Capitulo 3: Libertad

- Soy Oliver, me han arrestado. - susurré intentando no perder la compostura. Nada se escuchó por el otro lado, solo la respiración de Vince. - Te llamo para decirte que no se preocupen por mí, que no vengan y que le digas a los otros que lo siento mucho.

Por supuesto no me dijo nada, y finalmente me cortó.

No me molestó, eso fue lo que siempre acordamos con la pandilla cuando nos pillaran y Vince era el que más claro lo tenía de todos.

Cortar todo tipo de relación, y era que no podíamos correr el riesgo de que la policía pillara a la red de narcotráfico más grande de la ciudad.

Y que por supuesto habían estado intentando encontrar a Marcel durante décadas.

La puerta de la pequeña habitación en la cual me tenían esposado fue abierta de inmediato al momento en que dejé el teléfono en su lugar.

Él mismo hombre que me había hecho subir a la patrulla se planteó frente a mí, era calvo, de piel pálida y con sobrepeso.

Sabía que no era un simple policía, y el mero hecho me hizo desviar la vista de él al instante.

Ya que al leer el nombre que llevaba su placa caí en la cuenta.

Walter Harper.

Lo recordaba, él era el hombre que ha estado durante años intentando encontrar alguna pista de cualquiera de nosotros, aunque principalmente de Marcel.

- Oliver Rodríguez. - soltó luego de cerrar la puerta y dejar en la mesa mi expediente. - Diecinueve años, cumplirás los veinte en unas cuantas semanas. Dos padres desaparecidos desde hace más de una década, no terminaste el instituto y ahora vives en el "Desagüe" compartiendo departamento con Vince Tanner. A los doce años robaste en un supermercado, luego a los quince golpeaste a un chico dejándolo con una contusión severa en el hospital y a los diecisiete fuiste acusado de abuso sexual siendo encarcelado en el reformatorio por nueve meses. Y ahora luego de tres años eres acusado de tráfico de drogas, llevando más de cinco kilos de esta contigo.

No respondí, en cambio me crucé de brazos, observándolo fijamente.

No iba a caer en su juego así de fácil.

- Así que serás esa clase de delincuente. - soltó dejándose caer en la silla frente a mí. - ¿Sabes que esto te costara años de cárcel?

No dije nada, no me moví, ni asentí ni negué.

Yo sabía cuál era el punto de esto, y no se trataba principalmente de mí.

- Vas a tener que hablar Oliver.

No, no tenía por qué hacerlo, iba a ir a la cárcel de todos modos.

Eso ya lo tenía más que claro.

Walter soltó un suspiro, apretando la mandíbula.

- ¿No te estas preguntando porque te tengo aquí? Ya sabes, has sido encontrado trasportando kilos de droga ilegal y ya nada cambiara con ello. Y en vez de tenerte ya tras las rejas estas aquí, hablando en una habitación conmigo.

Negué con la cabeza con desinterés.

Lo tenía más que claro, pero él no tenía que saberlo.

- Desde años llevamos investigando de donde provienen la gran cantidad de drogas que se han encontrado en la ciudad. Y la mayor parte de las pistas nos han llevado al Desagüe. Lo extraño es que cada persona a la cual hemos pillado como tú nos ayuda y nosotros lo perdonamos, pero luego desaparece y la encontramos muerta. Y sospecho que tienes más que claro que tu destino será el mismo, ¿no? - sus ojos me observaban atentamente y no pude evitar desviar la vista.

El maldito hijo de puta sabía perfectamente de lo que hablaba.

No podía hablar, no debía hacerlo.

- Si me ayudas puedo dejarte libre, puedo reducir la condena e incluso buscarte un trabajo. Tengo más que claro que no eres la cabeza de esto, que alguien está usándote a ti y a los demás que han pasado por aquí como sus títeres. ¿No quieres ser un títere, no Oliver?

La impotencia me recorrió de pies a cabeza, y de inmediato clavé mis ojos a él.

Y no pude soportarlo más.

- ¿Ese es el mismo discurso que les dijo a ellos para convencerlos a condenarse a su propia muerte? - él sabía a lo que me refería. - Pide que lo ayude, pero luego me deja claro que los que lo han hecho luego mueren.

- ¿Entonces sabes a lo que te estas metiendo? - enarcó una ceja, buscando de alguna forma hacerme caer. - ¿Conoces al hombre que está detrás de todo? ¿Qué los ha matado por ayudarnos?

- Sólo saco una conclusión de lo que usted me ha hablado.

