Capítulo 13: Y entonces...Te conocí.

Rachael.

La verja se abre produciendo un débil sonido. Entro en el inmenso, pero cuidado jardín.

Todo es mucho más imponente de lo que aparentaba desde fuera, detrás de la verja, se distingue un camino de piedras que conecta directamente con la casa. Siento como si acabase de entrar en un jardín de cuento de hadas.

-Buenos días señorita Hamilton-le respondo cuando llega a mi altura y le estrecho la mano.

-Por favor, puedes llamarme señora Miller, es mucho más corto.

Asiento, consciente de su obsesión por ese apellido; se da media vuelta y comienza a caminar en dirección a la enorme casa.

Un empleado se encuentra segando el césped y el empleado que lava los coches deja lo que está haciendo para mirarme. Puede que tenga que seguir esa señal, o la de la sensación de vértigo que me ha invadido al ver la mansión, o la anciana, o a Harry o a mi instinto. Pero no, por algún motivo, por alguna fuerza externa a mí, me veo empujada a avanzar por el lugar, con la sensación de que algo va a ocurrir.

Subo una de las dos escaleras que se alzan orgullosas y rodean la casa como si siempre hubieran pertenecido a ella con el sonido de la fuente a mi izquierda.

Es realmente gratificante la sensación que transmite su sonido, es como si me hubiese alejado de la vida ajetreada de Nueva York y me hubiese trasladado a un bosque.

Nunca me ha gustado que la gente tenga enormes mansiones con los lujos más inimaginables posibles mientras, personas como mis padres, luchan día a día para conseguir algo de alimento. No es justo, pero la vida es así. Yo misma contribuyo a que nada de eso cambie. Las personas que viven en esas mansiones son las que me pagan, a las que tengo que mantener felices para poder costearme el apartamento.

En cuanto ese pensamiento ronda por mi cabeza sacudo la misma para esfumarlo. En estos momentos me encuentro trabajando y no es el más adecuado para acordarme de mi familia ni de las injusticias que asolan el mundo.

Katherine abre la preciosa puerta de madera blanca sujetándola con una sonrisa. Una vez dentro, me quedo más asombrada,si eso es acaso humanamente posible: una enorme cristalera de la que cae agua cubre toda mi vista y deja entrever de manera distorsionada la biblioteca. Me encantaría tener una así en mi casa, ¿a quién no?

La entrada es enorme con una lámpara de araña pendiendo del techo.

Giramos hacia la derecha, donde unas hamacas y sillas rurales se encuentran ubicadas hacia una ventana, desde donde se puede apreciar algunos de los edificios más emblemáticos de Nueva York. No me da tiempo a estudiarlo con detenimiento ya que la señora Hamilton continúa guiándome hacia algún lugar, de lo que sí que me da tiempo a captar, son las verdosas hojas que nacen de los extremos de la cristalera y se extiende hacia la parte inferior, el contraste con el resto de la alargada sala.

-Tiene una casa espectacular, señora Hamil...Miller-me corrijo.

Esta me sonríe como respuesta, en sus ojos brilla la satisfacción y el orgullo.

-Acompáñeme, por favor.

Le hago caso y sigo los pasos que me conducen por unas escaleras enormes que giran y suben hasta lo que parece ser el infinito. A medida que avanzamos por los escalones me siento más fuera de lugar y más asombrada por todos los detalles que presenta la casa.

<<Esta mansión es realmente bonita.>>

Cuando llegamos a la parte superior, una estatua de estilo modernista sirve de evento de inflexión para dar cabida a unos... siete pasillos.

Abre una puerta, deduzco que es un despacho por la enorme mesa de cristal que abarca casi toda la estancia y por las sillas que la rodean. Un enorme ventanal se presenta en el fondo de la habitación del cual observo la parte trasera del jardín.

-Ponte cómoda.

Apoyo las carpetas con sumo cuidado en la mesa de cristal con el fin de no romperla y me siento en una de las sillas con suma cautela intentando hacer el menor ruido posible.

Ella se sitúa en frente y me ofrece una cálida sonrisa que no dudo en devolverle.

