Capítulo Seis. Parte Dos: Fin del semestre
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La música sonaba a más no poder en el lugar, las luces bailaban de una lado a otro iluminando cada rostro en el lugar. La gente bailaba animada, había pequeños o grandes grupos de amigos en mesas de distintos tamaños con sillas altas a su alrededor o en pequeños cubículos iluminados con luces rojas y moradas con sofás en forma de media luna, y a un costado de la pista que brillaba gracias a las luces en su interior, se encontraba una larga barra donde los barmans y las barmaids preparaban tragos por montón, con una larga línea de botellas de alcohol con distintos colores a sus espaldas.
Sarah se encontraba retando a Miguel para saber quién aguantaba más caballitos en poco tiempo, pero ya sabíamos cual era la respuesta; Gargi y Aaron se encontraban hablando y su conversación parecía amena por las risas que ambos producían. Por mi parte, me encontraba observando el espectáculo que mis amigos me daban y algunas veces, volteaba a ver a las parejas que se encontraban bailando; algunas enamoradas y otras más deseosas por la noche que su compañía les podría ofrecer. Llegaba a suspirar con tristeza, no quería recordarlo, pero Marco volvía a mi mente cada que podía. Si las cosas hubiesen sido diferentes, él estaría aquí bailando conmigo; estoy segura de que si no hubiera terminado con Marco, yo no me encontraría aquí con mis amigos, si no, con él haciendo cualquier cosa que con tan solo pensarlo me daban escalofríos.
En ese momento, sentí una mano sobre mi hombro, era Sarah ya con unos tragos de más.
—¡Nada de deprimirse! —hablaba cerca de mi oído para poder escucharla con el sonido tan alto de la música.
—¡No estoy deprimida! —la miré con nervios, ella podía leerme sin siquiera decirle una palabra.
—¡Se nota! —fruncio el ceño molesta y después me paso un caballito servido al tope de tequila—. ¡Hasta el fondo!
Mire el caballito en su mano durante unos segundos, después lo tomé dudosa de lo que estaba por hacer, pero antes de probarlo, mire a Sarah quién me asentía con la cabeza en señal de aprobación. Inhale profundamente y lleve el caballito a mi boca permitiéndole el paso al líquido; su sabor amargo abrazo mis papilas gustativas y el calor que emanaba calentó mi garganta como si quemará, hice una mueca al recibimiento de su sabor y exhale con fuerza y Sarah aplaudía tan orgullosa de mí como si hubiese ganado un premio.
Aún no me recuperaba y Sarah ya me había acercado otro caballito listo para entrar de nuevo a mi sistema.
Sarah se aburrió de tomar, tomó a Miguel del brazo y se lo llevó a la pista de baile, dejándome como mal tercio a lado de Gargi y Aaron.
El alcohol en mi sistema estaba haciendo efecto, las ganas de orinar no se hicieron esperar, lo malo fue que ya tenía varios tragos encima y al levantarme de mi asiento, el piso parecía moverse. Con un poco de tambaleó, me fui moviendo por el lugar abriéndome paso hasta la zona de los baños. Tenía que recorrer un pasillo llenó de personas que se quedaban hablando, donde también debía abrirme paso para llegar al final del pasillo; los tragos encima y mi tambaleo no eran de gran ayuda, ya que, de vez en cuando chocaba con las espaldas de las personas hasta que una logró hacerme perder el equilibrio. Estaba segura de que caería contra el suelo sin piedad, pero unos grandes brazos me sostuvieron ayudándome a evitar aquel final.
Levanté la cabeza para saber de quién se trataba, pero mi sentido de la vista estaba nublado y apenas podía admirar los detalles.
—Oh vaya... —me costaba hablar, sentía que mi lengua se enredaba consigo misma— Que brazos...
Mis manos recorrían gran parte del terreno, olvidando que estaba ante un completo desconocido.
—Son muy fuertes y —dejé salir una risa nerviosa—, ¡que musculosos!.
