Capítulo 3:Nunca imaginé que pudieran robarme el corazón.

Dereck

Kat se despide y agradece a los invitados su asistencia una vez que la boda ha llegado a su fin. Todo sigue perfectamente decorado, con una montaña de regalos que esperan en una esquina.

Los asistentes que han presenciado el enlace comienzan a marcharse al hotel borrachos a excepción de los niños. La mesa aún sigue puesta con las sobras de la comida que no hemos ingerido, trozos de tarta y confeti están repartidos por toda la estancia y la música aún suena por los altavoces.

Mi mirada se encuentra fija en mi mujer y este pensamiento, el estar al fin casado, me eriza todo el vello. Debería estar con ella, despidiéndome y dando los abrazos pertinentes antes de que se suban en los coches y se marchen. Pero aquí estoy, borracho y deprimido, ¿no se supone que este debería haber sido el mejor día de mi vida?Pues a mí me parece que acabo de acudir a un entierro.

Doy otro trago al vaso dejándolo vacío de una sentada, la botella de champagne está casi vacía y la acompañan otras.

De todos los presentes soy el único que se mantiene sentado en la silla. Kat le está dando un abrazo a una mujer que no he visto en mi vida, según ella se trata de Clémentine Boissieu una socia de toda la vida de su padre y amiga de la familia que vive a escasos kilómetros de París, ciudad donde nos encontramos. A mí, sin embargo, no me suena de nada aunque tan siquiera gasto escasos segundos en intentar recordarla, solo agarro y bebo otro largo trago de la botella de cristal presente en el centro de la mesa.

Echo el cuello hacia atrás para que la bebida llegue antes a mi estómago. Cuando ya no hay rastro de líquido lo tiro de mala manera. Quiero quedarme ebrio, tanto que no me duela el recuerdo de Rachael.

La última vez que la he visto ha sido durante la misa, desapareció entre las sillas y el decorado y se introdujo entre el bosque cuyas copas estaban cubiertas de nieve. Se fue y ya no ha vuelto más. Podría haber sido un fantasma.

Durante la boda me he mostrado impasible, frío y distante aún habiendo intentado que no fuese así, sobre todo cuando al salir del altar no encontré a mi schnuckelchen y al preguntar a varios invitados nadie parecía haberla visto a excepción de su compañera Claire, quien me informó que se había ido en un taxi con maletas sin decirle a dónde se dirigía o cuándo iba a volver casa. Pero no me lo trago.

He imaginado muchas maneras en las que acabaría mi boda, en todas estaba con mi mujer, feliz, bailando y deseando volver al hotel para pasar nuestra primera noche como matrimonio juntos pero eso no se asemeja ni un poco a la realidad. Me encuentro como si acabase de pasarme un camión por encima:cinco veces.

No es justo para Kat, debería haberme mostrado más activo o al menos fingir que alguna de esta pantomima me interesa...Joder, si es que ni hemos bailado. En su lugar, ha bailado con Wyatt. Y con mi padre. Yo me he limitado a mantenerme en esta silla bebiendo y fumando.

De repente mi mirada se topa con alguien, es una joven de pelo castaño y rizado, de baja estatura y piel clara. Se encuentra mirando por el cristal hacia el lago congelado que hay al otro lado mientras frota sus brazos en un intento de no morirse de frío.

Me levanto vacilante, sin conocer cuál va a ser la reacción de Rachael cuando me vea acercarme. Pero me da igual, solo quiero decirle que la herencia no me importa y que me voy a quedar con ella, que me perdone. Quiero cogerla por sus estrechos hombros y agitarla hasta que comprenda lo desesperado que he estado.

Doy tumbos por la estancia. Me es muy difícil andar en línea recta y todos los objetos de mi alrededor parecen más grandes de lo que en verdad son, incluso algunos dan vueltas en mi cabeza.

Me apoyo en el cristal sujetándome a la pared, Rachael no se gira para mirarme, mantiene la vista en el lago y una pequeña sonrisa se dibuja en su precioso rostro. Está más guapa que nunca, algunos rizos se le escapan de la trenza movidos por el viento. Abro la puerta y salgo del local sin escuchar lo que me dicen dos hombres con traje

-Rach...ael...,¿de verdad eres...tú?

Ella se gira y me ofrece una sonrisa que le devuelvo. No puedo creer que la tenga aquí y pueda explicarle todo.

-No llores-me indica antes de que me dé cuenta que las lágrimas corren por mi rostro.

-Te echo de menos-le digo sujetando sus pequeñas manos.

Mis ojos se fijan en los suyos café, en su rostro redondo y los labios gruesos. Quiero besarla, quiero decirle tanto que las palabras se me atascan en la garganta.