-He estado trabajando en algunas ideas sobre la temática. Una de ellas es que sea una boda estilo medieval, podríamos hacer una ceremonia como si acabásemos de viajar en el tiempo, en una catedral de París y después que la comida y la fiesta se celebre en un castillo decorado fiel a la época y que los novios entrasen en caballos. Música del Barroco y los invitados podrían vestirse como auténticas damas y caballeros del siglo XV-le paso por encima de la mesa algunos ejemplos hechos por mí misma e imágenes sacadas de Internet para que vea de lo que estoy hablando, ya que, por la expresión de su rostro, no aparenta haberse enterado de la imagen que yo poseo sobre su boda perfecta-. La otra idea es que se una boda estilo árabe. Las damas de honor pueden ponerse collares dorados y pintarse las manos con henna. El catering estaría repleto de dátiles, verduras, Cuscús, Maqluba y demás platos tradicionales típicos de estos países. La cubertería y el restaurante se acomodarían para que parezca una auténtica boda árabe y podemos instalar un espacio para el té.

Como es habitual en ella, mira cuidadosamente las fotografías que le ofrezco. He estado durante casi toda la noche preparando ideas para la boda por una parte por el insomnio y los nervios que no me dejó conciliar el sueño, por lo tanto, la falta de descanso es perceptible en mi rostro. Por la mañana, Eli me obligó a maquillarme pero apenas me ha dado tiempo a echarme un poco de rimel y pintalabios.

El dolor de cabeza no ha disminuido nada su intensidad, al contrario, ha aumentado hasta hacerme sentir que me explotará en cualquier momento.

-Admito que me han encantado ambas ideas, Rachael-sonrío justo en el momento en el que noto vibrar algo en el bolso.

-Disculpa, es urgente-respondo levantándome de la silla y cogiendo el dispositivo. El teléfono no para de insistir.

-¿Diga?-pregunto con bastante confusión al ver que el propietario de la llamada es un número que no tengo grabado en la lista de contactos, algo muy raro en mí ya que tengo registrados los números de todos mis compañeros de la empresa y de los clientes más populares y frecuentes.

Salgo del despacho y me alejo un poco por el pasillo para que Katherine no me escuche hablar.

-Buenos días señorita Turner, soy Austin White. Me pongo en contacto con usted ya que me gustaría que organizara el cumpleaños de mi hija-me toco la cabeza en un intento de apaciguar su dolor y maldigo ya que no tengo espacio en la agenda para ningún evento más con el desfile de verano, la boda de los Miller y otros cuantos proyectos que no me dejan casi ni respirar, no puedo permitirme más trabajo.

Salgo a una azotea conectada a través de una puerta de cristal. El aire me viene bien para ordenar mi cabeza.

-Disculpe, sería todo un honor pero no va a poder ser. Póngase en contacto con mi jefa, la señora Smith o Berlusconi, alguna de las dos le pondrá en contacto con alguno de mis compañeros.

-Ya llamé a la señora Smith y me dio este número de teléfono. Pero si quiere puedo llamarle. Me dijo que no le molestara algo así que se encuentra reunida con unos socios.

<<Y yo estoy descansando>>

Como el tal señor White se ponga de nuevo en contacto con mi jefa, no se le quedará ningún resquemor tras despedirme y echarme a la calle sin tan siquiera pagarme el mes.

-Claro que no señor White, no moleste a la señora Smith. Ya le pongo en contacto yo misma con mi compañera.

-Señorita Turner, creo que no ha captado que quiero que sea usted la que organice la fiesta.

<<Hoy nadie me va a dejar respirar ni dos segundos.>>

-Señor White, creo que usted tampoco ha captado que no tengo tiempo para organizarla.

El tono frustrado ya comienza a ser visible en mi voz.

-La señora Smith es mi cuñada, la tía de la niña, y me ha dicho que no tendría ningún problema. Que es la mejor organizadora de eventos.

Casi me entra un ataque de pánico y de risa a la vez, no me puedo imaginar a la señora Smith con una sobrina y tampoco puedo creer que, a pesar que sabe todo el trabajo que tengo acumulado, me haya dejado a cargo del cumpleaños de su sobrina. ¿No hay más empleados en la empresa?

-Cuente con ello señor White, en cuanto antes tendrá todo listo para que su pequeña brille en el gran día.

