Capítulo 15: Comida, ¿familiar?
Rachael
— Y encima tiene la osadía de decirme que soy una mendiga— le reprocho a mi amiga, aún indignada por la situación.
Eli se encuentra apoyada en el carrito de la compra al tiempo que yo miro la fecha de caducidad de la leche y los yogures simultáneamente.
Ya casi hemos terminado de realizar los recados en el supermercado que hay unas calles más abajo de nuestro bloque de apartamentos para la llegada de los padres de Eli desde Jacksonville, Florida. El supermercado se encuentra tranquilo, desolado, solo hay, al fondo, un empleado reponiendo la fruta y un niño que le suplica a su madre que le compre un paquete de chucherías.
Eli empuja el carro cuando apoyo dos paquetes de leche sobre él.
—Venga tía, no te preocupes y no le des más vueltas, solo es un niño pijo que quiere llamar la atención.
—Ya, pero hay formas y formas.
—Deja el trabajo.
Sujeto la parte delantera del carro para guiarlo por el enorme pasillo ya que ella sola no puede con todo su peso. Los pasillos, abarrotados de comida y otros productos, amenazan con tirar los estantes en cualquier momento sobre nuestras cabezas.
Cuando el otro día salí de la casa de los Miller me sorprendió que Dereck se acercase a mí aunque solo fuera porque su prometida se lo pidió. Le dejé bastante asombrado por mi cambio de humor, tengo mucha paciencia pero ese día ya había soportado bastante. Ante todo soy un ser humano, puede que uno que no tiene ni la mitad de ceros que él en su cuenta bancaria, pero eso no le da derecho a tratarme de ninguna manera. No puede ningunear a la gente porque le plazca.
Ahora me arrepiento de haberme quedado mirándole como si estuviera enamorada de él. Ojalá le hubiera dado un puñetazo. En el fondo, deseaba que me sorprendiera y que fuera amable, o a la menos, estuviera agradecido por mi trabajo. Fui una estúpida por no haber dormido en toda la noche expectante por conocerle.
— No puedo dejar el empleo Eli, sabes que necesitamos el dinero para pagar tu deuda.
— Si quieres puedo buscarme un curro, me sienta mal que tengas que pagar todo el dinero de tu bolsillo.
Ignoro sus palabras porque conoce cuáles van a ser. Ella y yo somos mejores amigas, casi hermanas. Eli se quedó a mi lado en mis peores momentos, se metió a dormir conmigo en las largas noches plagadas de pesadillas e insomnio. Me sujetó el pelo mientras vomitaba, desesperada. Comenzó a acompañarme a las consultas del médico y me regañó cuando me salté alguna.
Me escuchó cuando tenía crisis y me reconfortó sin hacer preguntas. Jamás me juzgó. Me animó a seguir adelante y me recordó que debía tener motivos para vivir. Con ella aprendí algo nuevo en mi vida: la amistad. Así que le debo más de lo que ella jamás pueda llegar a imaginarse.
—Al menos quédate con algo positivo: has estado en la misma habitación que Dereck Miller. Has conocido su casa y te has sentado en su silla. Yo me habría muerto.
—Sí y se coronó como el más capullo del mundo. Me llamó mendiga y me echó de su casa.
—Mujer...Te había dicho que te quedases con lo positivo.
—Perdón por no verlo.
Entre las dos vamos rellenando el carro con cosas de picar. De repente, comienza a reírse.
—¿Qué?
— Sólo es que no me puedo creer que te quedases mirándolo fijamente.
—Calla. Eso sí fue vergonzoso.
—Entonces...¿No te firmó el poster?—La mirada que le lanzo debe ser respuesta suficiente—Deberías ponerlo en tu biografía. Seguro que aumentas de seguidores...¿Cuántos tienes? ¿Doce?
—Qué más da.
Eli me señala una crema de cacahuete a lo que yo niego con la cabeza.
—¿También va a venir tu hermana?
—No menciones a la perfecta e inaguantable Daphne.
—A mí me caía bien.
—Porque las dos sois muy estiradas.
Le echo una mirada asesina. Se ríe a sabiendas de que lleva razón. Nos ponemos a la cola detrás de una de las cajas. Allí hay más gente.
