Capítulo 25
Narra Brenda
El día antes del prelanzamiento, la ansiedad estaba a flor de piel. Llevaba días soñando con este momento, y ahora que estaba a punto de suceder, todo parecía ir demasiado rápido. Había pasado la mañana reorganizando papeles, repasando mentalmente los detalles del evento, cuando escuché un golpe en la puerta.
Era Trevor, a quien la había dado una copia de la llave de mi apartamento. Sin embargo, siempre que habría tocaba para que supiera de su presencia.
—¿Tienes un momento? —preguntó, asomándose con una sonrisa un tanto nerviosa.
—Claro, pasa —respondí, apartando el montón de papeles que tenía sobre la mesa.
Se sentó a mi lado en el sofá, y en cuanto lo vi más de cerca, noté que había algo en su mirada que no cuadraba con su habitual tranquilidad.
—Brenda —empezó, mirándome directamente a los ojos—, quería contarte algo antes de que lo escuches por otros lados. Salió la orden de arresto para Lucas y su primo Nathaniel. Ya está oficial.
Sentí un nudo en el estómago al escucharlo. La noticia que tanto había esperado al fin era real, pero no fue el alivio inmediato que pensé que sentiría.
—Eso es... es bueno, ¿no? —pregunté, intentando procesar.
Trevor suspiró y tomó mi mano, apretándola suavemente.
—Sí, es un gran paso. El problema es que están bien escondidos. Los están buscando, pero no va a ser fácil dar con ellos. Lo importante es que ya no pueden actuar como si nada. Tarde o temprano, los encontraremos.
Asentí en silencio, tratando de controlar el torbellino de emociones que empezaba a formarse dentro de mí. Sentí miedo, un leve alivio, pero, sobre todo, una incertidumbre aplastante.
Trevor, como siempre, parecía percibir cada cambio en mi semblante. Se acercó y me envolvió en un abrazo cálido, ese tipo de abrazo que te hace sentir a salvo, aunque sea por un rato.
—Vamos a salir adelante —susurró—. Todo va a estar bien.
Me quedé así, en sus brazos, permitiéndome sentir la calma que su presencia siempre me brindaba. Cuando finalmente nos separamos, me sonrió con ese aire confiado que siempre me hacía sentir que todo estaba bajo control, aunque por dentro yo estuviera hecha un lío.
—Ahora, cambia de cara —dijo, bromeando—. Hoy no es día para que te pongas a pensar en ellos. Mañana es tu gran día, y quiero que te concentres solo en eso.
Lo intenté, de verdad lo intenté, pero antes de que pudiera decir algo, mi teléfono sonó. Era mamá.
—¿Hola? —contesté, sabiendo que esto no iba a ser una simple llamada.
—Bren, cariño, Trevor me dijo que ya había llegado —su voz era vivaz, y antes de que pudiera procesarlo, añadió—. Pásenme a buscar, que nos vamos de compras. ¡Tu vestido para mañana no se va a elegir solo!
Trevor me lanzó una mirada de "lo siento, tuve que decírselo", y no pude evitar reírme. Mi madre siempre lograba distraerme con sus ideas prácticas, y, a decir verdad, necesitaba esa distracción.
Una hora después, ya estábamos los tres: mamá, Trevor y yo, frente a una tienda de vestidos elegantes. No solo estaba mi madre involucrada, sino que también se había unido la madre de Trevor. Era imposible escapar. Las dos estaban empeñadas en hacer que este prelanzamiento fuera perfecto.
—Este es precioso —dijo la madre de Trevor, sosteniendo un vestido azul marino con detalles brillantes.
Mamá, por supuesto, no se quedó atrás y sacó un vestido rojo vino que sabía que me haría destacar.
—Creo que este grita "escritora de éxito" —dijo, dándome el vestido con una sonrisa divertida.
Al principio, estaba un poco abrumada con tantas opiniones, pero cuando vi lo emocionadas que estaban, no pude evitar contagiarme. Además, Trevor se mantenía cerca, observando todo con una sonrisa de complicidad, mientras yo iba probándome vestido tras vestido.
—Te ves increíble —me dijo después de que salí del probador con el vestido rojo—. Ese es el que tienes que usar mañana.
Y si él lo decía, lo creía.
Pasamos el resto de la tarde entre risas, comentarios sobre el evento de mañana, y la evidente emoción de ambas madres que no dejaban de planear detalles para la noche. Al final, me encontré comprando no solo el vestido, sino también un par de zapatos que combinaban a la perfección. Era como si el universo estuviera conspirando para asegurarse de que todo saliera bien.
Esa noche, cuando finalmente llegué a casa con Trevor, me sentí en paz. A pesar de las noticias sobre Lucas y Nathaniel, sabía que no estaba sola. Estaba rodeada de personas que me amaban, que me apoyaban, y que me recordaban que, pase lo que pase, siempre tendría momentos como este, donde el cariño y la alegría ganaban.
