Resiliencia.

Bakugou meció con cuidado el cuerpo de su hermana, observando su ventana en silencio.

--- Que difícil...--- murmuró, agotado, sabiendo que las cosas iban a ponerse aún peor pues sus padres venían en camino después de dejarlos una semana entera por su trabajo.

Se supone que no debería pasar por esto, menos si está solo y tiene que proteger a alguien, pero, ¿En verdad cuenta como protección cuando no puede salvarla? Sabe que está siendo irracional, que no importa cuántas veces lo intente, siempre va a estar atado a su familia aún cuando lo intente desesperadamente.

Que lo intentó. Muchas veces trató de sacar a su hermana de este lugar pero falló por culpa de su madre, no suya.

Pero está cansado.

Cansado de tanto pelear, de aguantar, de hacerse el fuerte, de curarse a sí mismo, de ver a la gente a su alrededor apuntándole con malos comentarios, de escuchar a su padre insultarlo, de sentir los golpes de su madre en su cuerpo, de estar indefenso, de ver cómo su vida se cae a pedazos y no puede hacer nada para remediarlo.

Entonces, ¿De que sirve pelear si nunca va a mejorar?

¿De que sirve recibir los golpes de su madre?

¿De que sirve llorar hasta quedarse dormido?

¿De que sirve mirarse al espejo y odiarse por ser débil?

¿De que sirve pelear por una vida que jamás va a ser buena?

¿De que sirve intentar?

Su hermana podría tener una buena vida sin él, aún es una bebé, podría adaptarse a su nueva familia y ni siquiera recordaría que él existió, o lo que hizo por ella... ¿Cuál es el punto de mantenerla aquí si solo la está lastimando?

Suspiró, mirando a la ventana de su cuarto a la par que sus pensamientos lo inundaban por completo, pues no estaba seguro de que hacer ahora.

Tenía el tiempo para salir de su casa, dejar a Yuko con alguien y regresar para descansar.

Descansar para siempre.

Ya no tendría que levantarse en la madrugada para cuidar que su madre no asfixiara a su hermana, ya no tendría que preocuparse de que iba a comer su hermana, o que haría cuando sus padres estuvieran aquí, ya no tendría que esconder sus moretones con maquillaje todos los días, ya no tendría que escuchar sus tontos pensamientos día y noche...

Solo tendría paz.

--- Da... DaaAa.--- un suave golpe en su nariz lo hizo salir de su mente, sonriendo al ver cómo su hermanita estiraba sus brazos para poder tocar su rostro, riendo de algo que él no entendía.

Le dió un beso en su frente, provocando una estruendosa risa por parte de la pequeña, quién tomó su rostro y comenzó a babear sus mejillas, tratando de imitar lo que él había hecho.

Volvió a reír, su voz rompiéndose un poco debido a que estaba a nada de llorar, una vez más.

Al final, comprendió que no había otro futuro que quisiera vivir sin su hermana, que no importaba cuántas veces su cuerpo fuera magullado, si es por ella, entonces lo vale. No iba a rendirse, no iba a ser egoísta, ella lo necesitaba tanto como él a ella.

Él iba a ser la persona que siempre quiso tener en su vida. Él iba a salvar a su hermana. Él se aseguraría de que su hermana jamás sufriera lo que él sufrió.

--- Mi pequeña Yuko... Te amo, ratita...--- susurró, acariciando la mejilla de la misma mientras su visión se hacía más y más borrosa debido a las lágrimas que comenzaban a desbordarse.
--- Tu quédate tranquila... Mientras yo esté aquí, nadie podrá lastimarte...--- sin poder detenerse a sí mismo, las lágrimas cayeron en su totalidad, con fuertes sollozos mientras acunaba de nuevo a Yuko en su pecho, dejando que durmiera una vez más.

No sabe cuánto fue el que duraron así, pero cuando volvió a reconocer su alrededor, escuchó el auto de sus padres llegar a la cochera, indicando su llegada.

Talló sus ojos con uno de sus brazos, con el otro, sostenía a su hermana, pero pronto la dejo sobre su cuna, cobijando su cuerpo con una sonrisa con cuidado de no despertarla.

Apretó sus puños con fuerza, soltando una temblorosa exhalación al saber lo que se avecinaba.

Sin pensar en nada, se dio la vuelta y salió de su habitación, colocando seguro a la puerta para después bajar las escaleras al tiempo que sus padres ingresaban a la casa.

Inhaló hondo, cerrando sus ojos sin detenerse, no había que temer, pues sabe que su madre solo lo usa como una forma de liberar su estrés, nunca lo matará por miedo a lo que eso podría provocar.

Sólo va a golpearlo, nada más.

Abrió sus orbes de nuevo, mirando cara a cara su madre y padre sabiendo que entre Yuko y ellos, solo se encuentra él.

Sonrió.

Si el destino piensa que con solo unos golpes lo hará rendirse, entonces está muy equivocado.



















--- ¡Ow! ¡¿Podrías tener más cuidado!?--- gritó Katsuki, mirando mal al paramédico que estaba frente a él, quitándole los pedazos de vidrio incrustados en su cabeza. Tanto Aizawa como la autoproclamada BakuSquad estaban a su alrededor, mientras que su profesor solo dejaba que el experto hiciera su trabajo, sus idiotas estaban pálidos y en pánico, tratándolo como si fuera a morirse.

--- ¿Necesitas agua-

--- E-Espera, traje chocolate por si se te baja el azúcar.---

--- ¿Te duele el estómago? ¿Tus oídos, algo?---

--- T-Traje una toalla mojada para limpiar la sangre-

Rodó sus ojos en fastidio, dejando que Hanta le quitara las manchas de sangre en su rostro y cuello.

Yuko, por otro lado, estaba aferrada a su camisa, con su rostro oculto en su pecho mientras Katsuki masajeaba su espalda, dejándola llorar lo que quisiera.

No iba a ir a ningún lado, después de todo.

Una vez que el paramédico termino de vendar su cabeza, Katsuki se levantó del banco donde estaba con su hermana en brazos, siendo "ayudado" por su escuadrón.

--- A ver, idiotas, solo fue un maldito jarrón, me han pasado peores cosas, no me voy a morir por algo como esto.--- gruñó, fastidiado de toda esta lástima. --- Así que quiten esa maldita mirada de sus ojos y callense, o los mando-

Se quedó callado cuando las manos de Ashido tomaron su rostro con sumo cuidado, mirándolo con ojos cristalinos mientras pequeñas lágrimas se escapaban de los mismos.

Y ahora que los veía todos, estaban en un aspecto similar, tratando de evitar que las emociones tomarán la rienda de sus acciones.

Sero, siguiendo los pasos de Mina, colocó una de sus manos en la mejilla del chico, confundiendo al ceniza aún más.

--- ¿Qué sucede?--- pregunto, intercalando su mirada entre los presentes, pero termino viendo al más grande en cuanto a estatura, buscando respuestas.

Solo recibió una risita de su parte.

Y luego un abrazo.

Todos tuvieron cuidado de no aplastar a Yuko, pero se las arreglaron para hacer eso y asfixiarlo también, dejándolo indefenso.

Solo suspiró, logrando sacar su rostro de los pechos de Mina para colocarse sobre el hombro de Hanta, aceptando el abrazo.





































































































«- un poco de relleno pa' que lloren-

¿Que les pareció el capítulo?

No se preocupen, todavía falta el final, la cosa es que aún no decido cuan de los borradores ponerle jajan't

No se si hacerlos sufrir más o dejarlos descansar uvu

Anyways, espero que estén disfrutando su lectura.

¡Lxs amo!

❤️

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