es solo admiración o algo mas
Nota le puse odalia a la mamá de kipo cuando su verdadero nombre es song oak (que pdj soy Pero bueno continuemos)
Esa noche, después de despedirse de Lincoln, Kipo regresó a su refugio secreto. Su madre, Song Oak, estaba esperando, con una expresión mezcla de preocupación y cansancio. Como siempre, Kipo había estado patrullando durante horas, y Song sabía que su hija rara vez descansaba.
—Kipo, querida, necesitamos hablar —dijo Song con suavidad, pero con un tono firme—. Sé que te preocupa la seguridad de la ciudad, pero también necesito que cuides de ti misma. No puedes seguir así sin descansar. Tu cuerpo y tu mente necesitan recuperarse.
Kipo, aún pensando en su encuentro con Lincoln, asintió lentamente. Sabía que su madre tenía razón, pero la sensación de responsabilidad sobre sus hombros era abrumadora.
—Lo sé, mamá, pero hay tanta gente que necesita ayuda… Y hoy conocí a alguien que… bueno, él también está pasando por un momento difícil. No puedo dejar de pensar en cómo ayudarlo.
Song suspiró y le acarició el cabello. —Entiendo, Kipo, de verdad. Pero no puedes ayudar a los demás si no te cuidas primero. Hazme un favor: esta noche, por lo menos, descansa. Mañana será otro día, y tendrás la fuerza para seguir haciendo lo que haces mejor.
Kipo sonrió levemente y abrazó a su madre. —Prometo descansar. Solo… necesito unos minutos para pensar
Después de su primera conversación en la cafetería, Kipo sintió una conexión genuina con Lincoln. A pesar de sus diferencias de vida, había algo en él que la hacía sentir cómoda, como si pudiera ser ella misma sin preocuparse por el peso de ser una heroína. Por eso, al día siguiente, decidió invitar a Lincoln a almorzar de nuevo.
—Oye, Lincoln —dijo Kipo cuando lo encontró a la salida de la escuela—, ¿qué te parece si volvemos a la cafetería hoy? Me gustó hablar contigo ayer, y creo que podríamos conocernos un poco más.
Lincoln, que todavía no se acostumbraba a la idea de que alguien como Kipo quisiera pasar tiempo con él, asintió con una sonrisa tímida. —Claro, suena bien.
Así comenzó una nueva rutina para ambos. Día tras día, Kipo y Lincoln se encontraban en la cafetería después de la escuela. Al principio, sus conversaciones eran un poco superficiales, hablando de sus días, de la escuela y de temas comunes. Pero con el tiempo, empezaron a abrirse más, compartiendo detalles más personales y profundos.
Kipo, aunque guardaba el secreto de su identidad como la Heroína Jaguar, se sorprendió al darse cuenta de cuántas cosas tenía en común con Lincoln. Ambos compartían un fuerte sentido de la justicia y el deseo de hacer lo correcto, aunque Kipo lo manifestaba en su lucha contra el crimen y Lincoln en su impulso por ayudar a quienes lo necesitaban, a pesar de las consecuencias.
Lincoln, por su parte, comenzó a notar que Kipo era diferente a cualquiera que hubiera conocido antes. No solo por su amabilidad y disposición para escucharlo, sino por la forma en que parecía entenderlo sin necesidad de muchas palabras. Era como si Kipo pudiera ver más allá de las apariencias y las etiquetas que los demás le habían puesto.
Kipo también disfrutaba de las conversaciones con Lincoln. A pesar de los desafíos que él enfrentaba, había en él una resiliencia que ella admiraba. Sus charlas no siempre eran serias; a menudo compartían risas sobre las pequeñas cosas de la vida, desde las extrañas manías de sus profesores hasta las series de televisión que ambos disfrutaban.
Pero siempre, en el fondo de su mente, Kipo sabía que estaba ocultando una parte importante de sí misma. Aunque deseaba ser completamente honesta con Lincoln, entendía que revelar su identidad como la Heroína Jaguar podría ponerlo en peligro. Así que, por ahora, decidió mantener ese secreto, mientras seguía construyendo su amistad.
Con cada día que pasaba, la amistad entre Kipo y Lincoln se fortalecía. Ambos encontraban en el otro un apoyo que no habían esperado. Para Lincoln, Kipo era alguien que lo aceptaba tal como era, sin juzgarlo por lo que otros decían de él. Para Kipo, Lincoln representaba un recordatorio de la humanidad que estaba protegiendo cada noche, una razón más para continuar su lucha por la justicia.
