Capítulo 2: | -Culpable- |

Sherlock, John y Cora se encontraban en un taxi, el cual, los llevaría a la escena del crimen de su próximo caso: Una mujer había sido hallada muerta en un piso; No parecía que hubiera sido un asesinato, ya que el cuerpo, no presentaba ninguna magulladura o contusión pos-morten.

Los tres llegaron a la escena del crimen y un hombre, fue a recibirlos con gesto de desagrado, en la puerta de la vivienda.

-Sherlock Holmes... ¿por qué será que siempre te envían a ti?

-Anderson, yo también me alegro de verte; Si nos disculpas...-dijo Sherlock, pasando olímpicamente de él y avanzando hacia la vivienda junto a John.

-Oye, espera un momento, ¿quien es ésta delicada florecíta?-dijo Anderson deteniéndo, y agarrando a Cora por el brazo.

-(¿Delicada florecíta? ¡¿Pero quien se cree que es?! ¡Menudo "monseñor delirios de grandeza"!)-pensó Cora mientras ponía cara de desagrado y trataba de contenerse para no soltarle una fresca.

Sherlock, al notar que la situación tiene un cariz muy desagradable, decide intervenir.

-Anderson, ella viene conmigo; Oh, y por favor, no la toques: No quiero que le pases tu estupidez...-dijo Sherlock mientras salvaba a Cora de las garras de Anderson y la conducía dentro del edificio del crimen.

Cuando los tres llegaron a la escena del crimen, pudieron ver a una mujer:

El cadaver vestía enteramente de rosa, las uñas estaban esmaltadas de rosa y era una mujer joven. Todas sus joyas estaban rigurosamente limpias, salvo su anillo de compromiso, el cual estaba muy sucio. Lo cual llevaba a pensar que tenía más de un amante.

Sherlock se acercó al cadaver y empezó a deducir, la cual, era su especialidad.

-(Ésta mujer estaba casada, pero por lo brillante que está el anillo por la parte interior, deduzco que se lo quitaba a menudo. Tenía varios amantes, y se iba de viaje a menudo. Ha escrito la palabra RACHE, la cual significa VENGANZA en Alemán... Pero lo descarto, ya que la palabra correcta es RACHEL. Debo averiguar quien es... La víctima también llevaba una maleta por las marchitas de su pierna izquierda... Pero, ¿dónde está?)-pensó Sherlock mientras deducía.

Al cabo de un rato, (después de que John dijera que la victima había ingerido algún tipo de veneno) Sherlock, le hizo una señal a Cora, indicándole que se acercara al cadáver.

-Bien Cora, te toca; Demuéstranos lo que sabes...-dijo Sherlock, mientras se apartaba del cadáver para dejarle espacio.

-(La víctima no ha venido aquí por propia voluntad... Sus tobillos tienen los tendones ligeramente cortados por debajo de la piel, lo que quiere decir que el asesino la trajo hasta aquí; Según John, la víctima ha debido de ingerir algún veneno, lo cual, explicaría que estuviera agarrándose el cuello... El veneno podría ser una mezcla de arsénico, nitroglicerina, éxtasis y por último, morfina; Ésto, ha provocado que la víctima se ahogara con su propio vomito, para después sufrir una parada cardíaca. La han obligado a tomarse el veneno, ya que su boca tiene lesiones en las comisuras, probablemente, porque el asesino se las abrió a la fuerza. La chica ha sido la cuarta asesinada en esta semana... Pero ésta vez, han dejado una nota; El asesino no debe de estar muy tranquilo... Quizás busca algo, ¿pero qué?)-pensó Cora mientras analizaba minuciosamente el cadáver.

-¿Y bien? ¿Qué opinas?-le preguntó Sherlock con una media sonrisa, ya que, mientras Cora analizaba a la victima, el, la había analizado a ella, y sabía todo lo que ella iba a decirle.

-Pues, la victima fue asesinada por un hombre con considerable fuerza física; El asesino creó, mas bien sintetizó, un veneno, el cual hizo tragar a la victima. Después de envenenarla, la trajo hasta aquí, quizás estando ella aún con vida; Lo cual, permitió a la mujer escribir con su último aliento, la palabra: RACHEL... En cuanto a la nota que ha dejado el asesino, creo que busca algo pero,... eso te lo dejo a ti, Sherlock-respondió Cora dando a conocer su análisis.

Sherlock asintió y dejó que su nueva ayudante recuperara el aliento: Era una excelente detective y seguro que su ayuda sería muy indispensable.

-Cierto Cora, muy bien deducido...-dijo Sherlock mientras se giraba para mirar a Anderson, el cual, acababa de irrumpir en la habitación.

-Bueno, la palabra RACHE significa VENGANZA en Alemán y seguro que la victima desea ser vengada y...-dijo Anderson, para después ser interrumpido por Sherlock.

-Cállate Anderson, cuando hablas reduces el cociente intelectual de toda la calle...-le dijo Sherlock de forma sarcástica.

-Sherlock, ¿qué puedes decirme sobre la víctima?-preguntó Lestrade.

-Jennifer Wilson trabajaba en medios de comunicación o algo parecido, por el empacho de rosa. Viajó hasta aquí desde Cardiff, con la intención de pasar una noche en Londres antes de regresar a su casa; Salta a la vista por el tamaño de su maleta...-dijo Sherlock rápidamente.

