—A ningún sitio, solo estaba limpiando el coche.

— ¿Tú? ¿Limpiando?—Resopla de manera irónica.

«Por favor, vete ya.»

Para mi fortuna, el padre de Kat, Wyatt, interviene en mi auxilio.

— ¡Cuánto tiempo, Dereck!

Me ofrece un pequeño golpe en la espalda y yo hago lo propio con bastante desgana, bajo la mirada atenta de Kat. Conozco a la perfección las intenciones de su padre y desde luego, no voy a dejar que me coma la cabeza como a su hija ni mucho menos le voy a estar adorando y preguntando acerca de su maravilloso viaje. Si es eso lo que pretende, está muy equivocado.

—Papá, pasar dentro, deberéis de estar muy cansados después del vuelo desde Bali.

—No te preocupes Kat, quiero hablar un poco con Dereck.

La madre de Kat, Janeth, se acerca a un paso lento, contemplando todo lo de su alrededor con una mirada asqueada, le fulmino con la mía, gesto que ella no duda en devolverme.

«Quien me faltaba.»

—Entonces, ir a dar un paseo por el jardín, mamá y yo vamos a acomodar vuestras cosas.

La mujer y yo seguimos manteniendo contacto visual casi sin pestañear. Nunca he soportado a los padres de Kat, sentimiento que ellos no dudan en que se haya transformado en mutuo tras el paso de los años. Agradezco que ellos vivan en Seattle, lejos de aquí, aunque no tanto como me gustaría. Yo mismo les compraría una casa en Italia o en Sudáfrica.

Al menos solo tengo que verles un par de veces a lo largo de todo el año aparte de las veces en las que, evidentemente, vienen aquí a visitarnos o a ver a mi padre por asuntos laborales o sus particulares quedadas.

— ¿Qué tal está tu madre, Dereck?—Pregunta Janeth quitándose las gafas de sol que hasta hace unos segundos le cubrían sus ojos verdes.

La furia comienza a consumirme. Ellos no tienen derecho a pensar, mencionar o hablar nada acerca de mi madre. Para ellos ella ya no existe, y así debería seguir siendo.

Sacudo la cabeza en un intento de no hacer resurgir los recuerdos que me asolan de aquellos momentos de mi vida que preferiría no tocar.

—Dagna es una mujer fuerte, ya habrá superado a Adler—bromea Wyatt y su mujer no duda en reírse ante tal comentario.

Aprieto el puño preparándome para dejar unos cuantos moratones en la arrugada cara de los Hamilton, recordándoles, lo que es burlarse de Dereck Miller Auttenberg y de su madre. Les haría recordar esas risas que ahora suenan sin cesar en mi cerebro. Sin embargo, cuando estoy a punto de atacar, Kat me coge de la mano y me echa una mirada aterradora para advertirme de que sabe lo que iba a hacer, cosa, que evitaría a todo riesgo. Le miro con la misma intensidad, en ese instante, ni siquiera ella va a intimidarme.

«Como se vuelvan a meter en los asuntos de mi madre, van a volar más que un par de dientes.»

—Vamos dentro mamá— dice separándose de mí y sujetando el brazo de aquella arpía.

Comienzo a caminar por el sendero de piedras que me llevará a la parte trasera de la casa, a la piscina y a la zona de la barbacoa.  Noto al padre de Kat posicionándose a mi lado para entablar una conversación que, evidentemente, nunca va a tener lugar.

«Aún tengo tiempo de llegar a la fiesta de Kyle o al menos asistir a la mitad. Su casa se encuentra a unas avenidas más abajo de la mía, en Manhattan, lo que me acorta el tiempo de llegada. Antes tengo que quitarme del medio a Wyatt.»

—Mi hija ya te habrá comentado que en unas semanas viajaré a Barcelona para unos asuntos de trabajo. Me gustaría que me acompañases.

— ¿Esto es cortesía por nuestra amistad? No me tomes el pelo, ¿qué quieres a cambio?—Mi pregunta le pilla por sorpresa. Me mira durante unos instantes con confusión; sé que tenía esta conversación planeada antes de que Kat le invitara a caminar conmigo por nuestro jardín. Saco un paquete de tabaco del bolsillo delantero del pantalón, enciendo uno mientras un silencio se acomoda entre los dos.

—A cambio de nada, Dereck— Se ríe con la risa más falsa que mis tímpanos han oído en toda mi existencia.

—Wyatt, no eres buena persona y mucho menos me invitarías a un viaje de negocios sin recibir nada a cambio Así que no finjas ser agradable conmigo, no cuela.

El hombre vuelve a reírse y dirige su mirada al cielo.

—No sé de qué te ríes, pero como no sea una muy buena oferta, que ni se te pase por esa cabeza casi peluda que voy a aceptar viajar a Barcelona contigo.

—Dereck, eres demasiado joven para acabar como tu madre. Pobre de mi amigo y pensar que otro hombre estaba en su cama cuando él trabajaba.

Me paro en seco tirando el cigarrillo al suelo. Me quedo atónito y sin poder creer la acusación hacia mi madre que ha dicho este hombre. Ni siquiera a qué viene al caso. La ira se apodera de cada parte de mi cuerpo y no me deja pensar con claridad. Sé que lo ha hecho para provocarme pero con mi madre no se juega ni se bromea.