Mi mente y mi boca no coordinaban; sabía que estaba hablando, pero la vergüenza había tomado un par de vacaciones, dejándole su puesto al descaro.
Levanté de nuevo mi mirada para intentar ver el rostro de mi salvador, pero no se si fue el efecto del alcohol haciéndome alucinar, pues el hombre frente a mí, tenía un gran parecido a Leonardo.
—Oh —puse una mano sobre su mejilla. Un cosquilleo apareció en la palma de mi mano cuando hizo contacto con el vello en su cara—, eres idéntico a él.
Bufé.
—Claro que no sabes de quién habló —comence a reírme cómo si me hubieran contado un chiste—. Un doctor o más bien, un futuro doctor guapo, fuerte, atractivo y... sexy.
La cabeza me daba vueltas y una sensación rara en mi garganta comenzaba a sentirse. Agite mi cabeza y continúe o intentaba hablar.
—Shhh... No digas nada —puse un dedo sobre sus labios, aún si el hombre frente a mí, no hacía el más mínimo ruido—. Si él sabe que me gusta, yo me moriría de vergüenza y más si se entera de lo que te acabo de confesar.
Pegué mi cabeza a su pecho, era obvio que mi cordura estaba fallando gracias al alcohol, pero me sentía tan segura aún si aquel hombre de fuertes brazos no me conociera o yo a él.
La sensación extraña en mi garganta volvió a tomar lugar, me separé se aquel hombre empujándolo con mis brazos. Me llevé las manos a la boca, algo estaba por salir de ella, abrí los ojos lo más que pude a pesar de que mis párpados pesaran y miré en dirección al baño de las mujeres, estaba a reventar, una larga fila de esperaba estaba antes de entrar al baño. Miré a mi alrededor buscando algo que puediera ayudarme, pero no había nada o al menos, hasta que visualice una gran puerta de color negro a unos cuantos pasos de distancia; sin dudar más, corrí hacía ella lo más rápido que pude. Al abrir la puerta, di con un callejón iluminado por una luz roja; el aire fresco de la madrugada tocó mi rostro, provocando un mareó horrible que me término haciendo vomitar en medio de el callejón.
Las arcadas llegaban una tras de otra, acompañadas de aquel desecho cargado de alcohol por todos los caballitos de tequila que había bebido sin control. Cuando mi estomago quedó vacío, lleve el dorso de una de mis manos para limpiar mi boca, estaba avergonzada aún si nadie me había visto, y justo en ese momento, una mano tocó mi espalda.
—Busquemos a tus amigos —era aquel hombre que aún se veía borroso, pero su voz me parecía tan conocida—. Deben llevarte a casa.
Aún mareada y sintiéndome mal, el hombre de grandes brazos me llevó con cuidado hasta encontrar la mesa donde minutos antes me encontraba bebiendo sin medida con mis amigos.
Recuerdo que Sarah me tomó en sus brazos, pero las voces de todos los que me rodeaban junto con la música, se escuchaban como si me encontrará bajo el agua. Mi vista volvió a nublarse hasta quedar en negro, después de eso, no recordaba nada.
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La cabeza parecía quererme estallar, el sonido de unas aves cantando era la tortura mejor creada por la misma naturaleza. Abrí mis ojos con gran dificultad, me dolían con la más mínima luz que entrará en ellos; cuando mis ojos por fin se acostumbraron a la luz, noté que estaba en un cuarto desconocido y en una cama envuelta en sabanas de color lila. Me levanté de golpe, mala idea, la cabeza comenzó a darme vueltas; mareada y mortificada por saber en donde estaba, mire a mi izquierda y me encontré a mis dos amigas completamente estiradas en la cama; estaba en casa de Sarah.
Intenté levantarme de la cama, evitando hacer ruido para no despertar a mis amigas, pero como si la vida misma estuviera en mi contra, el sonido de un despertador sonó con una fuerza que hasta los mismos vecinos lo podrían haber escuchado.
—¡Dios, Sarah! —pronunció Gargi con pereza— ¡Apaga eso!
Sarah se quejo en su lugar sin siquiera intentar moverse en la cama.
