Capítulo 40 ~Dolorosa despedida~

Xavier sentía la cabeza partirse en dos y sabía que la culpa la tenía el whisky, vagamente recordaba lo que había pasado después de su intento de ahogar sus problemas en una botella de licor, pero tener a Naike dormida a su lado no era algo que esperaba.

Presiono su cabeza con una mano, ya que la otra estaba debajo de Naike, mientras los difusos recuerdos volvían a él, de una cosa estaba seguro se había comportado como un patán, tal como lo había buscado, para que lo odiara y se alejara por su cuenta, era tan cobarde que había esperado que así no tuviera que ser él quien tuviera que decirle adiós, el solo pensarlo hacía que una punzada de dolor se alojara en su pecho.

Naike se movió asustándolo, pero solo se acomodó acurrucándose más cerca mientras le abrazaba, resopló con un deje de ironía, al ver lo cómoda que estaba ella, mientras él se debatía cómo hacer para alejarla sin tener que lastimarla demasiado. Estaba seguro que en cuanto le dijera que tenía que salir de su casa pediría explicaciones, puesto que fue él quien insistió en que se quedará hasta que Jason estuviera en la cárcel o incapacitado para acercarse nuevamente, así que tendría que mentirle y cuando lo hiciera todo lo que había pasado entre ellos no parecería más que un juego de su parte y odiaba eso.

Todo el tiempo que compartieron juntos fue lo mejor que le pasó en la vida, Naike fue la que le enseñó lo que era estar en verdad enamorado, aunque no fuera consciente de eso, era como una luz que lo sacó de la oscuridad en la que estaba, con su forma de ser tan torpe y despistada, pero tan dulce y preocupada al mismo tiempo. Terminar con eso le dolía demasiado, sentía como si le arrebataran una parte de su corazón, sin embargo no veía otra salida, Amaru era poderosa, mucho más que lo que alardeaba Jason, si quería algo movería cielo y tierra para tenerlo, sin importar sobre quien tuviera que pasar ni los métodos que fueran necesarios, ya lo había demostrado, y ahora lo quería a él.

Giro lentamente para ver a Naike, no quería que nada le pasara a su dulce escritora, ya había pasado por mucho sin tener a otra loca detrás de ella, si para protegerla tendría que alejarla lo haría, incluso si moría por dentro de solo pensarlo. Le observó intentando grabar cada detalle, porque sería la última vez que se permitiría a sí mismo estar así con ella.

Deslizó su brazo de debajo de Naike con cuidado para no despertarla y fue a tomar una ducha rápida para despejarse de la resaca antes de ir a preparar el desayuno. Xavier hizo una mueca al pensar que lo más probable era que fuera el último que compartirían.

—¿Por qué no me despertaste?

Xavier se tensó al sentir a Naike a su espalda, cerró los ojos mientras sentía su corazón latir fuertemente con miedo ante lo que tenía que hacer.

—Xavier has estado muy extraño desde que llegaste ayer ¿Sucedió algo? —Naike preguntó dando vacilantes pasos hacía él al ver que no respondía.

Xavier suspiró antes de enfrentarla e intentó varias veces hasta que pudo hablar. —Necesito hablar contigo.

Naike le miró sorprendida antes de asentir y sentarse en la mesa donde muchas veces habían compartido, Xavier sabía que cuando ella se fuera los recuerdos lo desgarrarían de dolor.

—Yo. —Inspiro reuniendo el valor para no retroceder. —Yo he estado viendo a Amaru recientemente.

—¿A Amaru? —preguntó aturdida por la confesión.

—Me he dado cuenta que no puedo dejarla, así que pienso lo mejor será salir con ella. —Explicó parte de la verdad lo más cuidadosamente que pudo, aun así, sabía cómo se escuchaba aquella declaración.

—Pero ¿por qué? Ella ya se comprometió con Carl, ambos lo vimos... —Naike le miraba sin poder entender lo que decía. Estaba confundida y el atisbo de dolor que intentaba ocultar en sus ojos azul grisáceo le partía el alma.

—Lo sé, pero no puedo dejarla. —Replicó ocultando cualquier emoción que pudiera delatar lo que sentía, ni siquiera podía seguir mirándola a los ojos, se sentía como una basura por lo que tenía que hacer.

—¿No puedes dejarla? pensabas en eso mientras me besabas el otro día o solo fue un juego para ti. —Exclamó con la voz quebrada y la respiración agitada mientras le sujetaba para que le mirara.

—Lo siento Naike, me gustaría que fuera distinto, pero no puedo hacer nada. —Le miró suplicando que le entendiera, mientras en el fondo de su corazón albergaba la esperanza que no lo odiara por lo que estaba haciendo, pero el verla así tan desconcertada y dolida sabía que no lo merecía, aunque fuera algo que no podía controlar.

—Ya veo. —Resoplo con amargura soltándolo. —Espero que no termines como la última vez y le des el estúpido anillo que tanto guardabas, de todas formas lo que hagas no tiene nada que ver conmigo. Nunca debió importarme.

—También, sobre lo de quedarte en mi casa, ya no puede ser. —Tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para pronunciar las palabras sin titubear. —Amaru puede venir y no quiero que te encuentre aquí.

—¡¿Hablas en serio?! Tú mismo me pediste que me quedará hasta que todo acabará, ahora no tengo a donde ir. —Increpó incrédula de lo que escuchaba.

—Lo sé, no es necesario que sea hoy, pero como te dije no puedes estar aquí cuando ella venga. —Repitió, pues no quería saber que pasaría si eso sucedía. Apretó los puños con impotencia por la situación en la que se encontraba. Cada vez era más difícil mantener la compostura.

—Comprendo, no te preocupes, cuanto antes buscaré un lugar para dejarte el camino libre con tu nueva amante. —Escupió la última palabra como un insulto, pero entendía que desde su punto de vista se veía así, como si interfiriera en su amor, pero era mejor así para los dos, estaba seguro que si Naike llegaba a saber la verdad era capaz de enfrentar a Amaru.

—Intenta que sea luego. —Pidió antes que se marchará dejándolo solo en la habitación, pero no sin antes ver el reflejo de las lágrimas en su rostro. Detener el impulso de abrazarla y gritarle que se equivocaba y era ella a quien amaba fue una agonía.

Desganadamente se paró de su asiento, ya estaba hecho y no había vuelta atrás, había arrojado a Naike fuera de su vida y, con ella, toda la felicidad que alguna vez sintió.

Camino hasta la puerta de la habitación donde se quedaba y pronto ya no ocuparía. Cerró los ojos con pesar, apoyándose en la puerta cuando le escuchó llorar, sus manos picaban por correr a abrazarla y decirle que todo estaría bien, como antes, pero no podía. Si lo hacía no tendría el valor de alejarla de nuevo. Por primera vez lloró, nunca lo había hecho ni siquiera cuando Amaru le dejó, ni cuando salió de su casa viendo a sus padres por última vez, era la primera vez que probaba sus lágrimas y le sabían demasiado amargas, se dejó deslizar por la puerta hasta quedar en cuclillas, con el corazón apretado, al saber que Naike también lloraba al otro lado de la puerta.

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