Capítulo 12: Estoy más cerca de ti.
Dereck
-Sigue. No pares- me susurra Kat al oído envuelta entre las sábanas de la cama.
-Cariño. Tenemos que ir a cenar...-Vuelvo a besarla acariciando sus piernas desnudas y finas.
Gruñe pero se separa y levanta de la cama.
Se planta delante de mí, con el cuerpo totalmente al descubierto. Me besa de nuevo y se dirige hacia el vestidor.
-¿Por qué no vienes y te elijo la ropa que vas a ponerte?
Eso hago. Kat agarra un traje y se acerca hacia donde estoy, ensemismado.
Me pasa un dedo por la babilla y lo desplaza por los hombros hasta llegar a la parte inferior de mi espalda. Dejo que lo haga. Mientras tanto mantengo la mirada fija en sus movimientos.
Al llegar allí frena su dedo y comienza a subirlo y bajarlo por toda mi espalda, sin hacer nada más que eso, mover su dedo en círculos a lo largo de toda la carne que constituye esa parte de mi cuerpo.
-Eres mío- susurra con una sonrisa casi completa y ojos entornados, quietos en su dedo mientras lo mueve de arriba a abajo, en círculos y finalizando en mi cadera donde vuelve de nuevo a depositarlo en la parte más alta donde llega de putillas en mi espalda-, y siempre lo serás- continúa susurrando.
Deshago aquel gesto algo inquietante y abro las puertas del armario y del vestidor donde se encuentran guardados mis trajes.
Escojo uno al azar guardando el que me tiende Kat.
No llego a ponérmelo ya que me agarra de la mano para impedirlo.
-He dicho que no pares.
-Tenemos que irnos-intento sonar convincente sin embargo, solo me sale un hilo de voz, como el aullido de un gato pequeño.
-Iremos luego.
Envuelve sus piernas alrededor de mi espalda en la que se sube y enrolla sus brazos.
-¿Sabes?-dice junto a mi oído-. Tengo una sorpresa.
Todo es tan raro. He perdido la noción del tiempo, no sé cuántos días han pasado desde que volvimos de nuestra Luna de Miel pero estoy como embotado. Supongo que demasiadas reacciones juntas. Solo sé que el viaje de vuelta a casa fue insufrible y prefiero olvidarlo.
Y lo más sorprendente de todo es que no se enfadó cuando le conté lo de las francesas. Dijo "bueno, a partir de ahora nos respetaremos. Dejaremos atrás nuestra relacion llena de toxicidad y odio para conventirnos en adultos".
No sé qué mosca le ha picado pero está como en trance y mentiría si no dijera que me preocupa. La Kat que yo conozco me la habría liado bien, y no es de extrañar, me habría gritado que no aprendo, que cuando menos me lo espere me quedaré solo porque eso es lo único que sé hacer. Pero esta Kat, feliz por todo, perdonando lo más gordo que le he hecho sin suplicar ni excusarme...No sé, todos estamos muy confusos y tal vez sí que tenga razón en que debemos de pasar página de una vez y madurar.
Joder. Mi vida es un lío monumental y lo peor de todo es que no me arrepiento de lo que hice, puede que para que Kat me dejase de una vez por todas. Ni siquiera he pensado en el maldito dinero que me ha traído a este momento.
<<Tal vez mi madre tenga razón en que no me compensa todo lo que voy a perder a cambio de algo material y yo ya tengo mi trabajo como modelo que me da de sobra para sostenerme muy bien además.>>
Voy a dejar a Kat. Debería haberla dejado antes de irnos a Barcelona pero el pasado no se puede cambiar. Tengo que mover el culo porque de lo que no estoy dispuesto es a seguir derrochando mi vida así sin necesidad. Es como si estuviese tirando billetes de 100 dolares al retrete porque me gusta como gira. Pues me siento así, como si no vida hubiera perdido sentido y joder, no hay nada más duro que respirar estando muerto.
Voy a dejarla. No sé cuándo ni cómo pero en breve, puede que incluso hoy, en el restaurante.
