Capítulo 1: ¿Cómo puede todo torcerse tanto?
Elina
Han pasado más de tres días desde que Rachael se ha marchado y el apartamento se me hace demasiado grande sin ella. Reina un silencio sepulcral y puedo admitir que no sé cómo narices voy a sobrevivir sin ella. Sin sus regañinas, sus reproches, sin esa vena protectora que le acecha de vez en cuando a pesar de ser sólo un año mayor que yo.
No sé qué pasó en ese viaje a Barcelona exactamente, no sé hasta qué punto Rachael estaba colada por Dereck, no sé si se besaron o hicieron algo más. No lo sé lo único de lo que estoy segura es que la ha dejado destrozada, así que me pareció genial la idea de volver a su pueblo natal en Texas. Aunque me gustaría que estuviera un poquito más cerca, es un inconveniente que esté en otro Estado, pero le va a sentar bien...Bueno, no sé si le va a hacer bien pero al menos se quitará esa espina que lleva clavada desde hace más de cinco años. Y ya es hora de que mueva el culo y haga algo por una vez en su vida.
Yo, por mi parte, tengo otros problemas. Mis padres me acaban de llamar y no sé cómo reaccionar a lo que me han dicho. Pero no se lo puedo decir a mi mejor amiga, no después de ocultarle mis deudas con la universidad y que, en fin, todo lo que sucedió después. No puedo depender de su bolsillo toda la vida y que mis padres me hallan informado que, a partir de ahora, me cierran el suministro económico y que no me piense que me van a ni un centavo (según ellos Daphne se pagó toda la carrera claro que, ella tenía becas y yo no) es un inconveniente, un inconveniente muy gordo.
Por eso estoy aquí, fumando en la pequeña y estrecha terraza de apenas cinco metros en los que además tengo colgada la ropa a la espera de secarse. Vale, y se me ocurre fumar delante de toda la ropa limpia. Si es que no soy más desastre porque es imposible.
Doy otra calada y me muerdo las uñas medio desteñidas, pinatadas de rosa eléctrico. O al menos antes eran rosa eléctrico, ahora sólo quedan marcas. Si Rachael me las hubiera visto habría dicho que me excedo un poco con ese color. Pero ella sabe que no es problema del rosa: yo soy así. Soy extravagante, llamativa y combino los colores como quiero.
Pienso en cómo voy a pagar toda las facturas, la matrícula de la facultad y, en fin, todo el sustento para vivir. Pensé que pasar una temporada sin Rachael me ayudaría a madurar, pero el destino se ha regodeado de mí a lo grande y ahora la necesito más que nunca...Pero no, esto voy a solucionarlo yo sola. Como siempre, algo se me ocurrirá.
Suena la alarma del teléfono que me avisa que es la hora de irme a la universidad. Apago el cigarrillo y lo tiro al cenicero.
Scott sale de mi habitación, bostezando y luciendo únicamente unos ajustados bóxers.
-Buenos días Bella Durmiente -le digo cuando me agarro a su cuello y le doy un profundo beso. Scott está un poco adormilado pero me lo devuelve agarrando mis caderas.
-¿Hoy tenemos clase a primera hora?
-Técnicas de grabación o algo así. Primer día de vuelta de vacaciones.
Me acerco a la cocina donde ya está preparado nuestro desayuno. Como no podía dormir tras la llamada de mis padres decidí bajar a por dos chocolates calientes y unos donuts venganos. Agradezco que, por fin, hayan abierto cerca de casa una repostería vegana porque es muy complicado encontrar bollería y cosas grasientas para veganos en un supermercado corriente.
-Había pensado que, ahora que Rachael se ha marchado, puedes venir a vivir a mi apartamento.
Me impulso y me subo a la encimera con mi chocolate caliente y mi dónut de pistacho.
-No sé Eli...¿No crees que es muy pronto?
-¿Muy pronto?
-Sí, hace apenas cuatro meses que empezamos a salir.
Me decepciono un poco porque a mí me hacía ilusión dar un nuevo paso con Scott. Lleva durmiendo tres días en el apartamento y, supongo, que el único cambio sería traer sus cosas. Pero, por la mirada de indiferencia con la que me mira, compruebo que no estamos en la misma situación. No estamos en el mismo punto. Nunca hemos hablado seriamente de qué somos pero, bueno, yo estoy preparada para lo que tenga que venir.
