Capítulo 2
En esta historia se hacen algunas referencias la ||Guía Omegaverse|| de *Letras del fanworld* y a mi libro Kappa: La sexta jerarquía. Para mayor información pasar a leerlas. La imagen utilizada en la nueva portada pertenece totalmente a su respectivo autor.
Aclaraciones
Las palabras resaltadas son la voz de mando.
Las palabras resaltadas en cursiva son la voz de omega.
Las palabras en "cursiva con comillas" son pensamientos.
Editado por Marplay.
"Sabías que...
Descubrir a un kappa sin un examen de por medio es algo complicado. Su primer celo puede ser fácilmente confundido con el de alfa u omega puesto que se manifiesta como alguno de estos."
Capítulo 2
-El guardián.
Palacio del Sol.
Galicia, Reino de Arcadia.
La esencia grabada en su memoria era embriagante. Se debatía entre seguir resguardando la puerta o tirarla abajo con todo y seguro para reclamar al indefenso y apetecible príncipe; lo sabía, sabía que debía resistir, se trataba de un príncipe y él era un simple soldado debutante a la espera de un puesto en la milicia y en el peor de los casos -a su parecer -, lejos de la "acción" en un puesto dentro de palacio.
Era muy conveniente el entrenamiento que recibió por parte de su padre para no caer ante las insinuaciones de un omega cualquiera en celo. Pero esto era diferente, contenerse lo estaba volviendo loco, tomó su katana y se hizo una pequeña incisión en el brazo, sabía que sanaria en una horas y que el olor a su sangre inhibiría la esencia esparcida en los pasillos. Además le daría paz.
Al cabo de unos minutos llegó una pequeña multitud corriendo, al escuchar la cantidad de pasos se puso en guardia con katana en mano y dispuesto a defender el acceso a esa puerta. Pero lo que divisó fue a su padre encabezando la campaña con el rey Mana y la reina Cibeles seguidos de lo que parecía ser un médico beta. Se inclinó en el acto y guardó la katana.
-¿Yu? ¿Qué haces aquí...? -Álveo se dirigió a su hijo algo confundido ante su presencia-. Bueno después me explicas.
- ¡Allen! Miranda abre la puerta. -la reina se hallaba muy preocupada por su hijo y fue la primera en exigir que aquella puerta fuera abierta.
- ¡Sí Majestad! -Miranda retiró los seguros y adoptó una posición de respeto, realizando una referencia al mismo tiempo que reportaba los medicamentos que había suministrado a Allen, con la duda de que la dosis fuera la correcta puesto que apenas y habían hecho algo de efecto.
En la habitación ingresaron el rey y la reina, seguidos del médico mientras Miranda salía y cerraba tras ellos, haciendo compañía al par de alfas que quedaron afuera.
-Yu, es hora de una buena explicación de qué hacías fuera de esta puerta y qué planeabas hacer con tu arma...
-Don Alveo -habló la omega-, el joven Kanda fue quién me ayudó a traer al Príncipe a sus aposentos, y además él fue quien lo encontró, si él no hubiese estado creo... No, estoy segura que habría ocurrido alguna tragedia con su alteza.
- ¿Es así, Yu? -el mayor arqueó una ceja analizando a su hijo, de alguna forma le costaba hacerse a la idea del menor de los Kanda ayudando así, sin más.
-Lo es, viejo. -se cruzó de brazos hablando con un tono informal, seguro de que su padre estaba imaginando mil y una cosas.
-Hmm... Pues te felicito, admito que el olor es potente hasta las afueras del jardín pero veo que soportaste bastante bien. -El alfa palpó la espalda del azabache menor con algo de fuerza, removiendo a este de su posición y provocando que unas gotas de sangre salpicasen el pasillo.
-Joven Kanda ¿está bien? Está usted sangrando... -dijo una preocupada Miranda que observaba la escena.