Y aunque Lincoln no sabía que la chica que se sentaba frente a él todos los días era la misma persona que patrullaba las calles por la noche, en su corazón sentía que había algo especial en Kipo, algo que la hacía diferente. No sospechaba la verdad, pero sí sabía que ella era alguien en quien podía confiar.
Mientras continuaban sus reuniones diarias, Kipo no podía evitar preguntarse qué haría cuando llegara el momento en que su secreto ya no pudiera ser ocultado. ¿Cómo reaccionaría Lincoln? ¿Entendería por qué lo había ocultado todo este tiempo?
Por ahora, decidió dejar esas preocupaciones para el futuro. Lo importante era que ambos estaban construyendo una amistad sólida, una que podría resistir las pruebas del tiempo y, tal vez, incluso los desafíos que la vida como heroína podría traer.
Y así, día tras día, Kipo y Lincoln seguían encontrándose, conociéndose más y fortaleciendo un vínculo que, aunque aún joven, prometía ser duradero.
A pesar de que la relación entre Lincoln y Kipo seguía fortaleciéndose, no todo en la vida de Lincoln mejoraba. El acoso en la escuela continuaba, y a veces parecía que no importaba cuánto intentara mantenerse fuera de problemas, los otros estudiantes siempre encontraban una razón para molestarlo. Desde el incidente en el edificio en llamas, los rumores y las burlas solo habían empeorado.
Durante los recesos, Lincoln intentaba mantenerse ocupado, pero los murmullos a sus espaldas eran difíciles de ignorar. "Ahí va el héroe de pacotilla", "¿Vas a salvar a alguien más, Lincoln? ¡Solo no arruines todo esta vez!". A veces, las palabras dolían más que los golpes que había aprendido a esquivar.
Por otro lado, Kipo llevaba una vida muy diferente. Aunque solía patrullar la ciudad por las noches como la Heroína Jaguar, durante el día, estudiaba en casa bajo la tutela de su madre, Song Oak. Debido a la naturaleza especial de su vida, Song había decidido que era más seguro para Kipo recibir su educación en casa, donde podía seguir desarrollando sus habilidades sin las distracciones o peligros de una escuela tradicional.
Kipo no se quejaba, pero a veces sentía curiosidad por lo que sería asistir a una escuela normal, con compañeros de su edad. Se preguntaba si hubiera tenido los mismos problemas que Lincoln o si habría encontrado amigos tan sinceros como él.
Kipo notaba cómo Lincoln se mostraba más reservado en sus conversaciones. Sabía que algo estaba mal, pero él no se lo decía directamente. Lincoln, por su parte, no quería cargar a Kipo con sus problemas; ya tenía suficiente con preocuparse por su vida secreta. Pero Kipo podía sentir que algo lo afectaba profundamente.
Un día, después de otra tarde en la cafetería, Kipo decidió hablar con Lincoln más directamente.
—Lincoln, he notado que has estado un poco distante últimamente. ¿Todo está bien? —preguntó, con una mirada preocupada.
Lincoln suspiró y bajó la mirada. No era fácil para él hablar de lo que pasaba en la escuela. —Es solo... las cosas en la escuela no han sido fáciles. Desde lo del incendio, algunos chicos no me dejan en paz. Y no sé cómo hacer que paren.
Kipo sintió un nudo en el estómago al escuchar eso. Sabía lo que era enfrentar dificultades, pero de una forma muy diferente. Aún así, la injusticia la enfurecía.
—Siento mucho escuchar eso, Lincoln. Es terrible que te traten así solo por hacer lo correcto. —La sinceridad en su voz era innegable—. Si alguna vez necesitas hablar o simplemente distraerte, estaré aquí para ti.
Lincoln sonrió levemente, agradecido por el apoyo de Kipo, aunque no sabía cómo salir de la situación en la escuela. Pero saber que Kipo estaba de su lado hacía que los días fueran un poco más llevaderos.
A medida que pasaba el tiempo, la vida de Lincoln seguía siendo una mezcla de momentos difíciles en la escuela y momentos de paz cuando estaba con Kipo. Aunque Kipo estudiaba en casa, se mantenía al tanto de lo que sucedía en la vida de Lincoln, tratando de estar ahí para él siempre que podía.
En cada encuentro, su amistad se volvía más sólida, pero Kipo no podía evitar sentir una creciente frustración por la situación de Lincoln. Sabía que no podía intervenir como la Heroína Jaguar en su vida escolar, pero eso no significaba que no quisiera ayudarlo de alguna manera.