Silencio, yo intentaba mantener la compostura, mientras que Walter comenzaba a rebuscar en la carpeta que había en la mesa.

Sacando una foto, la cual dejó frente a mí.

Apreté la mandíbula para intentar disimular estar tranquilo.

Y era que en la fotografía aparecía el cuerpo muerto de Greg.

- ¿Lo reconoces?

No dije nada. Sabía que él tenía más que claro que me estaba probando, pero no iba a dejarlo hacerlo.

Él me pedía dejar de ser un títere, pero en realidad él me estaba pidiendo ser el suyo.

Y no iba a serlo.

- Él estuvo aquí hace unos días, y eso fue lo que le hicieron cuando lo dejamos libre. Si nos ayudaras podríamos evitar juntos que vuel...

- ¿Puedo irme? Porque tengo más que claro que claro cuáles son mis derechos y él hecho de estar siendo interrogado por usted antes del tribunal no forma parte del protocolo. - me crucé de brazos, enarcando una ceja. No iba a escuchar más estupideces. - Y quiero mi abogado, porque tengo derecho de un juicio sea cual sea ya el veredicto.

Walter por supuesto se sorprendió ante mi actitud, al parecer él creía que iba hacer manipulable como Greg, pero no era así.

No iba a caer en su juego.

Tenía más que claro quien se preocupaba por mí, y claramente no era la justicia.

Este al ver que no iba a seguir con esto y de que hablaba enserio se enderezó de su asiento, soltando una leve carcajada.

- Sabes más de lo que pareces Oliver, solo espero que no te juegue en contra.

Unos guardias entraron en la instancia, ayudándome a levantarme mientras que yo por mi parte les dije que podía solo, encaminándome con la poca dignidad que me quedaba hacia la puerta, pasando junto al detective a paso lento.

- A veces esa es la única forma de sobrevivir en mi mundo. - le susurré.

Noté como este se quedó quieto, fijando su vista en mí, pero de inmediato comencé a avanzar, saliendo de la estancia.

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Con la bandeja ya en mano me encaminé hacia alguna mesa libre, no quería sociabilizar con nadie, solo quería estar solo.

Por supuesto Xavier quien era mi nuevo compañero de celda no dudo en gritarme unos cuantos insultos para reírse con sus amigos sobre mí.

No me importo.

En realidad se veía más que inofensivo, y era que lo más seguro era que tuviera una incapacidad mental o algún trastorno psicológico, pero más que eso se veía un hombre del cual sabía que podía con él.

Ya sentado en mi lugar me dediqué a embutirme la comida a la boca, no tenía ni un sabor en especial, pero de todas formas al menos calmaba mi estómago y mis fuerzas.

En eso escuché un estornudo mi lado, donde a regañadientes desvié la vista de mi plato de comida.

Un chico que debía de ser un año menor que yo se encontraba a dos sillas de distancia de la mesa, tenía la mirada perdida en su plato el cual ni había tocado y con la servilleta se estaba limpiando la nariz.

Y con solo ver su físico caí en cuenta de que estaba perdido.

Esto no era para él.

Y no tuve que sacar más conclusiones al ver como Xavier con un par de amigos comenzaban a dirigirse a él.

- Eh, rubiecito, ¿Tu papito esta ahora sobornando al juez para sacarte de aquí? - le preguntó uno de ellos desde atrás chocando puños con los demás.

Noté que el chico este no dijo nada, se bastó a cerrar los ojos un momento y luego volver con lo suyo.

Él sabía que era carnada fácil para ellos, lo sabía. Era rubio, ojos claros con gafas y un cuerpo de un niño de dieciséis.

Parecía más pequeño, y por lo mismo no le convenía meterse con ellos.

- Al parecer a este ricachón le gusta falsificar identidades falsas y pasaportes extranjeros... - susurró ahora Xavier acercándose a la oreja de este. - Y es que siempre me pregunto, ¿Por qué los adinerados no aprovechan su vida acomodada y dejan de infringir la ley?

- No me conoces. - dijo el chico sin darse la vuelta.

Xavier soltó una carcajada, dándole unas palmadas en la espalda al chico.

- ¿Ah sí? Porque estoy más que seguro que durante este mes nos hemos conocido bastante. ¿Acaso no te gusto el juego de ayer con su cabeza en el inodoro?

En ese momento recordé los meses en el reformatorio, la manera en que los abusivos se aprovechaban de tener a un chico para hacerlo pasar un infierno, y de esa forma hacerlos creer por un momento que no estaban encerrados aquí, si no que eran libres de hacer lo que se les diera gana.