Daphne era mi compañera de piso en la universidad, aunque cuando yo entré, ella ya estaba cursando su último año de veterinaria.
—Sí, mis padres le han dicho que venga para reprocharme lo perfecta que es su vida y lo bien que le va en su clínica privada en Oxford—no puedo evitar que una sonrisa se me dibuje en los labios al mismo tiempo en el que niego con la cabeza por el tono de burla que utiliza para decir esas palabras—. Y como empiece a decir lo bien que le va su relación con Aidan, lo felices que son y todos los hijos que van a tener, te juro que me largo de casa.
Unas cuantas personas se nos quedan mirando cuando terminamos de recoger la bolsas. Eli suele tener una tendencia a hablar demasiado alto por lo que me disculpo, sin ella darse cuenta.
—Al menos podrías disimular que te alegras un poco por Daphne.
—Yo no miento. Siempre he sido la oveja negra de esa familia.
Cuando nos dirigimos al aparcamiento para irnos de allí y comenzar a preparar la comida, nos topamos con Connor que lleva dos bolsas repletas de comida.
—Buenos días señorita Turner, señorita Hakwins, ¿qué tal estáis?
Como siempre, Connor nos sonríe y erradia esa energía positiva que deberíamos tener todas las personas.
—Yo voy dejando la compra mientras terminas de hablar, no tardes— me dice Eli para desaparecer por el oscuro aparcamiento.
—La verdad es que he tenido semanas mejores.
—¿La compañera nueva?
—Ya sabes que no me da buena espina pero ojalá ella fuera mi único quebradero de cabeza. La señora Smith me ha ordenado la organización del cumpleaños de su sobrina.
Connor no puede evitar reírse. Su aura tan positiva, alejada de cualquier problema o mala energía es contagiosa.
—Por no hablar de los Miller.
Connor deja sobre el suelo las bolsas para descansar sus brazos. Un coche entra en ese momento en el parking interrumpiendo por unos segundos nuestra conversación.
—¿No fue bien? Eso no le va a gustar a Claire...No sabes lo contenta que estaba ayer.
—Digamos que acabé fuera de su casa tras haber sido tratada como una mierda. En cuanto a Claire, tendrá que asumirlo.
—Señorita Turner, nunca me la había imaginado esa faceta de tía malota.
Niego con la cabeza y le pregunto por su semana.
—Estoy terminando la mudanza, supongo que sabrás el ajetreo que eso conlleva.
Asiento. Me cuenta que su madre va a venir la semana de Londres para celebrar su cumpleaños. Hay algo en sus palabras que hacen que se me revuelva el estómago, la culpabilidad y la angustia del recuerdo azotan mi mente. Hace ya cinco años que no sé nada de mi familia, cinco años desde que los abandoné sin mirar atrás para cumplir mis sueños, cinco años en los que he celebrado mi cumpleaños sin ellos, cinco años de remordimiento.
—Ya sabes que tu madre puede ser un poco insistente y controladora, pero te quiere mucho Connor.
El mismo pone los ojos en blanco justo en el momento en el que el coche de Eli frena a nuestra altura y baja la ventanilla.
— Bueno...Me tengo que ir, nos vemos el lunes.
— Nos vemos el lunes señorita Turner.
Sonrío como respuesta y me subo en el asiento del acompañante; antes de que me abroche el cinturón, Eli sale disparada por la rampa que nos llevará a la carretera.
Durante el trayecto no hablamos, solo se escucha la emisora de la radio en la que están entrevistando a un hombre. Enciendo mi tablet para adelantar trabajo sobre el desfile de verano y a pesar de las miradas de incredulidad que me ofrece mi acompañante, continúo con ello.
La mañana en Nueva York está clara, algo muy raro por estas fechas, a pesar del frío que ya es notable. Afuera, un sol radiante decora el cielo. Como es costumbre en Brooklyn, hay mucho tráfico por lo que tardamos media hora en volver a nuestro humilde apartamento.