Todos tenemos nuestro punto débil y mi madre es el mío. Wyatt lo sabe. Todos lo saben.

Durante unos segundos, mi mirada se nubla y no puedo percibir ningún sonido que no sea el golpeteo de mi corazón y la sangre corriendo sin control por mi cabeza. Por unos instantes, no soy consciente de lo que sucede a mi alrededor, tanto, que no me doy cuenta que tengo sujeto por el cuello de la camisa al padre de Kat, elevándolo ligeramente del suelo.

—No vuelvas a decir eso de mi madre, ¿lo entiendes? ¿o te lo tengo que explicar de otra manera?—Le susurro con la voz firme y ronca mientras comienzo a relajarme, muy lentamente.

Wyatt me mira con expresión asustada. Sabe que no me temblará el pulso a la hora de darle una paliza.

Le agito para que responda. Este asiente mientras su cara comienza a enrojecer debido a la falta de aire. Le suelto y el hombre cae al suelo respirando fuerte para recuperar el oxígeno perdido. Cuando está a punto de levantarse, me agacho a su altura y sujeto sus hombros impidiendo que lo haga.

—Adler es un cerdo, egoísta y si estás tan seguro de saber el motivo del divorcio de mis padres, deberías renovar la información—le doy un pequeño empujón cuando intenta levantarse por segunda vez y acerco mi cara a la suya—. Mi madre no hizo mejor cosa que volver a Berlín a rehacer su vida y no aguantar a ese alfeñique.

Me levanto, dispuesto a marcharme a la fiesta con Paul, pero Wyatt me sujeta el tobillo.

—Te crees muy listo, ¿verdad? Pues ándate con cuidado. Aún puedo abrir los ojos a mi hija e impedirle que se case con el palurdo de su prometido—dice entre otra carcajada, más baja esta vez.

Me río ante tal comentario, pero no es una risa graciosa ni mucho menos.

—Gente mejor que tú me ha dicho cosas peores. No me vas a intimidar por llamarme palurdo—le espeto, sacudiendo la pierna para que me suelte.

—Tengo cosas mejores con las que perder el tiempo— afirma Wyatt levantándose—. Espero que el resto del día sea tan agradable como tú—dice marchándose a la vez que se sacude algunos hierbajos que se le habían quedado adheridos a su caro pantalón.

Comienzo a alejarme por el sendero, en sentido opuesto,sin embargo, me giro para decirle una última cosa a aquel hombre y marcharme de una vez a la maldita fiesta.

—Qué te quede una cosa clara ahora que Kat no nos escucha. Tú no vas a hacer ver a nadie nada; tu hija a diferencia de mí, se muere por mis huesos. Sí señor Hamilton, odio a la insoportable de su hija.

Con aquellas palabras y sin ver la expresión de su rostro, continúo mi camino, más relajado y con la débil sensación de haberme quitado un gran peso de encima. No me arrepiento en absoluto de mis palabras, lo contrario, hace que me sienta en las nubes desde el buen sentido de la palabra haciendo que mi mente casi piense que acaba de decir lo mejor de su vida.

Él insulta a mi madre. Yo le devuelvo el disparo.

Alguien me agarra de manera violenta el brazo, impidiendo que continúe, no por el dolor, ya que apenas siento su agarre comparado sino porque soy consciente quién es la persona que lo ha hecho.

— ¿Qué quieres?—Grito, uno que ahogo cuando veo que no es Wyatt el culpable de interrumpir mi huída—. Kat.

— ¿Me has gritado?—Apoya una mano en su pecho. Una fina lágrima comienza a pasar por su rostro, pero impido que termine. Se la quito yo mismo con el dedo.

—Lo siento—susurro—. Es que...

— ¿Es que qué?— Exige saber.

—Nada, lo siento.

—No importa—sonríe, pasándome su brazo alrededor del mío—. La cena está lista.

— ¿No te has enfadado?— Pregunto incrédulo, más para mí que para ella. Niega con la cabeza. Entonces me doy cuenta de que ha cambiado su actitud ya que la mirada de su padre estudia nuestro comportamiento. Acaba de salir por el otro extremo de la mansión—. Lo siento enserio, soy un idiota, no te merezco.

—No seas bobo, no importa, enserio, ni siquiera sabías que era yo.

—Exacto—le beso. Ella sonríe en mis labios.

—Pero, ¿discutirías con mi padre?

—No—responde él por mí—. Es que alguien le ha llamado por teléfono y, evidentemente, le ha enfadado.

— ¿Es así, Dereck?—Fija su mirada en la mía. Yo solo asiento, un poco atónito ante el momento—. La cena está lista, vamos—dice mientras sonríe, me da un pequeño empujón para que me dirija con ella adentro de la casa.

Cuando paso al lado de Wyatt, el mismo me saluda con una sonrisa triunfante. Yo, lo único que puedo hacer, es fulminarle con la mirada, al tiempo que escucho parlotear a Kat.

«Desde luego, tendré que tener demasiada paciencia para aguantar a mis futuros suegros.»

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