Me arremangue el uniforme presidario de color naranja, el calor aquí adentro era sofocante.

- ¿No hablas ahora? - escuché el sonido de un vaso caer al suelo, volviendo a clavar mi vista al chico con Xavier, quien al parecer le había echado el agua encima. - Para que no andes tan sucio rubiecito, te he ahorrado una ducha.

Hijo de puta.

- ¡Vamos! ¿Pero qué te sucede que estas tan callado?- le volvió a molestar esta vez tomando su bandeja para tocar con sus dedos su comida y pasársela por el rostro de él.

Y hasta ahí llegó mi límite de tolerancia.

- Déjalo ya.- dije sonando más alto de lo que pretendía, mis ojos estaban fijos en mi comida, dejándole claro que no tenía ni el menor interés en interferir, si no que más bien detener la pelea sin llegar a los golpes.

- Ah, el defensor de los ricachones.

No dije nada, sabía que él esperaba que le siguiera el juego, pero no iba hacerlo.

Escuché como sus pasos venían hacia mí y de inmediato volqué los ojos. ¿Es que cuantos años tenía? Debía se sacarme más de dos décadas y seguía comportándose como un brabucón de instituto.

Y al sentir su respiración en mi espalda no dude en dejarle las cosas claras.

- No quiero problemas.

- Y yo tampoco quiero que me vayan ordenando que debo o no debo hacer.

Este agarró mi cabello por detrás, dándole un buen tirón hacia atrás, y antes de que pudiera quitármelo de encima dos más me agarraron las manos, inmovilizándome.

Y no hice nada más que soltar una carcajada burlona.

Si pensaba que de esa forma iba a hacerme enojar o provocar una pelea mejor que se ingeniara algo mejor, porque sinceramente tirarme de los pelos como una chica no era lo mío.

- ¿Qué miras marica? Luego vendrás tú, te lo aseguro. - le escuché decir por detrás, y sabía perfectamente a quien estaban dirigidas. - ¿Enserio no hablas niñita?

- Al menos no anda tirando del cabello como una. - solté de inmediato, si de esa forma iba a llamar su atención para que lo dejara de una vez en paz al pobre chico valía la pena.

Y fue con eso que antes de que pudiera siquiera pensar en cómo reaccionaría fui empujado hacia atrás con la silla, y en el momento en que iba a caer al suelo, este me dio un golpe agudo en la mejilla izquierda, justo a poco de darle a mi ojo.

Sentía como la sangre me hervía, el dolor se empezaba a intensificar y olvidé por completo que mi cuerpo había caído estrepitosamente al suelo.

Me llevé una mano en el lugar de inmediato.

¡Hijo de puta! Maldito imbécil de mierda. - me repetí al escuchar cómo se reía mientras que yo intenté de inmediato enderezarme.

Ya no era ese chico de reformatorio que los mayores podían pisotearme como les daba la gana, ya no tenía diecisiete años, y no iba a permitir que volviera a ocurrir.

No era el mismo.

Y no iba a darle el placer de pasarse a cualquier persona por el culo.

- Hombre que te veías mejor en el suelo.

- ¿Ah, sí? Creo que tú te verías mejor en él. - me acerqué a él sonriéndole, dejándole claro que no le tenía miedo, que el maldito dolor de la mejilla no era realmente nada para mí.

Aunque lo fuera.

Este se arremangó las mangas del uniforme, frunciendo el ceño.

Y al llegar a su altura no despegué mis ojos de los suyos.

- ¿Quieres golpearme de nuevo? - no hubo respuesta de su parte. - Vamos, hazlo.

Este parpadeó pasmado, para luego dar un paso atrás para reírse con su grupo, pero yo no me moví, me quede intacto.

- Si eso es lo que quieres, no te hago esperar más.

Antes de que su puño volviera a impactar en cualquier lugar de mi cuerpo me moví a un lado, haciéndolo perder el equilibro y casi caer al suelo.

Él frunció el ceño, enfureciéndose de inmediato al ver mi sonrisa.

Y nuevamente hizo el mismo movimiento.

- Pero que mierda... - susurró ahora corriendo hacia mí, y yo de sorpresa le di un golpe en el estómago cuando estaba a centímetros de impactar conmigo.

Un grito de dolor salió de su boca, provocando que la mayor parte se quedara en silencio, con ansias de saber que venía luego.

Pero no iba a darles el gusto.

- Se acabó, no quiero problemas. - volví a decirle, esperando que esta vez su respuesta fuera diferente.