-¿Maleta?... Aquí no había ninguna maleta-dijo Lestrade interrumpiendo al sociópata.

-¡Maldita sea! ¡Tiene que haber una maleta!-dijo Sherlock saliendo atropelladamente del piso y cogiendo un taxi.

Al cabo de un rato, Cora y John llegaron a casa y encontraron a Sherlock,... con una maleta rosa.

-¡Increíble Sherlock! ¡Has encontrado la maleta!-dijo Cora muy feliz, haciendo que el aludido, sonría un poco por la alabanza que acababa de recibir.

-Ha sido muy fácil... Solo he tenido que buscar un lugar en el que cupiera un coche a unas cuantas manzanas y donde se pudiera tirar un objeto voluminoso sin ser visto; Además, esta maleta puede ayudarme a descubrir quien es el asesino-dijo Sherlock con su "ego" muy alto.

-Ya veo... espero que podamos encontrarlo...-dijo Cora de manera alicaída.

Sherlock, les dijo que debían ir a atrapar al asesino, ya que no debían permitir ninguna muerte innecesaria. Cora decidió que debían usar el número del móvil de la última victima (el cual, habían encontrado en la maleta) para que el asesino mordiera el anzuelo y se descubriera él mismo.

-John, envía éste mensaje al numero que hay en la mesilla:

"¿Que pasó en Loriston Gardens? Debí desmayarme... Calle Northumberland 21. Ven por favor"-dijo Sherlock para después ponerse la gabardina.

Después de que John mandara el mensaje, los tres salieron a la calle.

-Piensa Cora: ¿de quién nos fiamos aún sin conocerlo, quien pasa inadvertido allá donde va, quien caza en plena multitud?

-No lo sé... ¿quien?-preguntó la pelirroja mirando al detective.

Sherlock se quedó callado por unos instantes con las manos juntas, en posición de rezo, con la cual siempre ocultaba sus labios.

-No tengo ni la más remota idea...-dijo el detective al final, sin darle demasiada importancia-¿Tienes hambre?-le preguntó a la pelirroja mientras la miraba a los ojos.

-Si... Un poco-admitió la pelirroja mientras asentía.

-Eso... pasad de mi-dijo John mientras seguía a Sherlock y a su nueva compañera de piso.

Al cabo de unos minutos, los tres compañeros ya habían llegado a un bar, y el camarero procedió a tomar su pedido:

-Vaya, hola Sherlock, todo lo de la carta, lo que quieras, es gratis, para tu amigo,... y para tu novia, muy guapa por cierto-dijo el camarero mientras les daba la carta.

-Oh no, el y yo no somos...-dijo Cora apresuradamente, mientras sus mejillas se ponían más rojas que su pelo.

Al cabo de un rato, (después de que el camarero les sirviera los entrantes) Sherlock notó que fuera del bar había un taxi estacionado en la otra acera; En la Calle Northumberland... Sherlock salió a escape del restaurante seguido de cerca por Cora y John; Lamentablemente, el ocupante del vehículo, no era el asesino, así que, los tres volvieron a casa algo decepcionados. Al llegar a la vivienda, la señora Hudson fue a recibirlos algo preocupada:

-Sherlock, ¿pero qué has hecho?

-¿Señora Hudson?-preguntó Sherlock algo desconcertado.

-En el piso de arriba...-dijo la señora Hudson, no dando mas explicaciones.
Sherlock, junto a John y la pelirroja, subió las escaleras rápidamente para encontrar, en la sala de estar a Lestrade (su superior) y su equipo, haciendo una "búsqueda" por su piso.

-Lestrade, ¿qué significa esto?-preguntó Sherlock.

-Una redada anti-droga... Sabía que tratarías de encontrar la maleta Sherlock, no soy estúpido; Además, esa joven, debe permanecer bajo la custodia de la policía...-dijo Lestrade, para después hacer que uno de sus hombre coja a Cora por los hombros.

-¡Hey! ¡Suéltame!-gritó Cora mientras se revolvía, para tratar de zafarse de su agarre.

-Suéltala Lestrade, ¡ella es mi nueva ayudante!-gritó Sherlock, ayudándola a deshacerse del guardia que la sujetaba.

-Sherlock, me temo que debido a los últimos acontecimientos, ella debe permanecer oculta...-dijo Lestrade seriamente.

-¿Permanecer... oculta?-preguntó John, pues era una medida muy extraña de protección.

-Así es John, no queremos que ninguna otra joven resulte asesinada, y eso también la incluye a ella...-le respondió Lestrade.

-Lestrade, no será necesaria esa medida de protección... Cora, es perfectamente capaz de defenderse sola-dijo Sherlock esbozando una leve sonrisa.

-Por cierto, hemos encontrado a Rachel, ella era la única hija de Jennifer Wilkes... Pero nació muerta...-dijo Lestrade seriamente.

-Esto no tiene ningún sentido... ¿por qué RACHEL...?-dijo Sherlock mientras paseaba de un lado a otro, mientras su rostro mostraba un claro gesto de frustración.

-¿Por qué pensaría en su hija en sus últimos momentos de vida? Sí sociópata, ahora lo veo...-dijo Anderson (quien se había ofrecido voluntario) con una ironía cargada de odio.

