Capítulo 17.


Terminamos concordando en volver a la casa del bosque. No queríamos continuar el viaje, no cuando ella se encontraba embarazada, y los primeros meses podrían ser peligrosos.

La vida que llevaba dentro era aun muy frágil, y estaba comenzando a formarse. Era nuestro deber como sus padres protegerle desde ese momento.

Durante el regreso a casa, nos topamos con una tienda que proporcionaba ropa para bebés. Me causó una tremenda alegría saber que pronto tendríamos que recurrir mucho a esas tiendas.

Me fijé sin disimulo en la ropa de niña, y recordé claramente las palabras de una embarazada ___ en mi sueño.

"Es una niña...".

Quizá este bebé era una niña.

No tenía problema con que lo fuera. Sería la niña de mis ojos, tras su madre ser la mujer de mi vida.

—Ugh.— me levanté alarmado al escuchar las sonoras arcadas que tenía ___, mientras permanecía pegada a la taza del inodoro.

—Querida...— me aproximé a ella, y la envolví con mi brazo.

Con la mano acaricie la ligera corvatura hacia el frente, que comenzaba a sobresalir de su vientre.

—Estoy bien...— Murmuró entre dientes. —Solo son... Naúseas matutinas— deposité con cuidado un beso en su nuca. —Nada importante, vuelve al futón y descansa un poco más— escondí mi cabeza en su cuello y negué.

—También fui parte escencial en el proceso de la creación de nuestra criatura, ¿sabes?. No puedes llevarte tu sola la peor parte— me aparté un poco de ella, para mojar levemente mi mano, y pasarla por su cuello y rostro.

Suspiró, y no necesité que dijera palabra alguna, para entender lo agradecida que estaba por mi gesto.

Recostó su cabeza en mi hombro, y yo la atraje más a mí. Estos primeros meses estaban siendo un martirio para ella.

Estabamos a una semana de que cumpliera los 4 meses de embarazo, y yo prácticamente me había acostumbrado a sus síntomas, los cuales poco a poco iban desapareciendo, para gracia de ambos.

Detestaba verla mal y no poder hacer nada, solo me consolaba pensando que sus malestares eran por la vida en su interior. Una porción tan pequeña de ambos, que venía en camino a bendecir este mundo podrido.

En cuanto ___ mejoró, caminamos hasta el comedor. Deslicé las puertas corredizas y nos sentamos con los pies al patio.

No había confesado a nadie el hecho de que iba a ser padre, y no pensaba hacerlo por el momento. No quería tener gente indeseable cerca de la casa, estresando a mi prometida, cuando es lo que menos deben hacer, estando ella tan delicada.

Yo que de por sí no permito que la molesten mucho.

—No pensé que se fuera a notar tan rápido, pareciera que estoy engordando— susurró.

—Te ves igual de hermosa que siempre— deposité un pequeño beso en su mejilla, y me mantuve a su lado.

—Tengo miedo de que me salgan estrías— ladeó su cabeza y se mordió el labio ligeramente.

—Escúchame lo que te diré, ___ Uchiha— sus ojos se abrieron, al escuchar como le llamé con mi apellido. Yo me deleité pronunciando aquella combinación. —No te acomplejes, para mi serás la mujer más hermosa que he visto, y con la que tengo el privilegio de pasar el resto de mis días.

—Sasuke tengo hormonas de más, me vas a hacer llorar.

Sonreí.

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