Pero el muy necio negó de inmediato, enderezándose.

- Yo decido cuando esto acabe imbécil.

Volqué los ojos, al parecer las cosas no iban a ser distintas al reformatorio.

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- Voy a matarte. - volvió a repetir Xavier desde su lugar sin quitarme los ojos de encima. - Pero ahora no fallaré como lo hice con ese maldito hijo de puta que me encerró aquí. - susurró, a lo que yo asentí ya cansado. - ¿Te estas burlando de mí?

- Para nada. - le solté sonriéndole.

- Voy a matarte.

- Lo se Xavier. - volví a decir por tercera vez. - Pero cuando te quiten las esposas, ya me lo dijiste hace un momento.

- Bien, porque cuando salgamos allá afuera te haré pedazos.

Xavier ya llevaba repitiéndome lo mismo desde hace dos horas atrás luego de que nos separaran los guardias.

Ya tenía el ojo morado por el almuerzo, aunque claro, esta vez sí que me lo merecía, pero en realidad lo había disfrutado de cierta forma.

- Rodríguez ha llegado tu abogado. - dijo el guardia que custodiaba el pasillo de mi celda.

Me levanté a regañadientes del suelo, sabía lo que venía ahora y solo quería que acabara ya.

- ¿No puedes decirle que me declaro culpable y acabar ya con esta estupidez?

El guardia que debía ser unos años mayor que yo soltó una leve carcajada.

- Hay que seguir un protocolo, así es aquí.

Este abrió la celda, quitándome la esposa que me había dejado inmovilizado en la esquina opuesta de Xavier, quien escupió a mi dirección al enderezarme del suelo.

No dije nada en el camino, le dejé que me llevara en silencio hacia el lugar.

Y en que nos adentramos solos en el elevador me golpeo hacia la pared, y yo de inmediato supe que sucedía sin siquiera sorprenderme en absoluto.

Incluso encontraba extraño que aún no sucediera.

- No abras la boca, hay cámaras. - me susurró por detrás. - Marcel dice que recuerdes lo que le sucede a los que lo traicionan.

Asentí.

Lo tenía más que claro.

Cuando la puerta se abrió en el piso en el que íbamos el guardia me sacó de ahí fingiendo que nada había sucedido, al igual que yo.

Caminamos unos minutos en los cuales finalmente llegamos a una sala en la que se encontraban las visitas, de seguro hoy debía ser el día y se podía ver varios hombres hablando con su familia e amigos, pero no les di importancia, desviando la vista de inmediato.

Y era que sabía que nadie iba a venir por mí.

- Oliver Rodríguez, tiene reunión con su abogado. - anunció el guardia a su compañero quien custodiaba una puerta a un costado de la sala de vistitas.

Asintió de acuerdo para abrir la puerta con una tarjeta y una luz verde apareció junto a la cerradura, la mano del guardia me dio acceso a la habitación del mismo tamaño con la cual había estado hablando luego de ser apresado con el detective Walter.

Y mi sorpresa fue absoluta al ver a la persona que estaba ahí sentada.

Mierda.

Mi primer impulso fue darme la vuelta de inmediato, y lo hice, pero caí en la cuenta de que la puerta ya había sido cerrada, dejándonos a ambos en la instancia completamente solos.

- Sé que no quieres nada de mi Oliver, pero lo necesitas. - esta me apuntó la silla que había frente a ella, y dudoso me senté ahí.

Sus ojos esperaban una respuesta de mi parte y yo en realidad no tenía idea que decir.

- No puedo, no tengo el dinero. - sabía lo que iba a decirme al abrir la boca y yo proseguí. - y no quiero hacerla perder el tiempo conmigo.

- No lo haces. Estoy más que segura que no hay pruebas de que te encierren, confía en mí.

- Soy un delincuente, no puedo mentir con ello.

Esta negó de inmediato.

- He tratado más de veinte años con todo tipo de ellos, Oliver tu no lo eres. He leído tu expediente y lo sé, no intentes negarlo.

Iba a hacerlo, pero al ver sus ojos fijos en mí esperando un acto mínimo de sinceridad decidí callarme.

No entendía cuál era la razón, pero no quería decepcionarla más.

- Si acepto, ¿Qué es lo que quiere a cambio?

Esta frunció el ceño.

- Sólo que valores tu vida y no la desperdicies.

- En mi mundo eso nunca va hacer posible.

- Entonces te buscaremos otro, porque en un lugar en el que no puedas vivir tranquilo no puede llamarse un hogar.