-Así que tuviste que recorrer a esos métodos... Eso explica porque siento menos la esencia del Príncipe.
-Sí... ¿Estará bien? -la pregunta se le escapó de los labios, en realidad lo estaba pensando pero simplemente salió de su boca como un respiro, de forma inevitable.
-Tú ¿preocupado por alguien? Valgame Dios... Bueno, seguro estará bien. Le darán supresores alternativos* y estará listo para la fiesta de esta noche.
-Tch. Como si me interesará él, sólo me aseguro de impresionar a los reyes como me dijiste antes. -mintió deliberadamente, la cuestión era a quién intentaba engañar, pues a su padre no se le escapa nada y había notado un leve brillo en aquellos orbes azules al preguntar por el príncipe, un brillo que se le hacia tan conocido por su bella Yukine.
-Con su permiso, don Alveo, joven Kanda. -Miranda realizó un pequeña reverencia, aunque Álveo no era parte de la realeza era alguien muy respetado en palacio, no solo por cada miembro de la guardia real sino también por cada empleado en el castillo.
Y Kanda se había ganado su respeto, salvando a ese chico al que había cuidado desde que era un cachorro en compañía de su madre. Miranda adoraba a Allen, era el hijo que jamás había tenido la oportunidad de tener, después de todo era estéril, la vida no le había dado la oportunidad de cumplir una función tan básica para su jerarquía y la única que le había proporcionado la oportunidad de sentirse madre había sido la reina al enterarse de su sufrimiento y pedirle ayuda en la crianza de sus cachorros; Miranda había ayudado a criar a ambos príncipes y los amaba tanto como a los reyes.
-Deja de tratarme con tanto respeto... Es escalofriante. -Yu rodó los ojos con fastidio, nadie le hablaba de dicha forma y lo más cercano a eso era el respeto que se daba en el ejército frente a un superior, el cual había aprendido de ver a los soldados al cargo de su padre.
-Perdone, creí que estaría bien ya que usted defendió a mi príncipe en un momento tan peligroso. Incluso dominó a todos los guardias alfas que intentaron atacar al Príncipe de camino aquí.
- ¿Es de ese modo? -la puerta de la habitación del príncipe se abrió casi sin ruido alguno, permitiendo al rey escuchar parte de la declaración mientras salía de está y se dirigía al pequeño grupo con semblante amable ataviado con su corona. -Se lo agradezco mucho joven... ¿Cómo te llamas después de todo?
-Su majestad, le presentó a mi segundo hijo, Yu Kanda. -con orgullo en la voz e inflando el pecho, Álveo presentó al azabache a quién hizo doblarse haciendo una reverencia casi perfecta de no ser porque se notaba lo forzado.
-Es un honor conocerlo majestad.
-El honor es mío al conocer al salvador de la potestad de mi hijo. Tienes un hijo muy fuerte Al. -Mana hizo un gesto para que dejaran las formalidades a un lado mientras Miranda volvía a ingresar a la habitación, queriendo saber de Allen y buscando apoyar en lo que sea.
- ¿Y cómo se encuentra el Príncipe? -habló esta vez el General Alveo, ya con más confianza hacia su amigo Mana, porque después de ser rey, Mana había sido au mejor amigo desde que se había enlistado, no por nada le hablaba con tanga confianza y hasta lo llamaba Al de cariño.
-Mucho mejor, en unas horas podrá salir bajo supervisión, sólo me preocupa una cosa -Mana parecía preocupado y aquello se le podía notar aun sin conocerlo-. Necesitamos encontrarle un guardián rápido, la próxima semana debo partir con Nea hacia Aztlán y me preocupa su seguridad ahora, ya sabe como es de escurridizo, además los medicamentos no parecen haberle hecho efecto adecuadamente y el doctor nos recomendó tener cuidado con eso porque no es común.