-¡No pensaba en su hija! ¡Arañó su nombre en el suelo, con las uñas! Se estaba muriendo, se esforzó, tuvo que dolerle-respondió Sherlock mientras la rabia lo consumía poco a poco.

En ese momento, la señora Hudson entró en la habitación.

-Sherlock, tienes un taxi esperando...-dijo la señora Hudson por enésima vez.

-No he pedido un taxi, ¡váyase!-dijo Sherlock mientras empezaba a caminar de un lugar a otro.

-Madre mía, la que han armado... ¿qué buscan?-preguntó la señora Hudson mientras miraba a John algo preocupada.

-Es una redada anti-droga...

-Pero son para mi cadera, son calmantes herbales...-respondió la señora Hudson en voz baja.

-¡Callaros por favor, no habléis no respiréis, intento pensar! ¡Anderson mira hacia otro lado, me distraes!-gritó Sherlock no aguantando más el estrés que lo iba consumiendo a cada segundo.

-¡Todos en silencio! ¡Anderson, de espaldas!-gritó Lestrade.

Todos hicieron lo que les habían pedido, sin embargo, la señora Hudson volvió a hablar.

-Sherlock, el taxista...

-¡Señora Hudson!

Al cabo de unos segundos, a Cora se le ocurrió una idea:

-(Un momento,... ¿y si RACHEL fuera una contraseña? En la maleta hay una dirección de e-mail, así que el móvil de la victima es un iPhone. Podemos localizarlo por el rastreador del ordenador... Solo tenemos que introducir el número y la contraseña... Muy lista, usó el nombre de su hija fallecida como contraseña...)-pensó Cora mientras usaba el ordenador con un gesto decidido.

Sherlock también debía de haberlo deducido, ya que se acercó a ella rápidamente.

-Sherlock...-dijo Cora casi sin voz-El móvil de la víctima está aquí... Está en el 221-B de la Calle Baker-añadió mirando al detective asesor, mientras sus ojos de color rubí se posaban en los verdes azulados de él.

-¿Cómo puede estar aquí?-preguntó (más bien, se preguntó a sí mismo en voz alta) Sherlock algo desconcertado, mientras fruncía el ceño y miraba a la joven que estaba frente al portátil, para después levantarse y volver a pasear en círculos.

-Puede que el móvil estuviera en la maleta y que no lo vieras...-dijo Lestrade mientras lo observaba pasear-¡Chicos, buscamos un móvil, era de la víctima!-añadió mientras se giraba hacia sus hombres, haciendo que todos comiencen a buscar.


En ese momento Sherlock empezó a recopilar en su mente todos los datos que habían recabado y a los pocos segundos recibió un SMS, por parte del asesino:

<<Venga conmigo Señor Holmes; Lo estoy esperando abajo>>

-Sherlock, ¿estás bien?-preguntó John mientras lo miraba de forma dudosa con una ceja levantada, pues notaba a su amigo algo alterado.

-Estoy bien John; Solo voy a dar una vuelta... No tardaré-respondió Sherlock con una voz queda para después agarrar su abrigo y salir de su casa sin dar más explicaciones a los allí presentes.

-Taxi para Sherlock Holmes...-dijo el hombre que estaba apoyado en el vehículo mientras Sherlock cerraba la puerta de su piso.

-No he pedido un taxi...-respondió Sherlock con una leve sonrisa mientras mantenía sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo.

-Y no lo necesita...-le respondió el taxista.

-Es el taxista...-sentenció Sherlock con una tenue sonrisa mientras observaba al hombre con una mirada fría e indiferente-El que paro en la Calle Northumberland... Era usted; No su pasajero-añadió Sherlock de manera seria.

-¿Lo ve? Nadie piensa en el taxista... Como si fueras invisible, tan solo una espalda...-dijo el taxista de manera seria, con su mirada clavada en el detective asesor, quien aún tenía formada en su rostro una sonrisa: Tanto tiempo con una respuesta tan clara y evidente, la conexión entre las víctimas a la vez clara como el agua pero tan oscura como la noche -Una gran ventaja para un asesino en serie...-añadió casi sonriendo.

Sherlock avanzó hacia el taxista: un hombre de no mucho más de cincuenta años, con ropa sencilla y limpia, la cual había sido usada a menudo.

-¿Eso es una confesión?-preguntó Sherlock de manera irónica mientras daba tres pasos, acercándose más hacia el asesino para después mirar la ventana de su piso.

-Oh sí; Y le diré otra cosa: Si ahora llama a la policía no huiré, me quedaré aquí para que me detengan, lo prometo-respondió el taxista con una total e inmutable calma.

-¿Por qué?-preguntó el detective asesor.

-Porque no va a hacer eso...

-¿De verdad lo cree?-dijo Sherlock de manera retórica mientras el gesto de su rostro se relajaba y alzaba una sus cejas, sin dejar de observar al asesino que estaba frente a él.

-Yo no he matado a esas personas; Hablé con ellas y luego se quitaron la vida. Si ahora llama a la policía le prometo una cosa: Jamás le contaré lo que les dije-sentenció el taxista de manera seria, pues sabía que el detective asesor no podría resistirse.

-Pero no morirá nadie más y creo que a eso lo llaman resultado. -respondió Sherlock de forma indiferente y cortante mientras lo miraba de forma fría y calculadora, analizando cada uno de sus movimientos.

