al menos todo se calmo
Mientras esperaban, Kipo llegó a la sala de espera junto con su madre, Song Oak. Al ver a la familia Loud, Kipo se acercó, con los ojos llenos de lágrimas.
"Lo siento mucho, lo siento..." murmuró Kipo, temblando y apenas capaz de mirar a los padres de Lincoln. "Lincoln tuvo un accidente. Fue muy grave."
"¿Qué pasó exactamente?" preguntó Rita, su voz quebrándose mientras trataba de entender la magnitud del evento.
Kipo miró a Song, quien la apoyó suavemente, dándole la fuerza para hablar. “Fue un accidente muy serio. No puedo decirles mucho más... pero Lincoln está en el hospital y los doctores están haciendo todo lo posible por ayudarlo.”
Song Oak se acercó a la familia Loud, su rostro mostrando una mezcla de preocupación y empatía. "Kipo está muy afectada por lo que ha pasado. No pudo evitar el accidente, pero está aquí para apoyar."
La sala de espera se llenó de un silencio expectante, roto solo por los pasos de los médicos que pasaban. La familia Loud y Kipo esperaban ansiosos, cada minuto sintiendo como si fuera una eternidad.
Finalmente, un médico salió del quirófano, limpiándose las manos y con una expresión de cansancio en su rostro. “El paciente está en estado crítico, pero hemos logrado estabilizarlo. Necesitaremos monitorearlo de cerca para ver cómo evoluciona, pero por ahora, está fuera de peligro inmediato.”
Rita y Lynn Sr. respiraron aliviados, aunque todavía con el corazón en la mano. “¿Podemos verlo?” preguntó Rita, su voz apenas un susurro de esperanza.
El médico asintió. “Pueden verlo, pero recuerden que está en recuperación. No podrán quedarse mucho tiempo.”
La familia Loud se dirigió a la habitación de Lincoln, donde él yacía en una cama de hospital, con vendajes y tubos conectados a su cuerpo. Aunque su estado era grave, la noticia de que estaba estable trajo un rayo de esperanza. Rita se acercó a la cama de Lincoln, tomándole la mano con ternura.
“Lincoln, cariño, estamos aquí,” murmuró Rita, tratando de controlar las lágrimas. “Todo va a estar bien.”
Mientras tanto, Kipo, al ver la angustia de la familia Loud, se apartó un poco, sintiéndose abrumada por la culpa y el dolor. Song Oak la consoló en silencio, sabiendo que el peso de la situación era casi insoportable.
El abuelo Leonardo, con la cara aún llena de tristeza, se apartó a un rincón, buscando un lugar donde llorar en silencio, tratando de lidiar con el peso de sus propias decisiones y la angustia por su nieto.
La sala estaba llena de emoción y pesar, mientras la familia y amigos de Lincoln esperaban ansiosos que él despertara y comenzara el proceso de recuperación
Eso paso en el cap anterior (creo del todo)
Días después...
Lincoln comenzaba a mostrar signos de recuperación. Aunque aún no podía salir del hospital, su estado había mejorado lo suficiente como para que su familia sintiera algo de alivio. Sin embargo, su cuerpo aún estaba demasiado débil para permitirle moverse con facilidad, y los médicos recomendaron que permaneciera bajo observación.
Sus hermanas, preocupadas por él, pasaban todo el tiempo que podían en el hospital, turnándose para estar a su lado. Lori y Leni le traían comida casera que preparaban con mucho cuidado, aunque Lincoln apenas podía comer un poco. Luna a menudo se quedaba con él por las tardes, tocando su guitarra suavemente para ayudarlo a relajarse. Luan intentaba animarlo con chistes y pequeñas bromas, aunque sabía que no era momento de exagerar. Lynn le prometía que pronto podrían volver a competir en algún deporte cuando estuviera mejor.
Hasta las más pequeñas, Lola, Lana y Lisa, se quedaban cerca de él. Lisa, en particular, observaba con atención las máquinas que monitoreaban a su hermano, asegurándose de que los doctores siguieran los mejores protocolos para su recuperación. Lily, aunque demasiado joven para entender lo que sucedía, se aferraba a la mano de Lincoln con dulzura, brindándole su amor infantil.
Cada día, Lincoln se sentía un poco mejor, pero el camino hacia la recuperación total todavía era largo. Rita y Lynn Sr., por su parte, nunca dejaban el hospital por mucho tiempo, queriendo estar cerca en todo momento por si algo sucedía.
Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, Kipo se encontraba sola en su habitación, aún atormentada por la culpa de lo sucedido. No se atrevía a ir a ver a Lincoln, pensando que podría empeorar las cosas. Había decidido mantenerse a distancia, creyendo que era lo mejor. Pero su madre, Song Oak, no pensaba lo mismo.
Song Oak se acercó a Kipo una tarde, notando la tristeza en los ojos de su hija.
—Kipo, sé que te sientes mal por lo que pasó con Lincoln —le dijo su madre, sentándose a su lado—. Pero esconderte no lo ayudará, y tú tampoco te sentirás mejor.
Kipo bajó la cabeza, tratando de contener las lágrimas.