-Entiendo. Es tan escurridizo como es mi Yu de testarudo... -en ese momento Álveo tuvo una idea, fue como cuando en las caricaturas aparece un bombillo en el aire y se enciende instantáneamente- ¡Ya sé! Tengo la solución a su problema majestad.
-Muero por oírla, parece que es muy buena a juzgar por tu emoción.
-Claro. Usen a Yu como guardián, de todos modos vino como soldado debutante y está en el rango S, ha podido controlar sus sentidos en este incidente y ha usado la voz efectivamente sobre los soldados que se hallaban fuera de control, es perfecto.
-Un debutante tan joven rango S, ¿eh?supongo que debe tener todas tus habilidades.
-Yo mismo lo entrene.
- ¡Bien, está decidido! ¡Miranda!
- ¡¿Sí su majestad?! -la mujer salió torpemente de la habitación, algo despistada por el repentino llamado tropezando con sus propios pies hasta poder quedar firme frente a Mana.
-Que se hagan los preparativos para el enlace del Príncipe a un guardián inmediatamente, no hay tiempo que perder.
-Como diga su majestad. -la mujer hizo otra reverencia antes de salir despavorida por el pasillo hasta desaparecer de la vista por unos breves instantes, mientras Mana partió por el pasillo contrario rumbo a su despacho, tenía obligaciones que cumplir.
-Padre... ¿En qué me estoy involucrando? -susurrandole a su padre al oído, el joven azabache se hallaba extrañamente perdido de lo que estaba sucediendo, le habían tomado desprevenido.
-Te felicito hijo, desde hoy perteneces a la Guardia Real personal del Príncipe Allen D. Campbell. Serás su guardián.
- ¿Sólo así? ¿Sin una prueba? -Yu confiaba en sí mismo de una forma que fallaba em lo egocentrista, sin embargo sabía de buena fuente que no era tan sencillo entrar a formar parte de la milicia Arcadiana y mucho menos de la Guardia Real de palacio, por lo que se le hizo muy extraño e incómodo sentir que solo había entrado por influencias de su padre, necesitaba estar seguro de que se lo merecía por sus propios méritos-. ¿En qué consiste este asunto del guardián? ¿Soy una especie de guardaespaldas para el hijo mimado del rey?
-No. Hijo, ser un guardián implica mucho más que simplemente cuidar del príncipe.
Ser guardián es tu verdadera prueba; un guardián es aquel que lleva un lazo temporal con un miembro de la realeza hasta que este sea comprometido y se deshace cada mes, osea que cada mes debe ser repetido el proceso hasta que, en este caso, el príncipe sea comprometido. -tomó aire, la explicación era un poco larga pero concisa-. En otras, palabras marcarás al Príncipe.
Mientras conversaban, padre e hijo habían empezado a avanzar por el largo pasillo cóncavo, por el cual se toparon nuevamente con Miranda, quien venía en busca del azabache más joven.
-Disculpe, he venido por el joven Kanda para ayudarle a prepararse. Acompañeme por favor.
Los Kandas se despidieron con un saludo militar y luego Yu siguió a Miranda a través de los lujosos pasillos del palacio, hasta llegar a un salón pequeño donde había otros guardias del palacio, algunos de esos que estuvieron en la entrada impidiendo su paso momentos antes, que al verlo se alejaron de inmediato como acto reflejo estando aún un poco afectados por su presencia, luego se acercaron a un joven de gafas redondas y gruesas de color rojo cereza y cabellos castaños alborotados recogidos en una cola de forma descuidada.
-Johnny, este es el joven Yu Kanda, el nuevo guardián real del príncipe Allen. Debes preparar un nuevo uniforme a la medida para él, el rey lo quiere listo de inmediato.
- ¡Claro! Mucho gusto, mi nombre es Johnny Gil y estoy encargado de cada uniforme y vestuario de palacio, es un gusto trabajar contigo. -el joven estiró su mano con una sonrisa reluciente y honesta en sus labios, para su mala suerte Kanda se limitó a mantenerse de brazos cruzados y mirar al beta retadoramente mientras chasqueba su lengua. Johnny quito la mano rascando su nuca disimuladamente con algo de nerviosismo y procedió a cambiar el tema-. Y bien Yu ¿cómo te gustaría tu uniforme?
