Capítulo 35.
Final.
Nuestra llegada tardó más de lo que habíamos planeado, debido a que, el segundo día de viaje, ___ no pudo soportar tanto la velocidad que mantenía Garuda, y se nos hizo cada vez más complicado avanzar. Pero al fin lo habíamos conseguido.
El sol se estaba ocultando, cuando llegamos a la cueva que daba paso a la guarida. Karin y Suigetsu nos esperaban fuera.
-Ya era hora, se estaban tardando mucho- con sumo cuidado, Karin y yo ayudamos a mi esposa para que bajara. -Wooow, ___ estás... Wow- mi castaña sonrió un poco, y se acarició sus brazos.
Comenzaba a refrescar, y ambos estabamos algo agotados por el viaje, aunque no lo aparentabamos.
-Gracias Garuda- me dediqué unos segundos, a ver cómo mi esposa acariciaba el pico de nuestro Halcón, y pegaba su frente contra él.
Inmediatamente Garuda, con la punta de su pico, acarició levemente el vientre de ___, me alarmé un poco.
-Con cuidado- me acerqué y acaricié sus plumas, como muestra de agradecimiento, por transportarnos. -es muy delicado su vientre.
Y después de nuestra despedida, nos adentramos junto a los demás a la cueva.
Marzo 29.
-Buenos días- abrí más los ojos al sentir las caricias en mi pecho, que me proporcionaba mi esposa.
-Buenos días- sonreí un poco, mientras la atraía más a mi, y besaba sus deliciosos y suaves labios.
Era el segundo día que llevabamos en la guarida, y para nuestra suerte, nos habíamos adaptado rápido a nuestra nueva estancia. ___ en estos dos días había estado descansando bastante, conmigo a su lado.
-¿Dormiste bien?- su mano se movilizó hasta mi rostro, acariciando mi mejilla derecha.
-Sí, ¿y tú?- cuestioné, mientras colocaba un mechón de cabello tras su oreja.
-Todo bien, Sarada ha estado calmada la noche entera- me acomodé mejor, para poder apreciar su vientre, bajo aquella camiseta mía que llevaba.
-¿No ha despertado todavía?- la observé negar, antes de acercarme y apoyar mi cabeza sobre su pecho.
Se acostó, y me permití quedarme escuchando los latidos de su corazón, mientras estiraba mi mano para acariciar la piel desnuda de su vientre.
La camiseta no llegaba a cubrirle totalmente, una vez se encontraba acostada.
-Te amo- murmuré. Llevaba tiempo sin decirlo, pero se que ni hacía falta. Las palabras no son necesarias, cuando nuestras acciones lo indican todo.
-Yo también te amo, Sasuke.
-Se lo decía a Sarada- emití, mientras recibía una pequeño tirón de pelo por su parte. Solté una risita juguetona. Esa que solo me permitía para con ella, cuando estabamos en nuestra intimidad y soledad.
-___, Sasuke- Karin hizo su presencia, tras la puerta.
-Estamos despiertos Karin- gruñí, con cierta incomodidad, puesto que ___ y yo siempre corríamos con la grandiosa suerte de que nos interrumpieran en esta clase de momentos.
-Karin vete, estamos teniendo nuestro sexo mañanero- vociferó mi esposa, su voz me pareció cómica, pues sonó extraña, al ella tratar de contener la risa.
-Estás de 8 meses como para andar teniendo sexo salvaje por la mañana, y tú Sasuke eres un abusador, no quiero ni imaginar cómo se debe estar sintiendo la pobre Sarada- mi castaña no aguantó más y me hizo apartarme de ella, tras soltar tremenda carcajada, y causar que yo sonriera en respueta. -El desayuno está listo, tengan pudor y amor por su hija y denle de comer, y no la hagan ver cosas extrañas tan pequeña, por amor a Kaguya- mientras ___ se retorcía de la risa, me levanté para abrir la puerta.
-Menudo "sexo salvaje mañanero" vamos a tener, si no dejas de hacer reír a mi esposa. Mírala parece un pez fuera del agua- me costaba admitirlo, pero aquí, con Sarada a punto de nacer, con el amor de mi vida a mi lado, y mis viejos compañeros del equipo independiente que formé, era feliz.
Verdaderamente feliz.
