Rachael
Los días transcurren, las horas pasan, los minutos vuelan y los segundos se hacen eternos. Los colores malva del anochecer se cuelan entre las rendijas de la ventana para minutos después dar paso a una total oscuridad. Las estrellas brillan en los alto del cielo acompañando a la luna y tras unas horas, el sol se asoma tímidamente.
Con el paso de los días eso es lo único a lo que he prestado algo de atención para evitar que lo sucedido con Adler no me atormente más de lo que mis traumas de años anteriores han provocado; sin aceptar que un chico de ojos azules también sea el responsable de mi melancolía.
<<Por suerte la organización del desfile de verano me ha mantenido ocupada>> me miento.
-¡Estás increíble!-exclama Eli tras la pantalla del pórtatil.
-No me convence.
Vuelvo a mirar mi rostro en el espejo de la puerta para que me reciba una Rachael con un toque diferente. El pelo cortado hasta los hombros con unas discretas mechas rubias se enlazan através de los rizos de mi cabello.
-¿Puedes dejar de ser tan insegura? Tía, estás preciosa y lo más importante, ¿a ti te gusta?- asiento, dubitativa-pues ya está, ¿cómo has dicho que se llama tu cuñada?
Hablar con Eli también me ha ayudado a mantener la mente despejada. Por suerte ya ha terminado los exámenes y esta preparando el trabajo de fin de grado. Me siento feliz de que después de tanto tiempo haya asentado la cabeza y se esté labrando un futuro.
-Allyson. Hoy viene a comer...-suspiro-, me voy a reencontrar con ella después de tantos años...
-No tienes de qué preocuparte. No se va a casar contigo.
Termino de abrocharme la blusa con los dedos temblorosos.
-Aún así, hay que estar presentable. Háblame de ti. ¿Habrás dejado de vender droga en la facultad, verdad?
-Bueno..., de eso te quería hablar. Puede que me expulsen- le miro con frustración-. Oye, no me mires así, son una panda de exagerados. Ya he dejado de hacerlo.
-Eli, te dejé bien claro en el lío que te podrías meter, ¿y si presentan cargos contra ti?
Agita una mano para quitarle hierro al asunto.
- Solo bromeaba, ahora soy una Eli distinta. Acércate más. No veo el maquillaje que te has echado.
Alguien llama a la puerta y asoma Kristoffer vestido con traje, el pelo cepillado a un lado y las gafas extrañamente limpias.
-Te dejo Eli, ¿hablamos mañana?
-Sí.
Cuelgo. Le sonrío y alago lo guapo que se ha puesto. Rara vez le he visto vestido tan formal, con un traje azul marino.
-Estás muy guapa, Rachael.
-Tú también. No recuerdo haberte visto tan arreglado nunca.
-Este es un día especial. Allyson tiene muchas ganas de volver a verte.
-Yo a ella también, recuerdo el día en el que me la presentastes. Parece increíble que ya hallan pasado tantos años.
-Quería darte las gracias-le miro sin comprender -. Mamá ha vuelto a cocinar, creo que va a dejar los antidepresivos y la veo tan feliz.
El móvil de Kristoffer suena para interrumpir nuestra conversación. Le dejo para terminar de arreglarme y, tras aplicarme un poco de colonia, bajo al salón también utilizado como comedor.
Por fin hago algo bien en al vida y mentiría si no dijera que a mí también me llena de felicidad haber vuelto.
El timbre suena en el momento exacto; abro, con un nudo formado en el estómago y es que Allyson a parte de ser la novia de la adolescencia de Kristoffer, también fue una de las pocas personas que no criticó nunca ni a mi familia ni a mí misma. Salvó a mi hermano de su mireria. Quiero saber todo acerca de estos años en los que hemos estado distanciadas.
Cuando llego al hall me sorprende una Allyson totalmente cambiada a lo que recordaba. El pelo pelirrojo lo lleva corto hasta la altura de los omoplatos permitiendo que unos rizos se escabulleran de su horquilla.
La última vez que la vi llevaba el pelo teñido de rubio y era bastante más largo. Sus ojos sin embargo son más verdes de lo que recordaba y presentan pequeños destellos amarillos.
-¡Rachael!-exclama cuando llego a su altura.
Me abraza, gesto que me fuerzo a devolverle. Los tacones le hacen más alta de lo que en verdad es, no debe medir más de un par de centímetros que yo.
-Allyson, estás...Muy cambiada.