-No me llames por mi nombre. -Johnny se volvió a sentir intimidado pero conservó el optimismo, ya más adelante vería como mejorar su relación con el nuevo recluta, así que se limitó a tomar las medidas del fornido alfa en silencio-. Quiero algo como el uniforme de mi padre.
-Entendido. Em... Kanda, ¿de casualidad también eres familia del general Froi Tiedoll?
-Ese viejo sólo es mi padrino, no es de tu incumbencia. Ahora... Termina de una puta vez.
Treinta minutos más tarde el uniforme nuevo para Yu ya estaba listo, Johnny había trabajado velozmente en él para lograr sacar del taller al estoico hijo del segundo general al mando de la Milicia Arcadiana, después de todo aún le temblaba un poco el pulso por la voz del alfa. En ese tiempo la mucama y nana de Allen ya le había hecho -a regañadientes- las curaciones a la pequeña herida de Yu y la misma había empezado a sanar despacio. Luego tomó el uniforme nuevo y se marchó siguiendo a Miranda nuevamente para cambiar su ropa.
Salió portando el nuevo uniforme que tendría que llevar de ahora en adelante, un uniforme largo negro con detalles en rojo, una medalla con el símbolo Arcadiano con cadenas doradas que llegaban hasta el hombro derecho donde se enmarca a detalle su jerarquía y cargo mientras en el izquierdo era visible su nombre:
Alfa S
Guardián Real
Kanda, Yu.
Buscó a la mucama pero Miranda no estaba afuera cuando salió, así que caminó de regreso por donde lo habían llevado, había memorizado todos sus pasos, continuó así hasta que llegó a la puerta de la habitación del Príncipe nuevamente. Se detuvo a contemplar la puerta de nogal tallada finamente con diseños de copos de nieve, algo que misteriosamente lo hizo pensar en el albino que había ayudado esa mañana.
Luego lo recordó, al albino montando un pegaso cornamentado de sangre pura, acompañado de un omega y una beta todos con el mismo uniforme que ahora él llevaba. Por eso ese omega se atrevió a retarlo por cómo le hablaba en aquel entonces al albino, lo defendía por ser un príncipe, claro que él no lo sabía porque nunca lo había visto, lo que era normal porque la familia real era presentada solo en la fiestas dentro de palacio y públicamente al pueblo al cumplir la mayoría de edad, como lo era el caso de Nea a quien si conocía de vista; seguramente por eso aquel grupo andaría de incógnito por el pueblo. Recordó también cómo Allen se disculpó por el tono implementado por su acompañante con una bella sonrisa en su níveo rostro y unos llamativos ojos violetas con destellos azules y platinados que le inundaban de tranquilidad y que, en aquel momento, no puso atención pero vaya que su efecto tranquilizante lo había calmado. Normalmente le habría dado una paliza al omega pelirrojo sin chistar, a él le daba igual las jerarquías, si era muy machito para meterse con él debía serlo para enfrentarlo en un duelo; pero la intervención del albino despejó todo su enojo sin que lo notará hasta ahora que lo estaba analizando.
-Tch... Maldito moyashi inútil. -Yu usó un lenguaje occidental, propio de la familia de su madre la cual se lo había inculcado a él y a Alma desde pequeños; brote de habas era su significado, modo del cual le había llamado esa primera vez que se encontraron cuando se sintió incómodo por el ligero cosquilleo en su estómago que atribuyó a la cólera del momento.
Mientras su mente divagaba en aquellos recuerdos, la puerta frente a él se abre y unos cabellos blancos se asoman por esta; mirada platinada se cruzó con zafiro y por un momento... el tiempo se detuvo para ambos. El Príncipe observó su uniforme, leyó cuidadosamente los grabados de su hombro derecho mientras soltaba el aire que no había notado que contenía.