—No puedo, mamá… No sé qué decir. Me siento responsable por lo que le pasó. No puedo mirarlo a la cara sabiendo lo que le ocurrió por mi culpa.
Song colocó una mano sobre el hombro de su hija, con una mirada comprensiva.
—No fue tu culpa, Kipo. Las cosas a veces se salen de control, pero lo importante es que estés allí para apoyarlo. Si Lincoln es tu amigo, necesita saber que te importa y que estás a su lado, especialmente ahora que está mejorando.
Kipo levantó la mirada, dudosa pero reconociendo que su madre tenía razón. Después de todo, Lincoln era su amigo, y no podía seguir evitando la situación. Song la animó a levantarse y acompañarla al hospital.
Más tarde, en el hospital...
Kipo llegó con Song al hospital, con el corazón acelerado y las manos temblorosas. No sabía cómo enfrentaría a la familia Loud, ni qué diría al ver a Lincoln. Song le ofreció una sonrisa alentadora antes de que Kipo tomara aire y entrara al edificio.
Cuando llegaron a la habitación de Lincoln, Kipo vio a sus hermanas a su alrededor, pero la atmósfera ya era un poco más ligera. Lincoln, aunque aún algo débil, estaba sentado en la cama, hablando con Luna, quien tocaba su guitarra suavemente.
Las hermanas de Lincoln se percataron de la llegada de Kipo y Song, y aunque había algo de tensión, no había rencor en sus miradas. Rita, quien estaba al otro lado de la cama, intercambió una mirada con Kipo antes de asentirle suavemente.
Kipo se acercó lentamente a Lincoln, sintiendo el nudo en su garganta. Lincoln la miró, sonriendo débilmente al verla.
—Kipo… —dijo con una voz suave, notando la incomodidad de su amiga—. Me alegra verte.
Las lágrimas comenzaron a formarse en los ojos de Kipo mientras se sentaba a su lado.
—Lincoln, yo… lo siento mucho —logró decir, su voz temblando—. No quería que te pasara nada. De verdad…
Lincoln alzó la mano, deteniéndola.
—No fue tu culpa, Kipo. Estoy aquí… y eso es lo que importa.
Kipo estaba aún llena de emociones, sus lágrimas cayendo silenciosamente mientras intentaba disculparse. El ambiente seguía siendo tenso, pero Lincoln decidió romper ese silencio con un gesto que mostraba su bondad innata.
Con una sonrisa suave, Lincoln extendió su brazo débil hacia Kipo, señalando que quería que se acercara más. A pesar de estar aún recuperándose, había algo en su mirada que transmitía tranquilidad.
—Kipo... ven aquí —dijo Lincoln, su voz cálida y reconfortante.
Kipo lo miró, sorprendida, aún sintiéndose culpable por lo que había sucedido. Dudó por un segundo, pero luego, al ver la genuina expresión en el rostro de su amigo, dio un paso adelante, acercándose a la cama.
Lincoln, aunque con algo de esfuerzo, extendió su otro brazo, mostrando que quería darle un abrazo. Kipo, incapaz de contener más las emociones, se inclinó y lo abrazó con cuidado, tratando de no lastimarlo más de lo que ya estaba.
—Gracias por estar aquí —susurró Lincoln mientras la abrazaba suavemente, transmitiéndole paz y, al mismo tiempo, haciendo que Kipo finalmente liberara la tensión que había estado acumulando.
Las lágrimas que derramaba Kipo ahora eran de alivio, sintiendo que todo el peso de la culpa empezaba a desaparecer poco a poco. Song, observando desde la puerta, sonrió con orgullo, sabiendo que Kipo había dado el paso que tanto temía. La familia Loud también observaba en silencio, entendiendo que Lincoln siempre sabía cómo calmar las tormentas emocionales, incluso en medio de las suyas.
Por primera vez en mucho tiempo, la habitación se llenó de una sensación de paz.
A medida que los minutos pasaban, Kipo comenzó a sentir cómo la enorme carga de culpa que había llevado consigo empezaba a desvanecerse. El simple hecho de estar al lado de Lincoln, verlo sonreír a pesar de su estado, y compartir un momento de paz con él, hizo que su corazón se aligerara. Aunque el miedo y la angustia habían sido grandes, la conexión que tenían les permitió encontrar consuelo el uno en el otro.
Lincoln, aún débil, permanecía tranquilo, feliz de tener a Kipo cerca. No necesitaba palabras para hacerla sentir mejor, su presencia bastaba. Con el tiempo, Kipo empezó a sonreír más genuinamente, sintiendo que podía soltar la tristeza.
Pasaron las horas y ambos continuaron conversando, riendo un poco, aunque de forma pausada, debido a las heridas de Lincoln. Hablaron de todo y de nada al mismo tiempo, como lo hacían antes, recordando viejos momentos y compartiendo silencios que eran igual de reconfortantes.
Mientras Kipo se quedaba al lado de Lincoln, Song Oak observaba con satisfacción desde la puerta, aliviada de que su hija finalmente pudiera sanar emocionalmente. La familia Loud también estaba cerca, dejando que Kipo y Lincoln tuvieran su momento, sintiendo que ambos se ayudaban mutuamente a sanar de una manera que nadie más podría.
