Capítulo Dos: ¿Esto es amor?
⚠️ ADVERTENCIA ⚠️
Este capítulo contiene contenido sexual, lenguaje agresivo y temas sensibles como el abuso.
Se recomienda discreción, si continúa leyendo el capítulo es bajo su propia responsabilidad.
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Había paso un mes desde que entre a la carrera, todo iba bien o al menos cuando estaba en mi casa.
Durante este primer mes, las cosas con... mi novio no han ido muy bien que digamos. Desde que se enteró que había logrado entrar a Medicina, comenzó a molestarse más y a hacer comentarios que solo han hecho que reflexione si hice bien.
Estábamos por salir ya de la última clase, faltaba media hora para la salida cuando comenzó a vibrar mi celular, lo tenía a un lado de mi carpeta y solo tuve que desbloquearlo para saber quien era. Tenía que revisar el chat antes de que se enojará la persona quien me escribía.
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Marco:
¿Ya vas a salir?
Nadia:
Falta media hora.
Ahorita que salga, te veo.
Marco:
Salte de la clase. Quiero verte.
¡Constesta!
¡¿Qué tanta mierda haces?!
¡¿Estás con alguien?!
Nadia:
¡Basta, Marco!
¡Me van a llamar la atención!
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Me dejo en visto y ya no recibí más mensajes, y era mejor para mí; debía concentrarme en lo último que restaba de la clase. No duro mucho la concentración cuando mi celular volvió a vibrar, pero esta vez vibraba seguido y con pausas, la pantalla se iluminó. Marco estaba marcando a mi celular y solo tenía dos opciones, contestar o no contestarle y dejar que Troya ardiera. Para mi suerte, el profesor de Embriología dios salida, tuve que despedirme de Sarah con rapidez y salir inspirada al lugar donde Marco me estaría esperando.
Corrí lo más rápido que pude, pero al llegar no encontré a Marco por ningún lugar, solo estaba su moto; vi mi celular y aún estaba la notificación de una llamada perdida. «¿Se habrá enojado?», me pregunte.
-¡Hasta que te dignas a salir! -escuche a Marco gritar. Al girar en dirección del sonido, lo encontré recargado en un árbol que estaba cerca.
-Perdoname, pero no podía salirme de la clase, así sin más... -levanté mis brazos y los deje caer.
-A la próxima, solo salte y ya -tomó el casco extra que llevaba con él y me lo entrego casi empujándome.
Él se colocó su casco y subió a su moto, lo vi por unos segundos y después me puse mi casco, y al final subirme y sentarme en la parte de atrás. Marco encendió la moto y poco a poco fue saliendo de la zona en la que estaba estacionado, una vez fuera del lugar, aceleró y comenzamos nuestro recorrido.
Íbamos en silencio, siempre vamos hablando en voz alta, pero esta vez ni una sola palabra se había intercambiado; me abracé a él para demostrarle mi agradecimiento por llevarme a mi casa, pero jamás me dio una señal o respuesta de su parte, estaba decepcionada. Después de un par de minutos pensando en como lograr que se en contentara, me percate de que el camino en el que ibamos no daba a mi casa. Paramos en un semáforo y aproveche la oportunidad para indagar a donde me llevaba.
-¿A donde vamos? Este camino no va hacia mi casa. -me incline un poco a mi derecha para ver su reacción.
-Iremos a hacerlo. -su seguridad era tanta que me incomodaba.
-No puedo, debo ir a mi casa. -dije un poco molesta.
-Cuando acabemos ese asunto, te llevo a tu casa. ¡Ya no estés molestando! -su voz había tomado dureza. Se me hizo un nudo en la garganta.
Después de unos quince minutos, nos encontrábamos frente a un motel. Mi corazón comenzó a latir muy rápido, pero no estaba segura si era por excitación, nervios, miedo o... ¿incomodidad?
Aún con la moto encendida, Marco aceleró levemente y pidió un cuarto sencillo, la joven que nos atendió hizo mención de que teníamos cuatro horas y una sensación de vacío en mi vientre me molestaba. Marco avanzó hasta la villa y apago la moto, ambos bajamos de ella, nos quitamos los cascos y me ordenó que corriera la cortina.
