4-Mi salvador

Ryan:

—Por eso tendrán que formar grupos de tres para trabajar, ¿me entienden? —preguntó la profesora, mirándonos con una ceja levantada.

Todos asentimos, por lo que la profe sonrió con alivio.

—Fórmenlos ahora —nos pidió, por lo que me giré, antes de sentir cómo alguien me tocaba el hombro.

Me giré con el ceño fruncido, esperando a que fuese James, pero en vez de él encontré a Max y Tess, mirándome con una enorme sonrisa.

—¡Estarás en nuestro grupo! —me informó Tess, emocionada.

—¿Me estás añadiendo a vuestro grupo sin siquiera preguntarme mi opinión? —pregunté con diversión.

—De igual modos, si no vienes en nuestro grupo te traeremos a la fuerza —añadió Max.

—Son muy rudos —observé, encogiéndome de hombros— ¡Pero okey, igual no tengo con quién más ponerme!

Max levantó los brazos al aire, festejando con emoción, antes de mirarme con los ojos brillantes.

—¿Podemos reunirnos en mi casa? —nos pidió— Tengo helado y comida rica.

—¿Quieres que engordemos mientras estudiamos? —pregunté, frunciendo el entrecejo.

—Es mejor llenar nuestro estómago y nuestro cerebro al mismo tiempo —explicó, encogiéndose de hombros.

—Eres raro —observó Tess, suspirando.

—Pero es así como me quieren, ¿no? —sonrió Max, emocionado— Ahora gírate, la profesora ya te está mirando con su mirada de "no se pasen".

Me giré antes de suspirar con alivio y girar mi cabeza en dirección a la chica que según James lo había mirado a los ojos. La chica se encontraba mirando al frente con el ceño fruncido, como si intentara explicar por qué la pared de nuestra clase era blanca.

Pasé mi mirada a su lado, mirando a la nada. No sabía dónde exactamente, pero James estaba a su lado, vigilándola. Parecía que James se había equivocado, ya que la chica no parecía para nada incómoda. De golpe, vi como la chica giraba su cabeza en mi dirección, por lo que volví a fijar mi mirada en ella.

—¿¡Tengo algo en la cara!? —gritó, intentando hacerse escuchar.

Me tensé antes de negar con rapidez y desviar la mirada. La profe pidió que nos calláramos todos, para luego llamar la atención de todos, aplaudiendo con fuerza.

—¡Explicaré ahora qué trabajo tendremos que hacer! —nos informó— Cada uno tendrá que hacer un pequeño texto, explicando a quién admiran y el porqué. Después de eso, cada compañero resumirá, oralmente, lo que su compañero hizo.

—Me mezclé con tantos "compañero" —susurró Max, atrás mío.

—Tomemos por ejemplo tres compañeros: A, B y C —empezó a explicar, como si hubiera escuchado a Max—. La persona A hablará por ejemplo sobre su papá. Después, la persona B hará un resumen de lo que hizo la persona C, la persona C hará un resumen sobre lo que hizo la persona A y la persona A hará un resumen sobre lo que hizo la persona B.

—¿Entiendes? —le preguntó Tess, susurrando— Te lo acaba de explicar como a un niño de cinco años, por favor no me digas que no entendiste.

—Entendí —asintió Max, sonriendo con superioridad— ¡Este chico no tiene cinco años, tiene nueve!

—Diecinueve —corregí.

—¡Sí, tengo diecinueve años! —repitió Max.

—¡Profe! —exclamó una voz femenina, sacándonos de nuestra discusión—¿Puedo ir al baño?

—¡Claro que sí! —asintió la profesora.

Cuando la chica se puso de pie, noté que era exactamente la que vigilaba James. Pocos segundos después, sentí cómo alguien me tocaba el hombro, antes de escuchar cómo alguien corría.

—¡Oh, no! —susurré, devastado— ¡Por favor dime que no irá al baño de mujeres!

La profesora explicó una última vez el trabajo, mirando a Max más segundos que a los demás, antes de decirnos que la clase había acabado. Me puse de pie de golpe, antes de agarrar mi mochila y salir corriendo de golpe.

Me dirigí hacia el baño de mujeres, antes de encontrar a la chica saliendo de ahí, la cara y las manos mojadas. La chica me miró durante muchos segundos, frunciendo el entrecejo, antes de dirigirme la palabra.

