Capítulo 4


Nota: Buenas noches queridos. Tarde pero seguro, estoy a modo tortuga, no precisamente las ninjas. Estoy en un proceso de escritura para una nueva novela, la cual quiero tener unos cinco capítulos antes de iniciar a subirla, además de que estoy corrigiendo mis novelas porque tienen muchas faltas ortográficas y quiero ordenar eso. Gracias por la espera.

Trevor

Otro día de trabajo que llega a su fin, por lo menos hoy no hubo tanto ajetreo como ayer, tan solo unos reportes de robos y un asalto a una tienda de moda. Luego de varias horas, pudimos dar con el responsable del asalto a mano armada, un disparo en la pierna y una estancia en la cárcel espero le haga reconsiderar su accionar.

Antes de ir hacia mi departamento, paso a dejar a mi compañera del turno, Milly; me fascina su forma de ser y entregarse al trabajo, siento que es mi alma gemela; sin embargo, trabajamos juntos. No tiene nada de malo, pero considero que la hipotética relación se dañaría por no tener un espacio nuestro, es decir, si nos vemos en el trabajo, y como hoy, puede que nos toque patrullar juntos, después irnos juntos a casa y sencillamente pienso que nos abrumaríamos. Para mí es de vital importancia que las parejas tengan cierto respiro, para que no se vuelva monótono y esa chispa se apague.

Aunque no fuese de este modo, no puedo cambiar de pensamiento. Esa es mi regla número uno y nunca iré en contra de ella.

— ¡Muchas gracias, Trevor! —Pronuncia, cuando estaciono el auto enfrente de su casa— ¿Vas a ir mañana al bar? —Bate sus pestañas mientras espera una respuesta de mi parte.

—No tengo de otra, Jeff es capaz de matarme si llego a faltar.

—Sí, tienes razón—sostiene con su mano una pequeña porción de su cabello, intentando hacer ondas, por lo que tengo de conocerla solo hace esto cuando está nerviosa—. Amm... Trevor ¿Irás con alguien a la fiesta? De lo contrario, me encantaría que fuéramos juntos.

Su hermosa sonrisa adorna su rostro y ese brillo extraño reaparece en sus pupilas, todos estos gestos delatan su interés en mi persona.

—Sí, iré con alguien a la fiesta—me odio por mentirle, pero es que no puedo alimentar sus sentimientos porque no los voy a corresponder.

—¡Ah! —exclama con desilusión, asimismo ese brillo se apaga— Bueno, ya veré con quién ir.

—Si deseas puedo pasar a recogerte.

—No, tranquilo. Gracias por el ofrecimiento, pero no—terminando de hablar, abre la puerta del copiloto y se despide para tomar rumbo hasta la puerta de su casa.

Suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo, me siento terrible por mentirle, aunque si le doy falsas esperanzas me sentiría peor, como un canalla. Sin duda ella merece a alguien que la haga muy feliz.

Tomo rumbo hacía mi nuevo departamento, el cual conseguí gracias a mi madre, puesto que por mi trabajo no tenía tiempo suficiente para buscar las mejores opciones. Confíe en el gusto de mi progenitora cuando me dijo que había encontrado el indicado, no quedaba tan lejos del departamento de policía y tampoco de la casa de mis padres, esos eran mis únicos requisitos; después no me importaba como estuviera distribuido el lugar.

Cuando la aguja marca las seis y media de la noche suena mi celular, antes de mirar la pantalla ya sabía de quien se trataba. Parece que la llame por mis pensamientos, no sé cómo es que sucede esto, siempre que piensas en alguien se te aparece o te llama. Deslizo el icono verde para contestar, no sin antes estar preparado para lo que viene.

—Hola, mami.

—Mi amor, hola. ¿Ya saliste del trabajo?

—Sí, ya estoy llegando al departamento.

—Que bueno mi vida, solo llamaba para ver como estabas.

—Estoy bien, mami. Ya te he dicho que las malas noticias llegan primero.

—Mi amor, es la única forma de estar tranquila con este trabajo que tienes. Siempre ando con el Jesús en la boca, pidiendo a Dios que te guarde y que nada malo te pase.

—Ya hemos hablado sobre esto—suspiro agotado—. Sé que no les gusta mi trabajo, visto que es muy peligroso, pero pienso que todos tenemos una hora de expiración y cuando caduque, no importa que profesión u oficio desempeñes, mucho menos que tan sano o enfermo estés cuando toca, toca.

—Te entiendo mi vida, justo porque sé lo peligroso que es tu trabajo, es la razón de mi preocupación. Eres mi único hijo, no quiero perderte.

—No sucederá. Mami acabo de llegar, voy a estacionar y subiré a descansar.

—Está bien amor. Cuídate.

—Lo haré. Saluda a mi padre de mi parte por favor.

—Así lo haré amor.

