Capitulo 8: Esperanza


En la foto: Joyce :) (Para los que no recuerdan, la ex novia de Vince, el mejor amigo de Oliver, la que trabaja en la casa de los Hamilton)








Me despertó de golpe la alarma del móvil, pero me quedé un par de minutos más a causa de lo poco que había dormido por los mensajes que me habían llegado, y también por Trevor, no hablaba con mi hermano desde hace dos años, y ahora a pesar de que fuera por medio de una "carta", era extraño.

Para sacar todas esas ideas de mi mente, me levanté de un salto para encaminarme hacia la ducha, desvistiéndome en el camino. Prendí el grifo, donde el chorro de agua fría cayó directo a mí.

Me quede ahí inmóvil dejando que el agua corriera por mi cuerpo, necesitaba olvidarlo, hacerlo desaparecer.

Trevor no quería que me metiera con Marcel, nunca lo había querido, y ahora solo era lo mismo, intentaba asustarme para que desapareciera de ahí. Y no entendía que aunque quisiera, ya no podía salir.

Dejé de lado todo ello, para concentrarme en hoy, así que rápidamente me vestí luego de la ducha y al salir de mi habitación el pasillo estaba prácticamente en silencio, todos debían seguir durmiendo, así que de inmediato abrí la puerta de Austin sin siquiera golpear.

Pero la puerta estaba cerrada con llave.

- Pero que mier...

- No voy a salir. - me cortó la voz de este desde el otro lado al instante. Iba a decir algo, pero este se adelantó. - Y si intentas abrir la cerradura te noqueo cuando des un paso dentro de mi habitación.

- Oh, vamos. - solté en burla. - Abre la puerta Hamilton.

Pero la respuesta fue un silencio.

Bien.

Él se lo había buscado.

Rebusqué en mi bolsillo algún tipo de alambre que me sirviera para forzar la cerradura, pero caí en cuenta que ya no estaba en el Desagüe.

Miré a mi alrededor, encontrándome con lápices, cuadernos, fotografías, pero nada que se asemejara, miré en los cajones de los escritorios que habían en la sala, pero nada.

Soltando un suspiro escuché una puerta abrirse en dirección al pasillo opuesto, encontrándome con Nikki quien aún medio dormida caminó hacia la escalera que se encontraba a un lado de mí, y sin siquiera caer en cuenta de mi presencia bajó la escalera sin decir nada.

Recordando en ese instante a la hermana pequeña de GusGus, la cual siempre andaba con horquillas en el cabello, y echándole una mirada a la habitación de Austin que seguía cerrada y la puerta entreabierta de la habitación de Nikki, decidí ir a ver si había alguna horquilla que me sirviera.

Pero al comenzar a caminar caí en cuenta que no quería seguir siendo ese Oliver, el que no seguía las reglas.

Así que en vez de adentrarme en la habitación de Nikki sin permiso, decidí bajar las escaleras tragándome mi orgullo y preguntarle si tenía alguna.

Como aún era temprano y estaba recién amaneciendo, la casa estaba en completo silencio, y pensando que Nikki se encontraba en la cocina fui ahí, pero no había rastro de ella.

Y al pasearme silenciosamente por la casa sin éxito, caí en cuenta que el único lugar que podría estar era el patio trasero.

Acertando.

Al mirar el ventanal de vidrio que daba al extenso jardín de la familia Hamilton pude ver la figura de Nikki Hamilton a espaldas de mi sentada en el piso de la terraza, observando como el sol iba subiendo poco a poco para iluminar toda la instancia.

Sin saber qué hacer, decidí que era mejor salir de ahí y abortar la misión de ayudar hoy a Austin, y era que aún me quedaban meses aquí y podíamos salir otro momento.

Pero al dar un par de pasos hacia atrás choqué contra una silla de madera que formaba parte de la sala, y el diminuto sonido causó que el rostro de Nikki se girara hacia atrás, y ya sin los ojos a medio dormir pudo caer en cuenta de mi presencia al instante.

Sus ojos verdes me miraron fijo por un momento, para luego retomar su origen y de inmediato decidí darme la vuelta y retomar mi camino a la habitación.

Incómodo momento que hubiera deseado evitar.

Y al llegar a esta no tenía ni puta idea que hacer, así que empecé a hojear "Matar a un ruiseñor".

Releyendo de inmediato el final: " - Y le persiguieron, pero no podían cogerle porque no sabían que figura tenía, y, Atticus, cuando por fin le vieron, resultaba que no había hecho nada de todo aquello... Atticus, era un chico bueno de veras...

Las manos de mi padre estaban debajo de mi barbilla, subiendo la manta y arropándome bien.

- La mayoría de personas lo son, Scout, cuando por fin las ves."

Atticus apagó la luz y se volvió al c...

Mi lectura se vio interrumpida por unos golpes en la puerta de la habitación, y extrañado me acerque ahí.

Y al abrir mi sorpresa fue enorme al ver a Nikki en pijama frente a mí.

- ¿Estas intentando escapar?- fue lo que salió de sus labios mirándome de arriba abajo. - Porque créeme que no voy a contarle a nadie que te vi, así que márchate ya, que te haya visto no te lo impida.

Sonrío de manera fingida, y yo de inmediato volqué los ojos mordiéndome el labio reprimiendo una carcajada al ver cuantas ganas tenía la niñata que desapareciera de su vida.

- Perfecto. - solté sonriéndole de la misma forma. - Pero necesito una horquilla, es lo único que me falta para escapar.

Nikki como un auto reflejo sin siquiera responder llevó una mano a su cabello que llevaba tomado, y sacó una de ahí, entregándomela.

- Bien, ahora sal ya antes de que alguien despierte y te vea.

Asentí, observando como esta me observaba radiante, como si irme fuera la mejor noticia que le hubieran dado en la vida.