Pasamos toda la mañana organizando la compra y limpiando la casa a la vez que nos turnamos para cocinar. Apesar de que no tengo muchos conocimientos en este campo, no sale un resultado tan malo. Supongo que YouTube tenía que servirnos para algo. A la hora de comer ya está la mesa puesta, la empanada de verduras terminándose de hacer en el horno, la casa reluciente y nosotras listas.
—Estoy muy nerviosa, Rach— me indica mi amiga. Se pasea por todo el salón mordiendose una uña, pintada de amarillo.
—Venga Eli, ¿tú nerviosa?
Recibo como respuesta un cojín.
—Ya conoces a mis padres y a Daphne, son capaces de cogerme, sacarme a rastras del apartamento y llevarme de vuelta a Florida.
—Jacksonville es una ciudad preciosa, tiene un aire a Nueva York, más pequeño, pero tienen su parecido.
El sonido del telefonillo nos interrumpe la conversación. Eli me mira aterrada.
Me dirijo al lugar procedente del agudo sonido y presiono el botón de abrir.
— ¿Son ellos?— Asiento como respuesta. Bufa acomodándose en el sofá— Espero que vengan de buen humor.
Abro la puerta principal contagiada por el nerviosismo de Eli.
—No tienes de qué preocuparte. Les vamos a explicar que ya tenemos el dinero para pagar la deuda y ya está— le digo para que se relaje.
Un matrimonio de unos sesenta años se acercan por el pasillo seguida de una joven de rasgos muy parecida a mi amiga: Rubia con ojos azules, pelo liso y largo. Piel pálida aunque Daphne tiene un cuerpo menos trabajado que Eli y viste menos estrambótica. Es cinco años más mayor que ella sin embargo, el exceso de maquillaje que lleva, hace que se le formen unas pequeñas arrugas alrededor de sus ojos rasgados.
—Buenos días Rachael, ¿qué tal estás?— Me dice su madre con la mirada puesta en mí.
Le respondo con cordialidad al mismo tiempo que les invito a pasar.
—La casa está limpia, qué raro.
Miro a Daphne por aquellas palabras mientras todos entran en la casa.
Nos sentamos en la mesa. La tensión es palpable en el ambiente. Daphne saluda a su hermana con un gesto de mano, gesto que no es devuelto por ella.
—Tenemos para comer empanada de verduras y croquetas de espárragos—nos informa Eli, depositando sobre la mesa la bandeja con la empanada y patatas. Huele de maravilla.
—Elina Miley Hawkins, nos ha llegado a nuestros oídos que tienes otra deuda universitaria.
Sin preámbulos, el padre de mi amiga le dice el tema por el que, en realidad, han venido. Yo voy partiendo la empanada y la sirvo en los platos.
—No te preocupes papá, tengo dinero para pagarla.
Sus padres se miran con asombro.
—Y, ¿cómo la vas a pagar? Tenemos entendido que no trabajas.
—No, pero Rach...
—Ha encontrado un trabajo temporal que le pagan suficiente para cubrirla— interrumpo. Soy plenamente consciente de que a sus padres no les gustaría saber que voy a ser yo quien en verdad pague los descuidos a su hija.
Eli me mira con agradecimiento y me susurra un: "Te debo una" que yo respondo sonriendo.
— Y, cuéntanos, ¿cómo te va la universidad? A parte de lo evidente — habla por primera vez Daphne tras dar un mordisco a la comida.
Me llevo un trozo de patatas a los labios para juzgar su maravilloso sabor, la empanada en su punto, jugosa y la salsa le da un toque picante.
—La semana que viene me dan los resultados del semestre. Aunque ahora estoy en prácticas.
—Pero, ¿eso tiene trabajo? Pregunto, porque si tú te lo puedes sacar creo que muy difícil no debe de ser.
—Daphne tiene razón. Miley, ¿por qué no haces otra carrera? Eres joven y, no sé, ¿no te gusta la medicina o la veterinaria?
Mi amiga rueda los ojos. Me mantengo al margen, no soy quien para meterme en los asuntos de los Hawkins, una familia con ideas bastantes cerradas, una familia conservadora que bendice la mesa antes de empezar a comer y da gracias a Dios por los alimentos.
Me mantengo con la boca cerrada, no creo que les siente bien que "una organizadora de eventos les diga lo que tienen que hacer" como ya me dijeron la anterior vez que quise quitar hierro al asunto.