Kat desparecr en el dormitorio y abre la mesita de noche de la que extrae una bolsita
-Ábrela-ms indica tendiendomela- podemos empezar de nuevo ahora mi amor.
Me acojona lo que pueda ser porque me lo huelo y porque ahora mismo me maldigo por haber estado follando como un animal la última semana. Sin condon.
<<Si es que hostia. Más tonto y no naces. Pero no puede ser...¿Cuántas veces me corrí...2 o 3? Ya tendría que tener mala suerte pero claro , ¿cuándo tengo yo buena suerte? De verdad, en menudo lío te vas a meter campeón, sí señor, cuando dejes de pensar con el pene y lo empiece a hacer con la cabeza estoy seguro que mis problemas se reducirán en un 80%.>>
Siento un espasmo recorrerme el cuerpo cuando veo la prueba de embarazo y, efectivamente, dos putas rayas. Casi me mareo, bueno para no dramatizar casi me da un síncope.
-¿Qué?- Me tiembla la mano en la que sujeto la prueba de mi gilipollez. Creo que voy a vomitar o a llorar o las dos cosas.
-¿Te alegras tanto como yo?-muerde la parte inferior de mi oreja-. Por fin, después de tanto tiempo intentándolo. Vamos a ser papás.
No le respondo si no que me visto y me dirijo fuera de la habitación. Me falta el aire y dejo el cacharro en algún lado. Ni siquiera lo sé. La que deduzco que es Kat anda a mis espaldas, al principio con un paso suave que acelera cuando llego a la puerta de la habitación.
-¿Qué haces? No me has respondido- dice colocándose frente a la entrada-¿No estás contento?
-Yo...claro que sí...- me rasco la cabeza como acto reflejo para mantener las manos ocupadas-... Solo...me sorprende.
-¿Por qué?- pregunta seria.
<<Porque ya no te quiero.>>
-Me ha...-ahondo en mi cabeza para encontrar las palabras adecuadas para explicarle la situación-... Sorprendido-explico despacio y al igual que ella sin moverme del sitio ni hacer otra cosa que mirarle a los ojos.
-¿Estas atónito? Es normal, imagino pero Dereck esta es la prueba del destino para que nos demos una oportunidad. Esta vez de verdad.
No sé qué decirle para no herirla. Esto está fatal y no estoy preparado. Pensé que sí cuando creía que la quería pero ahora...No hacen más que venirme imágenes de bebés, de mi padre sosteniendo a su nieto de a Wyatt y a Jannette llevandoselo de vacaciones a Cuba y...Joder me empequeñezco tanto que deseo desaparecer.
Este no es el momento y no debería ser así. No, este niño merece ser querido y respetado y Kat y yo no vamos a poder darle esa afectividad. No estamos listos ni para afrontar todo esto del matrimonio y de Rachael como para meter a un pequeño inocente más en la ecuación.
Da una palmada en el aire y vuelve a besarme colocando una de mis manos encima de su vientre.
-Hola pequeño o pequeña Miller.-Aguanto la respiración durante lo que me parece un eterno segundo. Mi mano, en la misma posición de antes me tiembla. Kat la aferra más a la suya mientras me sonríe y besa el cuello- ponte el traje que te he elegido.
Y como si fuese un niño al que le mandan hacer un recado, hago lo que me dice.
Salgo la exterior sin esperar a que Kat se prepare. El ambiente tropical y pegajoso que me recibe no ayuda a calmar el ardor que siento en la garganta y estómago.
Me obligo a mantener la mente en blanco y caminar por la acera casi vacía de personas disfrutando de la soledad.
Cierro los ojos, repitiéndome que ella me perdonará y querrá al bebé, eso si algún día logro dar con su paradero y no se haya enterado por otro medio. Quiero ser yo el que se lo cuente. No sé cómo ni porqué pero me acojona su reacción cuando se supone que debería de estar dando brincos de alegría porque en el fondo eso es lo que me apetecía hacer con mi vida. Tener un hijo al que ponerle mi apellido y enseñarle las maravillas del mundo.