Yo quiero a Scott, no sé si tanto como quise a Dexter, supongo que diferente pero me siento feliz con él, me gusta muchísimo y no es nada comparado a la toxicidad que reinaba con mi primer novio. Con Scott me siento yo misma. Aunque puede que él no se sienta así. A fin de cuentas, nunca me ha dicho que me quiere ni que me ama. Le importo, supongo, pero ahora dudo si, tal vez, para él sólo soy algo pasajero, un buen polvo al que recurrir y ya.
Cuando hablé con Rachael aquella noche le dije que Scott y yo estábamos bien, le planteé mi noviazgo como algo sólido y estable. Pero no estoy muy segura de que así sea.
Scott me mira a través de los rizos pelirrojos que le cubren los ojos y juguetea con el piercing de su lengua.
-Eli, eres una tía de puta madre pero...
-De acuerdo Scott. Lo pillo.
Me termino el donut de una sentada y tiro el vaso vacío.
Scott sigue impasible, como si no esperase que yo le fuera a decir algo así, como si le hubiera pedido que se tire desde la luna conmigo de la mano. Aunque, yo lo haría, yo le daría todo lo que tengo porque el amor es así, ¿no?
Me coloco la mochila negra sobre un hombro, está pinturrujeada y llena de pegatinas de mis grupos de música favoritos y me abrocho la cazadora de cuero hasta arriba para cubrirme del frío invernal. Scott sale al rellano con un gorro y enfundado en guantes para combatir el frío.
Estamos en silencio. Es verdad que Scott es un chico de pocas palabras pero en mí es muy extraño así que, supongo que, las miradas de reojo que me echa mientras nos acercamos a mi coche no son infundadas. Ojalá dejase de hacerme ilusiones estúpidas del amor. De buscar algo que, visto lo visto, no existe. El amor de las películas es pura propaganda barata.
-Harry me ha dicho que quedemos esta tarde en la biblioteca para estudiar.
-Tengo cosas que hacer.
Nos subimos en el coche y enciendo el motor y la calefacción para entrar en calor. Hace muchísimo frío. Fuera nieva con fuerza, hay carámbanos de hielo colgando desde algunas terrazas y algunos charcos están congelados. La gente anda ataviada con gruesas capas de ropa, con bufandas y orejeras y es que, no es para menos, con la llegada de la Navidad llega consigo la llegada del frío y la bienvenida al invierno...Bueno eso más bien sucede durante el desfile de Acción de Gracias tan típico en nuestra ciudad y al que este año no he asistido por apoyar moralmente a Rachael. Ella habría hecho lo mismo por mí.
-¿Y qué tienes que hacer?-Scott comienza a teclear en su móvil de manera distraída.
<<No. Eli, tranquila, él no es Dexter.>>
Aún así, no puedo evitar agarrar el volante con fuerza y aumentar un poco la velocidad, obligándome a esquivar a varios vehículos.
-Nada que te importe.-Scott levanta la vista de la pantalla y se encoge de hombros-¿Eso es lo que tienes que decirme?
-Estás muy rara.
-¿Y cómo quieres que esté? ¿Dime? ¿Dando saltitos con unos pompones?
-Es que no entiendo qué te pasa.
-Pués si no lo entiendes Scott, estamos jodidos.
-¿Esto es por lo de no irme a vivir a tu casa?
Suspiro y siento ganas de encenderme un cigarrillo y echarselo a la cara. El mundo se está llendo a la mierda. Y yo con él.
-No es por el hecho en si. Es porque siento que esto no va a ir a parar a ninguna parte. -Scott comienza a jugar a un juego en línea sobre unas batallas-¡Scott tío! Estamos teniendo una conversación, joder.
-Mira Elina, no soy ese tipo de novios. Lo sabías desde el principio. No voy a casarme contigo ni vamos a tener hijos ni a vivir juntos.
-Una cosa es que no estemos atados el uno al otro y otra cosa muy distinta es que no conozca ni a tus padres.
-¿Para qué? La relación es nuestra no suya.