Deslice el icono del reloj en la pantalla del celular de Sarah, pero mis dedos se habían vuelto tan torpes, que tuve que hacerlo un par de veces más para lograr apagar la alarma.
—¡Al fin! —dije en voz alta y victoriosa.
—¡Callate, Nadia! —gritaron Gargi y Sarah al unísono.
Unos buenos minutos después lo suficientemente "arregladas" y bien peinadas, pero con pijamas aún puestas, bajamos a la cocina encontrándonos con un Aaron a medio morir con cara de zombie y a un Miguel alegré preparando el desayuno.
—¡Por fin despiertan! —pronunció Miguel con energía.
—¡Oh vamos, hermano¡ —habló Aaron tomándose de la cabeza—. Habla más bajo.
—¡Ja! Novatos. —Miguel sonrió y puso la mirada en el sartén en sus manos.
Gargi y Sarah buscaron un lugar para sentarse mientras se sobaban las sienes; yo me acerqué a Miguel para ayudarle con el desayuno.
—Bella durmiente, ¿qué tal dormiste? —volteó a verme con una enorme sonrisa.
—Siento que la cabeza me va a estallar. —dije haciendo una mueca de arrepentimiento y tomando un par de vasos y tazas de la alacena.
—¿Es tu primera vez? —preguntó Miguel.
—Si. Jamás había llegado tan lejos y menos con el tequila. —reí.
—Ya dejen de hablar, tenemos hambreee. —se quejó Sarah.
Miguel y yo nos volteamos a ver y reímos ante la situación, ambos servimos el desayuno; huevos fritos acompañados de tocino, jugo de naranja y un vaso de agua servido con un antiácido para los efectos provocados por el alcohol.
Comenzamos a desayunar, el comedor de la cocina estaba en completo silencio hasta que Sarah rompió el silencio.
—Vaya noche la de anoche. —volteó a verme con picardía.
—¿Por qué me miras así? —dije confunda.
—Oye, sííí —dijo Gargi volteándome a ver—. ¿Quién era aquel hombre?
—¿Hombre? ¿Qué hombre? —estaba aún más confundida, no recordaba a ningún hombre más que a Aaron y a Miguel, y a excepción de todos los que había en el club, pero ninguno era de interés.
—Por favor, el que te llevaba casi en sus brazos. —volvió a hablar Sarah.
—Nadia, ese sujeto... ¿no es con quién hablabaa semana previa a los examenes? —se tomó del mentón como si intentará recordar algo.
—¡Ah, claro! —volvió a hablar Sarah—. Es el sujeto con quién siempre chocas en el pasillo al salir de clases.
—¿Acaso ayer presencié el comienzo de una historia de amor? —bromeó Aaron.
—¡Basta! —estrellé los cubiertos contra la mesa. Todos voltearon a verme sorprendidos—. No recuerdo nada de eso.
Confesé, pero todos comenzaron a reír y preguntarme cómo era posible que olvidará algo así, pero era la verdad; no recordaba nada después de ir al baño, a excepción de mi vago recuerdo vergonzoso de haber vomitado y alguien tomándome de la espalda.
Todos me contaban lo que había sucedido, pero me moría de vergüenza al saber e que era Leonardo quién estuvo ahí y me vio en ese estado de ebriedad. «¿Con qué cara voy a verlo ahora?», pensaba.
El desayuno término después de risas y acusaciones, todas en plan de broma. El resto del día la pasamos en casa de Sarah, durmiendo y comiendo, pues, nadie quería regresar a sus respectivos hogares oliendo aún a alcohol. Además, Sarah y Aaron se encontraban solos en su casa, sus padres habían ido a visitar a unos tíos y no regresarían hasta el domingo por la noche, y eso nos daba una gran ventaja para poder recuperarnos y quitarnos el olor a borrachera.