Me permitía hacer ciertos tipos de comentarios, frente a ellos. Aunque fueran muy escasas las veces.
-¿Le estabas mostrando el chidori?- Suigetsu hizo su aparición por el pasillo. -tienen tremendo griterio, he tenido que venir a ver, porque menudo jaleo se han tirado en plena mañana. ¡Y te hablo a ti embarazada!, ¡¿esas carcajadas son normales?!- para este punto, podía ver las lágrimas saliendo de los hermosos ojos de ___.
-Espera... ¡¿Estás insinuando que mis carcajadas parecen de loca?!- ___ con cierta difícultad se sentó apoyando la mayor parte de su peso en sus manos. -¡Si serás idiota!- su mirada se fijó en mí. -¿Y no le dirás nada?, ¡es de tu esposa que está hablando!- Karin carraspeó, llamando la atención de todos.
-¿Qué va a decir Sasuke?, fue el primero que dijo que parecías un pez fuera del agua.
Todo parecía tan irreal. Tanta paz, alegría, no había experimentado todo esto desde que era un niño, y mis padres aún no habían sido asesinados.
En cuanto ___ tuvo las hormonas calmada y sus ganas de asesinar a Suigetsu disminuyeron momentáneamente, fuimos a desayunar.
El resto del día, lo pasamos fuera de la guarida, caminando un poco, aunque cada 5 pasos mi amada debía detenerse.
-Estoy embarazada de 8 meses, tengan algo de respeto y consideración por mi, porque... ¡Demonios!, caminan demasiado rápido y Sarada no es tan liviana que digamos- no nos quedó de otra más que seguir su paso.
Para cuando la noche nos sorprendió, aún caminabamo de vuelta a donde nos estabamos quedando.
-Ay vamos chica, no seas débil, demuéstrale a Sarada que su madre es bastante fuerte, y una caminata no es nada para ella- ___ estaba roja por el esfuerzo que hacía. Estuve a punto de invocar a Aoda para que la llevara, sin embargo Karin me lo habia prohibido a toda costa, y la misma esposa mía me había pedido que esperara un poco más.
-Creo que puedo... Quiero intentar llegar sin la necesidad de que Aoda me transporte- murmuró, mientras acariciaba su vientre, sentada en una roca, reposando.
-Ya veo por qué Sasuke te eligió como su mujer, si es que eres igual de terca que él- Suigetsu siguió tentando el terreno con la paciencia de la señora Uchiha.
Mi esposa podría ser muy buena gente, comprensiva, amable y amorosa. Pero ahora con sus hormonas de más, resultaba aún más letal que cuando utilizaba el Rinnegan.
-Ya les hare tragar sus palabras- había murmurado, mientras se colocaba de pie, con mi ayuda.
Marzo 30
-No tengo fuerzas- susurró la castaña, mientras yo le acariciaba el cabello, era medio día, y ella había permanecido en cama. -Permíteme descansar un poco más.
La caminata del día anterior le había costado su poco.
-No has comido nada, al menos prueba bocado del desayuno- a regañadientes comió todo lo que había en el plato.
Su rostro se veía verdaderamente cansado, por lo que no permití que la molestaran al resto del día, merecía descansar todo lo que necesitara.
Pues no sabíamos lo que nos deparaba, unas horas más adelante.
Durante la tarde ___ se encontraba sumamente inquieta. Se removía en el futón bastante, y a veces se tenía que sentar y abanicarse, pues alegaba que estaba muerta del calor.
Sin embargo, parecía más nerviosa que otra cosa.
-Tranquilizate y dime qué diablos es lo que sucede- acaricié su mejilla con cuidado.
-No lo sé... Estoy demasiado intranquila y no termino de comprender... Quizá no encuentro la posición correcta para descansar- se quedó analizando su comentario unos segundos, antes de decir- sí, debe ser eso.
Pero la cosa no paró ahí.
Un pequeño gemido me despertó, me dí la vuelta y encontré a mi pareja agarrando con fuerza las sábanas, mientras con su otra mano, acariciaba su vientre bajo.
-Maldición- su voz sonó rota, y salió casi como un sollozo.
Me alarmé, y en cuestión de segundos ya me encontraba frente a ella, tomándo su mano.
