Capítulo 3


Brenda

Al salir de la editorial fui directo hacia el único lugar donde podría calmarme y pensar con cabeza fría. Necesito urgentemente una buena dosis de café, para que mi mente comience a funcionar adecuadamente. Me cuestiono una y otra vez, ¿cómo haré para cumplir el plazo? No tengo una somera idea pero de que cumpliré, no hay ninguna duda.

Siempre lo más difícil es el proceso de realizar las cosas, pero si no disfrutas de ello, al final cuando tengas los resultados no tendrás una felicidad genuina, puesto que lo hiciste para salir del paso. Justo lo que no quiero hacer con mi novela.

Por estar sumergida en mis pensamientos, como siempre, choco con un cuerpo nueva vez, y grande es mi sorpresa cuando veo sus ojos negros como la noche. Ahora soy consciente de aquello que obvie, por su vestimenta deduzco que es un policía, cada vez mi personaje se parece más y más a mi objeto de inspiración.

— Otra vez usted señorita, al parecer tiene como costumbre chocar con las personas —me observa detenidamente con su ceño fruncido.

— Lo siento—me aplaudo mentalmente por haber respondido sin tartamudear, los hombres guapos siempre me ponen nerviosa, y en ese estado tiendo a trabarme al hablar—Simplemente venia distraída.

— Si, lo he notado—. ¡Ay qué vergüenza! Debe de pensar que soy un desastre, aunque en parte lo soy, pero no me gusta que descubran eso de mí tan pronto—. Le daré un consejo, fíjese bien por dónde camina, no sabe con quién pueda chocar la próxima vez.

Tan solo pude asentir a sus palabras, sin poder emitir ni siquiera un fonema, mientras lo vi sostener la puerta del local de mis padres para que pasara. Sin duda es un caballero.

—¡Gracias! —inclino su cabeza como respuesta y aproveche para huir hacia la cocina de la cafetería.

¡Qué vergüenza! Con que cara lo podre ver de ahora en adelante, porque lo más seguro es que nos toparemos en el edificio. ¡Rayos es mi vecino! Comienzo a recriminarme al mismo tiempo que golpeo mi frente con mi mano.

—¿Hija, te sucede algo? —la voz llena de preocupación de mi padre, me saca de mi auto lamentación. Fijo mi mirada en mi bello padre, a pesar de tener cincuenta años es muy activo, puesto que todas las mañanas sale a correr. Las canas le dan un toque coqueto a su cabello castaño y sus ojos marrones claros hacen que las jovencitas suspiren por él.

—Tranquilo papi, todo está bien—despliego con gran esfuerzo una sonrisa, que parece más mueca que otra cosa.

—Estás segura—asiento rápidamente—Se que te sucede algo, pero no insistiré. Te conozco hija, sé que cuando mientes tiendes a esquivar la mirada, porque no puedes mentir mirando a los ojos de esa persona. ¡Recuerda que yo te vi crecer! —Revuelve mi cabello para seguir en su trabajo.

Me quedo parada sin saber qué hacer, hasta que sacudo mi cabeza para que mis ideas se coordinen. ¿Le digo la verdad o no? ¿Qué hago? Bueno Brenda, no todas las cosas que te suceden es para contarlas. Es bueno mantener cosas para uno, si le cuentas sobre ese chico misterioso, solo harás que se emocionen y piensen cosas que no son. Hasta si hablo con una mosca creen que me pedirá ser su novia. Sonrío, a veces mis pensamientos tienden hacer un poco dramáticos.

***

Llego al edificio donde vivo, después de recibir un mensaje de Fernanda alias la huraña, donde me exigía comenzar a mover las teclas del computador cuanto antes. ¡Jum! Como si fuese tan fácil, si dice un dicho popular: "Del dicho al hecho hay mucho trecho"

No sé cuando dejaran ese tabú, nuestros dedos no se mueven solo y mucho menos escribes una obra perfecta de la noche a la mañana. Yo me tomo mis horas escribiendo, para después editarla y corregirla, antes de mandar el manuscrito a la editorial que terminan de embellecerla.

Cuando llego al tercer piso donde esta mi departamento, me doy cuenta del jaleo que hay, al parecer hay un nuevo vecino. Ya van dos en esta semana. Este mes le va a ir bien a la arrendataria.

Del otro ascensor sale una joven rubia cargando una caja, despliega una sonrisa cuando nuestras miradas se constatan y se acerca a mí.

— Hola, soy Dafne—maniobra la caja sosteniéndola con una mano, mientras la afinca en su cadera para extenderme su mano libre.

— Mucho gusto, Dafne—le correspondo a su saludo—Yo soy Brenda, puedes llamarme Bree.

— Para mí también es un gusto conocerte, Bree. Al parecer somos vecinas.

— Sí, este es mi departamento—Señalo la puerta de la cual solo me separa un corto espacio de distancia, me siento como estúpida diciendo lo obvio.

— Espero podamos llegar hacer amigas. Bueno, ahora tengo que ir a supervisar que no me rompan algo valioso. ¡Adiós!