Negué, es que lo era.

Para mí era así y para todos los que vivamos en el Desagüe.

- No quiero, muchas gracias pero no. - me levanté caminando hacia la puerta, dándole un fuerte golpe.

- No puedo dejar que te quedes aquí, no con verte de esta forma. Mira tu rostro, solo llevas unas horas y ya tienes el rostro magullado.

- Ya me acostumbraré...

Los guardias abrieron la puerta, y yo de inmediato le di la espalda a la señora.

- ¡Oliver! No te hagas esto...

- He acabado. - les dije a ambos, donde el que me había llevado aquí de inmediato me colocó las esposas.

En el momento de poner un pie afuera escuché como esta comenzaba a intentar hacerme entrar en razón, pero yo la evité.

Necesitaba alejarme de ella antes de que me desmoronara.

Y mostrarme débil solo iba a empeorar las cosas.

Pero al conectar mis ojos con una pareja que hablaba en una esquina de la sala de visitas me dejó paralizado.

No podía ser.

Trevor.

Había olvidado por completo ese detalle, él estaba aquí y por supuesto al no haberlo tenido en mi cabeza durante estos últimos dos años su existencia había desaparecido de mi cabeza.

Y no lo había visto en la comida por lo comentado por Effy hace una semana atrás al intentar convencerme de ir a verlo.

"Se metió en otro lío, al parecer con un cuchillo del almuerzo hirió a alguien, por ello lo han dejado en aislamiento por tres semanas...

- ¿Y eso debería importarme de una u otra forma por?

Effy se encogió de hombros.

- Aunque no quieras saber de Trevor eso no va a evitar que yo te lo haga saber quieras o no."

Noté como él tenía las manos apretadas en el vidrio que lo separaba de Effy, no podía ver su rostro, pero si su espalda, la cual al parecer la había tenido bastante trabajada.

En el momento en que vi como los ojos de Effy se quedaban fijos en mi me di la vuelta de inmediato, y sin hacerle caso al guardia que me tenía agarrado me solté para encaminarme de vuelta hacia la señora Alice.

Necesitaba irme de aquí.

No podía hablar con él, no era capaz.

Con el corazón acelerado y la respiración entrecortada choqué con la señora, la cual estaba dejando la pequeña oficina.

Y esta al levantar la vista me observó preocupada.

- Acepto, hago lo que usted quiera, pero sáqueme de aquí hoy mismo.

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- Walter no va a quitarte los ojos de encima Oliver, tenlo claro. - me repitió colocándose las gafas de sol. - Debes seguir las reglas.

No respondí, aún estaba muy conmocionado por la última media hora que había pasado.

Y es que aún no podía entender cómo era posible que estuviera en libertad.

Ni tampoco que hubiera accedido al trato más incoherente de mi vida.

- Oliver, sube. - me dijo bajando la ventanilla de su coche, que si mal no estaba se trataba de un Audi Q7.

Y era que recordaba aun hace cuatro años atrás como nos robamos uno con un par de chicos del Desagüe.

Abrí la puerta del copiloto nervioso, adentrándome al coche.

- ¿Te ha quedado claro todo lo que dijo el juez? ¿Tienes alguna pregunta? - esta prendió el auto y comenzó a salir del estacionamiento.

Observando cómo íbamos acercándonos a la salida de todo lo que hace menos de una hora sería mi hogar por años, me desconcertaba.

Y era que ¿Cómo diablos estaba ahora sentado junto a una mujer de buena clase y dinero, que me había ayudado sin nada a cambio por buena voluntad?

Escuché como volvió a llamar mi atención, respondiéndole la pregunta.

- ¿No podré volver al Desagüe? Porque es ahí donde está mi residencia, no me pueden privar de mi departamento.

- Estaba a nombre de Vince, tu amigo. No de ti, por lo que te deja como una persona sin lugar en el cual vivir, y por ello el juez señaló que necesitas convivir con un adulto responsable durante un mínimo de 280 días...

- Y actuar acorde a la ley, sin ningún incidente de cualquier tipo. Además de tener antes de la próxima semana un trabajo fijo del cual recibir un salario honrado. - le imité.

La señora Alice asintió.

- No será difícil, tengo una habitación extra en casa y mi marido puede conseguirte trabajo en su empresa.

Silencio.

No había caído en cuenta aun lo que significaba todo esto.

Y me aterraba.

- Usted no me conoce, ¿Y me va a dejar dormir en su hogar? ¿Convivir con su familia?

