Capítulo 1

-¡Ya estoy aquí, el velatorio puede empezar!

-Es una boda, Trixie, intenta recordarlo –murmuró su primo abrazándola.

-Dales un par de días... -respondió la bruja alegremente.

Sirius le reprochó que hubiese llegado tarde, pero Bellatrix le explicó que la heroína del mundo mágico debía estar guapa para sus súbditos. Y lo estaba. Lucía un vestido morado oscuro de seda negra ajustado hasta la cintura que caía en una vaporosa falda. Su primo portaba un esmoquin de gala que le sentaba como un guante. Ambos llevaban sus melenas oscuras sueltas con mechones cayéndoles elegantemente por el rostro. Eran los más atractivos del lugar. Y lo sabían.

-Ya te gustaría a ti ser una heroína... -se burló el mago.

-Lo soy. Derrotamos a Voldemort gracias a mí y también organicé la apertura al mundo muggle. ¡He salvado al mundo y el mundo me adora!

Sirius sacudió la cabeza pero no lo negó. Cuando durante su juicio tras torturar a los Longbottom Bellatrix pidió una audiencia privada con Dumbledore y declaró ser una espía, nadie la creyó. La bruja aseguró que no había cometido casi ninguno de los crímenes que se le imputaban y que no reveló sus planes a nadie porque sabía que había traidores. Finalmente el director se puso de su parte y como su palabra era oro, con el tiempo todos lo aceptaron. Lograron evitar el regreso del Señor Oscuro destruyendo sus horrocruxes antes de que a Colagusano le diese tiempo a revivirlo. Así que la inclinación de Bellatrix por las artes oscuras dejó de tener importancia para el mundo.

Le ofrecieron trabajar en el Ministerio y al principio se negó: Bellatrix Black no trabajaba, vivía ociosa como la reina que era. Solo aceptó colaborar en asuntos puntuales (gestiones sobre Azkaban o sobre sus compañeros mortífagos). Hasta que un día se levantó y decidió que no quería que los magos siguieran escondiéndose de los muggles, así que debían revelar el secreto. Aceptó un puesto directivo en el Departamento de Seguridad Mágica y tras casi una década de planes, lograron convivir con los muggles.

Cumplido también ese objetivo, dimitió. Se dedicó a viajar y a sus negocios de los que Sirius prefería no saber nada. A él fue de los que más les costó aceptar que estaba de su parte, pero cuando lo hizo, poco a poco recuperaron el tiempo perdido. Se convirtió en su mejor amiga, asesora en su trabajo de auror y compañera de correrías nocturnas. Eran los únicos solteros de su círculo y un gran partido, así que la noche era suya. Les encantaba competir por quién se ligaba a más brujas (solía terminar en empate o en trío).

-¿Cómo va el caso para el que os pidió ayuda la policía muggle? –preguntó la bruja agarrándole del brazo mientras entraban al recinto al aire libre donde se celebraba la ceremonia.

-Bien, casi no hemos empezado. Ya sabes cómo va la cosa: antes de empezar a investigar debemos establecer la jurisdicción y el acuerdo de cooperación para que luego no haya problemas.

La bruja asintió. La convivencia entre magos y muggles era pacífica pero no idílica. Ambos grupos miraban al otro con desconfianza y ligero desprecio: los magos consideraban inferiores a los no-mágicos y los muggles veían a la población mágica como bichos raros. Solía haber enfrentamientos, pero nada grave. Eso se reflejaba también en la cooperación entre los aurores y la policía muggle: agradecían la ayuda pero vigilaban al otro con recelo.

-Mañana empezaremos ya a... -comentó el animago mientras se reunían con el resto de invitados.

-¿Quién es esa monada? –le interrumpió Bellatrix.

La invitada de pelo cobrizo que charlaba tímidamente con Shacklebolt se giró hacia los Black. No supieron si había oído la pregunta de la bruja o fue casualidad. "Ni se te ocurra" le susurró Sirius como advertencia. Su prima le dirigió una sonrisa burlona y le tendió la mano a la extraña:

-Bellatrix Black, mejor bruja del país, famosa en los cinco continentes y bruja más sexy del año durante nueve años consecutivos. ¿Y tú quién eres, preciosa?