-Al menos admites que tenemos una relación.
Scott vuelve a desviar la atención hacia ese juego de disparos.
-Muy bien, pues si me vas a ignorar yo voy a hacer lo mismo.
Entramos en el aparcamiento del campus y nos bajamos del coche. Habitualmente esa zona estaría a tope de estudiantes tirados en la hierba, charlando, sentados en los bancos de piedra que hay dispersos por el jardín ya sea apurando los trabajos, con ordenadores, charlando por teléfono o hablando con compañeros y amigos. Pero hoy, el jardín está desierto, hay escarcha por todas partes y un hombre despeja de nieve los accesos con una pala. Hace muchísimo frío y esto, añadido al malestar que me ha causado la conversación con Scott, me hacen recorrer el jardín corriendo y comienzo a atravesar los distintos edificios hasta llegar a la facultad de tecnología. No me molesto en comprobar si el pelirrojo me sigue así que entro en el edificio y subo hasta la tercera planta.
Allí dentro hay muchísima más gente, prácticamente los pasillos están colapsados, sobre todo en las zonas donde se encuentran los radiadores.
Tras pasar unos cuantos pasillos entro en mi clase donde no hay muchos asientos ocupados. Me dirijo al final de la clase y me siento en una silla al azar. Estoy cansada de este día y ni siquiera ha comenzado.
¿Sigues en el aeropuerto?
Le escribo un mensaje a Rachael al comprobar que está en línea.
Sí, ¿y tú en la universidad? ¿con ganas de retomar las clases?
Me río porque puedo imaginármela, allí de pie, con los brazos cruzados y mirada enigmática.
Estoy dando saltos de alegría.
Eli si, en cuanto menos te lo esperes, estás graduándote.
No me lo recuerdes. Tía, ¿tendré que invitar a mis padres?
En ese momento llega a la clase el señor Bailey y se coloca en su mesa, más elevada que el resto de nosotros.
-Buenos días queridos alumnos, hoy retomaremos la asignatura donde la dejamos tras las festividades...
Tía, ha entrado el muermo de Bailey. Dame fuerzas y avísame cuando estés subida en el avión.
Apago el teléfono y saco el cuaderno y el estuche para conectarme en la clase pero, me doy cuenta de una cosa: no hay rastro de Scott.
Guardo las gafas en el bolsillo pequeño de la mochila mientras entro en la cafetería de la universidad y no me cuesta encontrar a mi novio con Harry y algunos compañeros de clase del último en una de las mesas. No conozco a ninguno, pero no me importa y Harry es el primero en levantar la mano cuando me acerco.
-¿Qué tal Eli?
Le devuelvo el saludo con un gesto de cabeza y me siento al lado de Scott que me envuelve los hombros con su brazo.
-¿Por qué has faltado a la clase de Bailey? -Le susurro para que sólo él me escuche pero parece que le resulta más interesante la anécdota que está contando una chica de rasgos asiáticos que mi pregunta -Scott.
Esta vez no me importa haber hablado más alto. No estoy para tonterías. No hoy cuando no tengo ni idea de cómo voy a encontrar un trabajo en menos de veinticuatro horas considerando mi excaso currículum que aún no tengo ni redactado. ¿Qué voy a poner? Estudiante de la facultad que no ha trabajado en su vida y que es un desastre. Vamos, que seguro que están todas las empresas pegándose por contratarme.
-Eli, no me agobies.
No me lo puedo creer. Primero me dice que no se va a ir a vivir conmigo cuando prácticamente se ha instalado en mi habitación y ha dejado algo de ropa y de sus máquinas para videojuegos. Después me ignora deliberadamente y ahora me dice que no le agobie.
No es que suela enfadarme a menudo pero hoy estoy muy cabreada así que vuelvo a colgarme la mochila y me levanto obligándole a quitarme el brazo de encima.
-Pues te dejo tranquilo. Pero espero que, cuando vuelva a mi apartamento, no tengas tus cosas o si no las tiraré por la ventana. Y te juro que lo voy a hacer.
