Especial #2.
─Maldición, maldición─ podía escuchar claramente esas palabras, salir en forma de susurro, de los labios pertenecientes a mi amada. ─No, no no. . . Esto no me puede estar pasando a mí─ después sentí como se levantaba del futón, y la puerta del baño se cerraba.
El sueño estaba apoderándose de mi nuevamente, por lo que no podía distinguir, si de verdad ella se encontraba maldiciendo, o simplemente era producto de mi imaginación.
En contra de mi voluntad, estiré con pesadez una mano, en dirección a su lado del colchón. Estaba vacío.
Los deslicé un poco más abajo, para ver si se encontraba sentada en una esquina, cuando las yemas de mis dedos se toparon con un líquido, o mejor dicho, con las sábanas húmedas.
El conocido olor metálico de la sangre, llegó poco después a mis fosas nasales, y casi pude sentir mi corazón detenerse. Si algo le había pasado a mi amada. . .
Abrí los ojos de golpe, y miré mis dedos. Efectivamente, estaban enrojecidos. Rápidamente me senté en el futón, y las sábanas se deslizaron, mostrando mi pecho desnudo.
Junto a mí, había una gran mancha de sangre. El corazón me latió con fuerza, mientras me levantaba apresuradamente. Una pequeña luz se filtraba en la puerta que daba hasta el baño.
─ ¿Cariño? ─ cuestioné, tocando levemente la puerta.
Todo movimiento o ruido, que pude percibir tras la puerta, antes de acercarme, se detuvo de repente.
─ ¿Cariño? ─ volví a preguntar. ─ ¿Estás ahí? ─.
Tras unos interminables segundos, la puerta se abrió levemente y pude ver su cara sonrojada a través del pequeño espacio.
─No deberías estar despierto. . . ─ traté de abrir más la puerta, más ella misma me lo impidió.
─He visto sangre, ¿te lastimaste con algo? ─ intenté ver más allá, aunque fuera casi imposible, dado al poco espacio de la abertura. Sin embargo, pude notar sus pantalones en el suelo.
Un momento, si sus pantalones se encontraban en el piso, eso indicaba que. . .
─No, es solo que. . . Me ha bajado la menstruación. . . ─ los colores subieron a mis mejillas, y un cierto calor se apoderó de mi, en cuanto ella cerró la puerta y la escuché murmurar que la tragara la tierra.
Estaba menstruando. . . Yo no había pensado mucho en eso, ni siquiera con Karin formando parte de mi equipo. Cuando ella se encontraba en esos días del mes, yo sinceramente no me daba cuenta, ya que vivía demasiado metido en mis asuntos.
Sin embargo, sonreí levemente, la pobre no quería hacerme pasar por nada de esto.
Caminé de vuelta a la habitación, y retiré las sábanas del futón. Gracias al cielo, la sangre no había traspasado todavía, la última capa de tela, por lo tanto, no se encontraba manchado.
Salí hasta el cuarto de lavado, y encontré una ponchera vacía. Deposité ahí los trapos sucios, y volví hasta el pasillo, donde manteníamos un armario, en el cual se quedaban guardadas las sábanas limpias.
Cubrí el futón nuevamente, y me encaminé hasta el clóset, donde ella guardaba nuestras ropas. Extraje una nueva pijama, y volví a plantarme frente a la puerta del baño. Justo antes de que se abriera, mostrándome a mi hermosa castaña, envuelta en una toalla, de la cintura para abajo.
─Yo. . . Te he buscado ropa limpia─ sus ojos se iluminaron, y una tierna sonrisa, esa de las que tanto me encantan y me llenan de vida, se dibujó en su precioso rostro.
─No tengo palabras para agradecer tu amabilidad─ murmuró, estrechando las prendas contra su pecho.
─ ¿Necesitas algo más? ─ cuestioné, acariciando levemente su brazo.
─Sí, pero. . . De eso me encargo yo─ asentí, para luego verla desaparecer entre las paredes de la habitación.
Yo. . . no tengo mucha idea de qué hacer en un momento así.
¿Le estará doliendo?.
¿Necesita un abrazo?.
¿Tendrá deseos de comer algo?.
¿Tiene más malestares?.
¿Su sangrado es normal? ¿O está teniendo más de la cuenta?.
Miles de dudas se alojaban en mi cabeza. No tenía a nadie para preguntarle de esas cosas. Mi equipo lo mantengo lo más lejos posible de esta casa, y además, todavía es de madrugada.
___ cruzó rápidamente de vuelta al baño, y tardó al menos 5 minutos en estar lista nuevamente.
─Por suerte me encargué de comprar repuestos─ murmuró, mientras apagaba la luz del baño, y salía. Apretó sus manos alrededor de su vientre bajo, antes de hacer una leve mueca.
─ ¿Te duele? ─ sin poder evitarlo, me acerqué a ella y acaricié su mejilla con cuidado. ─Disculpa yo. . . No tengo mucho conocimiento que digamos, respecto a estas cosas─ admití, verdaderamente avergonzado.
Mi castaña rió.
─Hiciste mucho por mí, tranquilo─ bajó la vista a su vientre, antes de agregar ─si, duele su poco. Pero se me pasará, puedes estar tranquilo. Solo necesito calentar un poco de agua y. . . ─ ni siquiera pudo terminar, cuando ya yo estaba en la cocina encendiendo la estufa.
Pude escuchar sus carcajadas, aún en la lejanía.
─Ya pasará─ murmuré, acariciando su cabello, y depositando un beso en su mejilla.
___ yacía acostada en el futón, gimiendo levemente de dolor. Mi corazón se estrujaba, al verla tan apagada y sin fuerzas.
─No te preocupes, estoy bien─ me repitió, por décima vez en los últimos 10 minutos. Incluso su voz, delataba su bajo estado de ánimo. ─No quiero resultar molesta pero. . . ¿Me das otro beso? ─ cuestionó, al tiempo que se sonrojaba.
Yo simplemente sonreí, antes de besar su frente, su nariz, ambas mejillas y, por último, sus hermosos labios. Mi adicción en todo su esplendor, al igual que toda ella.
─Este y cuantos sean necesarios─ murmuré, antes de abrazarla. ─Si necesitas que cambie el agua, solo debes decírmelo─ ella asintió, entrelazando sus dedos con los míos.
Ante mi vista, se encontraba su cuello desnudo, por el cual deposité pequeños besitos, para ver si le hacían sentir mejor.
─Para ser la primera vez que tratas con una chica que está atravesando su ciclo menstrual, te estás comportando como un experto─ no necesité verle la cara, para saber que sonreía.
─Bueno, eso se debe a que eres tú, mi amor─ la atraje más a mí, antes de murmurar─ ahora descansa un poco, ya más tarde te vuelvo a llenar de besos y mimos.
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