Capítulo 21
Narra Brenda
Desperté un poco desorientada. La cama todavía estaba tibia del lado donde Trevor había estado. Lo escuché levantarse temprano, como siempre, para correr. Abrí los ojos un segundo y lo vi poniéndose las zapatillas, sonriendo de esa forma tan calmada que me hacía sentir segura. Aunque estaba demasiado cansada como para levantarme, sabía que volvería a dormirme en cuanto se fuera. Levantarme a esa hora para hacer ejercicio era un sacrificio que nunca iba a entender del todo.
—Te veo después —murmuré, sin abrir completamente los ojos.
Y así fue. En cuanto la puerta se cerró suavemente tras él, me acurruqué de nuevo en las sábanas, dejándome llevar por la calidez y el silencio de la mañana. No era solo el cansancio lo que me mantenía en la cama; era también esa sensación de seguridad, de estar exactamente donde quería estar. Lo que teníamos Trevor y yo, era real, y cada día me sentía más segura en lo que estábamos construyendo.
No sé cuánto tiempo más dormí, pero cuando desperté de nuevo, la luz del día ya inundaba mi departamento. Me sentí más tranquila de lo que había estado en meses. Lo de anoche, haber terminado el libro, compartirlo con Trevor y celebrar juntos... Era un cierre, un paso adelante, algo que me liberaba.
Me levanté, preparé café, y mientras el aroma llenaba el pequeño espacio, no pude evitar pensar en la conversación que habíamos tenido hasta tan tarde. Había sido honesta con él sobre la uraña, sobre lo que significaba dejar atrás a mi agente cuando el contrato se acabara. No era solo una cuestión profesional; era una cuestión personal. Fernanda había estado presente en mi vida de una forma que me ha producido muchas inseguridades en algunos momentos, pero ahora sabía que esa relación no me estaba haciendo ningún bien. Y Trevor lo entendió. No me juzgó, no intentó decirme qué hacer. Solo me escuchó y me apoyó, como siempre.
Le di vueltas a la taza de café entre las manos, recordando también la forma en que le propuse quedarse en la cama conmigo. Esa calidez, esa tranquilidad que sentía cuando estaba a su lado... No había presión, no había expectativas. Solo estábamos, juntos, enfrentando cada día a nuestra manera. Lo que pasara después no me asustaba tanto como antes. Porque esta invitación había sido una forma de comprobar si soy capaz de avanzar, de sentirme cómoda con un hombre a mi lado.
Quiero seguir explorando más cosas con él.
Mientras miraba por la ventana, no pude evitar sonreír. El libro estaba terminado. Había logrado lo que me propuse y, lo más importante, había cerrado un capítulo importante de mi vida. Todo lo relacionado con Lucas, con Nathaniel, con ese miedo que me había mantenido paralizada por tanto tiempo... todo eso estaba quedando atrás.
Trevor había sido una parte importante de ese proceso, y aunque no lo decía en voz alta, sabía que estaba enamorada de él. Cada pequeño gesto, cada conversación hasta la madrugada, cada beso suave en la frente... todo me confirmaba que estaba en el lugar correcto, con la persona correcta.
Era una sensación nueva para mí, pero en vez de miedo, sentía esperanza. Por fin, después de tanto tiempo, sentía que podía ser feliz sin miedo a que algo malo ocurriera.
Suspire antes de ir a vestirme para continuar con mi agenda del día, y que el chofer asignado para hoy llegara por mí.
Llegar a la editorial con el manuscrito en mano fue una mezcla de emociones. Había trabajado tanto en este libro que, a veces, sentía que cada página llevaba una parte de mí. Respiré hondo antes de entrar al edificio, recordando la calma de esa mañana después de que Trevor se fue a correr. El libro estaba terminado, y ahora empezaba una nueva fase.
Cuando entré a la sala de reuniones, vi a Fernanda ya sentada, revisando unos papeles. Al verla, una oleada de incomodidad me recorrió. Sabía que pronto dejaríamos de trabajar juntas, pero por ahora, tenía que mantener las cosas profesionales. La editora en jefe, a quien siempre había respetado, estaba ahí también, esperándome con una sonrisa tranquila. Me senté frente a ellas, y luego de unos intercambios corteses, el momento llegó.
—Bueno, Brenda, aquí está el plan —comenzó la editora en jefe, tomando el manuscrito y echando un vistazo rápido—. Vamos a comenzar con las revisiones de edición lo más pronto posible. Dentro de dos semanas, tu libro estará listo para el prelanzamiento. El diseño de la portada está casi finalizado y solo necesitamos que apruebes unos detalles.
Asentí, sintiendo el peso de las últimas semanas aflojarse un poco. Había terminado, al menos en la parte creativa. Ahora venía lo técnico, lo comercial, y aunque no era mi parte favorita, sabía que era necesario. Fernanda, como siempre, parecía más interesada en los números y las proyecciones, pero yo estaba enfocada en otra cosa.
—Quiero que todo sea lo más fluido posible —añadió la editora, mirando a Fernanda y luego a mí—. También tenemos que coordinar el evento de lanzamiento. El lugar ya está reservado, pero quiero asegurarme de que todo lo demás esté a tu gusto, Brenda.
—Ajustemos algunos detalles, entonces —respondí, consciente de que este libro significaba más que un simple lanzamiento para mí. Este era el final de una etapa. Sabía que Fernanda no lo entendería del todo, pero la editora en jefe sí.