-Lo sé.

-¿Con quién hablas?-pregunta una voz a mis espaldas. Mi madre.

-Con... Rachael-le señalo la chica que me ha robado el corazón, pero para mi consternación allí no hay nadie.

<<Me lo he imaginado.>>

-Ich sehe niemanden, du hast zu viel getrunken.*

*Yo no veo a nadie, has bebido demasiado.

-Glaubst du, ich habe es gut gemacht, Kat zu heiraten?**

**¿Crees que he hecho bien en casarme con Kat?

-Schatz, du weißt, wenn du sie wirklich liebst, spielt meine Meinung keine Rolle, obwohl du auch weißt, dass ich dieses Mädchen nie gemocht habe.***

***Cariño, ya sabes que si de verdad la amas mi opinión no importa, aunque también sabes que nunca me ha gustado esa chica.

Suspiro con notable cansancio, lo único que deseo es tener aquí a Rachael, tocarle sus rizos y abrazarla hasta que el sol salga por el horizonte.

-Woher weiß ich, ob ich verliebt bin?****
****¿Cómo sé si estoy enamorado?

-Das kann ich dir nicht beantworten. Ich werde dir nur sagen, dass dein Herz das einzige ist, das es dir sagen kann, und du wirst es wissen, wenn es für diese Person außer Kontrolle schlägt.*****

*****No te puedo responder a eso. Sólo te diré que tu corazón es el único que puede decírtelo y sabrás cuando lata desbocado por esa persona.

-Dios mamá, me he casado con alguien que no amo por conseguir la maldita herencia de Adler.-le respondo en inglés.

-Tu padre ya anda metiéndote esas ridículas ideas del dinero. Estoy harta que ese hombre nos arruine la vida. No le debes nada Dereck y, dios mío, solo se vive una vez en la vida así que si quieres mi consejo: ve a buscar a esa chica. -Me da un empujón en el hombro y se acomoda a mi lado, apoyada en la barandilla- Nunca es demasiado tarde mi amor, nunca es demasiado tarde pero eso sí, no vas a conseguir nada regocijandote en tu miseria. Y hazlo por Krestin, deja de pensar en el dinero, eso no da la felicidad.

Tiene razón, aún puedo hacer las cosas bien por una vez en mi vida, pero estoy borracho y no puedo pensar con claridad. Quiero abrazarla y decirle que Krestin no murió de cáncer, podría haberlo hecho pero no fue así y ella no lo sabe.

Nunca se lo conté porque, ¿qué habría cambiado? Nadie la traería de vuelta y ya bastantes miserias le había hecho ese monstruo como para echar más leña al fuego. Solo hubiera impedido que siguiera con su vida y creo que eso nunca me lo hubiera perdonado. Y estoy seguro que mi hermana tampoco.

-Soy un puto egoísta, ¿cómo has estado? Verte en un mismo espacio con Adler no es que fuera mi plan perfecto pero quería que vinieses a este día.

Ella me frota los hombros cuando me agacho, derrotado.

-No te preocupes por mí, mi amor. Yo solo quiero verte feliz.

-Lo sé mamá pero te juro que un día le parto los dientes y me quedo tan agusto.

Ella me coloca una mano sobre mi puño cerrado y yo inmediatamente me relajo.

-Si quieres fastidiarle, toma las riendas de tu vida. Qué le den al dinero.

-Se lo prometí-y no hace falta añadir nada más porque los dos ya sabemos a quien me refiero-. Y él te robó parte del dinero que te pertenece, te quitó hasta el apellido si hubiese podido. Voy a recuperarlo.

-No-me sigue frotando la espalda en círculos y me relaja. Es la mejor persona del mundo y no podría agradecerle más este momento-. Dereck, lo único que puedes hacer por mí y por tus hermanas es dejar atrás el pasado. Yo lo he hecho. Te mentiría si te dijera que le he perdonado pero sí que vivo sin rencor. Yo he ganado y, ¿sabes por qué?-Escuché espectante su respuesta-Porque le he demostrado que puedo seguir sin él, que puedo ser la mujer plena y feliz que soy hoy en día que no necesita nada de él, esa es la mejor venganza restregarle que no ha aportado nada en mi vida.

Asienti y juntos miramos el lago en completa oscuridad.

-Se ha ido mamá. No sé dónde encontrar a Rachael.