-Eh... Eleanor Lovett... -respondió ella bastante cohibida pero respondiendo a su gesto.

En cuanto aceptó su mano, Bellatrix la agarró y tiró de ella hasta abrazarla. Su interlocutora no protestó. Sin duda estaba sorprendida, pero también parecía sentirse fuera de lugar y agradecía aquel gesto de integración.

-Es muggle –aclaró Sirius.

Era sabido que Bellatrix sentía una fuerte predilección por la sangre pura y jamás se relacionaba con muggles. Le interesaba su territorio y ser libre para usar la magia, pero no la raza inferior. Por eso su primo pensó que bastaría ese dato para que perdiera el interés. Pero no funcionó. La bruja continuaba admirando la forma en el que el vestido de terciopelo escarlata se ajustaba al cuerpo de Eleanor. Como Bellatrix solía colaborar con el cuerpo de aurores y la tenían en gran estima, Shacklebolt procedió a explicarle la situación:

-Ya te habrá contado Sirius lo de la misión en Fleet Street que nos encargaron ayer...

-Ahora estaba en ello, pero dice que aún no habéis empezado.

-Así es, acabamos de terminar esta tarde el acuerdo de cooperación. El asunto principal son algunas desapariciones en Fleet Street (mayoritariamente muggles pero también algunos magos). Se cree que el culpable es un barbero, un tal Sweeney Todd, que utilizaba su negocio como tapadera para secuestrar a sus clientes. Un mago del vecindario detectó que sucedía algo y empezó a investigar. Ayer avisó al cuerpo de aurores y yo al momento hablé con la policía. Lo primero que hicimos fue detener al sospechoso para que no huyera.

-Un tipo extraño –murmuró Sirius-, culpable sin ninguna duda.

-¿Dijo algo? Asegurará que es inocente, ¿verdad? –preguntó Bellatrix.

-Lo raro es que no –comentó Shacklebolt-. Lo único que manifestó fue que si juramos proteger a su hija, confesará y aceptará la condena que consideremos.

En ese punto, Bellatrix notó que la muggle (a la que no había dejado de mirar de reojo), retorcía las manos aún más nerviosa que al principio.

-Sí que es raro... -murmuró la bruja- Seguro que ha oído hablar de Azkaban, no creo que merezca la pena acabar ahí ni por un hijo.

Eso era lo que más le gustaba a la policía: enviar a sus criminales a la temida prisión mágica y desembarazarse de ellos a la vez que les aseguraban un futuro aciago.

-Como sabes, no podemos investigar nada antes de estipular las condiciones de cooperación entre ambos cuerpos de seguridad. Así que nos limitamos a detener a Todd –apuntó Shacklebolt.

-Cuando nos marchábamos apareció Mrs. Lovett, su casera. Vive y trabaja en la pastelería debajo de él –comentó Sirius-. Nos contó que el barbero la tenía amenazada para que no dijera nada de sus extrañas actividades y había intentado matarla varias veces. Así que la estamos protegiendo por si ese hombre (que prácticamente confesó que es culpable) manda a alguien para eliminar testigos.

-Todavía no le hemos tomado declaración oficialmente –murmuró Shackelbolt-, pero nos ha contado que sospechó que sucedía algo raro con los clientes de Sweeney y cuando se encaró con él, la amenazó. Estaba tan asustada que no se atrevió a avisar a nadie.

-Muy interesante... -murmuró la bruja- Entonces tú eres inocente, ¿verdad, preciosa?

-Sí... Sí, Madame –respondió la muggle nerviosa.

Bellatrix asintió y sonrió ampliamente. Tuvieron que dejar el tema porque se acercaron más invitados y no podían debatir las investigaciones secretas del Ministerio delante de ellos. La bruja cogió a Eleanor del brazo y empezaron a buscar un banco libre. Sirius intentó separarlas pero no fue posible.

-Por cierto, Bellatrix, hemos dicho a quien nos ha preguntado que Eleanor es pariente lejana tuya... -comento Shackelbolt con cierto temor.