-Nunca entenderá cómo murieron esas personas, ¿Qué clase de resultado le importa a usted?-dijo el taxista para después montarse en el vehículo.

Sherlock se mordió la lengua mientras echaba un vistazo a la ventana de su piso. Suspiró, pues sabía de sobra que su curiosidad era más fuerte que su voluntad.

-Si quisiera entenderlo... ¿qué debería hacer?-preguntó Sherlock acercándose a la ventanilla del taxi.

-Dejar que le lleve a dar una vuelta...-respondió el hombre del vehículo con un tono de seriedad.

-¿Para poder matarme?

-Oh, no voy a matarle Señor Holmes... Hablaré con usted, y luego se matará usted solito-respondió el taxista de manera fría, sin ningún resquicio de humanidad.

Sherlock se montó en el taxi tras sopesar cuidadosamente varias opciones. El taxista arrancó tras unos segundos, haciendo que el taxi se pierda en la distante carretera.


Mientras tanto en Baker Street...

-Sherlock... se ha ido. -dijo Cora mientras observaba al detective montar en el taxi-. ¡Sherlock acaba de subirse a un taxi y se ha ido! -exclamó la joven mientras miraba de forma interrogante a John y Lestrade.

-Te lo dije, suele hacerlo. -dijo Donovan mirando a Lestrade con un gesto de cansancio.

-Vamos, ¡todo el mundo fuera! Recogedlo todo, nos vamos... -dijo Lestrade algo apenado mientras cogía su chaqueta, la cual estaba apoyada en el respaldo de uno de los sillones del salón.


En ese preciso momento... en el taxi.

-¿Cómo me encontró? -le preguntó Sherlock algo interesado.

-Oh, le reconocí en cuanto le vi siguiendo mi taxi. -dijo con un aire de superioridad. Sherlock se fijó en que el hombre aún tenia restos de espuma de afeitar detrás de su oreja izquierda. -Es Sherlock Holmes. Me advirtieron sobre usted...

-¿Quién?

-Alguien que se ha fijado en usted... -le respondió con algo de seriedad. Sherlock se fijó entonces en una foto que el hombre llevaba en la guantera del coche: parecía haber sido recortada...

-¿Quién? ¿Quién se ha fijado en mi? -preguntó mientras empezaba a ordenar en su mente todos los detalles sobre el hombre. 

-Es muy modesto señor Holmes... -comentó el taxista con una leve sonrisa mientras miraba a Sherlock por su retrovisor.

-No se crea... -dijo el detective con ironía mientras sonreía de forma muy imperceptible.

-Tiene un fan. -contestó el hombre, con una nota de misterio y secretismo en su voz carente de empatía.

-Cuenteme más. -exigió Sherlock, mientras una inminente curiosidad por esa persona que se autodenominaba fan suyo crecía de forma exponencial, a la vez que se recostaba en el cómodo asiento del taxi. Tras hacerlo volvió su vista a las calles.

-Es todo lo que va a saber... en esta vida. -sentenció el asesino con una voz totalmente calmada, dando por zanjada la conversación entre ambos.


De vuelta al 221-B de Baker Street...

-¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué se ha ido? -preguntó Lestrade mientras miraba a Cora y a John a la vez que se ponía su chaqueta.

-Lo conoce mejor que yo... -dijo la joven pelirroja mientras se cruzaba de brazos, antes de suspirar algo molesta por la marcha del detective.

-Hace cinco años que lo conozco y no... -comentó Lestrade, haciendo alusión a que a pesar de los años que había pasado junto a Sherlock, no había llegado a comprender a ese hombre en absoluto.

-¿Entonces por qué le consiente hacer este tipo de cosas Lestrade? -le preguntó Cora fijando sus ojos rubí en el hombre frente a ella, mientras el inspector se ponía la chaqueta con un gesto alicaído.

-Porque... estoy desesperado. -le contestó el policía mientras terminaba por abotonarse la chaqueta-. Y porque Sherlock Holmes es un gran hombre y espero que algún día, con mucha suerte, llegue a ser una buena persona. -añadió con una leve sonrisa, antes de dar media vuelta y marcharse de la estancia.


El taxista llevó a Sherlock hasta un edificio lo bastante alejado de la ciudad. El taxi paró frente a la entrada principal. El taxista bajo primero, abrió la puerta de atrás y se quedó ahí, observando al detective asesor con un gesto indiferente.

-¿Dónde estamos?

-Conoce cada calle de Londres señor Holmes... lo sabe perfectamente. -le respondió con sorna el anciano hombre.

-Escuela de Formación Profesional Rolland Kerr. -contestó Sherlock, mientras observaba el edificio por el rabillo del ojo para después dirigir su mirada al taxista, al mismo tiempo que metía sus manos en los bolsillos de su abrigo-. ¿Por qué aquí?

-Está abierta. -contestó el asesino con un gesto de que era obvio-. Siendo taxista siempre conoces un lugar tranquilo para un crimen. Debería extenderse esta actividad. -añadió mientras miraba al detective con un gesto indiferente.

-¿Y consigue hacer entrar a sus victimas? ¿Cómo? -preguntó Sherlock mientras sopesaba varias opciones, y su gesto adquiría algo de tranquilidad.

El taxista únicamente levantó su brazo izquierdo: en él había una pistola, la cual apuntó directamente hacia el joven sociópata.

