Capitulo 16

Mc.

Ella es un tomate andante, se sonroja con todo, se pone nerviosa con todo. Un tomate muy rojito.

Hoy es el cumpleaños de su excéntrica madre, a la que le gustan mucho los niños, por eso tiene tantos, y su fiesta parece más el cumpleaños de un bebe que el de una señora mayor. Niños aquí, niños allá. Niños, niños y más niños.

MC ya no es una niña, sin embargo como es el cumpleaños de su madre se viste como una, por la mera ocasión. Un lindo vestido rosita con listones y tul, florecitas en la cabeza y listo, toda una niña.

Además de avergonzada, MC es tonta. Pues cuando estaba en la fiesta vio a un niño vestido de conejito alejarse de la casa.

¡Se va perder! —pensó.

Pero aparte de avergonzada y tonta, parecía ser también un poco ciega. Porque cuando lo volvió a encontrar en el bosque que conformaba el patio de su casa no vio un niño. Sino un guapo y alto muchacho peliblanco con orejitas de conejo.

¿Ya dije que era guapo?

—Oh por favor. Deberían hacer una entrada menos medieval. ¿Acaso no ven que se mancha mi traje? —se quejaba. Y como los conejos huelen sentimientos, olió la vergüenza y la tontez de MC.

Como MC era un tomate andante, el conejo la vio nada más y nada menos que sonrojada.

—¡Pero mira que belleza tenemos aquí! —el conejo tomó su mano y la acercó. Porque MC aparte de avergonzada, tonta y ciega, era débil. Y siendo sinceros, nadie se resistiría a este conejo, excepto MC que era muy inocente como para ver lo que los demás ven.

La pobre tartamudeo tratando de excusarse pero el conejo tomó las riendas de la situación tan versátil en la que estaban.

—Supongo que me viste a lo lejos y pensaste "pero que conejo tan sexy, debo tener una aventura con él". ¿Cierto? Pues te llevare a una aventura.

El conejo la tomó por los hombros para inspeccionarla, o eso creía MC. Pero el joven y apuesto conejo se detuvo a secas cuando la vio bien.

—Eres solo una niña, entonces buscas otro tipo de aventura, ¡yo sé donde hay!

MC tartamudeó en la incesante charla con el conejo, como no paraba de hablar no le dejó decir que ya no era una niña. Pero algo le decía que era mejor así, no sabía porqué pero así estaban las cosas.

El conejo la arrojó a través de la puerta escondida en un árbol, después de la puerta se extendía un túnel algo húmedo y mohoso. MC trataba de decirle que era un error y que debía volver a la fiesta pero su vocecita apenas y la escuchaba ella, así que el conejo la siguió empujando por el túnel hasta llegar a un lugar de ensueño.

Más raro que cómodo, pero al fin y al cabo, La pobre, avergonzada, tonta, ciega y débil MC no podía hacer nada más que seguir al conejo. El lugar parecía pequeño, porque todo, absolutamente todo estaba muy cerca, dos castillos casi que al lado, frente a ellos una mesa larga con unas cuantas personas, un poco de monte mas allá y así terminaba.

El conejo la siguió arrastrando hacia la mesa. Un ratoncito rubio y un loco pelirrojo.

—No puedo creer que dejé caer mi pastelito, ahora no sé qué comer.

—Te agobias por nada, tanto que aburres.

—¡Qué cruel eres! Puedes decírmelo con de una manera más amable —el ratoncito, que era más un chico rubio veinteañero con orejitas redondas, bigotitos en sus mejilla y una cola que salía de por allí, se quejaba tanto.

—Pero es que si te lo digo con pelos en la lengua no me haces caso —el pelirrojo llevaba un sombrero de copa, un traje formal estrafalario, era muy despreocupado.

—Creo que te traje al lugar equivocado —el conejo trató de llevársela pero los extraños personajes de la mesa se abalanzaron sobre él, quedándose a la pobre MC.

—¡Hoy te luciste Hyun! —espetó el sombrerero tomando un mechón de su cabello.

—¡Apártate Luciel! Mírala bien —El ratoncito le dio una palmada en la frente al sombrerero alejándolo de MC.

—¡Exacto desmemoriado sombrerero tonto!

El sombrerero oscureció su mirada mientras la observaba detenidamente. Y cuando terminó de verla se dio la vuelta sin decir nada y se sentó de nuevo en la mesa.

—Ciertamente es una niña, pero a primeras impresiones no lo parece —sus ojos tomaron un brillo y siguió— ¡Esta en crecimiento! Exijo derecho sobre ella.

—Que derechos ni que nada, si la tocas llamaré a la rey blanco para que te castigue! —Señaló el ratoncito— lo mismo contigo Hyun.

