Capítulo 10.


Me aferré a su cuerpo lo más que pude. Solté un gemido al sentir su calor contra el mío.

Por fin... Después de tanto tiempo podía volver a sus brazos, a su ser... A ella. Sus manos subieron de mi espalda a mi cuello, nuestras narices se acariciaban y mi corazón rebosaba de alegría.

—Al fin puedo verte— murmuró con suavidad sobre mis labios, una vez nuestras frentes se mantenían juntas, y mi mano reposaba en su nuca.

Respondí de manera primitiva al momento en que la ví salir de la casa. Corrí hasta su encuentro y la besé con toda la necesidad que llevaba en mi interior.

La fiereza de su respuesta me dejó anonadado, sus labios de inmediato se movieron con los míos y el beso se intensificó.

—¿Cómo has estado?— bajé mi mano hasta sus caderas, ligeramente más anchas que la última vez que la vi. —¿Aoda ha cuidado bien de ti?— mi castaña sonrió y asintió.

—Hemos estado bien Sasuke— su mano pasó de mi hombro hasta el pedazo de brazo que me quedaba. Miré el mismo con cierto remordimiento —No hagas eso... Ya no está, pero al menos estás vivo, ¡estás aquí!— sus ojos se llenaron de lágrimas y sonreí.—Pensé que no ibas a llegar completo... Ya me esperaba la noticia de tu muerte...— cerró los ojos y sollozó.

—Que poca fé me tienes— acaricié su mejilla— no estoy completo... No sin ti, ___— acaricié sus labios con los míos, antes de fundirnos nuevamente en un beso apasionado.

Iría a los confines de la tierra, perdería nuevamente el brazo, hasta el otro si era necesario, lucharía una y otra vez con Kaguya, simplemente para volverla a ver, si lograran algún día apartarla de mí.

Si lo lograban... Eso jamás.

—Pensé que no te iba a gustar el estar a mi lado... Digo, ahora solo tengo un único brazo para protegerte...— soltó una suave risa, antes de empujarme contra la puerta de la casa y acercarse a mis labios.

—¿Y hablabas de que yo te tenía poca fé?— sonreí, antes de acercar mi rostro al suyo y depositar en su mejilla un gran y sonoro beso. —Tu físico no me importa en lo más mínimo. No niego que eres muy apuesto, pero no hay algo en ti que ame más, que tu personalidad cubo de hielo. Tu perseverancia y tu sed de autosuperación— lentamente se deshizo de mi capucha.

Yo me mantenía atento a cada movimiento.

—Me encantas... Y no es por tu físico— su mano se estiró hasta la puerta de la casa y se separo de mi al abrirla.

La seguí hasta la habitación, estaba tal cual la había dejado tiempo atrás.

—El viaje ha sido largo, y ya que estaba por tomar un baño... ¿Por qué no vienes tu también?— asentí sin dudarlo, y me despojé de mis ropajes.

Caminé con lentitud a la tina y me adentré en el agua caliente.

Cada uno de mis músculos respondió de forma placentera, necesitaba un baño caliente.

—Que gustico, ¿no?— su cuerpo se colocó sobre el mío y sonreí.

—Lo es ahora que estás aquí— besé nuevamente su mejilla y recorrí su cuerpo con mi mirada. Las caderas no era lo único que le habían cambiado.

—No me mires así... Pareces un animal a punto de devorar su presa— murmuró contra mi cuello.

Sonreí de lado, y encaminé mi unico brazo hasta uno de sus glúteos, y lo acaricié con delicadeza, mi sonrisa agrandó en cuantro ella dejó escapar un suspiro por la sorpresa.

—Soy un animal... Y tú eres mi presa.

Basta con decir que conocí cada centímetro de su cuerpo, y me enamoré una vez más de ella. Si es que eso era posible.

Jamás me había sentido tan en paz, tan pleno... Y al mismo tiempo, tan ansiosp y excitado.

Todo fue lento, suave, calmado. Me tomé mi tiempo ésta primera vez, y por cuestiones de espacio, terminamos empapando el futón, puesto que al salir del baño, ni siquiera nos molestamos en secarnos.

Era bien entrada la noche, cuando por última vez tocamos el paraíso únidos en un solo ser. Quedé exhausto y permití que mi peso la aplastara.

Su corazón iba a mil por hora, al igual que el mío. Pero era lo mejor que podía haber ocurrido ese día, tras nuestro encuentro.

Sus manos temblorosas tomaron la manta a nuestro costado y nos arropó con ella.

—Ya mismo me levanto, espera— musité en cuanto noté que ella queria moverse.

—Ni se te ocurra, quedate ahí mismo— su voz sonaba cansada, al igual que la mía.

Dormí de maravilla esa noche, y no desperté hasta el medio día, casí dando la tarde.

Ella permanecía bajo mío acariciando mi cabello y dandome mimos. De vez en cuando, mis labios se encontraban con los de ella en un suave beso.

—¿Has considerado la idea de salir juntos a conocer el mundo?— la miré con curiosidad.

—¿Quieres que salgamos juntos de viaje?— cuestioné.

Asintió sin mencionar palabra, y yo cerré los ojos en su pecho, considerando seriamente la idea de emprender un viaje de redención a su lado.

Sonreí, mientras escuchaba los latido de su corazón.

Definitivamente, si era con mi amada ___, iría a cualquier lugar. Deseaba llevarla a conocer el mundo, si ese era su anhelo junto a mi. Y quien sabe...

Quizá en una de esas aventuras me arme de valor y le proponga la idea que anda rondando por mi cabeza desde hacía bastante tiempo.

Casarnos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top