Con la horquilla ya en mano, le dejé ver que quería salir de la habitación, a lo que esta se hizo un lado y yo por mi parte reprimí una carcajada, caminando por el pasillo, sintiendo su mirada por detrás.

Y al llegar a la habitación de Austin me arrodille frente a la cerradura, y adentré la horquilla de la forma que ya estaba más que acostumbrado, y ya al tercer intento en el cual fui deformando la horquilla a la forma que correspondía para abrir, escuché los pasos de Nikki acercándose a mí.

Pero antes de tenerla frente a mí la puerta cedió, y de inmediato sin siquiera echarle un vistazo me adentré a la habitación sumida en la oscuridad, dirigiéndome a las cortinas de inmediato para abrirlas de par en par, iluminando la habitación con la luz del sol recién apareciendo.

- Fuera. - susurró Austin entre las sabanas.

Y de inmediato me acerqué a él sacándole las sabanas de encima de un tirón.

- Levántate ahora. - fue lo único que dije para encaminarme a su armario y rebuscar ahí ropa deportiva, cayendo en cuenta que Nikki estaba parada en el marco de la puerta.

Pero ni le eché un vistazo.

- No voy a... - antes de que pudiera terminar de hablar le arrojé al rostro unos pantalones deportivos hasta la rodilla y una camiseta manga corta de color azul claro.

- Me importa una mierda, me levanté temprano porque en eso quedamos, ahora tú has tu parte. - fue lo último que dije sentándome en el escritorio que tenía al lado izquierdo junto a la ventana que daba al jardín, observándolo.

Austin frunció el ceño, pero en vez de hablar se quedó con los ojos fijos en un lugar, y caí en cuenta que eran color avellana, oscuros, pero al mismo tiempo un poco claros, del mismo color de su cabello. 

Pero estaban perdidos, estaban ahí, pero no estaban viendo nada.

Y luego de unos minutos en silencio, Austin al fin habló.

- ¿Puedes salir ambos para cambiarme?

Enarqué una ceja a su dirección, aún pasmado de que estando ciego fuera consciente de la presencia de Nikki en el marco.

- Para algo tienes un baño dentro de la habitación, cámbiate ahí. - solté. - No soy idiota, no te vas a deshacer de mí así de fácil.

Austin llevó sus manos a la encimera que tenía a un lado, tomando sus gafas de sol oscuras, colocándoselas y soltando un suspiro tomó la ropa que le había dado y se encaminó hacia el baño con una mano libre llevándola a la pared para ayudarse.

Cerrando de un portazo, y a los pocos minutos se escuchó la ducha.

- ¿Qué intentas hacer? - fue la pregunta que esperaba de la castaña, que claro, seguía ahí parada.

- Ya sabes, escapar. - dije sin mirarla. - ¿No te importa que antes de un paseo con tu hermano, no?

El tono irónico con él cual hablé provocó en ella un bufido.

- Demasiado perfecto para ser verdad. - susurró para luego acercarse hacia mí, donde alcé la vista desde mi lugar, a lo que esta se agachó para quedar a mi altura. - Escúchame bien, si me entero de que le tocas un solo pelo a Austin no tendré impedimento alguno para hacer tu vida aquí un infierno. ¿Entendiste?

- No sigo ordenes de nadie, menos de una cría. Así que si eres tan amable. - me enderecé, a lo que esta retrocedió hacia atrás.

- Voy con ustedes. - soltó cruzándose de brazos.

Volqué los ojos.

- No, no vendrás. - susurré para que Austin no escuchara.

- ¿Quién mierda te crees tú para impedírmelo?

Iba a decir algo, pero decidí callarme, apretando los puños en un intento de relajarme al tener que lidiar con una adolescente.

- Has lo que quieras. - pude decir al ver que esta me miraba atentamente esperando una respuesta de mi parte.

- Bien.

Y con ello Nikki Hamilton salió de la habitación sin decir ninguna palabra más, dejándome ahí parado enfurecido y arrepentido por no haberle negado rotundamente acompañarnos.

Pero no había nada que pudiera hacer al respecto.

Austin salió ya listo luego de unos minutos, claro que no tenía idea de toda la conversación que habíamos sostenido mientras con su hermana, la cual no daba indicios de aparecer.

- Vamos ya. - dije encaminándome hacia la puerta, a lo que Austin sin abrir la boca me siguió.

Bajamos las escaleras en silencio, yo miraba hacia atrás observando como este se movía con agilidad, como si viera perfectamente el lugar en el cual iba cada escalón.

Y antes de que abriera la puerta de la cocina por su cuenta, me adelante para entrar rápidamente y tomar un par de manzanas que había visto ayer por la noche, sin tomar en cuenta a Nancy que me observó con el ceño fruncido, mientras que Joyce por su parte estaba muy ocupada fregando los platos para darse cuenta de mi presencia.

Al salir justo cuando Austin estaba abriendo la puerta para entrar también a la cocina, le coloque una mano en el hombro para que retrocediera.

- ¿Qué sucede?

- Toma, aquí el desayuno, lo comeremos en el camino. - le coloqué en su mano la fruta, a lo que este se la llevó a ambas manos inspeccionando su forma. Para acto seguido llevársela a la boca. - No está mal.

- Vamos ya. - le señalé encaminándome a la puerta de entrada a paso rápido, echándole una mirada a la escalera en donde si teníamos suerte, Nikki no aparecería para joderme la mañana.

O lo que quedaba de ella.

Austin me siguió, y al salir por la puerta solté un suspiro agradecido de que me había desasido de ella.

Pero ahora el problema ya no era ese, si no que el castaño que se había quedado inmóvil en la entrada.

- Austin. - le llamé, pero este no me hizo caso. - Eh, ¿Estas bien?