—¿Por qué no me dijiste que tenía una línea hecha a lápiz en la mejilla cuando te pregunté antes? —me pregunté, regañándome.

—¡Oh, no lo vi! —susurré, avergonzado— Aunque ni se notaba.

—¡Oh, menos mal! —se tranquilizó la chica, suspirando con alivio— ¿Ya acabó la clase?

Asentí, antes de mirar a todos lados, intentando encontrar una manera de saber dónde estaba James. Sam se quedó mirándome varios segundos, antes de fruncir el entrecejo.

—¿Estas esperando a alguien? —me preguntó.

—Sí, estoy esperando a un amigo —le expliqué.

—Igual, ya debo irme, nos vemos después en clases —se despidió.

Asentí, por lo que la chica empezó a alejarse antes de pararse de golpe y girarse de nuevo, sonriendo con diversión.

—Olvidé presentarme, soy Sam Brown —se presentó, sonriendo con amabilidad.

—Yo soy Ryan Black —le informé, sonriendo también.

—Bueno, nos vemos después —comentó, dando media vuelta—. ¡Hasta luego!

Sam empezó a alejarse antes de que, segundos después, sintiera cómo algo me tocaba el hombro. Me giré de golpe antes de ver que me encontraba solo de nuevo. Una oleada de emoción me invadió.

—¡James! —susurré, emocionado, antes de recordar porqué había llegado corriendo aquí— ¡Por favor, dime que no te metiste en el baño de mujeres!

Sentí un golpecito en mi hombro, por lo que deduje que era un no. Sonreí con alivio, antes de dar media vuelta y empezar a alejarme, dándole a entender que quería que me siguiera.

Salí de la escuela, antes de dirigirme al lugar donde se encontraba pasto en la escuela.

Recién era tiempo para almorzar, por lo que tenía de nuevo clases en la tarde. Me senté en el suelo, antes de sentir como alguien se sentaba a mi lado.

—¿Encontraste algo sobre esa tal Sam? —pregunté, dejando mi celular a mi lado.

Al instante mi celular empezó a flotar, por lo que me quedé tenso, esperando su respuesta.

Poco tiempo después, James me devolvió el celular, donde había entrado al bloc de notas y donde me había escrito un mensaje.

—"Sam parecía muy normal, aunque se me quedara mirando fijamente durante largos segundos o muchos minutos" —leí en susurros, antes de fruncir el entrecejo— ¿Entonces eso significa que ella no puede verte?

—"Claro, significa que no puede verme —leí cuando volvió a devolverme el celular—. Tú no puedes verme ni escucharme hablar, pero aun así te sientes muy incómodo y nervioso cuando te miro mucho. Si Sam pudiera verme, estaría mucho peor que eso".

—Entiendo —susurré, decepcionado—. Eso es malo.

James se quedó callado varios segundos, antes de agarrar mi celular y escribir en él.

—"¿Por qué sería eso malo? Al contrario, es muy bueno que no pueda verme".

—Si ella puede verte sería de gran ayuda —le expliqué, encogiéndome de hombros—. ¿No crees?

—"¿Sería gran ayuda para qué? —preguntó James, devolviéndome el celular— ¿Cuál es tu objetivo?"

—Para que te acostumbres a vivir así —le expliqué, sintiéndome tonto de golpe.

James se quedó callado varios segundos antes de ver cómo alguien agarraba mi celular y empezaba a escribir en él. Me quedé callado varios segundos, antes de que James me lo devolviera.

—"Yo no quiero vivir así —leí en susurros—. Yo quiero algo más".

James volvió a agarrar mi celular, al mismo tiempo que me quedaba callado, sin saber qué decir. No entendía qué quería que hiciera.

—"Cualquiera persona que viera un fantasma o hablara con uno, aunque sea un poco, dirán que es una pesadilla y una pérdida de tiempo" —leí, antes de levantar la cabeza con confusión—. Pero a mí me gusta hablarte, no encuentro que sea una pérdida de tiempo.

—¿Estás realmente seguro? —escribió James.

Fruncí el entrecejo, antes de desviar la mirada, sintiéndome de golpe incómodo. Se me hacía raro hablar con alguien que no podía ver ni escuchar, mucho más, me hacía sentir como un idiota. Pero me gustaba estar con James. El hecho de que haya aparecido en mi vida le daba un cambio inesperado.

Sin siquiera notar el tiempo pasar, James volvió a pasarme mi celular, con otro mensaje en él.

