Capítulo 22.
La pelea fue dura, bastante dura. Hacía tiempo que no me enfrentaba a un enemigo tan fuerte y poderoso. No desde que luché con Kaguya, hace ya algún tiempo atrás.
Y ni siquiera lo hice solo, me acompañaba Naruto.
Me recosté contra un árbol, todo herido y malogrado. Me dolía hasta respirar.
Frente a mí, se mantenía impecable aquel hombre que buscaba a mi bebé y mi esposa. Podía matarme en aquel instante, pero jamás permitiría que le ponga un dedo a ninguno de los dos.
No mientras yo aún le robara oxígeno a este mundo.
Con difícultad me coloqué de pie, apoyadome de mi Katana.
—Eres una completa decepción. Pensé que me ibas a dar mucha más batalla— tragué duro, antes de escupir sangre a mi costado.
—Hmph... ¿Crees que he terminado?— mi voz sonó firme, a pesar de que mi cabeza daba vueltas, y temblaba un poco.
—Sólo debes mirar tu estado... Así no matas ni a una mosca— su risa resonó por todo el lugar, antes de volver a su rostro serio e inquebrantable. —Lo peor que pudiste haber hecho en tu vida, fue meterte con esa mujer— sus pasos eran lentos, firmes.
—No es una mujer cualquiera... Es mí mujer— rugí, con mi orgullo notorio.
—En eso tienes razón... No es una mujer cualquiera, solo que ella aún no lo sabe— me mantuve sereno, no iba a demostrarle ni la más mínima sorpresa, aunque su último comentario lo provocó. —En su cuerpo, junto a su carne, músculo y esqueleto, por sus venas, recorre sangre Ōtsutsuki— casi me ahogo con mi propia saliva.
¿Mi esposa... Una Ōtsutsuki?.
—Y ese bebé, la heredará. Ha sido muy difícil encontrar a esa chica, casi imposible si no hubiera sido por ti. Es una suerte encontrarla, y una sorpresa saber que está embarazada... ¿Sabes lo que eso significa?— soltó una risa con voz grave, mientras negaba con la cabeza. —Que sabrás tu de ello... El sello que la protegia de nosotros está debilitándose. Ya no protege a ___, sino al bebé. Está indefensa, vulnerable, perfecta para atacar— me encontré temblando de rabia.
—Escucha lo que te voy a decir con atención— bramé, mientras el chidori recorría cada centímeto de mi cuerpo. —Nadie, JAMÁS le hará daño a MÍ mujer— arremetí contra él sin pensarlo. Tal parece que le tomé desprevenido, porque el golpe fue certero, y lo mandó varios kilometros lejos de mí.
Caí de rodillas, jadeando.
Se elevó en el cielo, aproximándose a gran velocidad hasta mi. Su cara estaba ensangrentada, al igual que sus ropas.
No cabía duda de que el golpe debió de dolerle.
Me preparé para sentir el golpe final, ese que acabaría con mi vida, cuando unos brazos me rodearon y desaparecimos casi al instante.
El lugar estaba a oscuras, pero alcancé a distinguir varias siluetas. Karin, Suigetsu y...
Mi amada ___.
Ella jadeaba y temblaba. Como si acabara de hacer algo que le tomó demasiado esfuerzo, emitió una arcada, sin embargo nada salió.
Yo estaba demasiado débil, pero aún así, de alguna forma logré sentarme y arrastrarme a ella.
—Mi amor, mírame— mi mano acaricio su brazo.
Solo me bastó un reflejo de su rostro para verlo.
Gemí por la sorpresa, y sonreí por el orgullo.
Esos ojos morados los conocía bien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top