Quiero asesinar a todo el mundo.

Quiero no, NECESITO asesinar a todo el mundo.

Secuestraron la única luz que existía en mi extensa oscuridad. Lo único que me mantiene cuerdo, y todo aquello que resulta una atadura para mi lado salvaje.

Ya no estaba. No la encontrarían a mi lado.

Casi rompí el anillo en cuanto lo tomé del suelo, para aferrarlo contra mi pecho. Habían sido lo suficientemente cobardes para llevarse a mi esposa.

Y no solo a ella, a Sarada.

Solté una risa grave, mientras giraba el brillante y delicado anillo entre mis dedos. Lenta, mortal.

Sí bien ellos podían ser seres con grandes capacidades y, al parecer, chakra infinito, yo era un marido y futuro padre enfurecido.

La tierra tembló a mis pies. No le dí importancia. Podía abrirse allí mismo si lo deseaba.

Podía oler el aroma a sangre fresca, la misma que les haría derramar en grandes e interminables litros, bajo mis pies, una vez que mi katana se adentrara en sus musculos y organos, desgarrando, cortando, y destruyendo todo a su paso.

Les haría desear una muerte rápida, de tanta tortura y agonía que les provocaría. Día tras día, noche tras noche. Lo prolongaría tanto como quisiera, o simplemente, hasta que me cansara y tomara la desición de que sus insignificantes cuerpos, ya habían tenido suficiente. Y les arrancaría la vida de una vez por todas.

Cuando volví a la guarida, ninguno de nuestros acompañantes habían despertado. Caminé hasta la habitación y me vestí y tomé mi katana.

Esos infelices verdaderamente sentirían el poder de mi ira.

Estaba enfurecido, y eso me hacía el arma más letal que tuviera yo mismo.

Soy Sasuke Uchiha, y el que se atreve a meterse conmigo, mi esposa o mi pequeña bebé, no se va sin pagar las malditas consecuencias.