A la mañana siguiente; Gargi, Miguel y yo, tomamos rumbo a nuestras casas y poder dar por fin el comienzo a las vacaciones. Aprovecharía el tiempo para descansar y ponerme al corriente en los temas que había fallado durante los examenes, pero la procrastinación era algo que no me dejaba trabajar a gusto y la constante insistencia de mis padres para salir con mis amigos, tampoco era de mucha ayuda.
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Habían pasado casi dos semanas, había logrado lo que me propuse: estudiar. No había sido mucho estudio, pero al menos, ya le estaba entendió a los temas que se habían estado dificultando.
Me encontraba leyendo una historia de amor en una cafetería, estaba esperando a que Gargi y Sarah llegaran; no iba a esperarlas en la calle, a fuera hacía un calor del demonio y el sol estaba a todo lo que daba; en cambio, la cafetería tenía aire acondicionado y no había mucha gente ocupando sus mesas.
«¿Por qué mi historia de amor, no era como en los libros que leía?», me preguntaba a mí misma. Y era una completa ignorante, pues no tenía la más mínima idea de que la vida ya me estaba preparando mi propia historia de amor.
Sarah y Gargi me sacaron de la fantasía de mi historia de amor, hablaban sobre volver y ir al club o el de ir de campamento a algún bosque cercano y entre otras cosas, pero no se ponían de acuerdo. Por mi parte, deseaba no regresar a ese club, tenía miedo de cruzarme con Leonardo estando en una situación tan vergonzosa como aquella vez donde, hasta hoy en día, sigo sin recordar qué fuera él con quién había chocado en el pasillo de los baños.
—¡Nadia! —dijo Sarah en voz alta.
—¿Qué?, ¿qué? —pregunté nerviosa
—¿Escuchaste lo que dijimos? —cruzo sus brazos sobre su pecho
—¿Si? —sonreí.
—Y... ¿qué fue lo que dijimos? —levantó una ceja.
—Ammm... —miré a Gargi quién también me miraba con desaprobación — Perdón, chicas. Ando un poco perdida.
—Si, ya nos dimos cuenta de eso. —Sarah suspiro.
—¿Haz estado estudiando? —Gargi preguntó de la nada, justo cuando Sarah iba a empezar a hablar.
—Un poco. —apreté mis labios.
—Debes dejar de hacer eso por un rato. Estamos de vacaciones —se inclinó Gargi sobre su asiento—. Y eso vamos a tener, unas muy buenas vacaciones.
—Estamos de vacaciones, Gargi. —fruncí el ceño.
—Quw graciosito, Nadia —dijo Sarah con sarcasmo—. A lo que se refiere Gargi es que vamos a usar estás vacaciones de verano para divertirnos, ya después nos preocuparemos por estudiar.
—Pero no me quiero atrasar. —dije haciendo una clase de puchero.
—Solo nos vamos a divertir un poco y después —dijo Gargi haciendo una pausa—, nos reunimos para estudiar un poco.
—Además, no iremos solo las tres —sonrió Sarah—. Miguel y Aaron irán con nosotras. Vamos, ¿por favooor?
Sarah y Gargi juntaron sus manos en señal de súplica, acompañadas de un puchero en sus rostros. Estuvieron así durante un par de segundos hasta que suspire y terminé aceptando.
Era una muy buena idea salir a divertirnos, prácticamente era un mes y medio lo que teníamos de vacaciones. Podría salir y divertirme o quedarme en casa a estudiar todo el tiempo y estresarme antes de iniciar las clases; ya después me preocuparía.
Iniciamos estás vacaciones de una manera tan particular y no estaría mal desconectarnos de todo el estrés que nos rodeaba por la ciudad y del fin de semestre que recién habíamos concluido casi dos semanas atrás.
Después de todo, ¿qué podría salir mal?
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Hola, querido lector.
Paso una semana desde que publiqué el último capítulo, ¿la razón? Un poco de bloqueo.
Dado que mi primera historia ha llegado a su fin, he querido concentrarme más en su contenido y darle un buen final. Por fortuna, el capítulo ya está terminado y podré estar libre para continuar escribiendo esta historia.
Sin más que agregar, no olviden de votar y de comentar lo que opinan de la historia.
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