61- La última imagen.

Narrador omnisciente

La chica fue guiada por los dos guardias hacia el interior del palacio. En todo aquel trayecto ninguno de los tres decía nada, y menos la chica, la cual durante todo el camino no dejó de analizar el comportamiento serio y las pequeñas miradas que dirigían a la chica asegurándose de que ella siguiese ahí. Observó todo aquel lugar, intrigada por el motivo por el cual estaba allí más que por los lujos que decoraban de forma cuidadosa los pasillos por los que caminaban.

Tras unos minutos andado se detuvieron frente a una puerta bastante grande, los guardias se giraron sacando unas esposas y tomando las manos de la chica, la cual las apartó de mala gana.

(Tn)- ¿Qué se supone que haces?

Guardia 1- No puedes entrar si no estás esposada. -agarró con fuerza sus brazos mientras el otro le ponía las esposas. - Al otro lado está el joven amo, por tu bien haz lo que te dice.

(Tn)- Quitad me las esposas. -miró al guardia amenazante. -No voy a entrar ahí esposada.

Guardia 2- Harás lo que ese te diga. -apuntó con su pistola a la cabeza de la chica. - O te volare los ojos aquí mismo.

(Tn) lo miró unos segundos y esbozó una sonrisa sarcástica, miró al frente sin dar le importancia a la proximidad de la pistola a su cabeza.

El guardia tocó el la puerta tres veces. - Señor, hemos traído a la chica tal y como ordenó.

Un sonido del interior fue suficiente para que el guardia abriese la puerta y mirase a la chica.

Guardia 1- Entra.

(Tn) sin mirarlo comenzó a andar hacia aquella puerta. Al cruzar la se detuvo cuando escuchó un golpe a sus espaldas, se giró y vio la puerta nuevamente cerrada. Deslizó su mirada lentamente hacia delante, al ser de noche aquel lugar estaba oscuro a excepción de unos amplios ventanales ubicados a en la parte izquierda de aquella sala.

La chica sin moverse de su lugar observó una figura alta sentada de espaldas a ella en el alféizar de uno de los ventanales.

No dijo nada, tan solo observaba aquella sala, al lado derecho frente a los ventanales había cuatro tronos, cada uno con un símbolo diferente.

Se miró las manos encadenadas sin saber que hacer, sin saber el motivo por el cual estaba allí plantada.

Pasaron varios minutos hasta que aquella silueta se atrevió a hablar.

Doflamingo- (Ta) D. (Tn), recompensa de 615.000.000 berries. -leyó su cartel. - ¿Qué haces en mi reino?

La chica abrió la boca asombrada al reconocer esa voz, la escuchó en Marine Ford, esa voz que pedía a gritos que la mataran cuando huyó a lomos de Viserion.

(Tn)- Doflamingo...

Comenzó a reír sin levantarse. - Bien, sabes mi nombre, pero no respondiste a mi pregunta.

(Tn)- Lo que yo haga aquí no es cosa tuya.

Doflamingo- Te equivocas, este es mi reino y tú una persona que ha entrado en él, ahora dime, ¿para que has venido?

(Tn)- Estoy segura de que a al reino entran miles de navegantes y piratas todas las semanas, ¿los invitas a tu palacio haciéndo les entrar uno por uno para hacerles preguntas?

Doflamingo- Tengo a gente para ello y deshacerme de visitantes no deseados.

(Tn)- ¿Y por qué me llamas a mi?

Doflamingo- Entras a mi reino, ganas en el coliseo y caminas por las calles a estas horas de la noche, dime que haces aquí.

(Tn)- Vine a entrenar.

Doflamingo sonrió. - Ya veo.

(Tn)- Sí se acabaron las preguntas me voy ya.

Se dio la vuelta para salir, no soportaba estar en la misma habitación que ese tipo pero unas palabras de Doflamingo bastaron para helar le la sangre.

Doflamingo- ¿Tienes familia?

Lo miró nerviosa. - ¿A que te refieres?

Doflamingo- La pregunta es simple.

(Tn)- Sí, tengo familia.

Doflamingo- Mugiwara y hiken, ¿me equivoco?

La chica se giró mirándolo con odio. - Cómo te atrevas a tocarlos, como te atrevas siquiera a ponerles una mano encima, te provocare el mayor sufrimiento que nunca antes se haya dado.

Doflamingo río. - Bien bien, lo he entendido. -su sonrisa desapareció. - Mi madre murió cuando sólo era un niño, poco después maté a mi padre. -la chica lo miró confusa. - Mi única familia son los ejecutivos, Pica, Diamante y Trébol, si alguien les hiciera daño yo también mataría.