No me respondió, en cambio luego de una pausa comenzó a caminar hacia mi dirección.

- ¿Qué sucede? - le paré frente a él.

Dio un paso hacia atrás como acto reflejo, indeciso, para luego llevarse la mano libre al cabello castaño, nervioso.

- Háblame de algo, o te aseguro que vuelvo ahora mismo a la habitación.

Su respuesta me tomó desprevenido, por supuesto que no tenía ni la mayor idea de que hablarle, así que decidí soltar lo primero que se me vino a la mente.

- Tu padre inventó que soy hijo de unos amigos, y que mis padres están de viaje por... - se me había olvidado el nombre del lugar. - no lo recuerdo, pero que me dejaron a cargo de tu familia mientras.

El castaño que seguía ahí quieto se relajó.

- Vaya excusa, me lo esperaba de él, su imagen aquí es importante.

- ¿Ah sí? - le pregunté empezando a caminar hacia la salida a ver si este me seguía, y así lo hizo.

- Para todos en realidad, vivir aquí te puede parecer increíble, pero solo si eres parte del prototipo que todos siguen... - este movió su cabeza hacia los lados, y era que al parecer a pesar de no ver ya había caído en cuenta que estábamos en la calle justo fuera de su casa.

En la calle no había nadie, al ser tan temprano de seguro todos debían seguir durmiendo.

Y al echarle un vistazo caí en cuenta que nuevamente estaba empezando a ponerse nervioso, y para que no llegara a mayores volví a decir lo primero que se me vino a la mente.

- Nancy me odia.

La respuesta de Austin fue una carcajada.

- Con esto te lo digo todo: Perdí la vista, y lo único que me favoreció con ello fue no tener que ver su mirada hacia mí cada mañana.

Ahora fui yo quien rio.

- Así que no es personal.

- Claro que no, en la familia ya quedamos en que así es su rostro, no se puede hacer nada, solo aceptarlo. - empezamos a retomar el paso y Austin volvió a relajarse. - ¿Pero conociste a Joyce, no?

Asentí.

- Ya la conocía en realidad. - noté que Austin giró su rostro a mi dirección arqueando ambas cejas. - Íbamos a la misma escuela en el Desagüe, y estuvo de novia con uno de mis mejores amigos hasta hace unos meses atrás.

- Wow, que casualidad. - pudo decir claramente sorprendido. - ¿Por qué terminaron? Si se puede saber, claro.

Me lo pensé un momento, sin saber cómo explicarle en simples palabras el hecho de que Vince era un delincuente, al igual que yo. Pero no por decisión propia, si no que por sobrevivencia. Pero al mismo tiempo no podía arriesgarme a que Austin supiera más de lo que debería.

- Vivir en el Desagüe no es lo que Joyce quiere para ella. Merece más, y Vince no puede dárselo.

Austin no dijo nada, y caí en cuenta lo que sucedía al ver como dos mujeres de mediana edad venían trotando hacia nosotros por la acera, y al llegar en donde estábamos ambas abrieron los ojos de par en par en dirección a Austin.

- Mierda. - susurró el castaño en un volumen apenas audible.

- ¡No puedo creerlo! -soltó una de ellas colocándole ambas manos en sus hombros.

- Austin Hamilton... ¡No te veía hace tanto tiempo! - habló ahora la otra con una sonrisa.

Ambas parecían tener la edad de Alice, o unos años más.

Le pisé el pie discretamente al castaño para que reaccionara, a lo que este solo pudo asentir con la cabeza, y llevarse una mano a sus gafas con nerviosismo.

- Si... - habló sin ningún rasgo de emoción en su voz.

Ambas mujeres al parecer cayeron en cuenta de lo que le sucedía al castaño, por lo que le echaron una mirada de arriba abajo, para luego recaer en mí, sonriéndome, a lo que yo se las respondí fingidamente.

- Bueno chicos, tengan un buen día. - habló una, a lo que la otra repitió lo mismo, pero con otras palabras.

Austin no dijo nada, y yo por mi parte caí en cuenta de lo difícil que debía ser esto para él.

Cuando las mujeres ya estaban a una distancia aceptable, hablé.

- Podemos volver si es lo que quieres.

Austin negó con la cabeza.

- Si ya salí de casa al menos llegaré al parque. - sonreí. - Además, ya me vieron las viejas más cotillas del condominio, nada puede empeorar esto.

Solté una carcajada.

- No estaban mal.

- Esa es la idea Oliver, fingen ser amigos de todos para así enterarse de primeras sobre todo lo que sucede. El año pasado inventaron que mamá llegaba tarde a casa del trabajo porque tenía una aventura con un amigo de mi padre al verla entrar una vez a su casa. La verdad en realidad era que estaba viendo los temas legales de su divorcio. Nikki fue a hablar con ellas y las puso en su sitio, aunque claro, mamá nunca supo de esa parte.

Impresionado no podía creérmelo, observé el barrio, las casas bien cuidadas, jardines verdes con flores y arbustos, un par de jardineros haciendo su trabajo, y coches de las mejores marcas, y no entendía como teniendo todo esto no estaban conformes.

Estaba en el lugar más adinerado de la ciudad.

En el camino seguimos hablando, intenté preguntarle a Austin sobre lo que se me ocurriera, y era que había caído en cuenta que esa era la única forma de que él no se pusiera tan nervioso con los coches que pasaban a nuestro lado, o las personas que venían trotando.

Y al llegar al parque central del condominio, el cual era bastante largo, Austin me pidió que lo llevara a sentarse en un banco de madera que había al lado izquierdo de los juegos para niños, y eso hicimos.

- Un poco más. - le dije al ir avanzando hacia este. - Listo. - Austin llevó sus manos al banco, para inspeccionarlo y finalmente, sentarse.