-¡Anda que tú! Casi no te había reconocido, ¿por qué no has llamado en los últimos años? No sabes lo feliz que me puse cuando Kris me dio la noticia de tu vuelta, ¿qué has hecho en la ciudad? ¿Has conocido a algún famoso? Sé que nunca hemos sido muy amigas pero vamos a ser cuñadas y me gustaría que nos conociéramos mejor- me da un pequeño golpe en el brazo y entra soltando una larga risotada.
-Ally, no agobies a Rachael-le indica mi hermano apareciendo por detrás de su prometida y depositando un beso en sus gruesos labios. Sonrío incómoda y siento un pinchazo en el estómago, un escalofrío ante el pequeño contacto de la pareja.
-¿Dónde te habías metido? Ya pensaba que me estabas engañando, ¿a qué tu hermana a cambiado un montón?
No aparto la mirada de ellos mientras cogemos asiento alrededor de la diminuta mesa del salón. Suspiro manteniéndome distante con ellos, absorta en mi mundo escuchando a Allyson quien no para de parlotear y reírse con su propia voz.
-Estaba hablando por teléfono con un tal... ¿Cómo me ha dicho que se llamaba? ¿Wyatt Jhonson? No, creo que era Hadlins.
-Siempre se te olvida los nombres de la gente- le regaña Samay, mi madre.
-¿No será Wyatt Hamilton a quien te estás refiriendo?-propone Allyson.
Soy la única en la mesa que conoce que en verdad Wyatt se ha puesto en contacto con mi familia para mantener mis labios sellados. No les voy a quitar la ilusión. Debería alegrarme porque haya cumplido con su parte del trato pero todo lo que pasó aquella noche...No se me va a poder borrar así como así. No quiero más monstruos ni más fantasmas. Solo vivir, respirar sin sentir que el aire me afixia, caminar sin mirar detrás de mí, dejar de sudar cuando veo a algún chico de mechas verdes, parar de ser tan paranoica con cada pequeño detalle, gesto o palabra. Ser normal. Sí, eso es lo que quiero, ser normal, dejar un pasado terrible atrás y centrarme en mí y en mi familia. Nada más importa.
-Sí. Wyatt Hamilton. Me ha llamado para ofrecerme un puesto de trabajo en recursos humanos. Estoy bastante sorprendido. ¿Quién querría contratar a un viejales como yo?
Asiento, agradeciendo, en el fondo, al padre de Katherine. El trabajo que había pensado para mi padre no era precisamente estar entrevistando a personas que buscan un empleo y decidir si son aptas para ese puesto en concreto pero, por lo que tengo entendido, está bien remunerado así que no tengo queja alguna.
-Pero, ¿el señor Hamilton no es el propietario de un banco de Estados Unidos? ¿por qué te va a ofrecer a ti, alguien sin estudios un trabajo en recursos humanos?- trago saliva, intentando no recordar a aquella familia que ya parece haberse metido incluso en la mía, quizás no tendría que haber puesto condiciones para no contar a nadie lo ocurrido.
-No digas eso Kris, estoy muy orgullosa de ti-dice mi madre.
-Yo también cariño. A ella le ha ofrecido un puesto en la cocina de un comedor.
Samay deja sobre la mesa un recipiente con trozos de pescado cocinados a la plancha acompañado por unas patatas asadas.
-No me fío ni un pelo de esos multimillonarios. Ten mucho cuidado papá. A mí también me han llamado. Dicen que les vendría bien alguien joven en una imprenta de no sé donde. Seguramente que lo rechace. Es muy raro como bien dices.
-Piénsalo. Es una gran oportunidad tras tantos años buscando empleo. Qué más dará que tu espediente no encaje.
-No sé papá, lo pensaré. Ahora vamos a hablar de otra cosa. Ally, cuéntale a mi hermana que vas a empezar a trabajar como profesora.
-Sí. Un hombre rubio muy majo me ha entrevistado. Estoy muy contenta- me alivia que Wyatt no le haya dicho su nombre porque es verdad lo que argumenta mi hermano, sería muy extraño que de repente a todos les ofreciera empleo, a la vez-.Empiezo en un par de días y creo que la suerte por fin ha caído sobre esta familia, ¿por qué no? Puede que sea por el destino o algo así pero lo importante es que se nos han abiertos nuevas puertas. Por cierto, sé que suena un poco mal pero, ¿cómo te has adaptado?- no es hasta que toda la mesa se queda en silencio y sus integrantes me miran cuando me doy cuenta de que la pregunta se dirige a mí.