— ¡Adiós! —agito la mano en señal de despedida. — Tiene una bonita vibra, pero siento que esconde algo. —enuncio en voz baja después de verla desaparecer en su departamento. Me encojo de hombros tratando de restarle importancia a mi corazonada.

Me espabilo abriendo la puerta para ingresar corriendo a la estancia, si no quiero ser una escritora asesina o asesinada, debo darme prisa con mi libro. Debido a que cierta huraña me advirtió de todas las maneras posibles que tenga algo listo para ella cuando venga en la mañana.

¡Ahora si me salve!, tendré una niñera. No, le queda mejor perro guardián, puesto que no me dejará en paz hasta que no le entregue el jodido manuscrito.

Empiezo con mi rutina antes de comenzar a escribir, abro el ventanal para que entre la gracia de Dios, es lo que siempre me aconseja mi madre. Salgo al balcón donde se que encontrare un pequeño desorden, el cual arreglare antes de sentarme a redactar; a fin de que mi lugar favorito este limpio, o de lo contrario no me podre concentrar. Así que una vez que termino, enciendo mi computadora y mientras se actualiza busco mis velas aromáticas, además de algo para picar mientras tanto. Todo esto con la intención de que todos mis sentidos estén despiertos.

Finalmente, cuando completo mi rutina me siento en mi sofá y antes de empezar a escribir, coloco una canción que me motive para después cerrar los ojos, de esa manera siento que mis ideas se coordinan y una vez visualizo la escena dejo que mis dedos cobren vida, o bien se las impartan a mis personajes así también como a sus mundos.

Ahora que he encontrado mi inspiración, mi numen, todo tiene sentido y me es más liviano escribir. Me olvido de todo mí alrededor, tan solo enfocándome en mi computadora, mis manos y mi inspiración. Sonrío de tan solo pensar que estaré de esta forma un largo rato.

***

Empresa de casamenteros Hazim.

El sonido de unos tacones resonando por el pasillo alerto a las asistentes, quienes presurosas buscaron sus carpetas, ya que conocían el taconeo de la presidenta Hazim, alias Artemisa. Preparadas mentalmente, o eso es lo que creen, para la orden que fuera a dar Artemisa plasmaron la más brillante sonrisa.

El pomo de la puerta fue girado y por ella entro Artemisa, una mujer de treinta y ocho años que es admirada por su gran gestión siguiéndole los pasos a su madre. Hoy traía su cabello pelinegro con ondas sueltas, así que suspiraron relajadas, puesto que siempre que trae peinados con su cabellera suelta es que está de buen humor.

Al llegar al escritorio de la castaña Camila, conocida en la empresa como "Atenea", le hizo seña para que la siguiera a su despacho. Cuando estuvo sentada en su silla comenzó su trabajo.

— Atenea, necesito que llames a los que están encargados del caso Sheperd. Diles que lo solicito urgentemente, que media hora es mucho tiempo para esperar.

— Si, señora Artemisa.

— Otra cosa, hiciste la transacción para Hera. —Cuestiona mientras revuelve unas carpetas.

— Sí, señora. Ayer temprano se realizo para que pudiera empezar a ejecutar su plan.

— Espero que esto resulte, es algo novedoso por lo que no sabemos si dará resultados. —comenta mientras toca su barbilla, siempre que tiene alguna interrogante, hace este gesto sin percatarse del mismo.

— Confío en el buen juicio de Hera. Si esto es todo lo que necesita me retirare.

— Adelante.

Eficientemente la asistente Atenea informo a los cupidos, Hades y Hera, que la presidenta los esperaba urgentemente en su despacho con relación al caso Sheperd.

Todos sabían que cuando Artemisa exigía tu presencia no la debías dejar esperando. Por lo que justo a tiempo llegaron los cupidos, quienes entraron al despacho.

— Sin rodeos, ¿Cómo ven el panorama después de conocer a la elegida y los idóneos?

— Por el momento solo he conocido a la elegida de los dioses, debido a que me cruce con ella, sin embargo, no tuve la misma suerte con mi pupilo—Informa Hera.

— En mi caso, conocí a mi pupilo y también a la elegida. En base a mis conocimientos y práctica, no estoy al cien por ciento seguro que una relación entre estos pares funcionara.

— Hades, ese es nuestro trabajo intentar que funcione, pero sin forzar. Todos tenemos algo único que nos hace diferentes, y solo los buenos casamenteros descubren esa esencia. Hay parejas que de primera vista podríamos decir "Nunca los habría imaginado juntos", pero se complementan. Otra cosa, nunca se sabe cuándo habrá química, esta es la razón de porque buscamos aquellos que tengan más compatibilidad, "porque a la fuerza ni los zapatos entran".

— Entiendo. No tratamos de conectar almas, al contrario, aquellas personas que se asemejen y complementen.

— Así es. Ahora bien, tienen tres meses para tener un buen avance con los elegidos y los idóneos, en caso contrario, me veré obligada a colocar otro casamentero. Este caso es muy especial, como todos, de modo que hagan lo mejor.

— Sí, Artemisa.

— Vayan, consigan que Brenda vuelva a creer en el amor.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top