Esta se lo pensó un momento, sus ojos estaban fijos en el camino, y pude notar como sus manos apretaban con fuerza el manubrio.

- No puedo dejarte ahí dentro luego de lo que hiciste por mí. - no supe que decir. - No voy a mentirte, estuve llamando a varias personas intentando contactar a alguien de tu familia, pero no llegue a nadie.

- Es porque ya no me queda nadie... - susurré.

Esta me dedicó una rápida mirada de reojo, a lo que yo por mi parte me resté a contemplar el camino, perdiéndome entre las distintas calles en las cuales nos íbamos adentrando.

Y era que el camino para el Desagüe era justo hacia el otro lado, alejándome cada segundo más de él.

Quería regresar, ver a mi pandilla, sentirme en mi lugar.

Pero eso ya no iba hacer posible, al menos en nueve meses más.

- Para que te familiarices Oliver, tengo tres hijos. El mayor tiene tu edad, luego viene la única mujer que va en su último año de instituto y finalmente mi pequeño de nueve años.

- Una familia feliz. - le respondí sonriéndole, aunque en realidad lo único que sentía en realidad eran celos.

Siempre había querido algo así.

Noté que Alice asentía con los ojos

- Lo intentamos, y tengo un presentimiento que contigo ahí las cosas mejoraran. - esta me sonrío sinceramente. - Mi hijo mayor le hará bien tener a alguien de su edad con él.

No supe que decir, por lo que me baste a volver mi vista en la ventana.

Entonces tendría a un adinerado, quien ya me imaginaba perfectamente.

Arrogante, superficial y totalmente imbécil.

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Llegamos a un condominio de lujo, uno que nunca había visto en mi vida salvo a las películas, este contaba con hermosos y cuidados arboles alrededor y con flores de distintos colores dándole una imagen limpia y cuidada.

La señora saludó a los porteros de nombre, preguntándoles que tal su día mientras que ellos con una sonrisa hicieron lo mismo con ella, observándome con interés.

Finalmente esta se adentró al condominio en el cual había en el medio un parque bastante largo, en el cual aunque ya fuera de noche estaba alumbrado dejando ver varios juegos para los niños, y un par de personas trotando por la noche oscura.

Luego de adentrarnos a unas cuantas calles no muy lejos de la principal con el parque, el coche al fin se adentró a una casa que había en una esquina, la cual tenía una entrada más sencilla que la mayoría, pero de todas formas era enorme.

Era color amarillo pálido, parecía de ser de dos plantas y pude notar en unas de las ventanas colgaba amarrado un gato de peluche, el cual estaba con la cuerda en su cuello.

- A Theo le gusta secuestrarle los peluches a la vecina de su edad, ni me preguntes al respecto. - me soltó está encogiéndose de hombros para luego sacar la llave del coche.

Así que Theo era el nombre de uno de sus hijos. - mentalicé.

No había caído en la cuenta de que mis manos temblaban y el nerviosismo iba en aumento, más aun cuando esta abrió su puerta y yo tuve que hacer lo mismo, llevando conmigo la mochila con solo mi billetera dentro.

Y sin él móvil que ya había destruido con solo salir de la cárcel, dándole varias pisadas encima y tirándolo al basurero más cercano.

Tenía que destruir todo lo que podría llevar a la policía a Marcel y a la pandilla.

Así fue como ambos caminamos hacia la entrada, la cual la señora abrió con la llave que estaba junto a la del coche, haciéndome un gesto para que pasara.

Con el corazón acelerado di pasos lentos y dudosos, adentrándome en ella.

Por dentro eran las paredes blancas y el suelo de madera, había una lámpara araña arriba y a los dos lados habían unas mesillas de madera con flores de color rosado.

Y justo cuando la señora dejo su cartera y llaves del coche en una de las mesillas me dijo que la siguiera.

Pero justo cuando íbamos a subir las escaleras que había al lado izquierdo, una puerta a la derecha se abrió dejando ver a una mujer del servicio, quien llevaba su delantal impecable.

- Señora, la están esperando para cenar su esposo y Theo.

- Dígales que comiencen, que voy de inmediato. - le sonrió, a lo que me señaló. - Este es Oliver, se quedara con nosotros por un tiempo Nancy. - noté como la anciana que ya debía rondar los setenta años abrió los ojos de par en par, para luego darme una repasada de arriba a abajo. -Así que coloque un puesto más para la cena.

Le saludé incomodo al ver cómo me observaba con el ceño fruncido, para luego soltar un leve gruñido y sin responder nada volvió a la cocina.