Al final del día, Kipo seguía vigilando la ciudad, manteniéndose ocupada con sus deberes como heroína, pero siempre preocupada por su amigo. Y aunque Lincoln no sabía que la heroína que tanto admiraba era la misma chica con la que compartía sus días, la conexión que compartían crecía más fuerte con cada día que pasaba.
Pasaron algunos días, y Song Oak comenzó a notar un cambio en su hija. Aunque Kipo siempre había sido enérgica y positiva, últimamente había algo más en su actitud. Era como si brillara con una luz nueva, y había un toque especial en su forma de arreglarse cada vez que salía de casa.
Una tarde, mientras Kipo se preparaba para encontrarse nuevamente con Lincoln en la cafetería, Song la observó desde la puerta del dormitorio.
—¿Vas a salir de nuevo? —preguntó Song con una sonrisa suave.
Kipo, que estaba eligiendo cuidadosamente su ropa, se giró para mirar a su madre, un poco sorprendida por la pregunta.
—Sí, mamá. Voy a... bueno, solo a pasar un rato con un amigo. —El tono de Kipo era casual, pero no podía evitar que un leve rubor coloreara sus mejillas.
Song notó el sonrojo y se acercó, apoyándose en el marco de la puerta. —He notado que últimamente estás más feliz, Kipo. Y también te has estado arreglando más de lo usual. ¿Hay algo que quieras contarme? —Su voz era suave, sin ningún tono de reproche, solo una genuina curiosidad y preocupación maternal.
Kipo se detuvo por un momento, mordiéndose el labio mientras pensaba en cómo responder. Finalmente, decidió ser honesta, al menos en parte.
—Es que... he estado pasando tiempo con alguien. Es un chico de la ciudad, su nombre es Lincoln. Es... diferente a cualquier persona que haya conocido antes, y... me gusta hablar con él, me hace sentir bien, mamá.
Song sonrió ampliamente, contenta de ver a su hija tan feliz. —Me alegra escuchar eso, Kipo. Todos necesitamos alguien con quien hablar, alguien que nos entienda. Pero... ¿él sabe sobre tu... otra vida? —preguntó, refiriéndose claramente a la identidad de Kipo como la Heroína Jaguar.
Kipo negó con la cabeza. —No, no lo sabe. Y no estoy segura de si alguna vez se lo diré. Solo... quiero que me conozca como soy, sin toda la presión de ser una heroína.
Song asintió, entendiendo perfectamente las razones de su hija. —Eso tiene sentido, Kipo. Solo asegúrate de cuidarte a ti misma también, ¿de acuerdo? No es fácil llevar dos vidas, y quiero que sepas que siempre puedes contar conmigo, pase lo que pase.
Kipo sonrió y abrazó a su madre con fuerza. —Gracias, mamá. Lo sé, y prometo que me cuidaré.
Después de la conversación con su madre, Kipo salió de casa sintiéndose más tranquila y aún más emocionada por ver a Lincoln. Mientras caminaba hacia la cafetería, no podía evitar pensar en lo especial que era para ella pasar tiempo con él, aunque todavía no le hubiera contado toda la verdad.
Cuando llegó a la cafetería, encontró a Lincoln ya sentado en su mesa habitual, con una sonrisa cansada pero sincera. Kipo se sentó frente a él y le sonrió con calidez.
—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó ella, dispuesta a escuchar todo lo que él quisiera compartir.
Lincoln suspiró, pero su sonrisa no desapareció. —Podría haber sido mejor, pero... creo que tener a alguien con quien hablar lo hace más llevadero.
Kipo sintió un calor en el pecho al escuchar esas palabras, y aunque su vida estaba llena de responsabilidades y desafíos, sabía que estos momentos con Lincoln eran lo que más atesoraba. Aunque las cosas fueran difíciles para ambos, mientras pudieran contar el uno con el otro, todo parecía un poco más fácil.
Los días seguían pasando, y los amigos de Lincoln no pudieron evitar notar un cambio en él. A pesar de las constantes burlas y el acoso que enfrentaba en la escuela, algo en su actitud había cambiado. Lincoln ya no parecía tan abatido por los comentarios crueles; de hecho, había algo en él que lo hacía parecer más... feliz.
Clyde, uno de sus mejores amigos, fue el primero en darse cuenta. Durante el almuerzo, mientras todos estaban sentados en su mesa habitual en la cafetería, observó a Lincoln con curiosidad. A pesar de los murmullos y las risas a sus espaldas, Lincoln estaba concentrado en su sándwich, con una ligera sonrisa en los labios.
