🔮Capitulo Nueve🔮

<Pensar que pasé tantas cosas con Dylan, tantas cosas que.... ¿Cómo nos pasó esto? Estoy tan decepciona de mi madre. Si lo que Sebastián dice es verdad ella nos entregó cuando al fin volví a casa ¿Será que realmente no puedo contar con ella?>

Sin darme cuenta un suspiro escapó de mis labios.

—¿Te encuentras bien? —Me preguntó Mackie mientras esperábamos al director.

Para mí sorpresa Mackie tenía todos los papeles de la inscripción listos.

—Si, es solo que vivir es tan complicado —no procesé mis palabras.

—¿A que te refieres? —El me miró preocupado.

—Nada, no tiene importancia.

—A mí... a mí me importa —se aproximó a mi rostro.

Su mirada se posó sobre la mía, sus ojos tan claros como el cielo, me miraban muy fijamente, sentía como lentamente era absorbida por ellos, hasta que alguien palmeó mi hombro.

—¡Sebastián! —me sobresalte.

—No vuelvas a hacer eso —le advirtió a Mack.

—No hice nada gatito —Se encogió de hombros y se volteó.

—Creo que me perdí de algo —Miré extrañada a Sebastián.

—Nada importante ama, al menos no por ahora —El se sentó a mi lado y se aferró a mi brazo.

<Que raro>

Al fin el director salió y le dio ingreso a su despacho a Mackie y Sebastián, ambos ingresaban hoy.

Me quedé esperando hasta que junto con el timbre de inicio ellos salieron del despacho.

Caminamos hacia el aula y ellos se quedaron con la profesora.

—Buenos días Alumnos —Saludo como siempre la profesora —Hoy tenemos dos nuevos compañeros Mackie Blaz y Sebastián Piure.

Realmente los alumnos no estaban dando mucha atención, como siempre.

De un momento a otro todos quedaron inmóviles, mire a Mackie y el se encontraba a mi lado, sacando a mi compañero de banco y acomodándolo en otro sitio, le cambio los recuerdos para que no lo notara y volvió al frente.

Realmente desprecie ese tipo de acción, así que yo misma tome ciertas medidas.

—Bien alumno Piure usted irá al lado de la señorita Cornellia, vi que lo acompaño hasta el aula, así que supongo sabe quien es.

Mackie quedó atónito y me dedicó una sonrisa un tanto pícara, mientras tanto mi bello singapura desbordaba felicidad.

Por algún motivo Dylan estaba sonriendo.

<¿Será que no le cae bien Mack?>

Prácticamente las clases duraron unos segundos ya que Mack se encargó de que así fuera.

—Debemos hablar —Estaba muy molesta, no puede usar la magia de ese modo.

—Claro mi princesa.

Nos dirigimos con prisa al patio tracero.

—Oye —comencé a hablar —Se que las clases son aburridas y molestas, pero, no puedes adelantar el tiempo por qué si, supongo que por algo estás aquí y si te salteas las clases de esa forma tu madre no estará contenta. ¿Sino para que te inscribiste?

—Tienes razón, y lo siento Cornellia —tomo mis manos y clavo su mirada muévame en la mía.

Sus ojos, no podía dejar de verlos, sentía que algo estaba realmente mal.

—Princesa —Acarició mi brazo —Acércate.

<¿Qué? !No!>

Mi cuerpo no me hacía caso.

Reflejado en sus ojos vi a Dylan el cual se escondió detrás de un árbol, Mack lo vio y sonrió.

—Bésame —ordenó.

<¿Eh? Dylan, ayúdame .... ¡Sebastián! ¡Alguien!>

Por más que intente resistirme mi cuerpo cada vez estaba más cerca de él.

El me tomó por la cintura y me besó.

Apenas roce sus labios lo noté. Estaba hechizada, un hechizo de amor, uno del que no sé cómo lograré salir.

Sabastian llegó, pero ya era tarde.

Dylan se fue muy enojado y Mackie ya me tenía en su poder.

—¿Qué haz hecho? —Sebastián llegó gritando —Te lo advertí —Gruñó —No te saldrás con la tuya.

—Ya lo he hecho gatito.

Lo peor es que lentamente ya no sabia ni que pasaba ni por qué peleaban.

—¿Qué sucede? – hablé —Sebastián ¿Por qué le gritas a Mack?

—Mi vida, no es nada —me dio un suave beso y tomó mi mano —Volvamos, el receso casi termina.

—Claro —sonreí.

Fuimos a los casilleros, tenía que buscar el libro de historia. Ahí estaba Dylan y recordé cómo lo besé la otra noche, me sentí culpable traicioné a Mack.

<¿Debería decirle?>

—¿Decirme que? — preguntó.

—¿Eh? —eso me asustó.

—¿Acabas de pensar en voz alta?

El estruendo del puño de Dylan contra los casilleros me sobresaltó.

—¿Estás bien? Que chico mas bruto —me abrazo Mack

—¿Estará bien? —lo busque con la mirada.

—No es importante —nuevamente me beso.

—Tienes razón —sonreí  tontamente.

<¿Por que me preocupa tanto?>

Mack me tomo del brazo y apretó su agarre.

—Olvídalo Cornellia —me miró fijo y muy enojado.

Los instantes que duró ese momento, tuve mucho, mucho miedo.

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