VI.
Disclaimer: HighSchool DxD no me pertenece, solo lo uso sin fines de lucro.
Para simbología véase el capitulo 1.
—Bienvenido a casa, hijo.
Un hombre de aproximadamente 25 años estaba a unos metros de él. El hombre en cuestión era alto, de ojos verde mar y cabello castaño, junto con su piel morena, como si hubiera pasado mucho tiempo en el sol; tenía un gesto tranquilo a comparación de la sorpresa que acababa de lanzar al adolescente.
—¿Qué? —jadeó el castaño con una mueca de sorpresa.
—Bienvenido a casa, hijo —volvió a repetir, algo más nervioso, el moreno.
—Tenemos mucho que explicarte —comentó un hombre, de aspecto gótico, ojos y pelo negro junto con una piel blanca enfermiza.
Junto con él venia otro hombre de pelo negro y ojos azules eléctricos, tan resplandecientes como si brillaran; su piel era clara, sin ser morena pero al mismo tiempo sin ser pálida, era un punto intermedio.
—Sabemos que tienes muchas preguntas, solo dejamos explicarte —suplicó la ultima persona en entrar.
—Bien... Supongo que los escucharé...
Long Island
E.U.A.
Los dioses no eran conocidos por su fidelidad, menos los dioses griegos, por ello tenian dos campamentos, uno griego (Camp Half-Blood [Campamento media sangre o Campamento mestizo]) y uno romano (Camp Júpiter [Campamento Júpiter]). Cada divinidad podia o no tener su contra parte griega o romana, pero nunca las dos al mismo tiempo, pues entraban en una crisis existencial donde lo griego y romano luchaban por el control; claro que no es secreto para nadie la preferencia de los dioses por su lado griego, nos centraremos en el campamento mestizo.
Así que, como es lo habitual, Quirón, el entrenador de héroes del campamento mestizo, tenia una misión para unos semidioses escogidos por el oráculo de Delfos. Tras unos breves minutos el centauro dio los detalles de la misión.
—Su misión es de largo plazo, tienen que proteger a una persona —aclaró el centauro— los dioses han pedido este encargo como prioridad, por lo que tengo entendido tienen que proteger a un pequeño dios que apenas despierta sus poderes.
—Un dios... ¿No debería estar en el Olimpo? —preguntó un chico castaño y de ojos verdes mar.
—Este no, Percy. Fueron sellados sus poderes al nacer, creció como ustedes, y afortunadamente no nació siendo adulto como en el caso de varios dioses, su misión es protegerlo y hacerse sus amigos.
—¿Qué tiene de especial este dios? Si fuera un dios menor no le harían caso —preguntó una chica rubia con ojos grises como tormentas refulgiendo en ellas.
—Son dioses, Annabeth, ellos sabrán lo que hacer, y ciertamente tiene algo especial, pero no me corresponde a mi contarlo —sonrió con arrepentimiento el centauro.
Entre los hilos del destino.
Hogar de las Moiras.
—Láquesis, ¿cuándo se nos ocurrió la brillante idea de unirnos a los planes de Urano y Cronos? —suspiró cansada Cloto.
Las moiras se encontraban reunidas alrededor de una rueca dorada, que de manera automática entrelazaba hilos de diferentes colores. Átropos veía como Láquesis media los hilos y cortaba donde le indicará, mientras que Cloto colocaba de manera delicada y ordenada los hilos cuando la rueca los jalaba; tenían una expresión demacrada, como si hubieran pasado por mucho. Las tres eran hermosas, cansadas, pero hermosas, y cada una de ellas se arrepentía de sus acciones, el destino debía ser indiferente e imparcial a los conflictos que se llevarán a cabo, pero esta vez se dejarón llevar, y el precio de su actuar les venía encima.
—Lo único que podemos hacer es recompensar nuestro actuar. Le amarraré de manera especial los hilos que cuelguen de él —suspiró Láquesis.
—Me aseguraré de que tenga los mejores hilos, los más fuertes y resistentes —aseguró Cloto.
—
Su hora no llegará, por lo que no puedo recompenzarlo, pero me aseguraré de que a sus amados no les llegué el tiempo —declaró Átropos.
Hay cosas que incluso el destino no puede controlar, cosas efímeras y las moiras no son el único ser que juega con el destino, así como no son de la única mitología, el destino es un ser érratico e impreciso, pero incluso el destino sabe reconocer una promesa.
...
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