Entramos al cuarto, era completamente sencillo; una cama King size con dos mesitas en cada costado, había una mesa redonda de madera y dos sillas, y frente a la cama, un tocador con un gran espejo reflejaba todo el cuarto. Me paré frente al espejo y solo me miraba fijamente a los ojos, no sabía si estaba feliz o emocionada por lo que estábamos por hacer.
Marco se paro tras de mí, se recargo contra mi cuerpo provocando que perdiera el equilibrio y tuviera que sostenerme del tocador, estaba inclinada y él solo se frotaba contra mí. Comenzó a besar mi cuello y a tocar mis senos, pero los apretaba más que masajear, me dolían pero no podía ni debía quejarme.
Marco quito mi bata de forma brusca y la lanzó al suelo, me giro con fuerza y comenzó a besarme. Mordía mis labios y sus manos subían y bajaban por mi cintura hasta bajar por mis glúteos y Marco los apretaba con fuerza. Sin importar que me quejará, Marco me quito la blusa y mi pantalón dejándome semidesnuda frente a él.
Su mirada estaba llena de lujuria, hacía unos años me percate que cuando lo hacíamos, ya no me miraba con esos ojos de amor y cuidado que tenía, solo era lujuria lo que podía ver en ellos.
-Marco... -puse mis manos sobre su pecho para tratar de que fuera más lento, él solo me tomo ambas manos con fuerza.
-Lo merezco, no saliste cuando te lo pedí. -dijo mientras me pegaba con fuerza a él.
Me callo besándome en la boca y mordiendo mi labio, lo hacía con fuerza, pero no al grado como para lastimarme. Se separó y me llevo a la cama, me aventó a ella, y se puso encima mío en medio de mis piernas. Mi corazón seguía latiendo con fuerza, pero no creía que fuera por emoción, quería que se acabará pronto.
Una de las manos de Marco fue bajando de mi pecho a mi sexo, una vez ahí, metió su mano en mi braga y sin aviso, metió dos dedos en mi interior. Movía sus dedos de una forma que no me.provocaban placer, si no, dolor y por más que empujará su mano o le pidiera que parará él solo continuaba. Mi cuerpo era el que reaccionaba, pero mi boca no dejaba quejarme y mi mente solo se escuchaba una voz que pedía parar.
Marco se detuvo y saco sus dedos de mi sexo, subió su mano y me mostró mi humedad. Me sentía mal, yo no quería que eso sucediera, pero eso le excitó aún más. Se puso de pie, quito su cinturón y bajó su pantalón dejándolo a la mitad de sus muslos, volvió a ponerse encima mío, dejando su peso sobre sus brazos; una de sus manos volvió a mi braga y la hizo a un lado para introducirse rápidamente provocando un dolor en mi sexo. Él comenzó a moverse más y más rápido, ni él ni yo hacíamos ruido, solo se escuchaba el sonido que nuestra piel hacía con cada embestida.
Perdí la noción del tiempo, no sabía cuando tiempo llevábamos en esa posición hasta que Marco comenzó a moverse con más fuerza y rapidez, señal de que estaba por conseguir su clímax. Comencé a fingir mis gemidos, le hacía creer que estaba disfrutando y llegaría al mismo tiempo que él, sabía que estaba por acabar cuando se levantó levemente y solto un jadeo, creí que saldría de mí, al contrario, se quedo dentro llenándome sin importarle que tantas veces le he pedido no hacerlo. Marco se tiró en la cama y suspiro con satisfacción junto a una sonrisa estúpida; por mi parte, solo pude llevar mi mano a mi braga y cubrirme, caminé al baño y me encerré en él. Al levantar la viste me encontré frente a frente con un reflejo, era el mío, pero era diferente; las comisuras de mis labios señalaban hacía abajo y los ojos solo mostraban decepción, tristeza y asco.
El tiempo en el cuarto se había agotado y era hora de irnos. Había tomado una ducha para quedar "limpia", pero no fue suficiente, necesitaba tallar mi piel con fuerza para quitar su olor y la sensación.