—Oye, Lincoln —dijo Clyde, inclinándose un poco hacia adelante—. ¿Estás bien? Te he visto sonriendo mucho últimamente, y eso es genial, pero... bueno, ¿qué está pasando?
Lincoln levantó la vista de su comida, un poco sorprendido por la pregunta. Los otros chicos en la mesa, Rusty, Liam, Zach, y Stella, también se volvieron hacia él, todos con la misma curiosidad reflejada en sus rostros.
—¿Es que acaso conociste a alguien? —preguntó Rusty con un tono juguetón, levantando las cejas de forma sugerente.
Lincoln se encogió de hombros, intentando restarle importancia. —Bueno, he estado pasando tiempo con alguien... pero no es gran cosa.
Los ojos de sus amigos se agrandaron con interés. —¡¿Alguien?! —exclamó Stella, incapaz de contener su sorpresa—. ¡Lincoln, eso es genial! ¿Quién es?
Lincoln dudó un momento, preguntándose cuánto debería compartir. Sabía que sus amigos se preocuparían si descubrieran que estaba pasando tiempo con la heroína misteriosa que había estado protegiendo la ciudad. Pero Kipo no era solo eso para él; ella era alguien con quien podía hablar, alguien que lo comprendía.
—Es solo una amiga —respondió finalmente, tratando de sonar casual—. Nos conocimos hace poco, y... es agradable tener a alguien con quien hablar fuera de todo este... lío.
Liam lo miró con una mezcla de preocupación y alivio. —Bueno, sea quien sea, parece que te hace bien. Pero... ¿no te preocupa que ella también pueda ser un objetivo para esos chicos que te molestan?
Lincoln sonrió débilmente, apreciando la preocupación de sus amigos. —No, no creo que ella tenga nada de qué preocuparse. Es... más fuerte de lo que parece.
Clyde frunció el ceño, todavía intrigado. —Bueno, si alguna vez necesitas hablar o si ella necesita ayuda, estamos aquí, ¿de acuerdo?
Lincoln asintió, agradecido por el apoyo de sus amigos. Aunque no podía compartir toda la verdad, sabía que ellos siempre estarían allí para él.
Más tarde, mientras caminaba hacia casa, Lincoln no pudo evitar pensar en la conversación con sus amigos. Aunque había intentado no mostrarlo, la amistad que estaba desarrollando con Kipo realmente lo había ayudado a sobrellevar las dificultades diarias. Sabía que había algo especial en ella, y aunque no sabía exactamente qué, estaba agradecido por cada momento que pasaban juntos.
En el fondo, sin embargo, también se preguntaba cuánto tiempo podría seguir ocultando su relación con Kipo. Sus amigos ya estaban empezando a notar el cambio en él, y aunque intentaba mantener las cosas en secreto, sabía que eventualmente tendría que enfrentarse a más preguntas. Pero por ahora, estaba contento con mantener las cosas como estaban, disfrutando de la compañía de Kipo y dejando que el tiempo decidiera lo demás
A medida que pasaban los días, la relación de Lincoln con Kipo seguía fortaleciendo su ánimo. Sin embargo, había algo que Lincoln no había compartido con nadie, ni siquiera con Kipo. En lo profundo de su corazón, Lincoln sentía una enorme admiración por la heroína Jaguar. Esa figura misteriosa que protegía la ciudad, la misma que lo había inspirado a hacer lo correcto en el incidente del incendio, se había convertido en su héroe personal.
Esa admiración no se quedaba solo en sus pensamientos; Lincoln la expresaba de una manera que nadie conocía. En las noches, cuando el caos de su hogar finalmente se calmaba y todos en la Casa Loud se habían ido a dormir, Lincoln se refugiaba en su habitación. Sacaba un cuaderno de dibujo que mantenía bien escondido en su armario, uno que estaba lleno de páginas en blanco esperando ser llenadas con su creatividad.
Tomaba su lápiz y comenzaba a dibujar. Con cada trazo, daba vida a su propia versión de la heroína Jaguar. En su mente, la veía como una guerrera incansable, fuerte y valiente, pero también con un lado humano que la hacía cercana, accesible. En sus dibujos, imaginaba aventuras épicas donde la heroína Jaguar se enfrentaba a villanos poderosos, rescataba inocentes y defendía a la ciudad con una determinación inquebrantable. Y en cada página, Lincoln la representaba no solo como una figura imponente, sino también como una inspiración, alguien que le daba valor para enfrentar sus propios desafíos.
