Epílogo.
—Es una niña hermosa, y muy sana— Tsunade terminaba de hacerle los últimos chequeos a Sarada, mientras nosotros la observabamos. —Se parece mucho a tí, Sasuke, aunque si la miras bien, tiene los rasgos femeninos de ___ bien marcados.
Ambos asentímos. Si había algo que conocíamos en menos de una semana, que era lo que llevaba Sarada de nacida, sin duda alguna era su físico.
En cuanto estuvimos claros de que Suigetsu y Karin no habían muerto en la explosión, nos transportamos a una guarida más cercana a Konoha.
La primera noche con Sarada fue... Extraña. Nos levantamos varias veces a suplie sus necesidades, a llenar nuestros brazos con ella.
Lloré en una de esas ocasiones. Karin y Suigetsu dormían lejos de nosotros, para evitar que el llanto de la recién nacida los despertara, por lo cual, me permití derramar lágrimas sin preocupaciones.
—Gracias amor... Gracias...— murmuré, mientras besaba la frente de ___, tras ella retirar las lágrimas de mi rostro.
—Gracias por venir tan rápido, Tsunade— comentó mi castaña esposa, mientras tomaba a Sarada entre sus brazos, y después la apegaba a su pecho.
—Partí desde que leí la nota. Necesitaba conocer a esta pequeña de inmediato— le sonrió un poco a la bebé, antes de fijarse con cierta curiosidad en el cabello de mi esposa. —Llevas tan solon un par de días siendo madre, ¿y ya tienes canas?, y las más raras que he visto, mira que en las puntas... — ___ frunció el ceño, antes de soltar una pequeña risita.
—No son canas, en realidad... — el repentino llanto de Sarada provocó que no pudiera culminar su oración. —Me disculpan un segundo, esta pequeña de seguro tiene hambre— rápidamente acerqué una silla para que ella pudiera darle el seno a nuestra pequeña pelinegra.
—¿Amamantas?, pensé que le darías el biberón al instante— mi alma gemela me pasó por un instante a nuestra hija, mientras ella se palpaba los senos, para ver cuál de ellos tenía más leche para la niña.
—No siempre lo hago, a Sarada no le place mucho que digamos— en cuanto descubrió su pecho, dejé a la bebé en sus manos y me deleité con la escena.
___ acercó su seno a la pequeña boca abierta de Sarada, que buscaba desesperada el líquido para llevárselo a la boca y alimentar su hambriento estómago. Un estómago pequeñito.
—¿Ha sido difícil, Uchiha?— mire de soslayo a la rubia, antes de volver a disfrutar del espectáculo de mi esposa e hija.
—Hmph... No. Lo llevamos mejor de lo que creíamos— y no mentía. Era como si toda nuestra vida estuvieramos esperando ansiosos la llegada de esa luz, como si estuvieramos preparandonos durante 20 años, para ello.
La primera noche sí fue complicada, y la mañana siguiente también. Pero rápidamente nos adaptamos a su ritmo, tampoco es que fuera en demasiado complicado, Sarada era bastabte tranquila, y generalmente se la pasaba atenta a nuestras voces.
—Tengo una pregunta... Y me gustaría hacértela en privado— por su tono de voz, supe que algo andaba mal.
—Hazla aquí— ella dudó unos segundos, y luego suspiró.
—Mira... Sakura está desesperada porque vuelvas a la aldea. Tiene una especie de esperanza enorme en que será tu esposa y madre de tus hijos— fruncí el ceño, y mi esposa solo parpadeó sorprendida. —Es momento de que ella se entere de tu vida, Sasuke.
___ y yo compartimos una mirada cómplice, pero no precisamente de alegría o picardía. Más bien de tristeza, lo siguiente sería el primer paso, para separarnos.
—De hecho, ella sabrá que estoy casado y que me acabo de convertir en padre... Precisamente por ello necesitabamos que la enviaras hasta aquí, para hablar sobre ciertos asuntos— Tsunade parecía contrariada, pero asintió lentamente.
—Tsunade... No podemos criar esta niña juntos... Está en demasiado riesgo a nuestro lado, por lo que hemos pensado que estaría mejor allá con Sakura, en Konoha— la rubia palideció.
—Fingiré ser esposo de Sakura, y le haremos creer a Sarada que ella es su madre— me acerqué hasta la recién nacida, y acaricié un poco su pequeña mata de pelo.
—¿Pero... Por qué?, no logro entenderlo.
—Durante mi embarazo— Sarada repentinamente soltó su seno, y ___ me la pasó para que pudiera sacarle algún gas que tuviera. —Nos enteramos que no soy precisamente del clan _____, tengo al parecee cierta conexión con los Ōtsutsuki, el sello que llevo en mi es parte de ello, y por eso tengo ahora las puntas del pelo blancas. Aquel clan vino dos veces, me secuestraron, y ahora cuando nació Sarada e intentaron asesinarla— ___ decía todo, mientras se acomodaba su blusa, y yo cuidaba de Sarada. — No es que seamos débiles, pero... Sarada lo es todo para nosotros, y es mejor que no corramos ciertos riesgos.
—Entiendo... Vaya, que difícil todo esto— la 5ta se mordió el labio durante unos segundos. —Prometo que allá en Konoha no le faltará nada, me encargaré yo misma de ello.
—Gracias, Tsunade.
—Si, pero... ¿Sarada nunca sabrá de ti, ___?— la nueva señora Uchiha guardó silencio, mientras dirigía sus ojos a Sarada, la tomaba de entre mis brazos y la aferraba a ella.
Mi corazón se hizo trizas.
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—Hola, Sakura— saludé, mientras a mi lado se encontraba ___, con nuestra hija en brazos, ambos tensos, puesto que sabíamos que los próximos minutos, serían demasiado amargos, y nos traerían la separación inminente de nuestra amada familia.
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