Otro escalofrío.
Pienso en ello sin frenar a mi mente para que imagine a una pequeña Rachael sonriente y diminuta. El problema está claro, no es con Kat con quien quiero tener un hijo, sino con una chica que se encuentra a saber dónde incluso siendo feliz o rehaciendo su vida. En el fondo y aunque me desgarre cada una de las entrañas deseo que sea feliz con otra persona. Soy demasiado egoísta para aceptarlo y de tan solo imaginarlo me duele como tantas otras cosas que he negado en mi vida que me hubieran destrozado y así han sido.
Sacudo bruscamente la cabeza de un lado a otro, impidiendo ahondar más a fondo en mis recuerdos. Me recompongo, estiro la cabeza y coloco la chaqueta y entro en el restaurante.
Dentro se respira un ambiente tranquilo y refinado. Como a mí me gusta.
-¿Le puedo ayudar en algo, señor?-pregunta un hombre con esmoquin tras el mostrador.
-Tengo una mesa reservada en nombre de Dereck Miller- tecletea algo en un ordenador, sonríe y con un gesto de mano me indica que salga al exterior junto a él.
-¿Qué desea para cenar?-pregunta y saca un pequeño aparato en el comienza a escribir.
-Estoy esperando a alguien. Si no le importa, lárgese- no corrijo mi comentario y comienzo a jugar con la servilleta. Al principio solo la doy vueltas entre mis dedos, pero, poco a poco, rompo los bordes hasta llegar a destrozar el trozo de papel.
Suspiro. Antes de darme cuenta una chica con moño y vestido corto y ajustado se sienta enfrente de mí.
-Hola cariño.
-¿Qué quieres cenar?- miro la carta sin apetito ni ganas de aguantar a la pequeña Hamilton.
-Lo que tú quieras- me guiña un ojo y se muerde el labio inferior mirando el mío con deseo.
Aparto la mirada.
<<Últimamente te has pasado de la raya y si quieres que Rachael te perdone comenzás a dejar de acostarte con Kat por más que lo desees.>> Pienso.
Kat rompe el silencio levantando una de sus piernas y rozando la mía por debajo de la mesa.
Me sobresalto pero no dejo que mis emociones me controlen. Bajo la mano hasta donde se encuentra y le bajo la pierna hasta el suelo lanzándole una mirada de advertencia que parece divertirle ya que vuelve a realizar el gesto, esta vez subiendo demasiado la pierna.
-¡Kat!- escupo levantándome de la silla.
-¿Qué te ocurre?- casi lo escupe-. ¿No quieres cenar?- pregunta la misma voz en un susurro apenas comprensible.
Vuelvo a sentarme estoy muy mal. De verdad todo esto me está afectando demasiado y...Me va a dar un ataque de ansiedad.
-No tengo hambre, me voy a casa.
Y sin dejar espacio a objeciones salgo del restaurante.
Ya alejado tambaleo por la calle sin rumbo fijo, sumido en mis pensamientos. Me enciendo un cigarrillo con las manos temblorosas y me conentro en respiar. Quiero estar solo pero la calle está atestada de gente y un par de personas me paran para hacerse una foto conmigo. Casi me disculpo por mis ojeras y porque parece que más que una sonrisa es una mueca amenazante.
Me estoy agobiando pero sigo con las respiraciones profundas, desde el estómago y cuento hasta diez antes de soltar muy despacio. Doy una larga calada y me aparto el flequillo de la frente mientras montones de personas empujan por todos lados. Me llega al móvil un mensaje que ni me molesto en sacar ni siquiera del bolsillo.
La persona vuelve a insistir un par de veces más hasta que termina llamándome.
Saco el aparato con desgana, sin parar de caminar y negándome a aceptar otra cosa que no sea que mis pies se muevan por la acera. Efectivamente la insistente de Kat es la responsable de esos mensajes y llamadas que no cesan.
Con un movimiento ágil silencio y apago el teléfono, devolviéndolo a su sitio.