Me coloqué a su lado.

- Perfecto. - No supe que responder, por lo que me quedé en silencio observando mis manos.- A pesar de que no lo veo, no esta tan mal como me lo imaginé.- una amplia sonrisa se colocó en su rostro, la primera que podía asegurar cien por ciento que era completamente real. - Este parque es mi favorito.

Había viento, no mucho, pero de cierta forma el sonido de las hojas en los árboles, creaba un ambiente aún más agradable.

- En el Desagüe no hay parques. - solté automáticamente en un susurró.

No supe porque lo dije, tampoco sabía si era correcto haberlo hecho.

Pero ya era tarde.

- Cuéntame de ahí. - me quedé en silencio, no iba a hacerlo. - Oh, vamos, ni te imaginas cuanto me ha costado salir de casa, ahora es tu turno.

Era cierto.

Tomando aire, me convencí que si no entraba en detalles, no había peligro alguno.

- Hay muy pocas áreas verdes, siempre hay ruido, de sirenas, peleas, música, risas, de todo un poco. Los coches andan constantemente tocando las bocinas, y es imposible despertarse después de las nueve de la mañana, a excepción si fuiste a la Chimba la noche anterior.

- ¿La Chimba?

- Es la única disco que hay ahí, hay fiesta casi todos los días.

- No está mal. - me dijo asintiendo. - ¿Y qué tal las chicas?

Me lo pensé un momento.

- Hay de todo un poco. Aunque la mayoría de mi edad solo buscan quedarse embarazadas para tener quien las mantenga o trabajan de prostitutas en algún local.- el castaño soltó una exclamación. - Nadie termina sus estudios en el Desagüe, para ellas es eso o tener un trabajo como el de Joyce.

O trabajar con Marcel. - pensé en mi mente, pero no lo dije.

- Que mierda, al menos Joyce hizo una buena elección.

Asentí, para llevarme la manzana que llevaba en la mano a la boca.

Y antes de añadir algo más, mi celular comenzó a sonar en mi pantalón.

Al ver de quien se trataba caí en cuenta que debí habérselo dicho antes de salir.

Pero en vez de que me soltara una reprimenda, su actitud fue muy distinta.

- Hola Oliver, ¿Cómo va todo con Austin?

- Bien, estamos en el parque al final de la calle.

- Perfecto, cualquier cosa me llamas, recuerda que en diez minutos deben volver, Charles debe llevarte a trabajar.

- Claro.

- Ah, y dile a Nikki que invite a Logan y su familia a la comida del sábado.

Iba a decirle que no tenía idea de donde estaba Nikki, pero ahí caí en cuenta de que debía estar cerca, observándonos, no pude evitar afirmarle que así lo haría, y cortar finalmente la conversación, llevándome el celular devuelta al bolsillo mientras le echaba una mirada a nuestro alrededor, pero no había rastro de ella.

Y así fue como Austin quien estaba a mi lado soltó un bufido a mi dirección.

- ¿Ahora eres mi niñero?

- ¿Acaso te quejas?

Este iba a decir algo, pero los pasos de una chica de nuestra edad o unos años menor acercándose hacia nosotros llamaron nuestra atención, y al alzar la vista observé una melena hasta los hombros de color pelirrojo y ojos avellana.

- ¡Austin! No puede ser... - soltó la chica arrodillándose de inmediato frente al castaño, el cual pareció palidecer al escuchar su voz, y sin siquiera prevenirlo, la chica lo abrazo de inmediato, enrollando sus brazos en su cuello. - Pensé que nunca más iba a verte. - habló quebrándosele la voz.

No entendía nada de lo que sucedía.

Austin estaba inmóvil entre sus brazos, sin decir ninguna palabra.

Y esta al notarlo luego de unos segundos se echó hacia atrás, mirándolo esperando una respuesta de su parte, la cual no llegó, desviando la vista hacia mí.

- Hola, soy Gina.

La saludé aun pasmado, sin entender que sucedía, y era que Austin ahora había agachado la cabeza, como si de esa forma esa tal Gina ya no vería.

Pero claramente no era así.

La pelirroja al observarlo, cayó en cuenta de que Austin no quería hablar con ella, así que está al caer en cuenta lo dejó ver al despedirse de mí, para luego girarse en dirección al castaño, quien seguía sin levantar el rostro.

- Me alegra haberte visto Austin, sinceramente. - dijo finalmente, a lo que no recibió respuesta de su parte, y soltando un suspiro terminó dándose la vuelta y retomar su trote por el parque.

Cuando ya estaba lo suficientemente lejos, hablé.

- ¿Qué mierda fue eso?

Austin no respondió, en cambio escondió su rostro entre sus brazos.

No entendía que sucedía, y me quedé aún más sorprendido al ver como este empezaba a tensar sus brazos y apretar su mano libre en forma de puño, mientras la que sostenía la manzana no corrió distinta suerte.

- Necesito salir de aquí. - susurró nervioso.- Ahora mismo.

Antes de que pudiera decir algo se enderezó, comenzando a caminar sin decirme nada, por lo que le seguí de inmediato.

- Es por el otro lado. - hablé al ver que estaba tomando la dirección contraria.

Austin se dio la vuelta a mi dirección y sin decirme una palabra retomó por otro camino.

- Tampoco. - pude decir, y al ver lo complicado que estaba le coloqué una mano en el hombro para señalarle donde era, y antes de que pudiera reaccionar Austin con violencia me dio un empujón, sacándome la mano de un manotazo, para acto seguido alejarse de mi perturbado. Y al ver que no decía nada, lo observé atónico. - ¡Eh! ¿Pero qué te sucede?

- ¡Puedo solo! No necesito tu ayuda...

Y sin siquiera esperar una respuesta de mi parte comenzó a caminar hacia la dirección correcta, dejándome ahí parado sin tener idea de que mierda pensar.