—Gracias por quedarte —murmuró Lincoln suavemente, sus ojos medio cerrados mientras el cansancio comenzaba a apoderarse de él.
Kipo sonrió y tomó su mano con cuidado, respondiendo con cariño:
—Siempre estaré aquí, Lincoln. Siempre.
Después de un rato de estar en la habitación, Song Oak y la familia Loud notaron que tanto Lincoln como Kipo necesitaban un momento a solas. Rita fue la primera en sugerir que los dejaran tranquilos por un tiempo para que pudieran hablar sin interrupciones.
—Creo que deberíamos darles algo de privacidad —dijo Rita en voz baja, mirando a su esposo, quien asintió en silencio.
Song Oak también estuvo de acuerdo, y con una sonrisa cálida, se acercó a Kipo para acariciar suavemente su hombro antes de salir.
—Estaremos afuera, cielo —le dijo Song, con la mirada llena de amor. Kipo asintió agradecida mientras la observaba salir por la puerta, seguida por el resto de la familia Loud.
Ahora, con la habitación en silencio y la luz suave que se filtraba por las cortinas, Lincoln y Kipo quedaron completamente solos. El ambiente cambió ligeramente, se sentía más íntimo y relajado. Lincoln, aún algo cansado, miró a Kipo con una pequeña sonrisa.
—Gracias por quedarte —murmuró, su voz tranquila pero llena de gratitud.
Kipo se acercó un poco más a la cama de Lincoln, sintiendo que el peso de la culpa y la tristeza finalmente empezaba a desaparecer.
—No podría irme —respondió, tratando de contener las emociones. Luego, tomó suavemente la mano de Lincoln—. Me alegra verte mejor.
El silencio entre ellos no era incómodo, sino lleno de comprensión. Ambos sabían que no necesitaban decir mucho más, solo estar el uno para el otro en ese momento era suficiente.
Mientras tanto, en lo alto de un edificio cercano...
Leonardo, el abuelo de Lincoln, estaba sentado al borde del tejado, mirando hacia la ciudad que se extendía bajo él. El viento soplaba suavemente, pero no lo suficiente como para calmar la tormenta de pensamientos que lo acosaban. Desde su posición, podía ver el hospital donde estaba su nieto, y aunque su instinto le decía que debía irse, algo lo mantenía allí.
El cazarrecompensas se quitó el sombrero, pasándose una mano por el cabello canoso. Sentía el peso de sus acciones como un yugo, cargando con la culpa de lo que había sucedido.
—¿Debería quedarme? —se preguntaba en voz baja, mirando hacia el horizonte, su rostro reflejando dudas—. Después de todo lo que le hice... ¿merezco siquiera estar cerca?
Había pasado tanto tiempo sin ver a Lincoln y a su familia, manteniéndose distante por su vida como cazarrecompensas. Y ahora, después de lo ocurrido, no sabía si su presencia haría más mal que bien. Lincoln estaba herido por su causa, y la imagen de su nieto cayendo del cielo seguía atormentándolo.
Leonardo apretó los puños, recordando el miedo y la desesperación que sintió al verlo casi morir. Kipo había luchado con todas sus fuerzas, y él solo pudo observar cómo la situación empeoraba. Se culpaba por haber llevado todo tan lejos, por haber permitido que su nieto quedara atrapado en ese caos.
—¿Qué clase de abuelo soy? —murmuró, con los ojos empañados por las lágrimas que no quería dejar caer.
Sabía que no podía quedarse en las sombras para siempre, pero tampoco estaba seguro de si podía enfrentar a Lincoln y a su familia después de lo que había hecho. Leonardo estaba en una encrucijada, dividido entre su deseo de proteger a su nieto y el miedo de causar más daño al acercarse.
En la habitación del hospital...
Kipo miró a Lincoln, sonriendo con más confianza ahora que el ambiente entre ambos se había calmado. Aunque todavía estaba preocupada por su recuperación, comenzaba a imaginar un futuro más positivo.
—Cuando salgas de aquí, te prometo que te llevaré a pasear —dijo Kipo, con un brillo en sus ojos—. Quiero que veamos muchas partes y cosas juntos, que disfrutes todo lo que te perdiste mientras estabas en el hospital.
Lincoln, a pesar de estar debilitado, sonrió ante la propuesta. Agradecía que Kipo intentara alegrar el ambiente después de todo lo que había pasado.
—Eso suena bien —respondió él, con una pequeña risa—. ¿A dónde me vas a llevar primero?
Kipo se encogió de hombros juguetonamente. —No sé, tal vez a las alturas de la ciudad, donde podamos ver todo desde arriba, o a algún lugar tranquilo donde podamos relajarnos. Lo importante es que te pongas bien primero.
Lincoln asintió, sintiéndose más relajado. —No puedo esperar. Aunque por ahora, creo que no me vendría mal un poco más de descanso.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la compañía del otro, con la promesa de nuevos recuerdos cuando Lincoln finalmente saliera del hospital.
Fin del capítulo
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top