-También le digo señorita Turner, que la señora Smith me ha puesto al corriente de lo buena profesional que es-sonrío ante ese alago tratando de no romper la compostura-, pero también me ha advertido de lo torpe y despistada que es y no voy a permitir un error, ¿entendido?

Se me borra de inmediato la sonrisa de la cara y no puedo hacer otra cosa que asentir y colgar. Resoplo apoyando la columna en la pared. Me espera una jornada más dura de lo que tenía planeado y por no hablar de que mañana vienen a comer los padres de Eli y tenemos que organizarlo todo.

La cabeza comienza a darme vueltas y siento que me falta el aire. Cierro fuerte los ojos y comienzo a regular mi respiración para no acabar entrando en pánico.

<<Si la señora Smith me ve lo suficientemente capacitada para organizar todos los eventos, no la defraudaré, además un cumpleaños no se tarda mucho en organizar, siempre y cuando no quieran algo muy extravagante o en algún lugar muy famoso y demandado, de no ser así me llevaría mínimo dos semanas en organizar todo.>>

Noto el latido de mi corazón. Me golpea sin control el pecho; siento entonces un pequeño hormigueo que me recorre las manos y el modo en que mi cuerpo tiembla ligeramente. Por unos segundos pierdo la noción del lugar donde me encuentro o lo que estoy haciendo. Caigo lentamente al suelo con la respiración acelerada. Con mis manos temblorosas, agarro el paquete de pastillas de mi bolso y las introduzco sin pensarlo en la boca para calmar los nervios. Apoyo la cabeza en la pared y contengo las ganas de echar a correr en cualquier momento. Continúo respirando.

Me siento tan angustiada, tan exhausta que ningún pensamiento consigue relajarme. Siento que voy a perder el control, que voy a acabar explotando.

<<Después de que pase el desfile de verano me voy a ir de vacaciones al Caribe.>>

Me imagino en la playa. El sol impactando en mi rostro y el sonido de las olas rompiendo cuando están llegando a la orilla. Me encantaría que algún día ese pequeño sueño pudiera hacerlo realidad y que, aquella imagen que solo he tenido la oportunidad de ver tras una pantalla se haga realidad y pueda disfrutar de lo que, según la gente, es uno de los mayores placeres. El sentir el agua en los pies y el cálido aire azotando el pelo y el rostro. Claro que para eso tendré que superar mi aerofobia.

Mi cuerpo se sacude dos veces y la cabeza me sigue dando vueltas. Trago el nudo de mi boca, siento la lengua pesada y pastosa pero no trato de reprimir mis sentimientos.

A pesar de que comienzo a desesperarme trato de respirar y dejarme llevar. Inhalo y exalo, como tantas veces he hecho, como tantas veces he controlado.

Solo serán unos minutos y la ansiedad se hará marchado.

Una vez que el ataque de ansiedad disminuye, decido volver con la señorita Hamilton. Cierro la puerta corredera y deshago el camino que he tomado...Por la derecha, ¿o era por la izquierda?

<<Mierda.>>

Fuerzo la memoria para recordar por dónde me dirigí momentos atrás. Ni siquiera reconozco el pasillo al que salgo tras doblar la esquina.

Comienzo a caminar en buscar a alguien que me pueda decir dónde se encuentra el despacho, no me llevará mucho tiempo, seguro que hay trabajadores dentro de la casa. Desde que he entrado he visto a mucho personal trabajando por lo que alguno podrá ayudarme pero para mi desgracia, el pasillo se encuentra completamente desolado.

Bajo las escaleras para buscar a alguien. Seguro que tienen un chef o algo así que les esté preparando la comida o si no puedo salir a buscar al jardinero. Cuando tuerzo por el único pasillo que no conecta con las escaleras, mi cuerpo colisiona con algo enorme.

Doy un salto hacia atrás, asustada. Mi mirada se encuentra con un torso muy bien trabajado, desnudo, sudado, unos músculos perfectos y desarrollados y unos pectorales que impresionarian a cualquier persona que tenga dos ojos en la cara.

Levanto la vista, sabiendo a quién me voy a encontrar. Aunque la lógica no está de mi lado en esa mañana, no hay que tener mucha inteligencia para saber quién es el propietario de esa fuerte y blanca mandíbula. El cuello es igual que el de la fotografía, su nuez se mueve cuando trata saliva y me obligo a levantar los ojos, terminando de desplazarlos por su rostro. Parece tan asombrado de verme allí como yo de haberme chocado de una manera tan torpe.