-¿Qué sucede?, ¿estás...?- su rostro reflejaba que se encontraba verdaderamente adolorida.
No me habló hasta pasado una muy buena cantidad de tiempo.
-No... Ha sido un dolor fuerte y punzante, pero se ha ido- miró su vientre, como para estar plenamente consciente de lo que decía. -volvámos a dormir.
La acomodé en mi pecho, y le abracé con algo de fuerza por el resto de la noche.
Si iba a empezar su labor de parto, debía de saber que estaba bien apoyada por todos nosotros.
Marzo 31. Nacimiento de Sarada Uchiha.
-Definitivamente debió de ser una contracción- Karin revisaba el vientre de ___. A penas había amanecido y ya nosotros nos encontrábamos junto a Karin, contándole acerca de lo que suedió la noche anterior. -¿Se ha vuelto a repetir?- cuestionó, mirando atentamente a la castaña.
-No, no lo ha hecho- afirmó.
-Hmph, de todas formas voy a contactar a Tsunade, si ya estás teniendo las primeras contracciones, entonces es momento de que venga- Karin me miró con cierto reproche.
-¿Estás diciendo que soy incapaz de atender sola este parto?, ¿quién te crees que soy?- la miré de soslayo, antes de ayudar a ___ para que se sentase.
-Cálmate, Karin.
Mientras ___ descansaba en nuestro cuarto, bajo los cuidado estrictos de Karin, yo terminaba de enviar la nota a Tsunade, indicando la situación y nuestra ubicación.
No pasé mucho tiempo con ___ ese día, ella se la pasó durmiendo y reposando, encerrada en la habitación, mientrad yi despejaba mi mente, fuera de aquellas paredes.
La llegada de Sarada estaba muchísimo más cerca de lo que habíamos calculado, y los nervios se estaban empezando a apoderar de mi.
¿Seré un buen padre para ti?, ¿pequeñina mía?.
-Seguro que lo serás- conocía a la perfección esa dulce voz.
Podía sonar tan angelical, y al mismo tiempo tan sensual y seductora.
-¿Cómo sabes exactamente en lo que estaba pensando?- la invité a sentarse a mi lado, y adorné sus hombros con mi brazo.
-Su nacimiento está cerca... No es raro que estés sentado en medio de la nada, a pleno atardecer pensando que vas a ser padre más pronto de lo que calculamos- acarició su vientre, despacio.
Me arrodillé frente a ella, y acerqué mi rostro a su barriga.
-Sarada... Estamos a poco tiempo de conocernos hija- mi esposa sonrió con ternura, y cerró sus ojos, mientras retomaba las caricias en su estómago.
-Pequeña... Aquí estaremos para ti, siempre- deposité un beso con cuidado.
-Es hora de irnos, debes mantener reposo para el gran día, podría ser mañana o pasado- con una sonrisa asintió, y caminó a mi lado a paso lento.
-¿Habían ido a tomar un paseo?- Karin nos recibió en la entrada de la guarida, junto a Suigetsu. Al parecer se encontraban apreciando el atardecer.
-Hpmh- iba a continuar hablando, cuando cierto gemido me hizo detenerme, y girar de inmediato a ver a ___.
Se arqueó por unos segundos, y su ceño estaba fuertemente fruncido. Sus manos no se apartaban de su vientre.
-¡Argh!- mordió su labio, y agarro mi mano en cuando me posicione junto a ella.
Karin se aproximó hasta ___ por igual, y le pidió que respirara profundo.
La noche se avecinaba, y con ella las horas más difíciles de nuestras vidas, el nacimiento de nuestra hija.
-Son cada 15 minutos, duran alrededor de 45 segundos- dicté a Karin, una vez habíamos movilizado a la castaña a la habitación donde procederíamos con el parto.
-¿Lo está llevando bien?- observé el rostro contraído del amor de mi vida, y sentí mi corazón estrujarse.
-Lo llevo bien, tranquilos los dos- sus manos se dirigieron a mis mejillas y atrajeron mi cara hacia la suya, juntando nuestras frentes. -todo está bien...
-Para mi sorpresa, estás dilatando rápido. Al parecer Sarada estará aquí más pronto de lo que pensamos- mientras tranportabamos a la señora Uchiha hasta esta habitación, ella rompió bolsa. Fue extraño ver como el líquido mojaba sus piernas. -Terminaré de preparar todo.