Mi madre echa un profundo suspiro y se toca las sienes, siempre lo hace cuando está pensando en algo que decir para tranquilizarme o simplemente buscar alguna solución. Esta vez sin embargo, no hay ninguna. Rachael no va a volver a dirigirme la palabra, y no me extraña, soy un auténtico capullo. La cara que puso cuando dije delante de todos los comensales que me iba a casar con Kat nunca se me va a borrar de la mente, la manera en la que sus ojos cambiaron. La he roto. Joder la he vuelto a destrozar.

<<¿A dónde habrá ido? ¿Ha vuelto a Nueva York?>>

-Se ha ido. Para siempre.-repito-La cagué muy fuerte.

No me preocupo por hablar en alemán. Ya no sé qué le he dicho o si me he movido. Lo único que sé es que he cogido una borrachera que atisba un buen día de resaca.

-Si te quiere volverá. El amor es así hijo mío, te hace cometer locuras. Si esa es la chica que quieres el destino volverá a juntaros.

-¿Cómo me va a perdonar si elegí el dinero antes que a ella?

-Renuncia a la herencia y vete con ella.

-No puedo.

-Pues entonces que el dinero te haga compañía.

Kat pasa un brazo por mis caderas y me deposita la cabeza sobre el pecho. Está realmente guapa, el pelo rubio recogido en un laborioso moño, un vestido blanco, estrecho y sin vuelo.

A diferencia de mí, ella está muy animada y feliz.

-Hola Agna, ¿ya te vas al hotel?-me desequilibrio durante un instante pero me agarro a la pared del local para estabilizarme.

La escruto con la mirada cuando formula esa pregunta.

-Hola Katherine, estás muy guapa. Sí, ya me vuelvo al hotel- dice.

Kat asiente ofreciéndole una falsa sonrisa. Nunca se han llevado excesivamente bien.

-Gute Nacht.

Buenas noches.

-Gute Nacht.

Kat sabe hablar algo de alemán por lo que no me pregunta qué le he dicho. Miro hacia la puerta con la esperanza de que Rachael esté esperándome, pero no hay nada más allá que la oscuridad de la noche.

Ya deben de ser altas horas de la madrugada, las hojas de los árboles se mueven por el gélido aire que las azota y las farolas y la luna iluminan la ciudad francesa. La Torre Eiffel también está iluminada, pero debido a todo el alcohol que he ingerido es tan solo una borrosa mancha presente en el horizonte.

-Tu padre ha dicho que ya te ha ingresado el dinero y ha rellenado los papeles con sus posesiones, solo te falta firmarlos y la herencia es tuya- indica Kat colocándose enfrente de mí y agarrando mis manos. Dejo que lo haga, tan siquiera me entusiasma que, lo que tanto he anhelado, por fin sea mío, mío a medias considerando que mi padre todavía puede cancelar todo. Es un hombre egoísta y embustero, pero es muy astuto, seguro que ha modificado el contrato de alguna retorcida e ingeniosa manera para que no se me ocurra divorciarme de Kat, al menos mientras él viva.

Mi madre se despide antes de subirse al coche. Veo que, en el asiento trasero, duerme plácidamente mi hermana pequeña: Hedwig.

Por nuestra parte, Kat y yo nos subimos dentro de la limusina blanca que nos lleva de vuelta a la habitación del hotel que Rachael ha decorado para nuestra noche de bodas. Me relajo pensando que al menos tendré algo de ella.

Kat le indica a un empleado que lleven los regalos de los invitados a la habitación de sus padres, Wyatt y Jannette Hamilton, antes de bajarnos de la limusina.

Me ayuda a llegar a la habitación ya que me cuesta caminar sin desequilibrarme, en un par de ocasiones me caigo al suelo, aunque no siento dolor al menos no tanto como el mareo y la punzada en el pecho que me supone pensar en Rachael.

-Dios Dereck, qué borracho vas- opina dejando mi cuerpo en el enorme colchón. No me doy cuenta que hemos llegado a la habitación hasta que noto las luces encima de mi cabeza.

Me miro en el espejo que hay delante de mí y me horrorizo por mi aspecto. Mi pelo, que siempre está perfectamente peino con una buena capa de laca, se encuentra revuelto con confeti, no tengo la chaqueta del traje que me ha diseñado Rachael y la camisa está cubierta por machones amarillos y con dos botones desabrochados dejando a la vista mi torso.

Kat se sienta encima de mí a horcajadas dejando a relucir sus preciosas y largas piernas que ahora están a ambos costados de mi cuerpo.

-Por fin eres mío- susurra junto a mi oído mientras se desabrocha los botones que mantienen su vestido sujeto. Me besa el cuello, pero no siento nada, solo un frescor que aparece y desaparece de mi piel cuando pega sus labios en él. Contemplo el techo que se mueve ligeramente-.Y yo por fin soy Katherine Miller.

