Capítulo Tres: Lo peor está por venir
⚠️ ADVERTENCIA ⚠️
Este capítulo contiene lenguaje agresivo y temas sensibles como la violencia. Se recomienda discreción.
Si continúa leyendo el capítulo es bajo su propia responsabilidad.
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Era sábado por la mañana, aún no salía el sol y yo, ya estaba despierta mirando el techo.
Giré levemente mi cabeza hacia la ventana, esta tenía un par de cortinas verdes con decoración se flores, apenas entraba la luz. Intente sentarme en mi cama, pero al hacerlo mi cuerpo dolía. Mis brazos y mis muslos era lo que más me estaba doliendo, con apenas moverme, mi cuerpo recibía los espasmos de los músculos de esas zonas, el pecho lo sentía pesado y parte de mi espalda estaba tensa. Me puse de pie cómo pude y caminé hacia la ventana.
Hice a un lado una cortina, a través de la ventana se veía el cielo apenas con un color azul grisáceo, el sol aún no salía y las calles se escuchaban tan tranquilas y silenciosas.
«Dios, como duele», pensaba con sentir el dolor apenas si me movía. Sobé las zonas, pero no ayudaron mucho; creía mejor seguir en la cama y dormir un poco más, pero la luz activada de una notificación en mi celular llamó mi atención.
Tomé mi celular y desbloqueé la pantalla, al revisar las notificaciones me di cuenta de que podría estar en un grave problema. Tenía quince llamadas perdidas y treinta y cinco mensajes de Marco; después de llegar a mi casa, no revisé el celular, estaba demasiado cansada como para contestar los mensajes o llamadas.
No tuve más remedio y entre a la aplicación de mensajes e ignoré todos los chats resaltados por mensajes sin leer y fui directo al chat de Marco, lo que había en su chat era horrible. Me reclamaba por no contestarle las llamadas, me insultaba, me llamaba por muchas formas despectivas y otros mensajes decían que debíamos salir el fin de semana. Tantos malditos mensajes y ni un miserable "lo siento".
Dejé el celular en el escritorio para ir de nuevo a mi cama y volver a dormir, pero el celular comenzó a vibrar. Suspire y giré levemente mi cuerpo, pude ver que estaba recibiendo una llamada y podría imaginar de quién se trataba. Volví a suspirar y resignada fui a tomar el teléfono para contestar la llamada.
-¿Bueno? -pregunté temerosa.
-¡¿Con quién estabas ayer?! -reclamó.
Era demasiado temprano, apenas estaba saliendo el sol y ya estaba reclamando cosas que no tenían sentido.
-Con nadie, ya estaba dormida. -le expliqué tranquila.
-¡¿Con quién mierda estabas?! - volvió a reclamar, pero esta vez su voz había sido tan alta que me vi obligada a alejar el celular de mi oído.
-Ya te lo dije, estaba durmiendo -repetí por segunda ocasión-. Entre a mi casa, me cambie y después baje a cenar. Cuando terminé, subí a mi cuarto y me fui directo a dormir.
-Más vale que haya sido así -su voz sonaba más molesta de lo que ya era-. Paso por ti a las diez de la mañana.
-¿Qué? -solté confundida.
-¿Eres idiota o qué? -volvió a insultar-. Te lo puse en los mensajes, ¿no sabes leer o qué?
-Si los leí, pero no puedo salir -inventaría una excusa con tal de no salir con él-. Tengo cosas que hacer.
-Bueno, como quieras -su tono era más relajado-, pero te recuerdo que entre más horas pasen, menos efecto tiene la pastilla y tendrás que parir un hijo mío.
Una sensación de frío recorrió mi cuerpo, no podía tener un hijo de él. Para empezar, soy muy joven para tener un bebé y en segunda, estoy en el inicio de mi carrera, no puedo hacerlo.
-Esta bien. Te veo a las diez. -contesté pasando una manos por mi rostro con frustración.
-Bien. -Se limitó a responder y colgó la llamada.
Aventé el celular a mi cama y yo me senté en la orilla, tomé mi almohada y cubrí mi rostro para gritar contra ella.
Estaba consiente de que podía ir yo misma a conseguir la pastilla de emergencia, pero tener que inventarle una excusa a mi mamá era imposible. A veces ella sabe cuando estoy mintiendo con solo mirarme.
Busqué la ropa que me podría, me metí a bañar y después comencé a arreglarme. Hice lo posible para verme bonita; maquillaje bonito, ropa bonita y arreglé mi cabello lo mejor que pude, tal vez con eso, él podría darse cuenta de que se había equivocado al bofetearme.
Cuando terminé de arreglarme, baje a desayunar, mi familia ya estaba sentada en la mesa y algunos otros ayudaban preparando el desayuno.
-¿Tan temprano y arreglada, hermanita? -mencionó mi hermano.
-Deja de molestar, ¿quieres? -era temprano para pelear, pero me frustraba que el comenzará a hacer sus tontos comentarios.
-Hey, niños. -nos llamó la atención mi papá.
-¿Vas a salir con Marco? -preguntó mi papá.