___ chilló en respuesta, cuando otra contracción la atacó.
-¡Karin no puedo aguantar más!, ¡necesito pujar!- vociferó.
Tenía la estricta orden de no pujar, hasta que ella se encontrara nuevamente entre sus piernas, completamente lista para proceder con el parto.
-Recuerda que no es recomendable que grites- murmuré con cierto nerviosismo y luego me sentí un completo idiota. Estaba pasando por un dolor intenso, y la única forma de expresarlo que tenía era gritando.
Y hasta eso le estabamos impidiendo.
-Lo sé- murmuró, casi en un jadeo. -Pero es que duele... Duele mucho- su mano buscó la mía, y con gustó se la otorgué.
-Estamos juntos en esto, respira- y así lo hizo, hasta que la pelirroja se colocó entre sus piernas abiertas.
-Podemos comenzar, puja y trata de hacerlo durante 10 segundos. Descansarás otros 10, y luego repetimos, ¿preparada?- ___ apretó mi mano, para luego mirar a Karin.
-Más que nunca- anunció.
-Comencemos.
Vale decir que fue una agonía estar ahí. Escuchar los gritos ahogados de dolor de mi esposa, sin poder hacer nada más que limpiar el sudor de su frente, murmurarle palabras de apoyo y mantener mi mano unida a la suya, permitiendo que apretara todo lo que quisiera.
-¿Qué mier-?- Suigetsu se hacía presente con varias de las pertenencias de Sarada. -Su vientre está brillando- alcé la vista al vientre de ___ y efectivamente, se podía alcanzar a ver cierta luz saliendo de éste.
Y luego llegó a mis oídos el grito más desgarrador que pude escuchar salir de sus labios.
Levanté su blusa, y entre Karin, Suigetsu y yo observamos como el sello parecía deformarse.
-Se está rompiendo, el sello parece estar desintegrandose- murmuró. -Dios mío Sasuke, mírala- levanté la mirada al rostro de mi esposa.
Marcas doradas subían por su cuello, y justo en su frente habían otras más. Las puntas de su cabello, a su costado, se estaban tornando blancas.
-¡No se concentren en mí ahora, hagánlo en Sarada!- volvimos a la acción de inmediato. Esto se estaba tornando una película de terror.
Posicioné mi mano y mi prótesis sobre su vientre y permití fluir mi chakra sobre el mismo. El sello se movió de forma extraña, pero retomó su forma original, y las marcas desaparecieron del cuello de mi esposa.
Pero no abandonaron su vientre.
-Falta poco, ahí veo la cabeza- anunció Karin, tras minutos interminables de agonía para ___. -Maldición es pelinegra- soltó una risita- ¡Vamos ___, puja lo más fuerte que puedas ésta vez!. Y tú Sasuke, ven aquí- dejé tres clones en mi lugar, dos mantenían el sello y uno consolaba a ___.
Me preparé para ver lo peor, y en cuanto me encontré con el escenario de su intimidad y sus piernad abiertas, sentí cierta culpa.
Solo hasta que compartí la vista con Karin, y vi una pequeña mata de pelo color negro.
Tragué saliva.
-Ponte esos guantes y colocate aquí. Tú mismo recibirás a esta niña- rápidamente vestí mis manos con los guantes y me coloqué entre las piernas de mi amada.
Un último grito de mi esposa, y mis manos estuvieron llenas.
Los primeros gritos de Sarada inundaron la habitación, me pareció el llanto más hermoso del mundo.
Levanté la vista hacia ___, la cual me miraba con los ojos abiertos, cayendo lágrimas de ellos. Los míos estaban aguados. Admiraba a mi esposa... Verdaramete lo hacía.
-Lo hiciste...- dije, antes de mirar a mi hija y apreciar su belleza.
Karin me la quitó de las manos y se la llevó hacia una esquina, para revisarla y limpiarla.
Rápidamente me acerqué al amor de mi vida, y besé su frente de manera corta.
-Está hecho, somos padres- murmuré en su oído. -Sarada ya está aqui... Nuestra espera por fin ha terminado.
Quería gritar al mundo que la noche del 31 de marzo, mi hija, con la dueña de mi corazón, vino al mundo. Ambas luces de mi vida ya estaban aquí.