—No me llames Miley y me da igual lo que haya estudiado Dahpne; a mí me apasiona esta carrera y es lo único que voy a estudiar. Podéis apoyarme o no, pero no voy a cambiar.
—Jovencita, de momento somos nosotros los que te pagamos los estudios así que tenemos derecho a opinar sobre ellos.
—Papá tiene razón Elina. Además, se preocupan de tu futuro, mírame a mí con una carrera prometedora, autónoma, en Inglaterra y con un novio maravilloso.
—Es mi vida Daphne, así que voy a hacer con ella lo que me plazca.
—¿Ah sí? Pues también era tu vida y tu decisión la de juntarte con el tal Dexter y mira cómo te fue, hermanita- se lleva otro bocado de comida a la boca-, no vas a aspirar a nada más que a traiciones y deudas. Te quedarás embarazada de un don nadie y tendrás unos hijos a los que ni siquiera querrás- afirma-. Nadie nunca te querrá.
Eli se levanta sin cuidado de la silla, les enseña el dedo corazón y sale de la casa dando un portazo.
—Encima se enfada— dice Daphne con un resoplido.
Siento compasión por ella, Dexter es un tema estancado en el pasado, un error que destruyó a Eli. Aquella conversación nunca tuvo que haber tenido lugar.
—Ya sabes cómo es tu hermana Daphne, se le pasará y después vendrá suplicando que le paguemos esto y lo otro.
Estos son los momentos en los que me recuerdo el motivo por el que Eli odia tanto a su familia; se supone que ellos deberían apoyarla en cualquier decisión ya sea buena o mala y no mencionar al hombre que le hizo aquello. No obstante, el tal Scott parece haber cerrado un poco esa herida.
—No entiendo cómo no se le pega algo de Rachael. Una chica independiente con un buen trabajo- dice, cosa de lo que no parecía estar tan convencida la anterior vez que nuestras vidas se cruzaron-, hasta sale en los periódicos
—No es para tanto, señora Hawkins- susurro.
—Por lo menos no dependes de tus padres y tienes un poco de cabeza y educación.
Quiero gritarles que no soy ejemplo de nada. Que si no fuera por su hija yo ya me hubiera quitado la vida hace años, que me hizo volver a creer en mí, ver color tras un manto de oscuridad y que Eli es tantas cosas positivas recogidas en una persona. Que si yo no dependo de mis padres no es por ninguno de los motivos que creer.
Pero claro, me quedo muda, sintiéndome más fuera de lugar que nunca metida entre aquellas tres personas. Rezo para que Eli aparezca por la puerta pero no le reprocho que no lo haga. Nunca lo haría, no a ella, no después de ese comentario fuera de lugar con el único objetivo de dañarla.
¿Cómo no ha pasado ni cinco minutos y todo se ha torcido? Y mi pobre Eli no ha hecho nada, nada más que existir, nada más que enamorarse y equivocarse.
Sonrío sin saber muy bien qué decir o hacer, manejando la posibilidad de llamar a Eli.
Extraigo con sigilo el aparato de mi chaqueta y le envío un mensaje para saber a dónde se ha ido.
Durante el resto de la comida, la familia habla de manera despreocupada sobre Daphne y Aidan. No presto ninguna atención a sus palabras. No obstante, me recuerdo lo poco que mi presencia pinta allí. Debería llamar a mi amiga, ir detrás de ella, pero sigo aquí sentada.
—¿Un café?— Propongo tras recoger la mesa, sola.
—Por favor, necesito calmar los nervios.
Asiento, desapareciendo de nuevo en la cocina. Pongo en marcha la cafetera momento en el que me llega un mensaje de Eli:
Estoy con Scott. No te preocupes, me voy a quedar a dormir con él. Dile a mi familia que mañana por la mañana no les quiero en nuestro piso o sino no vuelvo a aparecer hasta que se vayan.
Pd: Harry está aquí por si te apetece pasarte.
Le respondo con un simple: De acuerdo. Te quiero mucho y por favor cuidate. Llamame si lo necesitas.
Al reeler el mensaje recuerdo que al día siguiente tengo un encuentro con él.
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