Después de estacionar en mi espacio asignado, me estaba preparando para salir del auto, cuando escucho una mujer pidiendo ayuda. Mis instintos me empujaron a salir en su ayuda, enfundo mi pistola por si acaso necesito usarla, antes debo saber que sucede y no quisiera espantar a alguien con el arma.

Con sigilo me dirigía hacía donde provenía la voz, la cual me llevó hasta un callejón que hay a un lado del condominio de departamentos. Por la poca luz que había no podía ver bien, solo identificaba tres cuerpos en el lugar.

—¡Suéltame, imbécil! —el sonido seco de una palma impactando con una mejilla reverbero en el lugar—. No permitiré que me vuelvas a poner una mano encima.

—¡Cállate, idiota! Tú no me das órdenes. Por tu maldita culpa perdí mi trabajo...

—Yo no tengo nada que ver con eso, no te obligue a golpearme o ¿Sí?

Dos de ellos se encontraban discutiendo, mientras la tercera estaba estática, lentamente me acerque a ellos y una vez que estuve a una distancia prudente, evidencie mi presencia.

—Policía, ¿Qué sucede aquí? —Sin perder el tiempo, el sujeto corrió desapareciendo de mi vista.

—¡Cobarde! —Vociferó un poco tarde— Gracias a usted oficial, ya todo está bien.

—¿Vas a levantar una denuncia en su contra, Bree? —le cuestiona su amiga.

—¡No! —Su negación reverberó por todo el lugar.

—Señorita, le aconsejaría que denunciara lo que acaba de pasar—me atrevo a aconsejarla, ya que esta situación puede volver a repetirse.

—Gracias por su consejo, pero no perderé mi tiempo. Ahora si me disculpan volveré a mi departamento, lo siento mucho Dafne, pero hoy no podré acompañarte al bar.

—No te preocupes, ve tranquila. Oficial, podría por favor acompañar a mi amiga Bree hasta su puerta—sonríe a modo de suplica.

—No es necesario—menciona la susodicha.

—Claro, no hay problema.

—Muchas gracias. Nos vemos.

La tal Dafne, sale corriendo como si hubiese dejado algo en el horno y se le fuera a quemar. Escucho el resoplido de Bree, quien comienza a murmurar en voz baja.

—Vamos señorita, la acompañare hasta su puerta.

—En serio, no es necesario. Yo puedo llegar sola, no necesito ayuda.

—Solo es por seguridad, no estaré tranquilo hasta que no la deje en su casa sana y salva. Permítame cumplir con mi deber.

—Está bien—Acepta a regañadientes.

Dejé que tomará la delantera para que indicara el camino, me sorprendió que se dirigiera al mismo lugar donde vivo, cuando llegamos donde estaba un guardia este muy sonriente la saludó.

Una vez dentro del ascensor me permito verla a consciencia y es ahí cuando en mi mente brilla su imagen, ahora la recuerdo; sus ojos marrones me son difíciles de olvidar, asimismo su cabello azabache tan negro como la noche, es la misma chica con la que he chocado dos veces y la he sostenido en mis brazos. La misma que su aroma ha impregnado mis sentidos con su sutil perfume dulce, embriagador y tan femenino. Esta tercera vez que nos encontramos la he ayudado de otra forma, un estremecimiento extraño recorre mi cuerpo con este pensamiento y mi alocado corazón se hace presente. ¿Qué rayos me sucede? No sé, y no quiero indagar en ello.

Para verla a placer tengo que inclinarme un poco, puesto que es chaparra y voluptuosa, dos características que evito en una mujer, pero no sé porque en ella me encanta. Ella esta cruzada de brazos, mientras espera que el aparato se detenga en el nivel tres, es palpable la tensión que hay entre nosotros en estos momentos. Se nota su molestia, aunque no entiendo si es por mí o por ese sujeto del callejón; muerde sus labios carnosos con insistencia, creo que en cualquier momento se cortará. Resopla cuando se abren las puertas metálicas, sale apurada llegando hasta una puerta caoba, con rapidez inserta la llave girando el pomo.

—Bueno oficial, le agradezco que haya cumplido su deber para conmigo. Ya estoy en mi casa, gracias—ni siquiera me ve a los ojos e intenta escabullirse, pero no entiendo porque razón quiero que me mire.

—No se preocupe señorita. Es mi deber insistir que debería ir a denunciar al sujeto—Hace una mueca—Fue un placer volver a verla señorita...

—Brenda.

—Brenda, bonito nombre. Me puedes llamar Trevor, ya que somos vecinos.

—Sí, lo sé, gracias. Ahora si me disculpa tengo que trabajar y estoy un poco atrasada. Adiós.

Antes de poder despedirme, ya había cerrado su puerta en mis narices. Me encojo de hombros para dar media vuelta para ingresar a mi departamento, pretendiendo de alguna forma olvidar estos locos encuentros con esta extraña joven.

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