-¡NO!- tanto ___ como yo miramos a Suigetsu, el cual junto a Karin caía al suelo.
El alma se me fue del cuerpo, al ver ese distinguido cabello blanco. Pero me aterré aún más al ver que llevaba a Sarada en sua brazos.
-Maldición- susurró ___.
-Les dijimos que estaban en todas partes- colocó su mano, sobre la cabeza de mi bebé, la cual lloraba a lágrima viva.
-¡SASUKE!- el grito alarmado de mi esposa, fue mi motor de arranque.
Aquel hombre soltó una carcajada, mientras lanzaba a Sarada al aire y extendía la mano, preparándose para matarla.
-¡SARADA!.
La explosión se hizo inminente y rodé sobre mi mismo, tratando de proteger a mi pequeña hija, en mis brazos.
-Tranquila Sarada, papá está aquí- la aferré a mi pecho, y vi el desastre que habíamos causado. Tardaría meses en poder ser reparado.
Aquel peliblanco se encontraba cerca de mí, observándo el bulto que se removía entre mis brazos.
Activé mi Sharingan.
-No permitiré que le hagas daño a mi hija- el frío viento de la noche movió mi cabello, dejando a plena vista mi Rinnegan, causando cierta sorpresa en el rostro del contrario.
Sin embargo este simplemente sonrió, cual loco.
La luna brilló por un instante, y ambos miramos hacia los escombros.
-No permitiré que le hagas daño a mi hija- la figura de mi esposa salió a relucir. Las marcas doradas subían a su cuello, y el sello se encontraba a plena vista en su vientre.
Solté un suspiro de admiración. Se veía majestuosa, y eso, que estaba acabada de dar a luz.
-Vaya, pues veremos quien llega a la niña primero- active el Susanoo sin pensarlo dos veces.
Pero aquel hombre nunca llegó.
El sonido sordo de su quijada rompiéndose me maravilló los oídos, y ver quien le había golpeado causó un gran orgullo en mí.
Mi esposa se alzaba victoriosa, mientras aquel hombre caía. No estaba muerto. No todavía.
-Sarada...- susurró, mientras se acercaba a mi, y observaba a la pequeña en mis brazos. -Mi niña...
Deposité con cuidado a nuestra hija en sus brazos, y disfrute cada maldito segundo al ver a ambas mujeres de mi vida, una junto a la otra.
___ se veía hermosa con su sonrisa maternal, y Sarada adornando sus brazos.
Y luegó mire a aquel hombre tratar de levantarse, y ahí permití toda mi furia salir de mí.
Nunca estuve completamente satisfecho con la muerte tan rápida que le causamos a los otros dos, y con este definitivamente me tomaría mi tiempo.
Deshice el Susanoo y corrí hasta él.
Y mientras ___ protegía a Sarada, asesiné de forma brutal a ese Ōtsutsuki, descargando en él toda la ira que sentía mi ser, desde que capturaron a mi esposa embarazada, tiempo atrás.
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Observé a la castaña colocar su mano sobre el pequeño vientre de Sarada, y permitir fluir parte de las marcas que en su cuerpo habían, al de nuestra hija.
-¿Qué haces?- cuestioné intrigado.
-Protejo a Sarada, pasándole parte de este sello que en mí habíta.
Aquella bebé permanecía tranquila en mis brazos, depués de terminar de asesinar a aquel hombre, y tomarnos un tiempo como familia.
Deseaba, anhelaba disfrutar de los futuros momentos así juntos... Pero la oscura expresión en el rostro de ___, me había obligado a destruir todos esos sueños. Aquella opción la valoramos una noche, tras su rescate.
Llevarme a Sarada de su lado.
Pero quería creer que no tenía que ser así... Meses de espera para destrozar nuestra familia...
Observé con detenimiento a mi esposa, y sopesé con el alma lo que nos venía a continución. Rogaba a todo lo que respiraba en este mundo, que no fuera algo tan malo... O al menos no para ella.
Hace tres años que la conocía... Tres años en los que ella se convirtió en mi pilar, mi esposa, la madre de mi hija, el amor de mi vida, y por sobre todas las cosas...
___ de Uchiha se había convertido en Mi hogar.
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