Al ver como se iba alejando, y voltear el rostro hacia la figura de la chica que iba desapareciendo a lo lejos, caí en cuenta de lo que sucedía, siguiendo a Austin a paso rápido.

- ¿Es por esa chica? ¿Saliste con ella?

En vez de responderme mi pregunta, no dejó de repetir lo mismo.

- No debí hacerte caso, esto fue una pésima idea.

- ¿Era tu novia? ¿Amiga? - insistí siguiéndolo por detrás, cayendo en cuenta que estaba tan adentrado en sí mismo que me había dejado de lado por completo. - Oh, vamos, ¿Qué mierda sucede contigo? - dude un momento. - ¿Acaso además de ciego eres sordo?

Y con lo último dicho conseguí mi objetivo.

La calle por la que íbamos estaba desierta, por lo que nadie pudo presenciar cuando Austin se volteó mi dirección y sin ningún problema con más fuerza de la que creí que tenía, me estampara en una de las murallas de mármol que teníamos a nuestro lado, y con la manzana a medio comer que tenía la estampó a centímetros de mi rostro, aplastándose en la pared.

Observé con la respiración entrecortada sus gafas negras, esperando que de una u otra forma pudiera sentir mi mirada en él, mientras que este por su parte respiraba entrecortadamente furioso.

- ¿Qué mierda dijiste?

- Ya lo escuchaste.

Este me apretó aún más fuerte contra la pared, inmovilizándome.

- Realmente pensé que al no ser parte de todo este mundo serías diferente, pero al final eres igual de imbécil que el resto. - al terminar de hablar decidí ponerle fin quitándomelo de encima de inmediato, haciendo presión con una de mis brazos libres para sacármelo de encima y con solo una maniobra cambiamos de lugar con Austin Hamilton forcejeando sin parar.

Pero fue en vano.

- Escúchame bien, sé de tu condición, y he visto claramente como todos a tu alrededor de tratan de manera especial por ella. Yo no, y si no te gusta pues bien, te jodes, porque no voy a estar ocho meses dentro de una casa de ricachones para ser tu niñero y aguantar tus rabietas, ¿me oíste? - este no dijo nada. - Si salí a caminar contigo fue porque tú me lo pediste, tu eres el que me admitió que tenía miedo, y quería dejar de tenerlo. - fui relajando el agarre, a lo que Austin se quedó igualmente en su lugar. - Estas asustado ahora, y tragártelo como llevas haciéndolo desde tu accidente no va a ayudarte a superarlo.

No esperé una respuesta de su parte, pero esta llegó de todos modos.

- No tienes idea de lo que hablas, no me conoces... ni mucho menos puedes imaginarte lo que es estar en mi lugar, así que no me vengas con toda esa mierda. - al terminar pasó de mi golpeándome en el hombro con el suyo, encaminándose a su casa.

Solté un suspiro.

- Si quieres seguir viviendo de la lastima de los que te rodean hazlo, pero no cuentes conmigo en ello.

Escuché como este se detenía, pero en vez de voltearse hacia mí, se quedó ahí quieto, para luego retomar la marcha.

Y yo por mi parte golpee la pared que tenía a mi lado.

Esta ciego por mi maldita culpa. - solté en mi mente.

De inmediato el recuerdo de Trevor vino a mi mente, de cuando me había subido al coche de Austin y lo había visto en los asientos de atrás.

Sus ojos avellana observándome aterrados, suplicándome socorro.

Y no había hecho nada.

Sin pensarlo dos veces saqué mi celular del bolsillo, marcando a la persona que me debía una explicación.

Effy contestó enseguida, lo que me extrañó.

- Tuerca.

No dijo nada más, y ahí caí en cuenta que sabía muy bien el origen de mi llamada.

- ¿Qué pretende?

Demoró en responder, escuchando su respiración.

- Protegerte.

- Ya es tarde Effy, y lo sabes.

Nuevamente un silencio.

- Trevor cree que podrías escapar.

- ¿Cómo lo hizo mi madre? Ni de una jodida manera. El Desagüe puede ser un agujero, pero no voy a escapar de él.

- Es peligroso... - susurró.

- No me quedaba otra alternativa, era esto o la cárcel. - al terminar de hablar caí en cuenta de un detalle que se me había pasado. - Espera, ¿A qué se refería con "Esto es más grande de lo que imaginas"?

- Solo él lo sabe, no puede decírselo a nadie por un trato con Marcel, insistí, pero es para protegerme. - esta cerró una puerta. - Anda a verlo, quizás de esa forma puedes entender mejor lo que está pasando.

Solté un bufido de inmediato, con una carcajada.

- ¿A sí que de esto se trata, no? De ninguna jodida manera. Dile a mi hermano que sus intentos de manipularme terminaron, no voy a caer en su estúpido juego. Si hay una promesa que seguiré cumpliendo para siempre será no verlo nunca más en mi vida. ¿Entendiste?

- Tuerca, no pue...

No escuché más, cortando la llamada sin pensármelo dos veces.

Agitado solté un suspiro cerrando los ojos, intentando despejar mi mente de todos los recuerdos de mi hermano, y de estos últimos dos años sin él en mi vida.

De cómo todo se había vuelto un maldito caos.

Pero todo esto quedó de lado al escuchar un ruido cercano en unos arbustos unos pocos metros más atrás, cayendo en cuenta de la converse que sobresalía de estos, cayendo en cuenta de inmediato de quien se trataba.

- ¡Puedes salir ya! - grité desde mi lugar sin ninguna emoción en mi voz.

Pensé que iba a quedarse ahí escondida sin hacerme caso, pero en cambio pude ver como su cabello castaño salía poco a poco de los matorrales.

