8-La 1:13

Ryan:

—No puede ser... —susurré, sintiéndome de golpe asustado y en shock— No puedo creerlo.

Me agarré la cabeza con ambas manos, antes de mirar al suelo, en shock. Creer que el fantasma que se encontraba frente a mí era mi hermano fue algo fácil, pero el hecho de saber sus últimas palabras lo hacía... más real y peligroso.

—Lo siento, quiero irme a casa —susurré, aún devastado.

Empecé a alejarme del lugar a grandes pasos, sin girarme para asegurarme de si James me seguía. Me había parecido una buena idea hacía unas horas, pero ahora me sentía asfixiado e incómodo.

Llegué poco después al auto, por lo que abrí la puerta y entre. Me giré hacia atrás, pero al instante sentí como alguien me tocaba el hombro, por lo que apreté los labios.

Saqué mi celular del bolsillo y lo lancé hacia atrás antes de ver cómo se ponía a flotar de golpe. Apreté los puños sobre el volante, antes de encender el auto y hablar al fin.

—Dime sólo una cosa —le pedí, frunciendo el entrecejo— ¿A qué hora aproximadamente moriste?

Seguí conduciendo un minuto más antes de que James me devolviera el celular. Lo agarré con temor y le eché un vistazo.

—Si no me equivoco, me morí a eso de la una de la mañana —leí en un susurro, antes de dejar el teléfono en la silla acompañante.

Recordaba cuando busqué en las hojas del asesinato de James que, en una parte, decía que su cuerpo fue encontrado a las dos de la mañana. Por ende, James había deducido bien.

Desde casa hasta aquí, se necesitaban cincuenta minutos máximo, por lo que si fuera mamá o papá quien habían encontrado su cuerpo, el tiempo era correcto.

No sabía cómo fue afuera hace quince años, pero desde que había llegado, ni un solo auto había pasado. El lugar era desierto, y era muy poco probable que alguien haya llegado aquí sin tener un objetivo exacto. Lo que complicaba más las cosas, ya que no sabía para nada cómo era el tránsito ese día.

Todo eso me dejaba muchas preguntas. Primero, ¿Qué hacía James en este lugar hace quince años, a eso de la una de la mañana?

Segundo, ¿Desde cuándo ese asesino lo había seguido? pero más importante, ¿dónde había ido después y dónde había dejado el arma del crimen?

Tercero, ¿Cuál habría sido la razón por la cual habrían querido asesinar a James? No lo conocía bien, pero no podía imaginarlo haciendo algo tan malo como para que alguien quisiera acabar con su vida.

Suspiré, apretando aun más el volante e intentando prestar atención al camino donde iba conduciendo. Sabía que, aunque le preguntaba a James cada una de esas preguntas, conseguiría una respuesta vaga. Nadie normal podría recordar algo que había pasado quince años antes.

¿Pero y si esa cosa era algo tan malo como un asesinato...?

Además, estaba Amber. Era una mujer anciana, pero si lograba contarle la verdad, quizás ella me iba a ayudar. Ella había cuidado de mí desde que nací, por lo que no la imaginaba decirme no. Además, quizás ella había estado en casa ese día, el día que James había hecho su última llamada.

—Oye James... —susurré, cerrando los ojos con cansancio.

De repente sentí un dolor agudo en mi cabeza, por lo que me la agarré, soltando un gemido de dolor. Abrí los ojos con dificultad, pero con tanto dolor, ya empezaba a ver mal. Apreté los labios con molestia, antes de ser envuelto en oscuridad.

—¡Amber! ¡Despierta! —me despertó el grito de mamá, mientras escuchaba cómo alguien corría por toda la casa.

—¿Qué pasa, Amy? —contestó la voz de Amber, desde el pasillo.

Me bajé de la cama y, rascándome los ojos con sueño, miré el reloj en mi mesita de noche. Eran la una con trece minutos y no sabía por qué mamá hacía tanto ruido. Escuché ruido a mi lado, por lo que le eché una mirada a la cama de al lado, donde mi hermanita Lea, con tres años, estaba sentada, mirándome confundida.

Empecé a caminar, antes de abrir la puerta y echar una mirada afuera. Mamá tenía puesto su pijama y andaba corriendo desde la cocina al salón, desde el salón al comedor. Fruncí el entrecejo al ver cómo agarraba sus llaves y su teléfono, pero me quedé congelado al ver como lágrimas caían por su cara.

—¿Mamá...? —susurré con voz temblorosa— ¿Qué pasa? Tengo miedo.

—Cariño, vuelve a dormir —me pidió mamá, sin girarse a mirarme—. Volveré en la mañana.

—¿Mamá por qué estás llorando? —pregunté, asustado— ¿Alguien te hizo daño?

Mamá me ignoró, sacando su teléfono y empezando a llamar a alguien, al mismo tiempo que se ponía sus zapatos.

—¡Aquí el agente Black, manda una ambulancia y policías a la ruta 123-456! —gritó mamá al instante, asustándome— ¡Necesitamos transportar la víctima lo más pronto posible al hospital, y atrapen a todos los sospechosos que encuentren alrededor!

—Mamá —susurró la voz de Lea a mi derecha, mientras ella se acercaba a las escaleras—. Hice una pesadilla, ¿Puedo dormir contigo?

—Amber, sube y acuéstalos —le pidió mamá con dureza, ignorándonos—. Pero antes llama a Jason y dile... ¡No, yo lo haré! —se retractó.

Mamá se limpió las lágrimas con rapidez, antes de abrir la puerta y salir corriendo, sin siquiera cerrarla. Empecé a bajar las escaleras, deseando llegar para asegurarme de si ella estaba bien.

—¡Ryan! —gritó Lea, corriendo atrás mío.