-Oh... -suspiró Sherlock con un aire algo aburrido, a la par que su cuerpo se tensaba ligeramente por esa amenaza-. Vaya chasco...

-Tranquilo... falta lo mejor. -comentó el asesino con un tono claro de satisfacción. Sherlock posó su mirada en el hombre tras oír esas palabras salir de su boca.

-No puede obligar a la gente a quitarse la vida a punta de pistola. -sentenció con un ligero tono de rabia y desprecio, hacia ese desgraciado ser humano.

-No. Es mucho mejor. -dijo el taxista, mientras seguía mirando a su pasajero de una forma fría y carente de humanidad-. Con usted no la necesito porque me va a seguir. -añadió mientras dejaba de apuntar a Sherlock con el arma, para después dar media vuelta y caminar hacia el edificio.

Sherlock se quedó pensando durante unos instantes, hasta que por fin, con un gesto de rabia e impotencia decidió salir del coche y seguir al taxista.


John y Cora estaban en silencio en la sala de estar del 221-B de Baker Street. La pelirroja estaba sentada frente al ordenador, a la espera de que la señal GPS del móvil de la victima diera alguna señal acerca de su localización, pues Sherlock se lo había llevado consigo. A los pocos minutos un sonido pudo escucharse en el apartamento: el móvil había mandado la localización de Sherlock. John y Cora se miraron a los ojos, cogieron el portátil y sin mediar palabra salieron a escape de la casa.


Sherlock y el taxista acababan de entrar a una de las habitaciones de la escuela, presumiblemente un comedor, por la cantidad de mesas y sillas desperdigadas por el lugar. 

-¿Qué le parece? Usted elige. -dijo el asesino mientras miraba cada una de las mesas del lugar-. Es el que va a morir. -añadió mirando a Sherlock.

-No esté tan seguro. - respondió el detective con una sonrisa retadora.

-Eso es lo que dicen todos. -comentó el taxista con una aparente calma, mientras se sentaba junto a Holmes en una de las mesas. -¿Hablamos?

-Un poco arriesgado: llevarme delante de media docena de policías... -dijo Sherlock mientras se quitaba los guantes que llevaba puestos, para después guardarlos en el bolsillo de su chaqueta. -No son idiotas, y la señora Hudson se acordará de usted. -añadió mientras entrelazaba sus dedos.

-¿Eso le parece arriesgado? No... -dijo el hombre con una sonrisa maquiavélica formada en su rostro. -ESTO es arriesgado. -añadió mientras sacaba algo de su chaqueta. Sacó un pequeño frasco que contenía una pastilla en su interior, dejándolo sobre la mesa.

Sherlock miraba el frasco inmutable.

-Me gusta esta parte... porque aún no lo entiende-dijo el asesino esbozando una sonrisa-Pero está a punto: solo tengo que hacer esto... -añadió mientras rebuscaba de nuevo en su chaqueta, para después sacar un frasco idéntico con otra pastilla en su interior. El taxista también dejó el ultimo frasco sobre la mesa. 

Sherlock observaba todo sin perder ni un solo detalle, a la par que observaba cada gesto del asesino.

-¿No se lo esperaba, verdad? -preguntó con un tono de superioridad. -Oh, esto le va a encantar...

-¿Qué? -preguntó el detective asesor con un cierto tono de desagrado y aburrimiento.

-Sherlock Holmes, aquí está... en carne y hueso. -dijo algo sonriente. -Su fan me habló de esa pagina web suya...

-¿Mi fan...? -preguntó Sherlock algo ansioso y malhumorado por no saber más acerca de esa persona.

-La Ciencia de la Deducción. Eso si que es pensar... -dijo el hombre mirándolo a los ojos. -Entre usted y yo, ¿por qué no puede pensar la gente? ¿No le enfurece? ¿Por qué no piensa la gente un poco? -añadió con un cierto tono de ira, lo cual hizo que Sherlock frunciera el ceño.

-Oh, ya lo entiendo: usted también es todo un genio...

-¿No lo parezco no? Un tipejo que conduce un taxi...

Sherlock posó su mirada de nuevo en los frascos con aire indiferente.

-A ver, dos frascos. Explíquese. -exigió mientras los observaba con atención.

-Hay un frasco bueno y uno malo... Si coge el bueno vive, si coge el malo muere.

-¿Ambos son identicos?

-Completamente.

-¿Y sabe cual es cual?

-Por supuesto.

-Pero yo no.

-Si lo supiera no habría juego. Usted es el que elige. -contestó el hombre algo enfadado.

-¿Por qué iba a hacerlo? No hay aliciente... ¿Qué me llevo yo? -dijo el detective mientras lo miraba de forma desafiante.

-Aquí está la parte divertida... Elija el frasco que elija, yo cogeré el otro, y nos tomaremos la "medicina" juntos...-le respondió con una sonrisa algo macabra.  

Sherlock sonrió de forma divertida ante ese ultimo comentario.

-¿Esto fue lo que les hizo a los demás? ¿Darles a elegir?

-Así es. Ahora es su turno. -contestó el hombre con una sonrisa-. Piénselo bien... quiero su mejor jugada.

-No es un juego, es azar.

-No es azar señor Holmes, es ajedrez. -dijo de forma seria-. Es una partida de ajedrez con un único movimiento... y éste es el movimiento-añadió adelantándole uno de los frascos-¿Le he dado el frasco bueno o el malo? Puede elegir el que quiera...