-¡Cómo voy a ser yo familia de una muggle! –exclamó la bruja horrorizada- No te ofendas, preciosa, no es nada personal, solo rigor histórico.

-Familia muy, muy lejana –apuntó Sirius-, de algún squib de los que nuestra familia borró del árbol.

-Nadie se va a creer que entre nuestro noble linaje haya habido squibs –replicó la bruja altiva-. Podíais haber inventado algo más creíble... como que es mi amante, por ejemplo.

Eleanor la miró abriendo mucho los ojos, no llegaba a entender de qué iba esa mujer.

-Bella, no –le advirtió Sirius mirándola.

-Bella, sí –replicó la bruja-. Pero bueno... lo hecho, hecho está. Si se supone que es familia mía me aseguraré de estar bien pegada a ella y no dejarla sola en ningún momento. ¿Te parece bien, Eleanor?

-Sí... Claro, Madame, si no es molestia... Y puede llamarme Nellie.

-Entonces tutéame tú también, llámame Bella. Mira, en este banco hay hueco y está cerca de la puerta, por si la ceremonia nos da nauseas y necesitamos huir.

Ocuparon el banco en cuestión mientras los Black continuaban dirigiéndose miradas desafiantes. El mago oficiante comenzó la ceremonia pero ninguno de ellos prestó mucha atención. Solo la muggle, que se sentía bastante incómoda en esa boda de magos en la que no conocía a nadie, parecía intentar enterarse de algo.

-¿Es normal en el mundo mágico casarte con alguien de tu mismo sexo? –le preguntó a la bruja.

-¡Acabamos de conocernos, Nell-Nell! –exclamó Bellatrix divertida- ¡Dame al menos un par de días antes de proponerme matrimonio!

-¡No! No lo decía por... -se apresuró a responder la muggle ruborizándose- Me refiero a que los dos que se casan son hombres, entre los muggles es ilegal en muchos países.

La mortífaga contempló al futuro matrimonio. Ahí estaban, Remus Lupin y Severus Snape con sendas túnicas de gala para la ocasión. Era sin duda la pareja más extraña que había conocido Bellatrix. Habían mantenido su relación en secreto casi hasta la boda. Al parecer, cuando el hombre-lobo trabajó de profesor en Hogwarts, superaron sus rencillas y se enamoraron. Tanto elaborarle la poción mata-lobos, al final Snape se encamó con el lobo. En cuanto se enteraron, los Black pusieron el grito en el cielo. Sirius odiaba a Snape y Bellatrix odiaba a Lupin. Aquello era casi contra natura. Aún así, a regañadientes, ahí estaban, viendo como los dos viejos enemigos se unían en matrimonio.

-Aquí tampoco es muy habitual –comentó la mortífaga-, y más lo de estos, que es casi zoofilia... Pero bueno, solo son mestizos, no es gran pérdida.

Eleanor asintió aunque no lo entendiera del todo. Sentado al otro lado de Bellatrix, Sirius seguía preocupado por su interés en la pastelera.

-Bella, no solo es muggle, también está implicada en lo que podrían ser asesinatos en serie –susurró en su oído-. Ella dice que es una víctima, pero quizá es cómplice.

-¿Entonces por qué no la habéis detenido? –respondió ella en el mismo tono.

-Porque el policía que lleva el caso ha intercedido por ella. Ha asegurado que es muy buena mujer y sus pasteles son los mejores del barrio.

-Ya lo creo que lo son –apuntó Bellatrix con sorna.

-Qué perturbada estás... Mira, Trixie, si la tenemos bajo custodia personalmente es porque puede ser peligrosa, así que no lo compliques más, por favor.

-Tranquilo, Siri, me comportaré. Además, seguro que Nell-Nell es inocente, ¡mira qué carita tan adorable tiene!

El animago profirió un suspiro de exasperación al ver que hasta le había puesto un mote cariñoso. Pero no replicó. Ya estaba teniendo un día bastante malo al ver a su viejo amigo casarse con semejante gilipollas como para preocuparse también por su prima. Si Bellatrix quería adoptar una mascota muggle, que lo hiciera, allá ella. 

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