-Maravillosamente bien.
Frederick, mi padre, se devora el plato de una sentada al igual que lo hacen Kristoffer y su prometida. Miro el mío sin ganas de probar bocado y entristeciéndome al recordar que patatas cocidas fue por un tiempo mi única dieta debido a la falta de dinero.
-Cariño, ¿no te gusta?
-No es eso mamá, sino que no tengo hambre. Tiene una pinta muy buena-explico para no ofenderla. Asiente aunque en el fondo sé que le ha dolido que no haya probado bocado pero tengo el stómago muy cerrado.
-De verdad que... hambre te falta a ti hija.
-¡Frederick!- le regaña mi madre propicionándole un pisotón sin ningún cuidado-. Nadie tiene que comer si no tiene hambre.
-Si no quieres comer, me lo puedes dar a mí. Me muero de hambre-dice mi hermano agarrando el plato y devorándolo con la misma rapidez que el anterior.
Los cuatro comienzan a hablar sobre temas triviales. Me mantengo callada, disfrutando de escucharles y así no sentir tanto el vacío de mi interior.
El sonido del móvil interrumpe la animada reunión familiar. Es Harry
Rachael tengo que verte con urgencia. Quedamos en el bar de tu pueblo en cinco minutos. Yo ya estoy allí.
-Lo siento, tengo que irme- me asusta el hecho de pensar que algo malo le ha pasado a Harry. ¿Cómo ha sabido dónde vivo?
-¿Ha pasado algo, cariño?
-No mamá. Ahora vuelvo.
-Bueno, si es tan urgente...- sin responder cojo una cazadora de la entrada y salgo hacia el lugar en el que me ha citado Harry.
¿Está todo bien? Le respondo.
Tengo algo que contarte.
Comienzo a formularme todo tipo de preguntas sobre el motivo de su visita repentina.
Ando deprisa por las estrechas y empedradas calles y giro la calle hacia el pequeño bar.
Al entrar, barro el lugar con la mirada hasta encontrarle sentado en la barra y mirando el interior de un vaso que contiene cubitos de hielo.
-Hola- me mira sorprendido, habiéndolo sacado de su ensemismamiento y ofrece una sonrisa triste-. Me gusta el pelo.
Se ríe y me señala su vaso a lo que niego con un movimiento de cabeza.
-Prefiero no beber. Tú tampoco deberías- al darme cuenta de su mirada, rectifico-. El alcohol es malo para la salud.
- Siéntate entonces. Estás muy guapa- giro en la silla algo incómoda por el ambiente.
-Voy a ir directo al grano. Al señor Miller se le ha ido la olla por completo y quiere localizarte. Evidentemente le he dicho que no te he encontrado, pero temo que se lo pida a otro empleado y dé contigo.
<<Oh no.>> Pienso llevándome las manos a la boca para reprimir un grito. Parece ser que Adler todavía no ha acabado con su batalla.
-Rachael...¿Estás bien?-me aferro a su brazo para no caerme al suelo-. Tampoco es para tanto- se ríe aunque sin ser una feliz sino triste, preocupada.
-Necesito...eh...- susurro y, sin pedirle permiso, bebo de golpe el resto del vaso -¿Que no es para tanto?- consigo articular tras unos segundos de silencio-. ¡Pero si casi me mata!
-¿Qué estás diciendo?- pregunta con sorpresa-. No te discuto que no sea un capullo y se halla comportado tan mal contigo, pero Racahel, acusar a alguien de intento de asesinato no es para tomárselo a la ligera.
-Espera-digo algo más tranquila cuando hago un par de respiraciones para no sucumbir al pánico-. ¿De quién estamos hablando?
-De Dereck Miller...¿De quién iba a ser si no?- toma asiento en la silla de al lado.
-Nadie. Es una larga historia- siento el peso de los hombros desvanecerse; me dejo caer en el respaldo y suspiro antes de darme cuenta de sus palabras y volver a ponerme alerta-. Espera...¿Qué pasa con Dereck?
Decir su nombre en alto tras tantas semanas, me incomoda. Me revuelvo en el sitio. Harry no parece percatarse de mi cambio de humor.
-Intenta localizarte. No sé cuál es su motivo pero no quiero que lo haga.
-Harry. ¿No te parece que esa es una decisión mía?