- No te preocupes, es así con todos.

No pude evitar soltar una pequeña carcajada, para luego seguirla escaleras arriba.

Alice fue encaminándose por el pasillo prendiendo las luces, dejándome ver varias puertas a mí alrededor, sin olvidar la sala que había en medio del pasillo, la cual se podía ver un par de sillones y un gran televisor. Donde a un lado había dos computadoras e impresoras.

- Mejor le digo a Nancy que te suba la comida a tu habitación, así puedes descansar y tomarte una ducha. - esta me entregó una toalla que sacó de un armario que había en el pasillo, a la que yo tomé de inmediato. - Sé que estas nervioso, pero no te preocupes.

Esta me sonrió para tranquilizarme, y era que al parecer mi nerviosismo era evidente.

- Gracias.

Volvió a retomar su camino hacia el final del pasillo tomando del suelo un par de tacones color rojo oscuro, los cuales de seguro debían de ser de su hija.

- Mañana desayuno a las nueve, vamos a ir de compras.

- No necesito nada, no se preocupe. - negué.

- Lo necesitas te guste o no, si no apareces iré sola, es tu decisión. - esta me sonrió como una niña pequeña para luego llevar su mano a la última puerta del pasillo y abrirla, llevándose una mano al interruptor - Y bueno, aquí está tu habita...

La imagen era clara, una espalda desnuda de un chico que llevaba aun puestos los pantalones negros estaba encima del cuerpo pequeño de una chica sobre la cama, esta estaba sólo en ropa interior, mas especifico con bragas y sujetador de encaje verde claro.

Y estos al caer en cuenta de que habían prendido la luz se habían separado de golpe.

- ¿Nikki? - susurró estupefacta.

- Mamá yo... he, mira yo creía que tu...

- Lo siento, yo ya me iba. - dijo el castaño colocándose la camisa blanca de inmediato y buscando sus zapatos en la habitación.

- ¡Sal de mi vista ahora mismo Logan! - le ordenó furiosa. - Y quita a mi hija de la lista de tu fiesta de cumpleaños de mañana, porque no va a ir.

- ¡Mamá! - soltó esta ahora ya con el vestido colocado. - No puedes hacerme esto.

Ese tal Logan al fin encontró todo lo que le faltaba, despidiéndose de esa Nikki desde la puerta, y pasando a nuestro lado sin siquiera echarnos un vistazo, completamente avergonzado.

Y era que al parecer le tenía un miedo terrorífico a la mujer que tenía a mi lado.

- Ahora te vas a tu habitación en este instante.

Esta quien aún ni había reparado en mi presencia soltó un suspiro, volcando los ojos. Para luego levantarse de la cama y caminar hacia donde estábamos.

- Llevamos saliendo desde hace tres años, ¡No puedes castigarme de esa forma! Soy su novia, debo ir a su cumpleaños.

- Anda a tu habitación, AHORA. - le repitió autoritariamente. - Cuando se te pase la borrachera hablaré contigo.

Nikki se cruzó de brazos, para tomar su chaqueta que estaba en el escritorio a un lado de nosotros y luego al subir la vista reparó en mí.

Noté la sorpresa en sus ojos verdes, los cuales me observaron intrigados, y al mismo tiempo con sorpresa.

- ¿Has contratado a un nuevo jardinero? ¿O otro chofer para que me llevé al instituto? Porque te recuerdo que estoy perfectamente bien con Paul y Ronald.

Esta enarcó una ceja, esperando una respuesta de su madre. Y yo quien intentaba hacer memoria de donde había visto antes a esta chica me importó poco o más bien nada su comentario hacia mí, porque sabía que lo que pretendía era ofenderme o rebajarme.

Y no iba a lograrlo.

- Su nombre es Oliver y no, él va a vivir con nosotros por un tiempo.

- ¿Qué? - ahora más que sorprendida estaba pasmada. - ¿Él? ¿En mi casa? ¿Por qué? ¿Es que te volviste loca? - hubo un pequeño silencio, en el cual ella termino soltando una carcajada. - ¿Es por Austin, no? Ya te cansaste que no sea el hijo mayor ideal que siempre has querido y quieres reemplazarlo por... - esta me miró de arriba abajo, observando por un leve instante el tatuaje que tenía en el hombro izquierdo y el golpe de Xavier que seguía en mi mejilla. - por eso. - me apuntó. - Hoy dormiré con la puerta cerrada con llave, para que esto ni intente sobrepasarte conmigo o robarme algo de mi habitación.