Ni me dirigió la irada, en cambio se enderezó con su frente en alto, y caminó hacia mi dirección.

Y al pasar a mi lado volcó los ojos.

- Austin no está listo para soportar todo esto.

Bufé.

- ¿Y cuándo va a estarlo? - solté sin moverme de mi lugar, observándola fijamente, a lo que esta se quedó estática un momento frente a mí, para luego sin responder absolutamente nada, retomó la marcha hacia su casa.

Quedándome nuevamente solo.

- Buenos días Oliver. -me saludó Devora, quien ya estaba con su delantal de la tienda y el cabello recogido en una coleta.

La saludé sin mucho ánimo, encaminándome al armario detrás del mostrador para dejar mi mochila.

Así fue como pasaron las horas en las cuales no había mucho que hacer, vinieron unas cuantas mujeres de mediana edad a comprar chocolates para festejos, cumpleaños, etc. Y alguno que otro novio o novia para su pareja.

- Así que les entregas la boleta luego del pago, les sonríes y les deseas una buena tarde o mañana. - me iba explicando está el mecanismo del mostrador, mientras que iba reponiendo en las repisas. - Aprendes rápido, así que no te pongas nervioso cariño.

Asentí.

Al estar tan enfrascado en las tareas de la tienda, olvidé por completo cuando fueron las cuatro de la tarde, y un chico del Desagüe disfrazado de muchacho adinerado con camisa de rayas entró a la tienda de sorpresa...

No hizo contacto conmigo, en cambio se puso a mirar las vitrinas con los distintos chocolates, los cuales finalmente compró unas seis cajas de las más grandes, las cuales Devora estaba encantada, y yo por mi parte fui envolviéndoselas en bolsas.

- ¿Puedes llevármelas al coche? - me preguntó de manera informal, a lo que yo miré observando a Devora, esperando su aprobación, la cual la dio sin pensárselo dos veces.

Salimos fuera, sentía que el corazón iba a salirse de mi pecho a causa del nerviosismo.

Este no se salió de su papel, no me dirigió ninguna palabra, y al ir a su camioneta y adentrar las bolsas, este me agradeció acercándose a mí.

- Gracias chico, aquí tienes para comprarle algo a la novia. - y antes de que pudiera hacer o decir algo colocó su mano en el bolsillo que tenía mi camisa a la altura del pecho colocando un billete.

Observé a mí alrededor si alguien nos estaba mirando, pero las pocas personas que había estaban muy ocupadas caminando a alguna tienda, almorzando o adentrándose a sus coches.

No dije nada y me di la vuelta, a lo que pude escuchar como abría la puerta de la camioneta y prendía el motor, mientras que yo por mi parte me adentré en la tienda.

No había sido tan difícil como me imaginaba.

Dejé el billete dentro de mi bolsillo sin sacarlo de ahí por temor de que Devora pudiera enterarse, así que seguí con el trabajo.

Hoy fue Charles Hamilton quien me vino a buscar a la salida del trabajo, pude notar como este saludaba a Devora de manera cordial, y al girarse a mi dirección me echó un vistazo de arriba abajo.

- No te queda mal el uniforme chico. - fueron sus palabras, para luego darle una repasada a la tienda, y hablar con Devora unos minutos sobre cómo ha ido funcionando todo, y que tal mi estadía aquí, a lo que la mujer no dudo en elogiarme con buenas palabras.

Se lo agradecí.

- Bien, ¿Oliver estás listo? - asentí, a lo que este se despidió y nos encaminamos ambos hacia el coche que estaba estacionado justo frente a la tienda. - Dime la verdad, ¿Te aburres aquí?

Su pregunta me tomó por sorpresa, por un lado me gustaba trabajar en la tienda porque todo es tranquilo y fácil de manejar, pero por otro lado, también era muy monótono y aburrido.

- Me agrada, pero a veces un poco.

Noté como Charles Hamilton sonreía ante mi respuesta ya con el motor encendido y dando marcha atrás.

- Y mira que llevas solo dos días.

Ahí caí en cuenta que tenía razón, ya que sentía que llevaba semanas.

- Bueno, igual si quieres trabajar en otro lugar puedes decírnoslos, tengo contactos, así que no creas que sería un problema o mucho menos.

- Gracias. - respondí automáticamente ante su preocupación.

El resto del camino no añadí nada más, al igual que Charles que estaba muy ocupado mirando su celular en cada semáforo en rojo, y al final, cuando llegamos, tomó una llamada al parecer del trabajo, muy importante, al notar su tono de voz.

- Necesito que busques otras alternativas, para algo te estoy pagando un sueldo, así que dame resultados. - soltó cuando ya estaba terminando de estacionarse frente a la casa. - No me importa el costo, lo que me interesa es el resultado.

No le di importancia a sus palabras, bajándome del coche y encaminándome a la casa, y era que estaba muy cansado, las pocas horas en las cuales había podido conciliar el sueño no eran suficientes. Por lo que decidí ir a la cocina para excusarme de la cena.

Nancy no estaba ahí, pero si Joyce, la cual estaba muy ocupada preparando una bandeja.

- Eh, ¿Cómo estuvo tu día? - me preguntó con una sonrisa mientras se movía por la cocina.

- No estuvo mal.

Esta no agregó nada, tomando un plato para echarle un par de albóndigas y pasta de la olla. Al terminar se dio vuelta a mi dirección entrecerrando los ojos.

- ¿Qué sucedió hoy con Austin? - fruncí el ceño. - Hoy ha estado de muy mal humor, no quiso almorzar ni menos que entrara a su habitación, y no lo entiendo, ayer estaba muy bien, y hoy... no.

Con sus ojos oscuros me observó preocupada, esperando una respuesta, la cual a pesar de que prefería evitar el tema, se lo dije de todas formas.