—Pero si está a punto de crecer... ¿no sería mejor encerrarla hasta que crezca? ¡El derecho es mío porque yo la encontré! —el conejo parecía pensativo, y demando lo último de forma tajante.

El ratoncito, que sin nadie pedírselo, se decidió llevarse a MC a un lugar sin pederastas de a mentis y mordió al conejo en el hombro. No gravemente sino más para sorprenderlo, y vaya que lo logro, porque lo dejo asombrado. El pequeño ratoncito había actuado decidido por primera vez.

Aprovechando el momento tomo la muñeca de MC y se la llevó, en dirección al castillo blanco. Llegaron rápido porque el lugar estaba tan cerca como se podía ver en la entrada.

MC estaba aturdida con los acontecimientos. Era imaginación suya, pero sentía que su inocencia no estaba captando muy bien las intenciones ajenas. Pero lo que podía asegurar es que podía confiar en el ratoncito, que le daba mucha ternura.

El castillo era enorme, sin más. Estaba lleno de bonitos cuadros, el jardín muy bonito, como para hacer una sesión de fotos; sin importar cuán fea fuera la modelo, la foto sería bonita por el fondo.

En un kiosco blanco con flores se encontraba el rey blanco. Su cabello era turquesa al igual que sus ojos. Vestido de un blanco pulcro, aún a esa distancia se podía ver que era calmado y muy amable, lo cual lo hacía ver guapo también.

—Jihyun —llamó el ratoncito cuando ya iban llegando a la pequeña construcción.

El rey volteó a ver y sonrió gentilmente y dio paso a su pequeño, simple y cómodo establecimiento.

—Con lo poco que veo puedo apreciar que traes una amiga.

—La verdad no la conozco en lo absoluto, pero creo que los demás están siendo muy...

—Aventurados —se apresuró a decir el rey a lo que el rubio asintió.

Cuando todo parecía estar a un paso de la calma, llegó el resto de los personajes que hasta ese momento había conocido.

—No sé qué te haya dicho Yoosung pero miente —vocifero el conejo—. Jihyun, si fuera tú consideraría unas clases de modales para Yoosung, me mordió.

—Bueno, eso tú te lo ganaste —aclaró el sombrerero— ¿Cómo puedes pensar en encerrar a la pobre niña?

MC no era más que un adorno en la situación, no le daban la palabra, además de que ella no la pedía. Me atrevería a decir que era una inútil, pero tampoco hay que ser crueles. La burguesía en esos años era una forma de vida, las mujeres eran simples cosas y con suerte les tocaba un marido que de verdad las amara. Por eso MC no hacía nada más que dejar la situación fluir.

El conejo estaba a punto de de seguir con la discusión pero llegó una mujer castaña con uniforme rojo anunciando una tal reina roja. La mujer tenía orejas de liebre y parecía aburrida a tope. Cuando mencionó a la reina roja, el conejo, el sombrerero y el ratoncito pusieron una cara de confusión.

Segundos después una mujer de cabello oscuro como la noche apareció sin más, un vestido rojo voluptuoso. La liebre recitó un poema sin ganas y al finalizar la presentación la pelinegra comenzó a romper el vestido, a quitárselo a la fuerza y cuando los restos quedaron en el suelo lo aventó a lo lejos.

—Que ridiculez —se logró escuchar en tanto se veía caer la prenda a lo lejos.

MC no sabía pero el conejito admiraba a la mujer que tenía ahora un delgado y corto vestido color piel. La liebre suspiró cansina mientras que la reina roja, que la verdad no tenía ni pizca de parecerlo, se encaminó hacia el kiosco.

—Eun Ji —sonrió el rey blanco, le tomó la mano y beso el dorso de la mano con elegancia. De la misma manera en la que el rey se alejaba de la mano de la reina, así se alejaban las esperanzas del conejo.

—Vine a llevármela —aclaró con voz neutra, tal vez un poco agitada luego de haber roto como quince capas de tela.

—¿Llevarte qué? —gruñó el conejo.

—¿Qué más? A la niña, no puedo dejarla con barbaros como ustedes.

—El único bárbaro aquí es la rata esa —señaló el conejo, instantáneamente el ratoncito frunció el ceño.

—La única rata aquí eres tú, secuestrando niñas porque sí.

—¡Yo no secuestré a nadie! Ella vino a voluntad propia.

Y se formó un barullo de discusiones, sobre quien debía ejercer derecho sobre MC, que aunque ellos no supieran, ya tenía la edad para casarse.

MC se alejó del círculo que se había hecho y término frente al rey blanco que miraba la situación, no estaba preocupado puesto que la mayoría del tiempo que pasaban juntos siempre eran discusiones irrisorias

A los segundos llegó la liebre con notable desesperación por ir y tomar vacaciones.

—Ya no eres una niña, ¿cierto? —preguntó el rey blanco, afortunadamente el resto seguía peleando y no pudieron escuchar. MC negó con la cabeza, pueda que el rey estuviera quedándose ciego, pero su pasión lo había hecho perceptivo.