Narra Trevor
Estaba sentado en el borde de la cama, esperando mientras Brenda se terminaba de arreglar en el baño. Escuchaba el suave sonido de la música que había puesto de fondo mientras se preparaba, y aunque intentaba distraerme mirando el reloj o revisando mi teléfono, no podía evitar pensar en lo importante que era esta noche para ella. Sabía cuánto había trabajado en este libro, y verla tan cerca de alcanzar uno de sus sueños me llenaba de orgullo.
La puerta del baño se abrió y, cuando levanté la vista, sentí como si el aire se me escapara. Brenda apareció enmarcada por la luz, con ese vestido rojo vino que habíamos elegido entre todos el día anterior. Le quedaba perfecto, realzando cada aspecto de su belleza natural, pero lo que realmente me dejó sin palabras fue cómo irradiaba confianza. Era como si todo el trabajo y los desafíos que había superado se reflejaran en la forma en que caminaba hacia mí.
—¿Qué tal? —preguntó con una sonrisa tímida, girando ligeramente para que pudiera verla por completo.
—Estás... impresionante —respondí, sin poder apartar la mirada. Me puse de pie, acercándome a ella para rodearla con mis brazos suavemente—. No tengo palabras para describir lo increíble que te ves.
Brenda rió suavemente, ese sonido que siempre lograba calmarme y emocionarme a la vez.
—Gracias —dijo, besándome con delicadeza en la mejilla—. Estoy un poco nerviosa, pero tenerte aquí me ayuda.
—Vas a brillar esta noche, como siempre lo haces —le aseguré, sin dejar de mirarla—. Y estaré contigo todo el tiempo.
Después de una última mirada en el espejo, finalmente estábamos listos para irnos. Salimos hacia el evento, que se celebraba en un salón elegante, perfectamente decorado para la ocasión. Había luces suaves, arreglos florales delicados y copias de su libro dispuestas estratégicamente en diferentes mesas. Todo estaba preparado para que Brenda tuviera una noche inolvidable.
A medida que los invitados llegaban y la gente se acercaba a felicitarla, la vi transformarse en su mejor versión. Sonreía, conversaba con todos, y aunque podía ver que los nervios aún la acompañaban, lo manejaba con una gracia impresionante.
Cuando llegó el momento de que hablara sobre su libro, me coloqué al fondo de la sala, queriendo darle su espacio para que brillara por sí sola. Ella tomó el micrófono y empezó a hablar de su proceso de escritura, de las dificultades que había enfrentado y de cómo este libro significaba mucho más que solo una historia.
—Este libro es especial para mí —dijo, y de pronto sus ojos se posaron en los míos, sonriéndome de una manera que me hizo sentir que éramos los únicos en la sala—. Porque está inspirado en alguien muy importante en mi vida. Alguien que me ha apoyado en los momentos más difíciles y me ha mostrado que el amor y la confianza son posibles. Ese alguien es Trevor, mi novio.
Sentí cómo mi corazón se aceleraba al escucharla decir eso. Aunque ya habíamos tenido muchas conversaciones profundas y sabíamos lo que sentíamos el uno por el otro, escucharla presentarme como su pareja frente a todos hizo que algo se removiera dentro de mí. No pude evitar emocionarme, tanto por la valentía que mostraba al abrirse así frente a todos, como por el orgullo de saber que yo había sido una parte importante de su inspiración.
Mientras la gente aplaudía, apenas noté que alguien me observaba desde un rincón de la sala. Al principio no le presté mucha atención, pero entonces la reconocí: era Fernanda.
La vi entre la multitud, con una expresión dura en su rostro. Sabía por qué me miraba así. Fernanda era la amiga que mi compañero me había presentado hace un tiempo en el bar. Solo platicamos unos minutos, pero hubo un malentendido, y sin querer, la humillé al decir algo que ella no quería oír. Desde entonces, no habíamos vuelto a cruzarnos, hasta ahora.
Su mirada de desprecio me traspasó, pero traté de no permitir que afectara lo que estaba sintiendo en ese momento. Esta noche no era sobre ella, ni sobre lo que había sucedido en el pasado. Era sobre Brenda y lo que estaba logrando.
Fernanda me seguía observando, claramente disgustada, pero aparté la mirada. Mis ojos volvieron a centrarse en Brenda, que seguía hablando y sonriendo, como si nada pudiera detenerla. Estaba viviendo su momento, y yo estaba allí, siendo testigo de lo increíble que era, sin importar lo que ocurriera alrededor.
Quizás después tendría que enfrentarme a lo que fuera que Fernanda quería decirme, pero por ahora, todo lo que importaba era Brenda, y la felicidad que compartíamos en ese instante.
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