Tropecé, antes de ver cómo Amber salía corriendo con rapidez e intentaba agarrarme.

Cerré los ojos, sintiendo una mezcla de preocupación y miedo invadirme. No sabía qué pasaba, pero tenía miedo y sentía como si fuera el principio de una pesadilla.

Amber estaba a pocos escalones de mí, cuando abrió la boca, gritando: —¡Ryan!

Me iba a caer. Me iba a hacer daño.

—¡Ryan!

Abrí los ojos con rapidez, antes de sentarme de golpe. Me encontraba afuera, al lado del auto. No parecía haber atropellado nada ni nadie, pero de golpe me di cuenta de que el auto estaba estacionado en medio del camino, y que yo me encontraba en el suelo a su lado, mientras algo invisible estaba posado encima de mi frente.

Tapé mi cara con ambas manos, antes de empezar a respirar con dificultad. No sabía qué había pasado. De golpe, mi cabeza me había dolido, y después me perdí en un lugar completamente negro.

Algo tocó mi hombro, por lo que destapé los ojos, antes de ver cómo James me pasaba mi celular. Tomé una larga respiración y me puse de pie, confuso. James había abierto el bloc notas y me había escrito un mensaje en él.

—"Me asustaste —leí en un susurro—. Empezaste a agarrarte la cabeza de manera rara, antes de desmayarte. Por suerte pude parar el auto y pensé en sacarte de él para que pudieras respirar mejor".

Abrí la boca para contestar, pero al instante mi celular empezó a sonar, llamando mi atención. Bajé mi vista al celular, antes de ver que era una llamada de Lea.

—Vuelve al auto —le pedí, antes de empezar a alejarme para contestar— ¿Hola?

—¡Hey, Ryan! —me saludó la voz alegre de Lea— Acabamos de terminar dos de las tres presentaciones, así que lo dejaremos para otro día —me informó— ¿Podrías venir a traerme por favor?

—¡Está bien, está bien! —suspiré, cansado— Pero me tomará más de media hora, estoy ahora en un lugar algo lejos.

—Está bien, esperaré —me tranquilizó— ¡Oh, y la mamá de Jade nos hizo pastelitos, y te invitó a venir a comer un poco!

—¿Quieres que te lleve a casa o que vaya a comer? —le pregunté— Decídete, porque hace unos segundos me pedías que te llevara, y ahora me dices que estoy invitado.

—Ven y haz ambas cosas —me explicó con voz obvia—. Y date prisa.

—¡Sí, sí, mi reina! —susurré con sarcasmo.

—¡Oh y Ryan! —me llamó Lea con voz seria— ¡Gracias!

—¿Y ahora por qué me das las gracias? —pregunté, confuso.

—Por ser mi sirviente —se rio Lea antes de colgar.

—Idiota —sonreí al mismo tiempo que rodaba los ojos.

De golpe, mis ojos se posaron sobre algo, a varios metros de mí. Guardé el celular, antes de empezar a caminar en esa dirección. Cuando estuve a pocos metros, abrí los ojos con sorpresa, antes de sonreír con diversión y emoción.

Di media vuelta, antes de volver camino al auto. Me subí de nuevo y arranqué el auto, antes de lanzarle el celular a James, quien seguramente de nuevo estaba sentado atrás.

—Tenemos que ir a casa de Jade —le informé, empezando a conducir—. Lea acabó sus estudios hoy, y parece que también comeremos unos pastelitos.

Me quedé callado mucho tiempo, prestando atención afuera. Seguía perdido y confuso. No lograba entender lo que había visto hacía varios minutos. Parecía ser un recuerdo, un recuerdo que había pasado hacía quince años, a la una con trece minutos de la mañana...

Pero aun así era imposible. ¿Cómo había podido recordar ese día exactamente? pero más importante, ¿por qué no lo había recordado antes? Apreté la mandíbula, antes de mirar atrás por el retrovisor.

Seguíamos siendo los únicos en el camino. Era muy raro que no hubiera muchas personas en el lugar, pero así era mejor. Me aclaré la garganta, antes de hablar, dirigiéndome a James.

—Acabo de tener un flashback —le informé, frunciendo el entrecejo—. Acabo de revivir el momento en el cual mamá se estaba preparando para ir al lugar de tu asesinato.

Me quedé callado muchos segundos, antes de suspirar y seguir. Me sentía nervioso y sorprendido, pero al mismo tiempo emocionado por lo que había visto hacía poco.

—Mamá me despertó gritando, y le pidió a Amber que se quedara en casa y que nos cuidara. Ella le pidió refuerzos y una ambulancia a alguien en el celular, antes de salir corriendo en pijama afuera.

James me pasó el celular, por lo que lo atrapé y frené, antes de empezar a leer lo que me había escrito.

—"Es sorprendente que recuerdes detalladamente esas cosas —leí en un susurro—. Pero realmente espero que la próxima vez que pase eso estés acostado en el suelo, y no sentado en el auto conduciendo".

Me quedé callado de nuevo, apretando los puños, antes de suspirar y girarme para mirarlo, sonriendo.

—La única buena noticia de todo esto es que sabemos cuál sería nuestra siguiente pista —le informé, notando que al fin había llegado a un lugar concurrido.

—"¿A qué te refieres?" —preguntó James, devolviéndome el celular.

—Cuando terminé de hablar con Lea, vi algo a lo lejos —le expliqué—. Es una probabilidad muy pequeña, pero si logramos seguir sobre esta pista, daremos enormes pasos.

—"¿Qué cosa viste?"

—Una cámara de seguridad —le expliqué, sonriendo con emoción—. Si encontramos la cámara de hace quince años, podremos ver a dónde fuiste exactamente, y quizás hasta podemos saber más sobre el asesino, y en qué auto iba.

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