—"¿Qué me hace diferente de ti? —leí en susurros— Algo muy obvio".

Me quedé callado, no sabiendo si debía decirlo o no. El decirlo me iba a hacer ver como un insensible, pero James seguía esperando una respuesta.

—¿Qué yo estoy vivo y tu muerto? —le pregunté, frunciendo el entrecejo.

Sentí dos golpecitos en mi hombro, por lo que suspiré con alivio antes de volver a ver cómo James agarraba mi celular.

—"Cada vez que un fantasma habla con un humano, son por unas razones muy obvias —leí más tarde—. Las más conocidas es por venganza, o para aconsejar de mala manera al humano".

—¿Humano? —susurré, confuso.

—"Un fantasma podría decirte que te vengarás de "X" persona porque trató mal al fantasma mientras aún estaba vivo —escribió James—. Eso es sólo una excusa simple. Hay fantasmas que le piden a humanos que maten a alguien por ellos, o que hicieran algo enorme y peligroso".

—¿¡Pero tú no eres así, no!? —pregunté, temeroso.

James me pegó un golpecito en mi hombro, por lo que deduje que era un no. Suspiré con alivio, antes de volver a girar mi cabeza en su dirección, frunciendo el entrecejo con confusión.

—¿Y a que te refieres con aconsejar de mala manera a un humano? —le pregunté.

—"Como yo estoy muerto, podría utilizarte para hacer cosas que no pude hacer mientras estaba vivo, cosas que la mayoría del tiempo podrían hacerte daño —explicó James, pasándome el celular—. Pero no temas, yo no soy así".

—Entiendo... —susurré, aún un poco confuso— Pero ¿cómo sabes todo eso?

James agarró mi celular y empezó a escribir, al mismo tiempo que al fin sacaba mi comida y empezaba a comer. Pocos segundos después, James me devolvió mi celular.

—"Tú puedes ver gente normal, e interactuar con ellos —leí—. Y yo también puedo ver fantasmas e interactuar con ellos".

—¿¡Existen más personas!? —pregunté, sorprendido— ¡Wow, no me lo esperaba!

Me quedé callado varios segundos, antes de encontrar una nueva pregunta.

—¿Quién de los humanos sabe de tu existencia? —le pregunté, frunciendo el entrecejo— Creo que Lea no. ¿Pero mamá y papá?

—"Nadie menos tú sabe que existo —leí pocos segundos después—. Suficiente es molestarte a ti. No quiero que más personas estén en un problema por mi culpa".

—¡Pero no será un problema! —me ofendí— ¡Todos te adorarían!

—"Dime Ryan, papá y mamá están siempre muy ocupados con sus trabajos, ¿no?" —preguntó James, tomándome desprevenido.

—No, creo que es porque adoran trabajar —expliqué, agarrándome la barbilla de manera pensativa—. Hay personas que están enamorados de su trabajo.

—"Eso es falso —contestó James, devolviéndome mi celular—. En realidad, mamá y papá eran muy calmados con relación a su trabajo. Hasta un día, fue cuando todo cambio..."

—¿Un día? —pregunté, sorprendido— ¡Espera, no me digas que...!

James me devolvió al instante el celular, sin dejarme tiempo de terminar mi frase.

—"Por eso quiero que no te enojes con mamá y papá si están muy ocupados con sus trabajos —leí con confusión—. Desde que me asesinaron, ellos han estado muy ocupados en sus trabajos, haciendo todo lo posible para que yo sea la última persona que haya sufrido ese final".

—Creo que entiendo —susurré, devastado—. Pero entonces, ¿Por qué me elegiste a mí para comunicarte?

—"Eres la primera persona en la cual pensé para comunicarme, primero porque eres mi hermano menor. No podría ir a hablar con alguien que no conozco —explicó—, además, Lea sigue siendo pequeña, eres el más apto para hacer lo que necesito".

—¿Hacer lo que necesitas? ¿Qué necesitas?

James se quedó callado varios segundos sin hacer nada. Cuando finalmente agarró el celular, escribió con rapidez antes de esconder el mensaje y jugar con nerviosismo con el celular. Tendí mi mano y le ordené que me diera mi celular, por lo que vi como el celular temblaba en el aire, antes de posarse en mi mano.

—"Necesito que me ayudes a encontrar mi asesino, por favor —leí, antes de congelarme en mi lugar—. Es la única manera que tengo para descansar en paz".

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