Me separo de ella de golpe, depositándola sobre la colcha.

-¿Te has cambiado el apellido?

Ella asiente aparentemente ajena a mi malestar. Me paso ambas manos por el pelo despeinado intentando canalizar la ira, pero no siento nada, ni siquiera eso.

<<Esta chica está como una cabra>> logro pensar.

Me duele la cabeza, la habitación da vueltas descolocando los muebles de su sitio y el estómago se me revuelve.

Deseo ver a Rachael, saber si está bien y darle un beso en sus gruesos labios viendo el brillo de sus enormes ojos marrones.

<<¿Y si está con Harry?>>

Parece que ambos se llevan bastante bien. Al menos, eso me pareció el día del skate. Me lo puedo imaginar, abrazándola mientras ella se deshaoga, recordándole que él está allí siempre que lo necesita. Que no me necesita a mí para absolutamente nada y que él no va a hacerle daño. Que siempre la elegiría antes que a otra cosa en el mundo. Y ella se abre a él, le cuenta todas esa sosas que yo sé, comparte nuestras intimidades y me arrebata su corazón para entregárselo a mi empleado.

Entre mis cavilaciones, no me he percatado de que Kat se ha situado detrás de mí con los brazos alrededor de mis hombros; no reparo en que está en ropa interior hasta que no veo el vestido en el suelo, tirado sin ningún cuidado. Me separo de sus brazos, ella echa un gruñido como respuesta, pero no le presto atención, me agacho y lo recojo para mirarlo más de cerca.

Kat estaba preciosa cuando la vi entrar por la alfombra roja llena de pétalos agarrada de Wyatt, con este vestido puesto y el velo cubriéndole toda la espalda, ella eclipsaba cualquier otra cosa, brillaba como solo ella podía brillar. En otro momento sin duda me habría quedado sin habla pero en ese instante no tenía ojos para ella, solo para la chica que estaba observándome con tristeza y angustia.

Me acerco al rostro la prenda e inhalo su perfume, rozo suavemente la tela, el bordado perfectamente hecho, la espalda abierta con forma de rombo. Es como si ella estuviera aquí.

-¿Qué haces?-susurra una voz.

Niego con la cabeza y doblo el vestido depositándolo en una silla. No quiero verlo tirado como si no valiese nada porque es el vestido más bonito que he visto jamás...Vale, estoy demasiado borracho y, supongo, que si se lo sumo a la nostalgia y la inquietud que me recorre el cuerpo, no es una buena combinación para la cordura.

La situación es bastante incómoda. Nunca antes he dudado en tener sexo con Kat, al contrario, es una chica atractiva, sexi, segura de si misma y al mismo tiempo dulce y tierna. Hoy, sin embargo, dudo que pueda hacerlo, como si Rachael se hubiera apoderado de mi alma y controlase mis emociones. Se ha instalado en mi cerebro y su imagen no deja de parecerse en mi mente cada vez que miro a Kat. Su cuerpo no me enciende, no me siento extasiado de placer y de lujuria. Por primera vez, no siento nada al ver sus firmes pechos y su tanga de encaje crema.

-¿Qué te pasa Dereck?-pregunta cuando me besa pero no reacciono.

-Estoy...muy...cansado...-se me revuelve el estómago por lo que salgo corriendo hacia el baño de la habitación. Me caigo al suelo y devuelvo la cena allí mismo. Me duele la cabeza y tengo la respiración entrecortada, quiero emborracharme para olvidarme de ella y no pensar en la posibilidad de haberle hecho daño pero, a la vez, quiero estar despierto, espabilado, reaccionar y actuar.

<<Sí quiero.>> Eso le he jurado a Kat y a todos los que han acudido. Que la amaría hasta que la muerte nos separe y, como siga así, voy a desfallecer hoy mismo.

Me viene otra arcada seguida de un pinchazo en el estómago así que vuelvo a vomitar en el suelo del hotel. Me parece escuchar a alguien acercarse a paso apresurado hasta donde estoy.

-¿Dereck?- la voz de Kat suena lejana en mi mente solo me mantengo con la cabeza apoyada en el suelo deseando que aquel sentimiento termine de una vez por todas-. Mi amor, ¿quieres un vaso de agua?

No le contesto sino que cierro los ojos para escuchar la manera en la que llueve en el exterior. Noto una mano en la espalda que asciende y desciende sobre ella. Quiero a Rachael y sé que ella me odia.

-¿Qué te ocurre?-susurra desesperada seguramente no por verme así sino por no estar haciendo lo que ella desea.

-Estoy cansado-vuelvo a repetir la misma frase de antes.

<<Y mi corazón pertenece a otra persona.>>

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