—Yo sugiero que encuentres la salida y vuelvas a casa —habló desganada la liebre—. Dudo que en las condiciones en las que el rey está pueda salvarte de estos.

MC hizo caso y con pasos silenciosos se adentró a un camino en el bosque, y sin mucho haber caminado encontró una pequeña cabaña, y como era tonta pues... entró.

Era más una cocina, pequeña, rustica y acogedora. En la encimera del centro había un gatito blanco y negro muy gracioso, porque el pelaje negro le hacía ver como si portara un traje formal. A su lado había una bandeja con una nota.

"Quien sea que me encuentre durante mi siesta, le imploro que me hornee unas galletas" -J

Y como MC también tenía un poco de hambre, pues hizo galletas. El gato estuvo durmiendo todo el rato. Unos minutos antes de que el horno sonara para avisar que las galletas estaban listas el gato se estiró y se sentó. Seguía siendo gracioso y tierno a la vez, que así como el ratoncito daba ternura y confianza, el gato lo hacia también. MC lo acarició hasta que el horno tintineó.

Se dio la vuelta, sacó las galletas. Y cuando se volvió hacia la encimera del centro dio un brinco asustada.

¿Y el gato? —pensó mientras veía a un apuesto patrono, de traje negro, como el que llevaba el gato. Pues claro, tenía sentido porque además de un cabello negro y un rostro muy lindo, tenía orejas y cola de gato.

Parecía admirarla pensativo, sentado con la pierna cruzada, el codo apoyado en su pierna y con los dedos índice y medio flexionados sobre su barbilla.

MC parecía ser también muda, aparte de avergonzada, tonta, ciega y débil.

El joven se bajó de la encimera y se acerco a MC. Le quitó la bandeja de galletas y la dejó donde antes estaba durmiendo. La puerta de la cocina se abrió pero al hombre pareció no importarle quien estuviera entrando.

Besó a MC.




En la mejilla.

—¡Estás loco! —el ratoncito puso las palmas de sus manos sobre sus mejillas, y lo miró con una expresión de miedo.

—El loco se supone debo ser yo pero... —pero el joven gatuno no dejó que el sombrerero terminara de hablar.

—No lo estoy —afirmó con total seguridad y volvió a besar a MC.

Esta vez en los labios.

—Es una niña —alegó el conejo cuando el beso terminó.

—No, no lo es —afirmó seguro mientras comenzaba a quitarle las flores en su cabello.

—Mírala bien, ni tu amistad con el rey te salvara de este...

Y la frase se perdió en los pensamientos del conejo cuando Jumin quitó la última flor que de alguna forma sostenía un peinado.

—Eso no prueba nada —aunque si lo hacía no quería rendirse, como el sombrerero había hecho ya.

—Si le quito el vestido podría estar cien por ciento seguro —dijo tomando el borde de la manga de la prenda de MC y comenzó a jalar suavemente de ella.

Pero a inicios se me olvidó mencionar que MC estaba ya comprometida, y que aún siendo tímida, sabía que debía cuidarse para su futuro esposo.

—Te imploro por favor que no lo hagas —se apartó bruscamente, Era la primera vez en todo lo que llevaba allí en la que hablaba y se negaba a algo.

Sin embargo el hombre que tenía en frente sonrió tiernamente.

—MC —aunque ella nunca había dicho su nombre, él lo sabía— mírame bien, soy yo.

El hombre apuesto ocultó sus orejas e instantáneamente MC recordó a Jumin, a Yoosung, al resto de sus amigos. Pero no sabía por qué en su cabeza, aquel hombre con orejas de gato era su prometido y lo único que podía ver era su rostro sonriente.


Me levante de golpe, me había dormido otra vez en las mesas de la universidad, Yoosung parecía estar estudiando pero cuando me escuchó sobresaltarme me vio preocupado.

—¿Estás bien? —Se acercó para tocar su frente— Últimamente te duermes mucho, ¿has estado durmiendo bien?

Pero a mi mente solo venían las imágenes de Yoosung con orejitas y bigotes de ratoncito. Y de lo tierno que era se me escapó una risita, que confundió a Yoosung.

—Estoy bien ratoncito —le revolví el cabello.

Me siguió viendo extrañado, pero se rindió haciendo ese movimiento de hombros que haces cuando no sabes que decir y siguió estudiando.




Más de 2000 palabras, hoy me la rifé.

A lo mejor la historia está algo... pervertida pero a mi me causaba mucha gracia, en especial cuando imagino a Yoosung ratoncito mordiendo a la diva de Zen SKSKSKSK 

Espero les haya gustado, ya no se que más hacer así que temo que la siguiente actualización tadará D:

Lxs amo <tres

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