Antes de darme cuenta estoy en la playa, con el mar y las estrellas dibujándose ante mis ojos. La arena mancha el traje confeccionado a medida y el sonido del romper de las olas del mar en la orilla es el único que apreciable aparte del martilleo de mi corazón; el que parece haber agrandecido en el interior de mi pecho y amenaza con salirse.
Entonces, allí tumbado, mis temores de las últimas horas salen a la luz:
<<Voy a tener un hijo.
Rachael nunca me perdonará.
Nunca la volveré a ver.
Mi padre ha ganado, por fin me domina.
La he cagado una vez más.>>
Una lágrima se escapa de uno de mis ojos y resbala por mi mejilla hasta llegar a los labios donde frena un tiempo para luego transformarse en una diminuta gota de agua que acaba en la arena, mojando un puñado de granitos de esta que terminará secándose una vez que la luz salga.
El siseo de la cálida brisa marina me estremece, así que me enrollo los brazos entre sí y giro hacia un lado para que no vuelva a ocurrir. El momento me recuerda a una noche de tormenta en la que un niño indefenso no pudo cumplir su cometido y solo deseaba que se hiciera de día y así ser un día distinto, nuevo y diferente en el que no se sintiera como si sobrara en la vida de los que le rodean.
New York amanece nublado y repleto de una densa capa de nieve, llamo a Jamie para que pase a recogerme porque me he quedado dormido en la arena.
Todavía no hemos sacado el equipaje del coche así que ayudo a mi guardaespaldas a hacerlo una vez que llegamos. Kat se recorrió todas las tiendas de las islas comprando todo cuanto le apetecía tener, aunque he de admitir que yo también me he permitido gastar la tarjeta de crédito de mi padre.
Nada más llegar me reúno con Harry para saber si ha avanzado con respecto al paradero de Rachael. Me desilusiona al informarme que no tiene la menor idea de dónde puede estar, aunque por suerte ha localizado una cuenta de una red social suya que, como era de esperar, está en deshuso desde hace unos meses.
-Así que, ¿me estás diciendo que no tienes absolutamente nada?, eres su amigo tendrás al menos su número de teléfono.
-Disculpe señor Miller, pero no. Sabe que se lo cambió tras la boda.
No sé porqué algo en sus palabras hace que desconfíe de de mi empleado. A fin de cuentas a parte de trabajar para mí también es alguien cercano a Rachael y con ello que no haya puesto mucho empeño en localizarla.
-¿Qué tal la Luna de Miel, señor?
-Métete en tus asuntos. Deja de intentar dar con Rachael, lo haré yo mismo- la expresión de su rostro cambia. Comienza a ponerse nervioso y mantiene el ceño fruncido el resto de la conversación.
-No es necesario. Haré lo que pued...
-Cállate- le interrumpo-. Ya has hecho suficiente. Ve a preparame un baño. Necesito un baño urgente.
Las lluvias y nevadas en los siguientes días no hacen más que acentuarse provocando que el tráfico que recorre las carreteras no haga más que aumentar junto a las montañas de nieve que se acumulan en el asfalto.
Una mañana invernal amanece en la ciudad. Mi chófer conduce por la carretera atestada de vehículos; adelantando a los que puede, no por ello avanzando más rápido. Me dirijo hacia el apartamento que Rachael comparte con su amiga, Elina, creo recordar que se llama.
No es posible que nadie sepa el lugar donde se encuentra, parece que se la ha comido la tierra y nadie sabe ni siquiera el lugar donde se aguarda o esconde.
<<¿Estará huyendo de mí?>> pienso. Eso es una insensatez, Rachael no me haría algo así, no huiría de mí como si fuese un monstruo.
Tiemblo al pensar en esa posibilidad. Amo a esa mujer y tengo que hacer lo imposible para que me perdone.
Mi paciencia por lo contrario y respecto a Harry se están comenzando a acabar y es que ni la señora Smith tiene información sobre ella. Según ella lo único que sabe es que cogió unas vacaciones y realiza su trabajo vía online.
La niebla dificulta la visión y tapa la mayoría de los edificios así que tardo más en llegar de lo que me hubiera gustado.