Mientras tanto, John y Cora habían salido a buscar a Sherlock y estaban de camino al lugar en un taxi, gracias a que John había rastreado el móvil de la víctima en el portátil.

-¿Inspector Lestrade? Tengo que hablar con él, es urgente. -dijo Cora mientras hablaba por su móvil. 


-¿Ya está listo señor Holmes? -le preguntó el asesino a Sherlock, mientras este último tenía un gesto muy relajado.

-Para jugar.

-¿Jugar a qué? Tengo un cincuenta por ciento de probabilidades...

-¡Déjese de números! ¡No juegue conmigo! -gritó el taxista, interrumpiéndolo. -¿Es la pastilla buena o la mala? ¿Es un farol? ¿Un doble farol? ¿O un triple farol? -preguntó el hombre de forma más calmada.

-Sigue siendo azar. -sentenció Sherlock.

-Cuatro personas no es azar...

Sherlock entrelazó de nuevo sus dedos, pero esta vez frente a su rostro.

-O sea... que ha arriesgado su vida cuatro veces para matar a desconocidos, ¿por qué? -preguntó Sherlock con una mirada penetrante y calculadora.

-Le toca jugar... -dijo el taxista mientras agachaba el rostro.

-Oh estoy jugando... -dijo Sherlock con un tono de satisfacción latente en su voz, a la par que ponía sus manos frente a su boca en posición de rezo-. Es MI turno.

El taxista lo miraba algo atemorizado.

-Tiene restos de espuma de afeitar detrás de su oreja izquierda, nadie se lo ha comentado. Hay restos de que le ha pasado más veces, luego es obvio que vive solo, no tiene a nadie que se lo diga. Pero hay una foto de niños, y la madre de los niños ha sido recortada, si hubiera muerto seguiría ahí. La foto es antigua pero el marco es nuevo, piensa en sus hijos pero no puede verles: Padre enemistado. Ella se llevó a los niños, aunque todavía les quiere y aún le duele. -dijo el detective deduciendo al hombre que estaba frente a él-. Oh, y aún hay más.La ropa, lavada hace poco. Sin embargo todo lo que lleva tiene al menos tres años. Guarda las apariencias pero no piensa en más adelante... y aquí está, asesinando en plan kamikaze , ¿cual es su juego?

El taxista no dijo nada, y simplemente miraba al detective a los ojos.

-Ah... ¿hace tres años fue cuando se lo dijeron? -preguntó Sherlock tras observarlo detenidamente una vez más.

-¿Decirme qué?

-Que su muerte está cerca. -sentenció el detective asesor.

-Y la suya.

-Le queda poco tiempo... -dijo Sherlock con una falsa empatía. -¿No es así?

-Aneurisma. Justo aquí. -respondió el hombre señalándose la sien.

-Y como se está muriendo ha asesinado a cuatro personas...

-He SOBREVIVIDO a cuatro personas. Es lo más divertido que puedo hacer.

-No... no: hay algo más. No ha matado a cuatro personas porque esté amargado. Amargado está un paralítico. El amor... es un motivador mucho más cruel: De algún modo... esto es por sus hijos. -dijo Sherlock con un tono cortante.

-Es usted muy bueno... -dijo el hombre mientras asentía.


Cora y John llegaron al edificio en pocos minutos, y empezaron a recorrer los pasillos a la par que gritaban el nombre del detective asesor. 


-¿Pero cómo? -preguntó Sherlock, deseoso de saber la respuesta.

-Cuando me muera no les dejaré mucho a mis hijos. El taxi no da mucho dinero, de verdad. -respondió el hombre algo apenado.

-Ni los asesinatos. -comentó Sherlock.

-Se sorprendería... -le retó el taxista.

-Sorpréndame. -dijo el detective, aceptando el reto con una mirada decidida. 

-Tengo un patrocinador. -dijo el hombre mientras se inclinaba levemente hacia delante.

-¿Que tiene qué...? -preguntó Sherlock desconcertado, pues no se esperaba esa respuesta.

-Por cada vida que quito mis hijos reciben dinero. Cuanto más mate, mejor estarán. -respondió con una sonrisa.

-¿Quién iba a patrocinar algo así?

-¿Quién se haría fan de Sherlock Holmes? -preguntó de forma retórica-. No es el único que disfruta con un buen crimen. Hay otros con sus mismos gustos. Solo que usted es solo un hombre... y ellos son mucho más.

-¿Quiere decir... más que un hombre? -preguntó Sherlock mientras un pequeño tic se hacía notar en su ojo izquierdo-. ¿Una organización? ¿Qué?

-Hay un nombre que nadie dice, y yo tampoco voy a decirlo. -sentenció el taxista-. Bueno basta de cháchara: es hora de elegir.


Cora y John seguían corriendo por los pasillos en busca de Sherlock, a la par que sus corazones latían fuertemente en su pecho, al menos para la pelirroja, quien había comenzado a encariñarse un poco por el detective asesor.


-¿Y si yo tampoco elijo? entonces saldría de aquí andando. -dijo Sherlock mirando al taxista con una ceja levantada.

-Es curioso... nadie ha elegido esa opción. -comentó el taxista tras sacar la pistola que llevaba en su chaqueta.

-Que sea la pistola por favor. -pidió Sherlock mirándolo atentamente.