-Si, papá. -le sonreí de lado. La verdad no quería hacerlo, pero tenía que hacerlo.
-¿No saliste ayer a comer con él? -ahora preguntaba mi mamá mientras me entregaba mi plato con el desayuno.
-Si, pero hoy iremos al cine -mentí-, y de ahí, me regreso.
-Mmm... bueno, está bien -dijo mi mamá. Podía ver que estaba en desacuerdo, pero no podía impedirme el salir-. Acabe tu huevo con jamón y después te vas.
Le asentí con la cabeza y todos comenzamos a desayunar. Unos hablaban sobre el fútbol, mi mamá y mi tía la mayor hablaban sobre que irían a comprar para comer; mientras que mi hermano, mi prima y yo permanecíamos en silencio y con nuestros celulares en mano. Era triste nuestro caso, pero nos habíamos alejado un poco desde que comencé mi relación con Marco.
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Me encontraba sentada en el área de comida de la plaza comercial, esperando a que Marco regresará con nuestra comida. Siempre que tomaba la pastilla de emergencia, necesitaba comer algo para sentirme bien, puesto que, me sentía mareada y un poco cansa con los efectos que me causaba.
Cómo era costumbre en mí, comencé a disociar; pensaba en que haría la semana que viene con las tareas que me faltaba por acabar y a quienes elegiría como equipo a aparte de Sarah. Cuando menos me me percaté, Marco ya estaba a mi lado y azotó la bandeja para llamar mi atención.
-¿A quién tanto miras, eh? -me tomó del rostro y apretó un poco mi mandíbula con una mano.
-A nadie, lo juro. -puse una mano sobre la suya para tratar de aflojar su agarré.
-¿Crees que nací ayer, idiota? -agitó mi rostro cuando aún me tomaba de la mandíbula- Recoge las cosas, nos vamos de aquí.
Me soltó el rostro empujándome, casi perdía el equilibrio. Tomé la comida y la metí a mi bolsa; después, Marco entrelazó su mano con la mía y comenzó a caminar rápido, era mucho más alto que yo, por lo que parecía que me jalaba en vez de caminar a la para conmigo.
-¿Ya te tomaste la jodida pastilla? -dijo sin dejar de caminar.
-Si, por eso ya quería comer. -mi voz se había agitado por lo rápido que me iba llevando por la plaza.
Íbamos caminando tan rápido que teníamos que esquivar a las personas que se iban cruzando en el camino. En una de esas, choque con una persona y por lo tanto, nos detuvimos que detener para poder disculparme con quién choque. Al levantar la vista vi que era un chico, en mi interior deseaba no haber chocado con él para evitar cualquier problema. Me disculpe a duras penas con el chico ya que, Marco volvió a jalarme del brazo.
-¿Qué? ¿Ahora me vas a decir que te gusto aquel? -comenzó a apretar mi mano al grado de estrujarla y hacer que mis nudillos dolieran.
-Me estás lastimando -me quejé inmediatamente. Traté de soltarme, pero cada vez apretaba más mi mano-. Por favor. Suéltame, me estás lastimando.
-¿Y? -se detuvo en seco y volteó a verme. Negué con la cabeza y continuamos caminando.
Después de un buen rato caminando y en silencio, Marco se detuvo en una cafetería y entramos en ella para buscar una mesa y sentarnos.
-Espera aquí. -dijo mientras jalaba la silla y me señalaba para sentarme. Yo lo vi extrañada por su repentino comportamiento.
-Pero la comida... -me interrumpió cuando puso un dedo sobre sus labios en señal de que guardará silencio.
Se alejó de la mesa y se formó en la cola para pedir su orden. Un par de minutos después, regreso con dos vasos con y una bolsa de papel.
-Toma, ahí dentro hay algo para ti. -su tono de voz era completamente diferente al de hacía una hora. Era más dulce y animado.
-Ya habíamos comprado comida, deberíamos... -volvió a interrumpirme.
-Te la llevas a tu casa y se la das a tus papás o a quién la quiera. -tomó uno de los vasos que había traído consigo y le dio un buen sorbo a su café.
Lo miré con desaprobación, no ne gustaba gastar sin sentido para luego volver a comprar cosas que no. Ese momento no se me antojaba el café, pero si no me lo tomaba, él se iba a molestar.
Tomé la bolsa de papel y la abrí, en su interior había una dona glaseada con azúcar glass, era de mis favoritas.
-Gracias, amor. -me incliné levemente para darle un beso, pero Marcos me tomó del hombro y me alejó.
-Si, solo come y nos vamos. -dijo mientras desviaba la mirada desinteresadamente.
Se me había hecho un nudo en la garganta y en el estómago. El antojo por ver la dona glaseada, se me había ido y solo me quedaba comer a la fuerza y acabarme el café o llevármelo para el camino.
Tenía ganas de llorar, siempre que intentaba ser cariñosa o expresarle mi amor, él solo me empujaba o se quitaba.
Sin más remedio, comí la dona en silencio y daba sorbos al café, de repente, una mano apareció sobre mi muslo e iba subiendo poco a poco acercándose a mi entrepierna; tomé esa mano y la detuve.