Cuando me dirijo a la puerta una mano me detiene pero no es Scott, claro que no y eso es prueba más que suficiente para advertirme que me vaya de allí. Que no me merezco ser tratada con ese desdén porque, por mucho que yo lo intente y trate de sacar adelante nuestra relación si él no quiere, no hay nada que hacer. Y tengo una cosa clara: no voy a volverme a arrastrar frente a un hombre. Ni frente a nadie. Si no me quiere, él se lo pierde pero no me va a hacer perder el tiempo.
Harry me sujeta la puerta para que pase y me sigue fuera de la cafetería.
-¿Todo bien con Scott?
-¿Tú qué crees?
Se mete las manos en el bolsillo trasero de sus vaqueros desgastados y camina junto a mí, adaptándose a mi ritmo.
-Y, bueno, ¿qué tal está Rachael?
Me paro en seco y me giro hacia él. Sus ojos verdes claro me miran con intensidad reluciendo a través de la nieve que sigue cayendo sin cesar.
-Está mejor. Al menos ya ha dejado la fase de quererse morir y ahora va a empezar una nueva etapa. Vuelve a Texas con su familia.
-Cuánto me alegro por ella. Eso debe de hacer: borrón y cuenta nueva.
-¿Por qué no se lo preguntas tú mismo? -Harry levanta las manos cuando enqrco una ceja-Nunca he entendido vuestra relación, la verdad.
-Somos amigos.
-Eso dice ella pero sé que tú te mueres por tirártela.
Seguimos parados, al lado de la puerta de la cafetería, de la que nos llegan ráfagas de calor cuando los estudiantes y profesores entran y salen.
-No. De verdad que no.
-Pues no entiendo por qué no.
-No hace falta que hagas de Celestina, Eli.
-Celestina del sexo. Me gusta, me voy a poner ese nombre en Instagram.
Harry niega con la cabeza y me señala la puerta de mi facultad. Yo asiento y emprendemos la ruta hacia allí.
-Si necesitas hablar de lo de Scott...
-No te preocupes por mí. He pasado por cosas peores.
-Sabes que es un poco reservado. Dale tiempo.
Esta vez soy yo la que niego con la cabeza. Esquivamos a un grupo de chicas que se están haciendo un selfie.
-Ya le he dado cuatro meses. Le quiero pero no voy a seguir así. Y él no parece querer cambiar así que no hay nada más que hablar.
-Ojalá todos tuviéramos tu positivismo.
-Si supieras lo cubierta que estoy de mierda, eliminarías la palabra ojalá y tú.
-¿Qué pasa? ¿Problemas otra vez con el rector?
-No y no te preocupes no voy a volver a pasar droga. Mis padres que me han mandado a la mierda, bueno, la verdad es que lo hubiera preferido.
-No creo que sea tan grave.
Harry comienza a dar patadas a una lata que hay en medio del camino.
-Me han dejado sin dinero. Van a dejar de pagar las facturas y mi matrícula.
-Hostia. Entonces deberías empezar a buscar trabajo.
-Gracias por el consejo. No tenía no idea-digo irónicamente.
-Si necesitas...
-No-le interrumpo-. Gracias pero no es necesario, yo me encargo.
-Te diría que te conseguiría un puesto con los Miller.
-Ni de coña. Antes duermo debajo de un puente.
Llegamos a la doble puerta que conecta con mi edificio así que me despido de Harry y subo las escaleras. Aún queda media hora para el comienzo de la próxima clase así que me siento en medio del pasillo, ignorando las miradas que me lanzan los que allí pasan e ignorando el hecho de que debo parecer una niña pequeña y comienzo a navegar por Internet en busca de ofertas de trabajo.
Busco a alguien interesado en limpiar casas y que tenga experiencia con animales. El trabajo consistiría en ocuparse de Cooper, un Golden Retriever, de diez años y de limpiar mi apartamento. El trabajo sería por las tardes de lunes a viernes. Abajo adjunto la información pertinente.
Connor Grant.
No es que fuera el trabajo de mis sueños pero se me dan bien los animales y no puedo negar que me gustan. Además la dirección adjuntada me indica que el apartamento está cerca de mi apartamento y buscaba un trabajo para las tardes. El sueldo es un buen animador, no lo puedo negar, así que antes de que alguien me lo quite escribo al tal señor Grant.
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