Supo de inmediato lo que eso significaba, casi sin analizar sus acciones lo tomó por una manga y lo jaló dentro de la habitación, el joven de cabellos azules estupefacto ante tal acción no alcanzó a mediar palabra, el silencio tras la puerta cerrada de aquella habitación fue roto por el Príncipe.
-Tú... Yo te he visto antes...
-... -Yu asintió con la cabeza, el estupor por la repentina y nada propia acción del menor lo habían dejado sin palabras.
Aunque Yu no era de muchas palabras.
-Y también fuiste quien me salvó hoy ¿cierto? -nuevamente solo asintió y Allen le dio una sonrisa antes de seguir hablando-. Lo sé, reconocí tu olor. Una cosa más... ¿Te obligaron a ser mi guardián?
-Estúpido moyashi, yo no hago lo que no quiero y... -Yu guardó silencio repentinamente, acababa de romper un protocolo tan simple y sencillo como lo era guardar respeto a un superior, porque le gustase o no, Allen era un príncipe y su superior. Sabía que tenía que disculparse, no era una persona de disculpas pero debía hacerlo, el honor de su apellido estaba en juego por ofender a "su Alteza". -Lo lamento su alteza. -dijo entre dientes lo último, su ego se sentía un poco herido.
-Nada de su alteza, tonto, ¡sólo dime Allen! -una amplia sonrisa adornó su rostro mientras analizaba su uniforme y leía su nombre en el-. Me alegra saber que no te obligaron. -dijo con un pequeño sonrojo surcando sus mejillas, el que naturalmente surgía en los músculos de su cara al sonreír mucho o hacer un esfuerzo, por lo níveo de su piel.
Por un momento que pareció eterno para él, Yu contuvo la respiración como si aquello evitará que un ligero sonrojo se escapará sin su permiso por sus mejillas. Debía admitir que el Príncipe era atractivo.
-"No, no puedo pensar en él así. Recuerda para qué fuiste escogido, idiota" -pensó-. Alteza, con su permiso debo retirarme, no creo que sea bien vista mi presencia en su habitación.
-Pero si de ahora en adelante pasarás más tiempo conmigo que mi consejero y mi asistente, ¡no seas aburrido!
-No es no. Con su permiso. -y se retiró con su semblante serio y estoico sin esperar dicho permiso, las formalidades no eran más que una obligación, algo que debía hacer aunque no fuera su estilo.
Al salir y caminar un poco más se topó con la mucama que buscaba antes. Necesitaba alejar de su mente la esencia del príncipe, que aún bajo el efecto de los supresores seguía esparciendo esa esencia dulce a rosas blancas y vainilla. Aprovechó la presencia de Miranda para que esta le explicara en qué consistía la ceremonia.
-La ceremonia de enlace temporal se lleva a cabo en un salón que ha sido adecuado para ese proposito. Sólo están presentes durante el proceso los reyes, la escolta real de su majestad el rey y por supuesto, el miembro de la familia real a quien proporcionan el enlace con el guardián. Es tan romántico, aunque lamentable, al guardián lo mantienen atado para evitar que se salga de control y lastime a su protegido, lo cual casi nunca ocurre ya que es escogido por su resistencia a sus propios instintos...
- ¿Es realmente necesario enlazarme con el príncipe?
-Oh, no lo mal entiendas. Sólo es por la protección extra que proporciona el llamado de auxilio y en escasas ocasiones incluso comparten sentimientos que ayuda al guardián a saber si corre peligro. Está prohibido que toques al Príncipe en cualquier otro sentido que no sea protegerlo.
Mientras conversaban llegaron al salón y los guardias abrieron la puerta haciéndolo pasar, Miranda permaneció atrás deseándole suerte, aunque poco le importaba eso al alfa, él iba más concentrado en observar todo a su alrededor analizando cada detalle.