- La salida de hoy por la mañana no terminó muy bien. - esta se cruzó de brazos, apoyándose en uno de los muebles para prestarme atención. Por lo que no me quedó más remedio que proseguir. - Se encontró con conocidos y le vino una especie de crisis de pánico, intenté que me explicara lo que le sucedía, pero no me escuchaba. Y al final todo se fue a la mierda, y ahora de seguro sigue fastidiado.

- ¿Contigo?

- Más bien consigo mismo.

Joyce asintió con la cabeza con los ojos perdidos, de seguro adentrada en su cabeza, hasta que al fin habló.

- Desde que llegué a esta casa meses atrás, no he visto nunca a Austin salir. Y según lo que he escuchado, no lo había hecho desde el accidente.

- Fue hace dos años, es imposible. - solté, tampoco iba a negar que no lo presentía, pero me parecía prácticamente imposible que no hubiera salido de su casa desde hace dos años.

Joyce se encogió de hombros.

- Puedes comprobarlo por tu cuenta con la señora Hamilton, yo solo te digo lo que creo. - esta tomó la bandeja que ya estaba lista, y se encaminó con ella a la puerta en dirección a las habitaciones, no la que salía al comedor.

- ¿Es para Austin?

Joyce asintió, y al llegar a la puerta le ayude abriéndola y esta me lo agradeció con una sonrisa, para salir tras ella.

- ¿Si preguntan por mí en la cena puedes decirles que me fui a dormir?

- Claro. - respondió al empezar a subir las escaleras con cuidado. - Oh, de nada por haberte traído tus cosas, no fue nada, ya sabes, ir al departamento donde vive mi ex por ti.

Reí internamente, esa claramente era una actitud muy propia de Joyce.

Al llegar al segundo piso ambos, me llevé una mano al hombro de Joyce, a lo que esta volcó los ojos.

- Eres la mejor, ¿Lo sabias, no?

- Dímelo cuando las imágenes de mi ex novio con una chica desnuda en su departamento desaparezcan de mi cabeza. Oh, cierto que es prácticamente imposible que suceda. - soltó claramente enfurecida. - Si el carbón te pregunta algo de mí, me devuelves el favor diciéndole que no me ha importado absolutamente nada. ¿Bien? - asentí, pero Joyce era más inteligente de lo que podía parecer, soltando un suspiro al mirarme un momento. - Intenta que parezca lo menos afectada posible Tuerca.

- ¿Lo estás?

- ¿Eso importa en todo esto? No quiero que Vince crea que hay una posibilidad porque me ha dolido el hecho de verlo con otra. Porque no es así.

Ambos nos quedamos en silencio, no supe que decir, y verla a los ojos solo lo empeoraba, porque parecía que con ello Joyce iba a quebrarse en cualquier momento, y no quería eso para ella.

Iba a decir algo, pero la voz de Theo desde su habitación llamó nuestra atención.

- ¡Oliver! - me gritó con su voz infantil. - Necesito ayuda, ¿Podrías venir por favor?

Joyce sonrío por los modales del pequeño.

- ¡Claro, en seguida! - dije imitando una voz formal y clara.

Joyce se dio la vuelta para encaminarse a la habitación de Austin con la bandeja aun en mano, y yo por mi parte caminé tras ellas unos pocos pasos y girarme al sentido contrario justo frente la puerta del pequeño rubio.

- Austin, vengo a dejarte la cena. - habló está dándole un par de golpes a su puerta.

Pude escuchar el ruido de esta abrirse luego de unos segundos, y en el momento en que Austin abrió la puerta, me adentré en la habitación de Theo.

El pequeño estaba en su escritorio de colores azul claro y blanco dándome la espalda, en dirección a la ventana que daba para el jardín.

Al acercarme a él este se volteó para sonreírme.

- Tengo que colorear una manzana, y no sé cómo hacerlo. - este me hizo un puchero, y yo enarqué una ceja.

Llegué a su escritorio, donde pude ver unos dibujos de distintas frutas, en donde cada una de ellas tenía su nombre abajo y un dibujo a crayones.

Todas las frutas estaban pintadas ya, solo le quedaba una manzana.

- Tengo que entregarlo mañana, pero no puedo decidirme.

- ¿De qué?

- Ya sabes, la manzana. Todas las frutas que tengo que colorear tienen un color, la frutilla, la naranja, el plátano, la sandía... - este siguió enumerando. - Pero la manzana tiene dos colores, verde y roja. Y solo tengo una manzana en el dibujo.

Observé a Theo, quien estaba muy acomplejado con el tema, llevándose ambas manos en el cabello claramente nervioso, a lo que me encogí de hombros.

- Cualquiera de ambas está bien. - pude decir, pero de inmediato negó.

- Si la pinto de una estaría dejando a la otra de lado, no sería justo. - fruncí el ceño, sin saber que decirle. - Y si pintara la manzana una mitad de un color y la otra de otro no sería una manzana real, porque no existen de ambos colores.

- Bueno, tendrás que elegir una. La que tiene el color que más te gusta.

Theo se lo pensó un momento.

- Pero eso estaría mal, mamá siempre dice que no hay que tomar decisiones por la apariencia de algo, si no por lo de dentro, ¡Pero las manzanas son iguales al cortarlas!

Ahí caí en cuenta que Theo realmente tomaba enserio lo que su madre le enseñaba, pero en este momento no tenía ni la mayor idea de que decirle al respecto.

Pero al observar atentamente el dibujo, y reflexionar lo que Theo hablaba, encontré la respuesta perfecta para ello.

- Elige entonces la que tenga mejor sabor. Las manzanas son iguales al cortarlas, pero no por ello necesariamente el sabor sea exactamente igual.