A veces, añadía pequeños detalles, como diálogos o escenas de acción, convirtiendo esos dibujos en pequeños cómics que solo él leía. A través de esas historias, Lincoln encontraba una manera de expresar su admiración por la heroína sin que nadie lo supiera. Era su forma secreta de agradecerle por ser la luz que necesitaba en medio de la oscuridad.
Aunque nadie en su familia sabía de su pequeño proyecto, Lincoln se aseguraba de guardar cuidadosamente cada cómic en una caja que escondía bajo su cama. Sabía que sus hermanos podían ser curiosos, y lo último que quería era que alguien descubriera su admiración secreta. No estaba listo para compartir ese lado de él, especialmente porque temía que otros no lo entendieran.
Había algo liberador en mantener su arte como un secreto. Era su espacio personal, un lugar donde podía dejar volar su imaginación y escapar, aunque solo fuera por un momento, de la realidad que a veces se sentía abrumadora. Dibujar sobre la heroína Jaguar lo ayudaba a encontrar la fuerza que necesitaba para enfrentar cada día, incluso cuando las cosas se ponían difíciles.
Lincoln sabía que, en algún momento, tendría que decidir qué hacer con todos esos cómics. Quizás algún día se atrevería a mostrárselos a Kipo, o tal vez se quedaría con ellos como un recordatorio de lo que había vivido y aprendido. Pero por ahora, estaba contento con seguir creando en secreto, dibujando a la heroína que tanto admiraba y encontrando consuelo en cada página.
Mientras Lincoln pasaba sus noches dibujando a la heroína Jaguar en secreto, Kipo también tenía un ritual nocturno propio. Aunque su vida estaba llena de responsabilidades como la heroína de la ciudad, en las pocas horas que podía dedicar a sí misma, encontraba consuelo en algo más sencillo: el dibujo.
Kipo siempre había disfrutado del arte, pero desde que conoció a Lincoln, su enfoque había cambiado. Empezó a llenar las páginas de su libreta con algo más que simples garabatos o paisajes. Ahora, esas páginas estaban dedicadas a una sola persona: Lincoln Loud.
Para Kipo, Lincoln no era simplemente un chico común y corriente. Había algo en él que la había cautivado desde el primer momento. No era perfecto; tenía sus defectos y luchaba con sus propios desafíos, pero era precisamente eso lo que lo hacía admirable para ella. Su valentía, su amabilidad, su capacidad para seguir adelante a pesar de las adversidades... todas esas cualidades la inspiraban.
Cada noche, cuando la ciudad estaba en calma y su madre, Song Oak, pensaba que Kipo estaba descansando, ella sacaba su libreta y empezaba a dibujar. No se trataba solo de capturar la apariencia de Lincoln, sino de plasmar lo que sentía al estar cerca de él, la admiración profunda que había crecido en su corazón.
Sus dibujos de Lincoln eran detallados, llenos de pequeñas notas y observaciones sobre él. Kipo se centraba en sus expresiones, en cómo sus ojos brillaban cuando hablaba de algo que le apasionaba o cómo su sonrisa aparecía cuando encontraba algo divertido. También dibujaba momentos que había presenciado, como la vez en que Lincoln ayudó a un niño pequeño en la calle o cuando se ofreció a llevar las compras de una anciana, detalles que mostraban su carácter compasivo y desinteresado.
Una noche, después de otro día agotador de patrullaje y estudio en casa, Kipo finalmente se dejó caer en su cama. Estaba cansada, pero su mente seguía activa, llena de pensamientos sobre Lincoln y las aventuras que compartían, aunque él no supiera toda la verdad sobre su doble vida. Sin embargo, sus párpados se hicieron pesados, y antes de que pudiera siquiera guardar su libreta, se quedó dormida, el lápiz todavía en su mano y la libreta abierta sobre la cama.
Mientras Kipo dormía profundamente, su madre, Song Oak, decidió asomarse a su habitación. Song estaba preocupada por lo mucho que su hija había estado trabajando como heroína, y quería asegurarse de que estuviera descansando lo suficiente. Al abrir la puerta, una suave sonrisa cruzó su rostro al ver a Kipo profundamente dormida, envuelta en las mantas, su respiración tranquila.
Pero algo más captó la atención de Song. Sobre la cama, cerca de Kipo, vio la libreta abierta. Sin querer perturbar a su hija, se acercó silenciosamente para recogerla y guardarla en su lugar. Sin embargo, cuando sus ojos se posaron en la página abierta, se detuvo.
