Capítulo 19
—¿Estás lista?— cuestioné, en cuando abrí la puerta de nuestra habitación, y la vi acomodarse un poco su cabello.
—Lo estoy— su mirada pasó del espejo hasta mi. —Podemos irnos.
El plan era visitar a Karin. Me había puesto en contacto con ella, avisándole de que necesitaba su ayuda, sin especifícar el por qué. Concordamos en que iríamos ambos a la guarida más cercana, de acuerdo a las necesidades que tenía actualmente mi pareja.
Iba a ser un viaje un poco largo, por lo que nos habíamos encargado de empacar ligero, pero con todo lo que necesitaramos.
En cuanto ___ salió de la habitación, me encargué de cerrar todas las ventanas y puertas, además de apagar las luces.
—Sigo insistiendo, deberíamos viajar con Garuda... Y si no, pues con Aoda, es más seguro ___— ella soltó una risita, mientras se colocaba su capa.
—Caminar es muy bueno durante un embarazo. Y adivina que Sasuke, es lo que tengo. No estoy enferma, mucho menos herida, y soy perfectamente capaz de utilizar mis dos piernas para caminar. Además, le estare dando un buen paseo a este bebé— muy en contra de mi voluntad, tenía razón.
Busque información en varios libros acerca de llevar un embarazo sano y saludable. Y mencionaba que era bueno caminar.
Y descansar, porque pronto se le dificultarán muchas cosas.
—En cuanto te sientas cansada, por favor dímelo, amor— concluí mi trabajo de cerrar ventanas, puertas y apagar luces, y terminamos partiendo a nuestro destino.
Le dí una última mirada a la casa, que desaparecía entre los frondosos árboles del bosque.
El sonido de nuestras pisadas, bajo hojas secas era el melodioso acompañante. Ambos permanecíamos en silencio absoluto.
Me mantenía alerta, ante cada mínima cosa.
—Estás tenso, relájate— su mano acarició mi espalda baja, para luego depositar leves pero firmes palmadas en mi nagla derecha.
—___ eres una pícara— sonrió.
—Lo dices como si tu no hicieras tal cosa.
Tenía razón. Me gustaba agarrar sus nalgas de vez en cuando. Uno de mis tantos gustos culposos para con ella.
—Está bien, tu ganas con toda la razón— acerqué mi mano a su nalga izquierda y apreté con fuerza, causando que soltará un pequeño gemido, y luego una carcajada. —Me gusta tocarte.
—Es algo que he notado, querido.
El resto del viaje fue tranquilo, al caer la noche, aún estábamos lejos del pueblo más cercano, por lo que decidimos parar a descansar un poco, en medio de un claro.
En medio de todo el alboroto que conformaban nuestras capas, nos besábamos con cierto cariño.
—Debímos salir más temprano, para encontrar una posada y que durmieras cómoda— una vez sus labios abandonaron los míos, la obligué a recostarse casi al completo sobre mi cuerpo.
Si alguien debia dormir incómodo, definitivamente no sería ella. Ni ella ni mi bebé.
—Eres un dramático— susurró, mientras acariciaba mi cuello.
—Calla y duerme— insistí.
A nuestro alrededor se escuchaba tranquilo, sin embargo yo no confiaba mucho en ello, por lo que le pedí a Aoda que vigilara absolutamente todo nuestro entorno.
Levanté la vista al cielo, y los ojos de Garuda fijos en nosotros me reafirmaron que podría dormir tranquilo, y no pasaría nada.
Pero yo no estaba conforme.
___ ya dormía, con una mano colocada en su vientre. Su instinto de madre proctectora salía a flote.
Itachi, papá, mamá. Cuíden de nosotros mientras dormimos, se lo ruego.
Y al final entre los rezos a mi padres, la mirada intensa de Garuda y el siseo de Aoda arrastrándose a nuestro alrededor, me quedé dormido.
—Ah... Oh— abrí los ojos al escuchar ese pequeño gemido.
—¿Cariño?— rápidamente me levanté, al encontrarla sentada junto a mí. —¿Están bien?— llevé mi mano a su vientre, y me recibió una pequeña patada.
—Se está moviendo mucho y me ha despertado— acaricie toda su piel con la palma abierta de mi mano.
—¿Te está haciendo daño?— negó. —Eh, ahí dentro, deja a tu madre dormir un poco— ella sonrió.
—No le digas eso, me encanta sentir sus patadas y movimientos. No vaya a ser cosa que ahora, se moleste por lo que acabas de decir— colocó su mano sobre la mía.
Inmediatamente otra patada se hizo presente.
—¿Ves?, le has cabreado, quítate y deja que lo calme— solté una risita.
—Vale, vale.
Era de madrugada, y yo no podía dejar de mirar a nuestros alrededores. Me sentía inquieto, observado.
Quizás ese bebé se sentía igual, y por eso estaba en constante movimiento.
Miré al árbol donde se supone que se encontraba Garuda, con cierta preocupación.
No estaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top