La chica no dijo nada.

Doflamingo- He oído que has dejado a Shirigohige. -sonrió laminado sus labios.

(Tn)- No he venido a charlar contigo, dime para que me has hecho venir.

Doflamingo rió.- Qué impaciente eres.

(Tn)- Tengo cosas más importantes que hacer.

Doflamingo se levantó, la chica pudo ver cuan de alto era, media aproximadamente tres metros y la chica solo le llegaba hasta la cintura, pero no se dejó intimidar por la gran diferencia de altura, levantó la cabeza y lo miró a la cara, llevaba unas gafas de sol a pesar de ser de noche, su pelo rubio parecía desordenado pero igualmente se veía bien, llevaba un abrigo de plumas rosas sobre sus hombros, la blusa desabrochado y unos pantalones pirata. Se acercó un poco a ella sin borrar su sonrisa burlona.

Doflamingo- Hace un par de años en Marine Ford hablemos sobre un tema que quiero retomar hoy contigo.

La chica no dijo nada, tan solo lanzaba miradas de odio hacia el hombre que tenía delante.

Doflamingo- Supongo que recordarás el día en el que íbamos a matar a Hiken. -se pasó su lengua por sus labios. - ¿No?

(Tn)- Sí, yo y todo el mundo recuerda ese día, el día en el que miles de presos escaparon de la mayor prisión. -sonrió un poco. - Y el día en el que se impedio la ejecución del hijo del rey de los piratas.

En la frente de Doflamingo aparecieron varias venas pero sin borrar su sonrisa sádica continuó. - Se dijo que seria una buena idea que te unieses a nosotros, pero yo me negué, ahora es distinto.

La chica lo miró confundida sin saber que pretendía.

Doflamingo- Únete a mi.

La chica no pudo evitar reír. - Es una broma, ¿verdad?

Doflamingo - Serás mi mano derecha, y no dejaré que nadie te hiera.

(Tn)- Prefiero unirme a la marina antes de unirme a ti. - lo miró con reproche.

Doflamingo dio dos zancadas aproximándose a ella, la tomó de los grilletes que unían sus manos y la levantó hasta quedar su rostro frente a suyo. La chica no pudo evitar dar un quejido de dolor al sentir las esposas clavarse en sus muñecas.

Miró a Doflamingo, el cual sonreía de forma escalofriante.

Doflamingo- Lo repetiré otra vez, únete a mi.

(Tn) lo miró con odio y una mueca de dolor al sentir las esposas clavarse más en su piel. - Nunca me uniré a ti.

Las venas se hicieron más notorias en su frente, alzó más a la chica y la lanzó fuertemente de espaldas al suelo. (Tn) sintió como sus pulmones expulsaba todo el aire al impactar contra el suelo.

Tosio un poco y se intentó incorporar pero nuevamente sintió la mano de Doflamingo ahora alrededor de su cuello.

Doflamingo- Tuve que haber acabado contigo cuando tuve la oportunidad. -la levantó obstaculizandole el aire. -apretó su agarre.

La chica abrió la boca intentando respirar pero le era imposible, la mano alrededor de su cuello le impedía que el aire entrará a sus pulmones. Cerró los ojos pensando en que hacer, movió sus manos intentando deshacerse de las esposas pero le era imposible tomar fuerzas estando sin apenas aire. Llevó sus manos hacia la mano que la sujetaba del cuello y sin apenas fuerza intentó apartar los dedos de su cuello.
Su cabeza comenzó a latir le con fuerza, su pecho parecía arder por la falta de aire, sus piernas dejaron de luchar, abrió un poco un ojo para mirar a su agresor, el cual estaba mirándola serio, analizando cada gesto que hacía antes de quedarse sin aire, analizando como se escapaba la vida de su cuerpo. Lo miró unos segundos a los ojos a través de sus gafas, deslizó sus manos sobre las de él cayendo a ambos lados de su cuerpo, dejó de luchar, sentía como si su cuerpo se negaba a moverse a cada orden que su cerebro daba. Cerró los ojos encontrándose cada vez más cansada, una imagen apareció en su mente, una persona le sonreía abriéndose paso en la oscuridad de su mente. La chica sin poder evitarlo sonrió mientras unas lágrimas se deslizaban por sus mejillas, el chico pelinegro de la imagen le sonrió con su particular sonrisa.

En ese momento la mano aferrada alrededor de su cuello se abrió dejando caer a la chica, la cual abrió la boca intentando respirar con dificultad. Empezó a toser mientras sentía su cabeza arder, oyó unos pasos alejándose de allí seguidos de una puerta cerrándose.

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