Lo que vio la sorprendió. La página estaba llena de dibujos de un chico albino, con una expresión amable y un aire de determinación. Song reconoció al chico de inmediato; era Lincoln, el joven que Kipo había mencionado en alguna ocasión, pero no en detalle. Cada dibujo estaba hecho con un cuidado especial, como si cada trazo revelara la profunda admiración que Kipo sentía por él.
Song se quedó quieta por un momento, mirando los dibujos. Había algo en la forma en que Kipo lo había capturado, en la suavidad de las líneas y los detalles minuciosos de sus expresiones, que mostraba cuánto le importaba este chico. No era solo una amistad casual; estaba claro que Lincoln significaba algo especial para su hija.
Song cerró la libreta suavemente y la colocó en la mesita de noche de Kipo. Observó a su hija por unos momentos más, notando la ligera sonrisa que todavía permanecía en su rostro dormido. Sabía que su hija estaba creciendo, explorando nuevas relaciones y sentimientos, y aunque una parte de ella se preocupaba por las complicaciones que esto podría traer, otra parte se alegraba de ver a Kipo tan feliz.
Sin hacer ruido, Song salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Mientras caminaba hacia su propio cuarto, pensó en cómo podría apoyar a Kipo en esta nueva etapa de su vida, sin interferir demasiado. Sabía que eventualmente necesitarían hablar sobre esto, pero por ahora, dejó que su hija disfrutara de su admiración secreta, consciente de que el tiempo revelaría lo que debía ser.
En una oficina oculta en el corazón de la ciudad, un sujeto con un aire de misterio y poder revisaba cuidadosamente los informes sobre la heroína Jaguar. Sus rasgos faciales estaban ocultos por una máscara negra con detalles dorados, y su traje, ajustado y elegante, tenía un diseño que combinaba la funcionalidad con un toque de sofisticación. El sujeto se movía con la precisión de alguien que sabía exactamente lo que estaba haciendo y estaba dispuesto a cualquier cosa para alcanzar sus objetivos.
Este hombre, conocido solo como El Enigma, había estado siguiendo de cerca las actividades de la heroína Jaguar. Su interés en sus habilidades no era solo profesional, sino también personal, ya que veía en ella una herramienta clave para sus ambiciones. Había observado sus enfrentamientos, sus intervenciones y la forma en que había ganado el respeto de la ciudad.
Para cumplir con su objetivo, El Enigma decidió contratar a un cazador de recompensas de renombre: Stryker Voss, un hombre cuya reputación como cazador de recompensas era casi legendaria. Stryker Voss era conocido por su habilidad para capturar a los objetivos más escurridizos y peligrosos. Su traje, diseñado para parecerse al equipo de un cazador, incluía un cuerpo ajustado de material negro resistente, con múltiples compartimentos para herramientas y armas. La máscara que llevaba cubría su rostro, haciéndolo parecer aún más imponente y enigmático.
El Enigma contactó a Stryker Voss a través de un canal cifrado y le ofreció una recompensa significativa por la captura de la heroína Jaguar. La oferta incluía detalles específicos sobre la misión: capturar a la heroína viva si era posible, y asegurarse de entregarla al Enigma sin dejar rastro de la operación.
—La heroína Jaguar ha demostrado ser una adversaria formidable —dijo El Enigma con voz grave—. Su habilidad para proteger a la ciudad la convierte en un activo valioso para mis planes. Tu reputación te precede, Stryker. Confío en que podrás manejar esta tarea con la eficacia que te caracteriza.
Stryker Voss aceptó el encargo con un asentimiento silencioso, consciente de que la misión sería desafiante pero también extremadamente lucrativa. Preparó su equipo y se dirigió a la ciudad con la determinación de capturar a la heroína Jaguar.
Stryker Voss comenzó su búsqueda metódica, utilizando su vasta red de contactos y sus habilidades de rastreo para encontrar a la heroína. Cada movimiento estaba calculado y planeado, ya que sabía que capturar a alguien con las habilidades de heroína juguar requeriría no solo fuerza, sino también astucia y preparación.
Mientras tanto, Kipo continuaba su vida diaria como heroína y amiga de Lincoln, ajena a la amenaza que se estaba acercando. La ciudad seguía su curso habitual, con Kipo enfrentando desafíos y luchando contra el crimen, sin sospechar que una sombra siniestra se estaba extendiendo sobre ella.
Fin del capítulo
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