-¿Está seguro?

-Sin lugar a dudas: el arma. -repitió con un tono más firme.

-¿No quiere llamar a un amigo?

-El arma.

El taxista accionó el disparador, del cual solo salió la llama de un mechero.

-Sé reconocer una pistola autentica. -dijo Sherlock con superioridad a la par que sonreía.

-Los otros no.

-Ya imagino... Ha sido una conversación realmente interesante. Nos veremos en el juzgado. -dijo Sherlock para después levantarse de la silla, y caminar lentamente hacia la puerta de la estancia.

-Antes de irse: ¿lo ha averiguado? ¿Sabe cual es el frasco bueno?

-Por supuesto, pan comido.

-¿Y cual es? -Sherlock abiró la puerta e iba a salir, pero la cerró al oír la siguiente pregunta-. ¿Cual habría elegido? Para saber si podría haberle vencido... -comentó el asesino con una sonrisa-. Vamos, al menos juegue la partida señor Holmes.

Sherlock caminó con pasos lentos hasta la mesa y cogió el frasco más cercano al asesino, el que éste no le había acercado a él.

-Ah... Interesante. -dijo el asesino sonriendo. -¿Qué le parece? ¿Probamos? -preguntó mientras ambos se acercaban a una de las ventanas.

Tanto Sherlock como el taxista sacaron sus respectivas pastillas de los frascos, y comenzaron a acercárselas lentamente a sus bocas.


Cora y John tardaron unos pocos segundos en localizar al taxista y a Sherlock: Cómo podían verlos desde la ventana, (la cual estaba en el lado opuesto) pudieron observar cómo Sherlock y el asesino iban a tomarse las pastillas. Cora no se lo pensó dos veces: tomó el revolver de John, apuntó con él y disparó.


Sherlock, vio cómo el hombre caía al suelo y se acercó a la ventana: miró desde dónde habían disparado, pero no logró ver a nadie. Tras unos segundos, se acercó rápidamente al delirante taxista.

-¿Había acertado? ¡Dígamelo! -exigió para después tirar la pastilla al suelo-. Haber quiero saber algo: su patrocinador, ¿quién era? El que le habló de mí, mi fan... deme un nombre.

-No... -dijo el taxista aún moribundo por el disparo.

-Se muere, pero aún hay tiempo para hacerle daño...-dijo Sherlock pisando la herida de bala, haciendo que el hombre de un grito de dolor-¡Un nombre! ¡Ya! ¡El nombre!-insistió Sherlock cada vez más eufórico y exasperado.

-Moriarty...-dijo el hombre con su último suspiro.


Al cabo de un rato, Sherlock estaba en una ambulancia, con una manta naranja en sus hombros.

-¿¡Por qué me ponen esta manta!? ¡Que pesados con la manta...! -dijo el detective algo malhumorado.

-Es por el shock. -dijo Lestrade acercándose.

-No estoy en shock. -dijo mientras negaba con la cabeza-. ¿Se sabe algo del francotirador?

-Desapareció antes de que llegáramos... no tenemos nada para continuar. -dijo Lestrade abatido.

-Oh, yo no diría eso... -dijo Sherlock sonriendo.

-Vale cuenta. -dijo Lestrade mirándolo con interés.

-La bala que han sacado de la pared es de un revolver. Un disparo certero desde esa distancia con esa clase de arma, debe ser alguien con muy buenos reflejos y buena puntería: un experto en armas. No disparó hasta que estuve en peligro inminente, luego tiene fuertes principios morales. -dijo mientras daba una lista de lo que había deducido hacía unos minutos. En el ultimo momento, su mirada se posó en John y Cora. Ésta última lo estaba observando desde lejos-. Buscáis a una persona con un gran historial en armas de fuego y nervios de acero... -en ese momento su mirada se centró en la joven y frunció el ceño: la pelirroja apartó su mirada del detective rápidamente.

Lestrade miró en la misma dirección que Sherlock, pero antes de que pudiera decir algo, éste lo interrumpió.

-¿Sabes? no me hagas caso. -dijo tratando de restarle importancia.

-¿Perdona?

-Ignóralo todo. Es... es el shock el que habla.

-¡Pero aún tengo preguntas que hacerte!

-¡Lestrade estoy en shock, mira llevo una manta! -exclamó tratando de zafarse de él.

Sherlock!

-Y te he atrapado a un asesino en serie. -dijo para después pensárselo mejor-. Mas o menos.


Lestrade dejó ir a Sherlock y en cuanto Cora lo vió, corrió hacia él y le dio un leve abrazo para después separarse rápidamente mientras se disculpaba. Sherlock se quedó algo sorprendido, pero le dio las gracias por preocuparse por él.

-Buen disparo. -le dijo a la joven con una sonrisa cómplice.

-Si... tuvo que serlo. A través de la ventana. -dijo John tratando de evitar el tema, y ayudar a su nueva compañera de piso.

-Cora... -dijo Sherlock con un punto de dureza en la voz, mientras levantaba su mentón para mirarla a los ojos.

-Yo... -dijo la pelirroja mientras titubeaba: su cara estaba pálida.

-¿Estas bien? -le preguntó, algo preocupado por ella-. Has matado a un hombre.

-Estoy bien. Solo... vayámonos a casa. -contestó ella con una sonrisa muy dulce, la cual hizo que por un momento, el pulso de Sherlock se detuviera.