Ya en el interior, del portal me horroriza su interior. ¿Cómo Racahel puede vivir en un edificio tan asqueroso en un pequeño apartamento compartido?
Camino por el estrecho pasillo hasta llegar a dos ascensores que me encuentro. Intento no mirar la ambigüedad y asquerosidad que me provoca el mirar su interior y espejo.
Al llegar tuerzo la esquina y me planto ante su puerta quieto como una estatua, debatiendo interiormente qué debería hacer al encontrarme a la loca de su amiga.
Apoyo la mano sobre el timbre, titubeo entre si apretar el dedo o no y después la quito para volverla a dejar en esa posición. Aquello es lo único que hago durante unos cuantos y eternos minutos.
Y, sin darme cuenta al repetir la secuencia llamo al timbre. Pienso entonces en escabullirme pero la puerta se abre y tras ella aparece una chica que deduzco que es Elina.
Es alta, rubia, con el pelo largo y pequeños ojos azules que al principio me miran con confusión y después con admiración. Los abre de golpe y se queda allí, contemplándome durante un tiempo infinito.
-¿Dereck Miller?-pregunta fundiendo el ceño, gesto que rápido deshace y sustituye por una sonrisa.
-Sí. Tú debes de ser Elina Hawkins, amiga de Rachael.
Se pasa la mano por el pelo visiblemente nerviosa. No me apetece estar aguantando precisamente a un admirador mío. Rachael fue la que me dijo eso de su amiga.
-Sí, soy yo. Rachael no está-hace una breve pausa-y si quieres saber dónde encontrarla, de mis labios no vas a tener la respuesta. Eres un capullo, engreído y narcisista, ¿sabes lo destrozada que ha estado Rach por tu culpa?
Oírle decir eso me rompe el corazón. Me imagino y doy por sentado que ha sufrido tanto como yo por nuestra ruptura pero albergaba la mínima esperanza de que ese dolor no la hubiera consumido. Al menos espero que no tanto como a mí.
-Ya lo sé. No me importa tu sermón. Solo quiero encontrarla para poder disculparme como es debido
-No creo que te importe tanto.- Aparta la mirada para después volverla a dejar en el mismo lugar de antes. Sobre mí.
-Me importa más que mi vida, la amo. Te lo ruego, dime dónde está.
-Pues si tanto te importa como dices haberla elegido a ella y no a la tal Katherine. Hiciste tu elección y ahora pagarás las consecuencias.
Me sorprende que me hable tan directamente, sin vacilar, segura de sí misma.
-Me equivoqué y me arrepiento por ello. Solo quiero que me des la oportunidad de hablar con ella.
-No te arrepientes de nada, solo eres un caprichoso que quieres todo y déjame decirte que mi Rachael no es un juguete y no se merece a un perro como tú que la ha tratado peor que nadie la ha tratado jamás.
Apoyo un brazo en el marco de la puerta en un intento de no gritarle por si se arrepiente y me dice dónde está Rachael. Parece ser que voy a tener que emplear mi última arma.
-Eres muy guapa, ¿te lo han dicho antes?
La verdad es que Elina es una persona bastante atractiva a nivel físico así que tampoco digo ninguna mentira. Sin embargo me sale forzado y algo brusco. Mi paciencia comienza a agotarse.
Ríe y saca un cigarrillo de uno de los bolsillos traseros de su pijama. Me da algo de vergüenza que alguien pueda verme hablando con ella, así que le agarro de los hombros e introduzco dentro de la casa a la que prefiero no detener a mirar para no espantarme.
-¿Estás sola?
-No te lo voy a decir a ti. Suéltame y pírate de mi casa si no quieres que llame a la poli. Ha sido divertido hablar contigo, pero tengo que hacer cosas.
Suspiro.
Cojo fuerzas y con algo de asco enlazo sus labios a los míos e introduzco la lengua. Me dan arcadas pero el sabor a nicotina lo compensa. Se separa de mí y me cruza la cara. Me lo merezco pero había pensado que tal vez seduciendola...