Me es inevitable que el corazón se me acelere ante su penetrante mirada de ojos azules, la comisura de sus labios se mantiene rígida y cerrada.

Si hace unos segundos tenía un ápice de cordura, se acababa de esfumar.

<<Eli tenía razón. Parece sacado de un auténtica revista de Play Boys, no me extraña que le escogieran como Mr Nueva York.>>

Sus perfectas cejas se encuentran ligeramente fruncidas produciendo que la frente se le arruge y mi corazón por tanto, aumente su latido.

Desprende masculinidad, elegancia, poder y dinero. Y yo...Yo parezco la aguja en el pajar.

Trago la bilis que me asciende por la garganta; me recuerdo el motivo por el que había acabado allí y de lo ridícula que debo de parecer al haberme quedado observándole tan fijamente.

Me había imaginado una infinidad de maneras en la que podría haberme encontrado con este chico, aunque sin duda, esta no era una de ellas.

Siento bastante vergüenza por el incómodo silencio que se ha producido entre ambos mientras mi mirada recorre cada parte de su perfecto cuerpo. Cuando él me imita pasando la suya por el mío, siento como si me desnudara con sus increíbles ojos. Como si me quemase. Suena estúpido pero, en este momento, podría hacer todo lo que él me pidiese.

No me extraña la obsesión de Eli y de Claire con él... Aunque sólo entiendo, no la comparto, ¿verdad?

Pienso en algo que decir o preguntar para romper aquel repentino y tenso ambiente.

-Lo siento mucho, no era mi intención chocar con usted- parezco patética ante ese comentario. La ansiedad vuelve a atacarme y tengo que usar cada parte de mí para no caer al suelo.

-¿Quién eres?-responde a la vez que bajo la mirada, avergonzada.

-Soy Rachael Nora Turner, la organizadora de tu boda-informo automáticamente.

<<Ojalá dijese algo y se fuera o dejara de observarme. Es la mirada más bonita y diferente que he visto nunca.>>

-Ah-da un trago a la cerveza que tiene entre sus manos.

Y con eso desaparece por un pasillo sin volver a dirigirme la mirada, al contrario que yo, que lucho contra mi mente para apartar mis ojos de su increíble figura.

Después de ese incómodo momento, siento el modo en el que mis hombros se relajan.

-¡Eh! Perdona, ¿dónde está el despacho de tu prometida?

Pero ya no está cuando consigo reaccionar y, parece no haberme escuchado.

He debido de parecer ridícula y me prometo que voy a realizar algún curso para manejar las emociones. Estoy en el trabajo y tengo que ser lo más profesional posible. Si la señora Smith se enterara de que me he quedado embobada mirando a ese chico, me despediría, sin dudarlo.

No hay nadie por la zona así que me convenzo de que no hay mejor alternativa que seguirlo.

Casi me cuesta mantener el equilibrio durante mi búsqueda, las manos me tiemblan al igual que las rodillas.

Llego a la puerta de una habitación de la cual emana una estridente melodía, la que me ha guiado para llegar a lo que parece un gimnasio. Y allí le veo, haciendo una flexión sobre una esterilla. Como efecto de esta, los músculos de los brazos se relajan cuando baja su peso y se tensan cuando vuelve a subir. Su figura sube y baja a un ritmo rápido como si no le costase esfuerzo a pesar de que de su rostro y cabello caen gotas de sudor. Sus hombros se encuentran paralelos siguiendo un movimiento rápido y similar. Y otra vez me quedo embobada. No sé qué me está ocurriendo, puede que sea por el tranquilizante que he ingerido pero no me gusta la forma en la que me estiy comportado. Me he enmudecido y congelado a medio camino.

-¿Rachael?- pregunta alguien tras de mí. Giro el cuerpo saliendo de mi pequeño trance para aguantar el aliento. La voz es de Harry pero eso no es lo que me hace que un grito sordo se me quede atrapado en la garganta, sino, que se encuentra al lado de una rubia que me mira fija y furiosamente.

<<La señorita Hamilton.>>

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