Marco salió primero del cuarto e hizo a un lado la cortina para salir del lugar, yo subí de nuevo a la moto con el casco ya puesto y volvimos a retomar nuestro camino.
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Había pasado media hora aproximadamente cuando llegamos a mi casa. Me baje de la moto cuando Marco la había apagado por completo, ya había dejado mi casco asegurado con una red en la rejilla, pero no pude entrar aún a mi casa, Marco me retenía.
-Estuviste excelente hace un rato -sus manos me tomaban con fuerza de mi cintura, me pegaba a su cuerpo y yo trataba de alejarme de él con mis manos en su pecho-. En la semana volveremos a ir. Así que, espero que ahora si obedezcas y salgas de tu clase cuando te lo pida.
-Estás loco, no lo haré. -logré safarme de su agarre y di dos pasos hacia atrás.
-¿Eres estúpida o qué? Ya te dije lo que harás.
-Y yo ya te dije que no lo haré. -crucé mis brazos sobre mi pecho, esperando que él entendiera.
Marco se levantó de la moto y se acercó a mí, su respiración era pesada y una curva de irá se mostraba en sus labios.
Sin esperarlo, el ardor en mi mejilla provocado por una bofetada se hacía presente en ella, a la vez que un jadeo salía de mi boca.
-¡¿Qué mierda te pasa?! -llevé mi mano a mi mejilla, sintiendo el calor en ella.
-¡Cállate! -tomó la muñeca de la mano que tenía en mi mejilla- No vuelvas a hablarme así.
-¡No tenías porque golpearme! -mi voz se quebraba, era la primera vez que él me levantaba la mano.
-Cómo si no te gustará que lo hiciera -un tono burlón se notaba en su voz-, siempre de doy cachetadas cuando estamos en la cama.
-Es muy diferente cuando se está en la cama, que cuando no lo estamos. -trate de soltar mi muñeca, pero su agarre tenía más fuerza.
-Bueno, si quieres evitar otra bofetada... Entonces cumple con tu parte. -soltó mi mano empujándome.
Miré como se ponía el casco y se iba a toda velocidad en la moto, yo me quedé estática en mi lugar sin saber que hacer.
Entré a la casa y me encontré con mi mamá cuando iba entrando a la cocina.
-Llegaste tarde. ¿No saliste hace como cuatro o cinco horas? -puso sus manos sobre su cintura.
-Si, pero Marco fue por mí y... -las imágenes de lo que había sucedido hacía unas horas llegaban de golpe.
-¿Y...? -inclinó su rostro para que volteara a verla.
-Y fuimos a comer -solté una risa nerviosa-. Ya me voy a mi cuarto, estoy algo cansada.
Le di un beso en la mejilla a mi mamá y subí las escaleras con pesadez. Por fortuna era fin de semana e iba a poder recuperarme después de lo de hoy.
Al entrar a mi cuarto, dejé mi mochila a un lado de mi escritorio y me dejé caer sobre la cama. Estaba demasiado cansada, pero debía levantarme de nuevo para cambiarme. Volví entrar al baño y esta vez me bañe mejor que hace unos momentos, talle mi cuerpo y use el jabón que tuviera más olor para salir oliendo a mí misma, y comenzar a vestirme con la pijama.
Un rato después, mi mamá nos habló para bajar a cenar. Todos me preguntaban por mi día mientras cenábamos y yo les respondía con poco ánimo. Yo casi no pude comer mucho, estaba asqueada aún, pero me forcé en comer lo necesario para no ir a la cama con el estómago vacío.
De nuevo en mi cuarto, por fin me metí en las sabanas y me acomodé para tratar de dormir, pero el recuerdo de Marco levantándome la mano, no me dejaba descansar a gusto.
Tal vez, solo era un mal entendió y al día siguiente se disculparía conmigo por el golpe, supongo, después de todo era lo menos que él podía hacer.
«¿Esto es amor?», me preguntaba. No estaba segura de lo que sentía, pero en ese momento lo que más quería era estar bien con Marco y no continuar peleando. A veces, sentía que las discusiones me robaban la energía haciéndome sentir tan cansada y adolorida. No quería sentirme así, pero, tal vez, solo era un mal momento que toda relación debía pasar.
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