Los tres comenzaron a caminar para salir de ese lugar. Después de unos minutos, un auto negro aparcó en la acera, cerca de donde estaban los tres amigos y un hombre alto, de pelo oscuro y ojos azules aguileños, salió del vehículo. Ese hombre, se acercó a ellos y comenzó a hablar.

-Otro caso resuelto... Qué cívico por tu parte. -dijo ese hombre mientras lo miraba de manera desagradable.- ¿Pero esa no era tu motivación, verdad?

-¿Qué haces aquí?-preguntó Sherlock con un tono frío.

-Como de costumbre, me preocupo por tí.

-Conozco de sobra tu preocupación. -contestó Sherlock de forma fría.

-Tan agresivo como siempre: ¿No se te ha ocurrido nunca que y yo estamos en el mismo bando?-le preguntó de forma sarcástica.

-Aunque te parezca extraño, no-le respondió Sherlock algo serio.

-Tenemos más en común de lo que quieres creer. Esta rencilla entre nosotros resulta pueril. La gente sufrirá... y ya sabes cuanto disgustaba eso a mamá-dijo ese hombre de manera escueta.

-¿Yo la disgustaba? ¿Yo? -preguntó Sherlock de forma sarcástica-. No era yo quien la disgustaba, Mycroft.

-Espera un momento... ¿mamá?-preguntó Cora algo estupefacta-¿Este hombre... es tu hermano?

-Así es Cora, este es mi hermano mayor, Mycroft-le respondió Sherlock con pesadumbre.

-Vaya, pero... ¿el no es...?-preguntó Cora de forma dubitativa.

-¿Que?-le preguntó Sherlock, alentándola a continuar su pregunta.

-¿Un cerebro criminal o algo así?-preguntó Cora, haciendo que John dé una carcajada, ya que el había pensado lo mismo que ella, cuando lo conoció.

-A veces pienso que si...-le respondió Sherlock haciendo que Cora suelte una pequeña carcajada.

-Por Dios bendito. Ocupo un puesto en el Gobierno Británico. -contestó Mycroft visiblemente ofendido.

-Cuando no está muy ocupado trabajando para el Servicio Secreto o para la CIA en plan freelance. -dijo Sherlock interrumpiendo a su hermano-. Ya nos veremos Mycroft... Y por favor, no inicies una guerra antes de que llegue a casa, se pone el trafico fatal...-añadió Sherlock para después irse a casa junto a Cora y John.

Al llegar a la casa, Cora notó que su maleta ya había sido trasladada a su cuarto, al igual que sus pertenencias. Fue a su habitación y sacó el piano, el violín, y la flauta travesera de sus cajas, dejando a Sherlock boquiabierto, pues, no creía que a la joven le gustara TANTO la música.

-Cora, veo que te apasiona la música... ¿cuales son las canciones que conoces?-le preguntó Sherlock, notablemente interesado en ella y sus aficiones.

-Bueno, yo solo sé unas pocas...-le respondió Cora algo tímidamente-Fur Elise, Senbonzakura, Still Alive, Elven Song, Regret Message, Loreley, Sisters of the Light,...-añadió la joven comenzando su larga lista de canciones.

-Ya veo... Bien, te dejaré tranquila para que practiques; Mientras tanto, iré a buscar un nuevo caso para resolver...-dijo Sherlock caminando hacia la puerta de la habitación con un gesto aburrido, mientras la observaba de reojo.

En el momento en el que iba a marcharse, Cora lo detuvo:

-Yo... quiero ayudarte; Por favor, ¡déjame que te ayude a buscar un nuevo caso!-le rogó Cora mientras lo agarraba del brazo. Sherlock se quedó algo cortado por la repentina muestra de afecto por parte de la pelirroja, pero decidió que no le haría ningún mal contar con su ayuda.

-Bien, vamos Cora; Parece que tenemos un nuevo caso...-dijo el detective sonriendole de forma cálida.


Sherlock y Cora bajaron las escaleras de la vivienda y fueron a la entrada; Allí, encontraron a un joven, muy pálido, al cual, invitaron a pasar. Se llamaba Henry y parecía que su caso iba a ser uno de los más extraños:

-En una centro de investigación, encontré huellas de... un animal, negro cómo el carbón y ojos rojos como la sangre..-dijo el joven de forma nerviosa.

-¿Eso es todo? ¿Huellas?-preguntó Sherlock notablemente molesto-Me aburre, por favor, vuelva a su casa y tómese un té a mi salud-añadió levantándose del sofá para irse a otro lugar.

-Señor Holmes, eran las huellas de... ¡un gigantesco sabueso!-dijo Henry más nerviosos que antes.

Sherlock se paró en seco y dio media vuelta.

-Repitalo. Repita sus palabras exactas de hace un instante...-pidió con una voz seria.

-Señor Holmes, eran las huellas de... un gigantesco, sabueso...-repitió Henry algo extrañado.

-Acepto el caso-dijo Sherlock mientras se sentaba de nuevo en el sofá.

-Henry, ¿cómo se llama ese lugar?-le preguntó John, pues necesitaba información para escribir en el blog.

-Ese lugar... se llama... Baskerville-dijo Henry algo nervioso.

-¿Baskerville...?-preguntó Cora con una expresión llena de terror.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top