-Marco, espera. Por favor -lo miré con insistencia.
-Nada te gusta. -quitó su mano y sacó su celular.
Suspire decepcionada me acabé el último bocado que quedaba de la dona y el poco café de avellana que había en mi vaso. Me levanté para tirar la basura y cuando iba de regreso, Marco se levantó y salió de la cafetería como si hubiera llegado solo a ella.
Lo seguí y caminé con rapidez para alcanzarlo y abrazarme de su brazo, pero esté se safo y directamente me empujó.
-¡¿Qué te pasa?! -un nudo se hizo en mi garganta.
-Ya no me dejas tocarte. Todo te molesta y arruinas el momento -guardo su celular y cruzo sus brazos-. ¿Estás con alguien más y por eso no me dejas tocarte?
-¡Claro que no! ¿Por quién me tomas? -pregunté molesta, me hacia sentir mal que desconfiará tanto de mí.
-Déjalo. Te voy a dejar a tu casa. -continuó caminando sin esperarme.
Mis ojos ardieron y se llenaron de lágrimas, solo una lágrima logró escapar y recorrió mi mejilla.
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Una hora después, cansada y dolida, llegué a casa acompañada de Marco. Antes de abrir la puerta, Marco me tomó del brazo y me pego a él para besarme con fuerza y "pasión", esto último él lo explicaba por la forma en que siempre recorría mi cuerpo con sus manos. La sensación de que me tocará ya no era placentera a como lo era al inicio de la relación.
Marco se separó y se despidió avisándome una vez más, que en la semana iríamos de nuevo a hacerlo. Por mi parte, solo le respondí con un simple "si" para que ya se fuera y pudiera estar sola.
Entre a la casa y me recargue contra la puerta después de cerrarla. Suspire aliviada y saque mi celular para revisar las notificaciones o si me había llegado un mensaje, no lo había sacado en ningún momento frente a Marco porque siempre que lo hacía, me preguntaba con quién estaba hablando o simplemente me lo quitaba para revisar mi celular.
Tenía mensajes de los grupos de mis equipos de la escuela, estaban poniéndose de acuerdo para los materiales o simplemente estaban pidiendo ayuda con las tareas. También tenía mensajes de mi mamá y de Sarah, ambas me preguntaban si estaba bien o si me la estaba pasando bonito; ojalá pudiera decirles que fue un completo horror.
Me olvide de donde estaba parada, seguía revisando mi celular y no me había percatado de que había alguien frente a mí.
-¿Qué estás haciendo? -habló mi mamá, sacándome un susto.
-Nada.
-Entonces, ¿por qué estás ahí parada? -hizo ademanes con su mano señalando donde yo estaba parada- Creí que llegarías más tarde. No me contestaste los mensajes.
-Estaba con Marco, no te podía contestar. -le respondí molesta.
-Ya se que estabas con él, pero llegaste muy temprano. -sabía que ella no tenía la culpa, pero comenzaba a irritarme.
-Bueno, si ya lo sabes... Entonces, deja de molestarme. -iba a pasar para ir a las escaleras, pero mi mamá me detuvo.
-Yo no tengo la culpa de que pelees con Marco. Si él ya no te hace feliz, entonces, ya deberías terminar esa relación. -dijo más calmada, pero su tono era alto.
-Mira mamá, no te metas en este asunto -pase por su lado-. Esto es asunto mío y de Marco. Deja ya de molestarme.
No la dejé continuar, subí corriendo a mi cuarto y cerrar la puerta azotandola. No quería discutir con ella y lo mejor era evitar el problema a toda costa. No podía decirle que Marco me había levantado la mano, el terror por lo que fuese a suceder me mataba y no quería que el problema se hiciera más grande. Marco siempre me reclamaba cuando mi mamá o mi papá hablaban con él sobre nuestras discusiones, siempre decía: «Eres tan estúpida que necesitas meter a tus padres donde no les importa.»
Me estaba cansando de las peleas y reclamos. Sabía que estaba mal el tener tantas discusiones, pero había momentos en los que Marco y yo estábamos felices, pero jamás imagine que fuera a evolucionar a peor.
Las veces que mi mamá hablaba conmigo, me decía: «Lo peor está por venir.» Nunca imagine que tuviera tanta razón y a la vez estaba intentando abrirme los ojos, pero yo seguía fingiendo estar ciega.
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¡Hola!
Esperó se encuentren muy bien. Hemos empezado la historia y ha sido un muy fuerte comienzo. Quiero aclarar que esto es solo ficción y no apruebo ningún tipo de violencia.
Quiero mencionarles y de todo corazón que si alguien está pasando por una situación similar a la de la historia o algo más grave, levanten la voz. No están solos ni solas, vayan con las autoridades porque la violencia de género no debe de permitiste y mucho menos si hay abuso de cualquier forma en una relación.
Hablen con quien más confianza tengan y pidan apoyo, de verdad, no dejen que su brillo desaparezca por alguien que no sabe valorar. Me tienen a mí si necesitan hablar.
Sin más que agregar, les agradezco su apoyo y no olviden seguir votando en los capítulos si les están gustando.
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