<<Capullo. De verdad.>>
-Eres la peor persona que ha pisado la Tierra.
-No te lo discuto.
-Es que...Joder, ¿no puedes mantener la polla quieta ni un segundo? ¿Tan mal te trataron como para pensar que cualquiera defraudaria a su amiga? -me señala con el cigarrillo y mentiría si no dijera que pensaba que esto iba a ser más fácil.-Te has quedado boquiabierto ¿eh? Bienvenido al mundo real. Mira apunta un consejo: no todo se compra con dinero.
Y tiene toda la razón, lo sé, pero estoy tratando de corregir mis errores porque todos tenemos derecho a confundirnos...
<<Lo que pasa es que tú te equivocas demasiado a menudo. >>
-Por favor, tan solo quiero despedirme de ella como es debido.
-Tuviste tu oportunidad guapo, ya no valen tus lágrimas. Vete, por favor.
Me limpio la comisura de la boca de su pintalabios rosa y echo un rápido vistazo a aquel apartamento bastante bien iluminado.
-¿Qué pasa te gusta lo que ves o es que nunca has visto un piso?
Casi le suelto una insensatez pero algo de cordura se me ha debido de meter en la cabeza cuando asiento. No tengo que olvidar que aquí el único interesado soy yo, esta chica rubia puede que de darme una patada en los huevos pero ahí se queda su interés. Y lo entiendo, si alguien hiciese daño a Paul quemaría su casa con él atado a un poste tras haberle bofetado con un calcetín sucio y haberle roto la nariz...Y las rodillas y todas las cotillas.
-He escuchado que tienes algunos problemas económicos- de nuevo abre los ojos y mueve la boca en fallidos intentos de algo para rebatir. Es mi oportunidad, puede que la única-Yo puedo ayudarte.
-Ni hablar. Yo tengo problemas como todo el mundo pero no son de tu incumbencia. No sé cómo te enteraste pero vete ya de mi casa. Esto es humillante.
Saqué mi teléfono móvil y se lo mostré, Elina solo me miró a través de esos ojillos de ciervo azules.
-Cuánto necesitas¿ 300$?
-¿De verdad crees que puedes comprarme?
-Solo es una compensación económica a cambio de tu ayuda-y se lo piensa. Es una oportunidad demasiado buena para desperdiciarla y más para alguien como ella -puedo pagarte lo que te queda de curso en la universidad. Me he enterado que has empezado a trabajar así que supongo que los demás gastos podrás hacerte cargo.
-Cretino. Te he dicho que no-pero su mirada y su cuerpo dicen lo contrario. En otra situación la hubiera imaginado con el símbolo del dólar en los ojos.
-Muy bien, si quieres te doy además cien mil dólares más la universidad más un coche nuevo.
-Trescientos mil.
-Hecho.
Ya veía que se iba arrepintiendo y supongo que este es uno de los momentos más denigrantes y vergonzosos de su vida. Pero me da igua, mientras me diga dónde está su amiga por mí sus valores y su dignidad se pueden ir a pescar.
-¿Dónde está tu amiguita?- le susurro al oído. Parece no escucharme pero al final, con la cabeza gacha y tras una o dos maldiciones dice:
-En Texarcana. Texas. El pueblo donde nació.
Dudo entre si zanjar el asunto allí y pirarme o continuar sacándole algo de información pero tampoco quiero pasarme...Bueno le pido el nuevo número de Rachael que me da sin protestar.
Me mira con desco fianza y le hago la transferencia antes de irme.
Salgo de la casa abrochándome bien el polo e introduciendo de nuevo en el coche. Me lavo las manos con gel desinfectante por si aquella casa espantosa tuviera algún germen, siendo lo más probable que una respuesta afirmativa.
Arranco el motor de mi Bugatti e introduzco en la carretera dirección al aeropuerto donde se encuentran mis aviones. No cojo maletas ni provisiones, solo algo de dinero que tengo en la cartera. Durante el trayecto no pienso en nada más que no sea encontrar a Rachael, la chica a la que amo.
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