- Mmm... no está mal. - respondió llevándose la mirada al techo, pensando un momento. - Creo que la verde, sí, esa es la que más me gusta. - sonrío observándome, esperando de cierta forma mi aprobación, a lo que yo me encogí de hombros.

- Entonces coloréala de ese color.

Este asintió tomando un lápiz verde claro y empezó animado con su trabajo, haciéndolo con cuidado los bordes, para luego ir pintando lo del medio.

- Muchas gracias Oliver. -habló ocupado en su dibujo dándome la espalda. Me enderecé listo para salir, pero la voz de Theo me hizo detenerme en mi camino hacia la puerta. - Nikki me dijo que no te pidiera ayuda en mis tareas porque ibas a saber lo mismo que yo o menos, pero yo sabía que estaba equivocada.

Sonreí por ello, al igual que Theo lo hizo conmigo. Debía admitir que Theo me recordaba de cierta forma a mí mismo cuando le preguntaba cosas por el estilo a Trevor, pero con la diferencia de que mi hermano no tenía idea de absolutamente nada, mientras que aquí era al contrario.

- Si necesitas ayuda con cualquier otra cosa, no dudes en decirme. - mencioné abriendo la puerta para salir.

- Claro.

Y con ello me fui directo a mi habitación, o más bien a la cama, necesitaba descansar.

Al ya estar ahí, caí en cuenta de lo dicho por Nikki hacia Theo, sin poder entender que tenía contra mi esa chica.

Me empecé a desvestir en la habitación de inmediato, pero al empezar a sacarme la camisa, caí en cuenta del billete que seguía en mi bolsillo.

De inmediato cerré la puerta con pestillo, y abrí el dobladillo.

Mis ojos se quedaron fijos leyendo lo que estaba escrito en el billete.

Prohibido comunicarte conmigo, yo iré a ti cuando necesite algo. Lo que quiero de ti ahí dentro es que no desconfíen de ti, que se lleven una buena impresión. Ten los ojos y oídos abiertos, cualquier cosa que se hable del Desagüe luego enviaré a alguien para que se lo comuniques.

Al terminar de leer, le di vuelta al billete por el otro lado, a ver si había más, y así era.

Hemos interferido en tu teléfono para que la policía no pueda escuchar tus llamadas ni mensajes, pero no sabemos por cuanto tiempo, así que evita cualquier información confidencial en él. Puede que no hayas caído en cuenta, pero el detective Walter está vigilándote en todo momento, anda con cuidado.

W.

De inmediato observé la ventana de la habitación, la cual estaba con la cortina cerrada.

Suspire.

Rompí el billete en pedazos, para luego mojarlo en el baño, para que de esa forma fuera imposible de leer.

Lo que conseguí.

Me recosté en la cama, adentrándome en las sabanas y hundiéndome en el colchón, listo para cerrar los ojos y dormir de una vez por todas, pero unos golpes en la puerta me lo hicieron imposible.

- Oliver, soy Alice, ¿Puedo pasar?

Asentí mordiéndome el labio para no soltar un gruñido, teniendo que enderezarme y caminar hacia la puerta para abrirla, y de paso colocarme una sudadera que había en el camino.

Alice vestida de pantalones y chaqueta negra, me saludó con una sonrisa, haciéndome un lado para que entrara a mi habitación.

Me preguntó cómo había estado mi día, el trabajo, si había sido cansador, si me gustaba estar ahí, si me aburría y cosas por el estilo, pero yo sabía muy bien a que quería llegar precisamente.

- Gracias por lo de hoy con Austin. - esta me sonrío, sentándose en el borde de la cama, a lo que yo la imité, colocándome a su lado.

- No fue...

- Sí, si lo fue. - me observó fijamente. - Lo que sucedió hoy, es lo que hemos intentado por dos años en vano. - fruncí el ceño, ¿Entonces Joyce tenía razón? - Mi hijo desde el accidente se ha encerrado en su habitación, pocas veces camina por la casa, y menos aún en el jardín. Llegaste hace menos de una semana, y ¡Mira lo que has hecho! - esta abrió los brazos, donde noté como los ojos empezaban a aguárseles. - Ya me estaba dando por vencida con él Oliver, pero contigo aquí estoy volviendo a tener esperanza. - colocó su mano sobre la mía, donde mi primer instinto fue alejarme, como siempre lo he hecho, pero esta vez debía admitir que ese pequeño toque significaba más de lo que imaginé.

Observar a Alice en ese momento fue ver un reflejo de mi madre, esa que creía en mí, que me tenía fe, que no veía a un simple chico igual a todos los demás, si no uno que podía lograr lo que se propusiera, que era capaz de todo.

Y por primera vez sentí en mi corazón que ese hueco vacío que tantos años llevaba olvidado, estaba cobrando vida.

Donde quizás Austin no era el único que tenía la oportunidad de una segunda oportunidad de comenzar de nuevo.





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MARATÓN 1/2

Hola a todos!!! Les cuento que el próximo cap lo subiré MAÑANA a Wattpad, y es que por toda la demora que he tenido en publicar, me di cuenta que escribí aprox casi 30 páginas para este capítulo, así que decidí cortarlo en dos, ahora he publicado la primera parte, y la segunda lo haré mañana.

No olviden en votar lo que les parece la historia, en si les gustan los personajes, el trama, como se va desarrollando, etc.

Ni se imaginan cuanto echaba de menos escribir, y es que he andado con mucho estudio últimamente por la prueba para entrar a la universidad que es en menos de dos meses, que me ha costado poder tener tiempo de colocarme frente al ordenador y abrir Word.

Pero bueno, NO OLVIDEN DE VOTAR Y COMENTAR!! Ni se imaginan lo que su apoyo es para mí en esta nueva novela, y leer comentarios al respecto me anima mucho para seguir y motivarme con todo ello.

Un saludo enorme, cuídense.

J. Rosewell.


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