Entró al gran salón, estaba algo oscuro y era iluminado por velas. En el centro del salón había unas cortinas que rodeaban lo que parecía ser un trono. Frente a esas cortinas esperaban el rey y la reina y alrededor seis guardias armados con espadas en posición de firme y en guardia para cualquier orden que pronunciaran sus majestades.
Luego de algunas formalidades y pronunciaciones por parte del rey Mana, anunciaron la entrada del príncipe Allen para dar inicio a la ceremonia, no sin antes haber atado a Kanda.
Las puertas se abrieron nuevamente y a través de estas pasó Allen con un traje negro ceñido al cuerpo, con bordes rojos igual al de la Guardia Real que tenía a su servicio**. Las cortinas blancas semi transparentes se cerraron para dar privacidad a la ceremonia sin descuidar la seguridad del príncipe en el proceso de enlace temporal.
Mientras Kanda estaba sentado ahí, atado y esperando por su prueba, sentía unas enormes ganas de levantarse y hacer su voluntad con el menor parado ahí frente a él, deseando que no hubiera nadie más en ese salón para liberarse y ver lo que pudiese pasar. Allen se tomo el atrevimiento de sentarse en sus piernas, algo nervioso, mostrando su lado izquierdo del cuerpo, más precisamente hablando, su cuello y lo abrazó invitandole a morder con un suave susurro en su oído...
-Adelante... Hazlo.
Su aroma le parecía una droga que no debía probar pero que lo atraía al punto de la locura misma, el tenerlo ahí, sumiso, entregandole parte de su ser era una total y verdadera tortura. Sin poder soportarlo más se incrustó en su cuello, mientras él lo abrazaba más fuerte conteniendo el dolor, pequeños gemidos ahogados escaparon de su garganta siendo depositados suavemente en sus oídos. Allen sintió un leve escozor en su boca, sus colmillos estaban creciendo un poco pero esto no lo sabía; tenía una fuerte necesidad de regresarle la mordida a Kanda pero se contuvo cuando este al fin le soltó. Al separarse de su cuello, Yu mostraba unos sobresalientes incisivos y unas orejas adicionales del mismo tono azabache azulado de su cabello. El Príncipe respiraba agitado y se encontraba igual que Yu, con la única diferencia de que sus orejas extras eran blancas como la misma nieve.
Cruzaron miradas extasiados por las sensaciones que estaban experimentando en sus cuerpo a causa del lazo, con las pupilas dilatadas la mezcla de sus feromonas en el aire que poco a poco se entrelazaban y se diluían mientras estos volvían en sí para notar con asombro sus nuevas y curiosas extremidades adicionales. El silencio que surcaba el salón fue interrumpido, para la preocupación de los reyes, ante el sonido de asombro que emitió Allen en un gemido ahogado, Mana se vio forzado a ponerse de pie y preguntar.
- ¿Qué sucede? Allen responde.
Las cortinas fueron apartadas por la mano del propio príncipe, quien salió de entre estas seguido de Kanda, a quien él mismo liberó. El asombro de los reyes e incluso los guardias reales que allí se encontraban eran exponencial al ver a ambos jóvenes con formas híbridas que solo se veían cada tantas generaciones y que parecían cosa de leyendas urbanas.
-Madre, padre, ¿esto es... normal? -Allen sonaba cansado y a tan solo unos escasos pasos todo se volvió negro...
Gracias por haber llegado hasta aquí mis queridos lectores. Sé que he tardado mucho en la edición de este fanfic y espero poder ponerme al día antes de acabar el año. (?)
**Quiero que pongan atención al tema del uniforme de la Guardia Real al servicio del Príncipe y si no lo notaron vuelvan a leer... Será algo -no tan- clave más adelante.
Espero sus ⭐ y comentarios si les gustó, no sean lectores fantasmas, vamos que no stalkeo. 👀
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