- Ni te imaginas como voy a disfrutar castigarte Nikki, ni te imaginas... - habló tomándola ahora del brazo para sacarla de ahí.

Y en ese momento caí en la cuenta de quien se trataba.

La recordaba, sus ojos verdes, su cabello castaño claro hasta los hombros, su porte pequeño y ese hablar desagradable que me irritaba con solo escucharlo.

Ella era Nikki.

La misma que había estado hace dos años atrás en la disco de ricachones, la misma que era hermana de Austin Hamilton y la misma que había estado en el juicio contra mi hermano dando una declaración ante el juez de esa noche.

Yo había estado ahí escondido en última fila, observando como Trevor, quien ni se enteró de que había asistido, era esposado y condenado a años en la cárcel.

Años que me dejaban claro que todo había acabado.

Ellos no sabían quién era, ni su madre, ni su hija, ni tampoco la rubia de la biblioteca.

Trevor había mentido en su declaración, dejando claro que él había actuado solo, y bueno Austin, estaba aún en el hospital cuando este ocurrió, por lo que su declaración fue desconocida para mí.

Pero el punto era otro.

Que ahora mismo conviviría con todos ellos.

Y no tenía como evitarlo, había sido una de las reglas para salir de la cárcel.

Ellos no tenían ni idea quien era.

¿Pero cómo?

Y era que la señora Alice debía haberlo visto en mi expediente, y era que ella había investigado en mi familia buscando quien podría hacerse cargo de mí.

¿Me había mentido?

¿Ella lo sabría?

Las dudas comenzaron amontonarse en mi cabeza, y no tenía idea que hacer.

¿Escapar? ¿Volver al Desagüe?

Y justo en el momento en que iba a salir por la puerta para largarme de aquí, apareció frente a mí la señora Alice, o Alice, o más bien, la señora Hamilton.

- Lo siento mucho por lo que acaba de suceder, Nikki tiene un carácter bastante... a ver, grosero cuando se lo propone. Pero ya verás que no es tan mala como puede parecer, te lo aseguro. - esta me sonrío avergonzada, y yo intentaba ver alguna señal que me dejara claro que ella lo sabía. Que toda esa amabilidad, generosidad y agradecimiento solo era una fachada.

¿Pero para qué? ¿Qué pretendería conmigo si ese fuera el caso?

- Nancy vendrá en un momento para cambiar las sabanas, nos veremos mañana. Buenas noches Oliver. - se despidió finalmente y yo no dije nada.

En realidad no tenía ni la mayor idea de que debía decirle sinceramente.

Ni tampoco de que mierda hacer ahora mismo.

Si no respetaba la orden judicial iría a la cárcel y tendría que convivir con Trevor, y si me quedaba aquí me iban a descubrir de todas formas.

Por lo que iría a la cárcel de todos modos, tarde o temprano.

Y quizás la señora Hamilton no tenía idea de mi relación con el secuestrador de su hijo.

Pensé de golpe que estaría haciendo ahora mismo si todo lo que había sucedido hoy no hubiera ocurrido. De seguro estaría en "La Chamba" con la pandilla y luego volvería a dormir al departamento con Vince a los colchones tirados en el suelo, pensando en que al día siguiente debería despertarme temprano para seguir haciendo el trabajo que tanto odiaba en mi vida.

En cambio ahora tenía mi propia habitación, mi propia cama, y la esperanza de un trabajo honrado, uno que siempre había soñado con tener.

Además, esto podría durar poco, y por lo mismo debía disfrutar cuando pudiese.

Iba a aprovechar la oportunidad de ser el Oliver que siempre había querido ser.

Uno del cual quería sentirme orgulloso.

¿Podría hacerlo?

Porque una parte de mi me decía que esto era demasiado bueno para ser cierto, que todo esto traería un precio.

Y deseaba estar equivocado.

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Bueeeno, aquí está el tercer cap.

¿Qué les parece?

Como siempre no voy a darle en los primeros cap toda la emoción de toda la historia, como algunos ya conocen mi forma de escribir deben ya saber que me gusta primero darles a conocer de qué va y que vean quienes son los personajes poco a poco.

En fin, ¿Creen que la señora Hamilton sepa la verdad sobre Oliver?

Les adelanto que el próximo cap se pone muy bueno, y que verán la aparición de varios personajes que ya conocen hasta ahora, y unos pocos más nuevos :D

Un saludo enorme.

Espero ver su voto y comentario 

J. Rosewell.

Me he creado un instagram para los que quieran seguirme :D , es: j.rosewell

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