-Estás demasiado embobada por él que tan siquiera te das cuenta de que está chalado. Y de que te ha utilizado. Joder Rachael yo estuve allí cuando te pasaste los días hecha una mierda por cómo te trató. Prefiero tomar las riendas en el asunto para evitar que vuelvas a cometer el mismo error.
-¿Desean tomar otra cosa más?-pregunta el camarero tras la barra.
-Sí. Una cerveza-le pasa un billete y espera a que llegue el vaso para mirarme.
-¿Cómo has sabido dónde viven mis padres?
-Se lo he preguntado a Elina.
Suspiro, rendida y algo dentro de mí se siente feliz, de que Dereck intente dar conmigo y una chispa, algo, cenizas, una pelusa, algo diminuto en mi interior, espera que lo consiga. Sacudo la cabeza para liberar ese pensamiento de mi mente y decido cambiar de tema.
-¿Has venido hasta aquí solo para decirme esto?
Clava su mirada en mí pero no me responde. Aparto la mía sin saber qué hacer o decir. Sigo sintiendo su mirada traspasando mi cuerpo, escrutando y estudiando cada parte de mí.
Hace un movimiento desde su sitio para acercarse más a mí y susurrarme algo al oído.
-¿Qué...Qué haces?- digo tan bajo para que solo ambos lo escuchemos, aún sin deshacer el gesto.
-No sé si debería contártelo.- La piel se me pone de gallina en el momento en el que pega sus labios a mi oreja.
-¿Es...grave?
-No tendría que contártelo pero..., él ha hecho algo- siento su aliento traspasar la piel de mi oreja-, ha matado a alguien.- Me despego de golpe y me levanto del sitio con el corazón latiendo desbocado en el pecho.
-Creo que no te he entendido.
-Sí. Estás enamorada de un asesino- me dirijo hacia la puerta y con las manos temblorosas giro el manillar-.Rachael, yo...-levanto una mano, impidiendo que diga nada pero no me hace caso y contínua hablando sin mirarme-: tendrías que pasar página o acabarás como una de ellas.
-Harry. ¿Crees que ahora mismo me importa eso?-no le miro sino que la mantengo perdida en el jardín delantero-, creo que entraré. Tengo que pensar. Gracias por haber venido.
-Lo siento.
Niego con la cabeza, me levanto y salgo del bar.
-Rachael- escucho a mis espaldas.
-Harry, por favor, necesito... pensar...no sé...estar sola...- creo que Harry echará a correr tras de mí. Me sorprende cuando no lo hace así que comienzo a recorrer las calles entre la lluvia hasta llegar. Entro en la casa y cierro de un portazo.
Subo las escaleras deprisa, sin escuchar los murmullos de dentro del comedor y me tumbo directamente en la cama sintiendo una angustia dolorosa y aún un tanto confundida. Me mantengo en esa posición, mirando a la nada sintiendo exactamente lo mismo. Nada.
Es como si no conociera a aquel chico. Sé que le gusta el dinero de su padre, que es un hombre frío con un progenitor al que no le tiembla el pulso para hacer daño a los demás, pero ¿un asesinato?
El labio me tiembla ante aquel pensamiento, esa posibilidad, la imagen de aquel hombre de facciones perfectas con las manos ensangrentadas, una sangre que él mismo ha producido, con una mirada indiferente, aliviado por haberse desecho de una persona que le molestaba.
¿A quién podría haberle hecho algo así? No eso es imposible, no se atrevería a hacer una cosa así, si desease matar habría mandado a una persona, él, simplemente no podría odiar a alguien tanto para ensuciar sus manos. Y si era verdad. ¿Qué está haciendo ahora? ¿Huirá?
Intento sin éxito incorporarme de la cama, así que me envuelvo las piernas alrededor de los brazos, sin moverme casi sin pestañear.
Distingo una sombra entre la casi completa oscuridad de mi mirada. Susurra algo. No lo distingo.
Se unen más personas a ella, mi familia seguramente. Me niego a sentir nada en aquel rincón de mi habitación. Intento gritar pero no me sale la voz, lo único que deslumbro es aquella imagen. Sus huellas en el cadáver, una media sonrisa triunfante, alegre quizás. Él no es mi Dereck, no, si no un desconocido.
Algo en mi interior me dice que me necesita y que tengo que apoyarle. La cuestión es que debería odiarlo y esfumar ese pensamiento, sin embargo en realidad le amo y deseo que lo primero que vea al despertar sea su rostro y que sus manos se encuentren alrededor de mi cintura en un cálido abarzo. La realidad es que me despertaré sola, junto a mi dolor interno.
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