Salí de la editorial sintiendo una mezcla de alivio y nervios. Había entregado el manuscrito, y en solo dos semanas, el prelanzamiento sería una realidad. Por más que intentara calmarme, la emoción me recorría por completo. Este libro, más que el anterior, significaba un cierre personal, una especie de reconciliación conmigo misma. Y aunque el camino había sido difícil, ahora veía la luz al final.
Fernanda había sido, como siempre, pragmática y directa. Me di cuenta de que, aunque habíamos trabajado juntas durante un tiempo, ya no compartíamos la misma visión. La relación con ella había sido funcional, pero sentía que había llegado a su fin. Y con el contrato terminándose, pronto también lo haría nuestra relación profesional.
Mientras el chofer me llevaba a la cafetería de mis padres, mis pensamientos volvieron a él. Lo había invitado a la presentación, por supuesto. Trevor era una parte importante de este proceso, aunque no lo supiera del todo. Había estado a mi lado, apoyándome, y no solo eso, sino que me había ayudado a reencontrarme con la valentía que necesitaba para cerrar capítulos dolorosos. Lucas y Nathaniel seguían siendo una sombra en mi vida, pero cada día que pasaba con Trevor sentía que esas sombras se desvanecían un poco más.
Llegué a la cafetería, fui directo a la oficina de mi padre y me dejé caer en el sofá, soltando un suspiro. Me sentía exhausta, pero de una manera buena, como si después de mucho esfuerzo, finalmente estuviera viendo los frutos. Pensé en el libro, en cada palabra que había escrito, en cómo había plasmado mis emociones, mis luchas. Y también pensé en cómo Trevor había sido una inspiración. Él había estado conmigo en las horas más oscuras, y aunque no le había dicho abiertamente cuánto significaba para mí, lo sentía en cada beso, en cada conversación hasta altas horas de la noche.
Le mandé un mensaje rápido, diciéndole que había terminado en la editorial y que todo estaba listo para el prelanzamiento. Sabía que entendería lo importante que era este momento para mí. Mientras esperaba su respuesta, pensé en las próximas dos semanas. Había mucho por hacer, pero por primera vez en mucho tiempo, me sentía lista para enfrentar lo que viniera.
—Princesa, ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? —Indaga, mi padre cuando me ve en su oficina.
—Pensé que estabas aquí, y por eso vine directo. Al no verte, me quede esperando. —le confieso. —Tengo buenas noticias—No bien menciono esto, cuando mi madre entra abruptamente.
—No me digas que ya eres novia de Trevor—Jadea, extasiada mi madre.
—Madre, por favor. Esa no es la noticia.
—Hija, no le hagas caso. Cuenta. —dice mi padre, mientras besa mi frente.
—Terminé mi libro —repito, sintiendo una mezcla de orgullo y nervios. La noticia pesa en el aire, y espero la reacción de mis padres.
Mi madre se queda boquiabierta por un momento, y luego una amplia sonrisa se asoma en su rostro.
—¡Eso es increíble, Brenda! ¡Estoy tan orgullosa de ti! —exclama, acercándose para abrazarme con fuerza.
La calidez de su abrazo me hace sentir especial, como si todas las horas de trabajo y las noches en vela hubieran valido la pena. Mi padre, siempre más reservado que mi madre, me mira con una expresión de admiración.
—Eso es un gran logro, princesa. Sabía que podrías hacerlo —dice, su voz profunda y sincera.
Me siento flotando en medio de su alegría, pero también una punzada de ansiedad surge en mi pecho. Aún queda el prelanzamiento, y sé que el camino no ha terminado. Sin embargo, este momento es mío, y lo quiero disfrutar.
—Gracias, papá. Quiero que sean parte de esto. En dos semanas tengo el evento de lanzamiento, y ya pedí algunas invitaciones —digo, sintiéndome más emocionada al compartirlo.
—Por supuesto, no faltaremos —asegura mi madre, ya planeando cómo vestirse para la ocasión. —¿Tienes ya tu vestido?
—No, pero... —me detengo, pensando en el vestuario. —Puedo buscar algo especial para la ocasión.
Mi madre asiente con entusiasmo, y puedo ver que ya está haciendo planes en su cabeza. Sin embargo, algo en su mirada me lleva a cambiar de tema.
—Hablando de Trevor, no es la razón por la que vine, pero sí lo he conocido mejor —digo, sintiendo el calor de sus miradas sobre mí. Pero pocas cosas nos ocultamos, después de mi experiencia con Lucas he aprendido a ser más abierta con ellos—. Es un buen tipo. Me ha apoyado mucho en el proceso del libro.
—¿Te gusta? —pregunta mi madre con un brillo en los ojos.
—Sí, creo que sí. Nos estamos conociendo y... no sé, es diferente. Me siento a gusto con él —confieso, sintiendo que las palabras fluyen más fácilmente.
—Siempre quise que encontraras a alguien que realmente te comprenda, alguien que te apoye en tus sueños —dice mi madre, y la calidez de su voz me hace sentir una profunda conexión con ella.
—Eso es lo que hace Trevor. Es diferente a Lucas, y eso es un gran alivio —añado, recordando las sombras del pasado que aún me persiguen.
Mi padre interrumpe mis pensamientos.
—¿Qué te parece si celebramos esta buena noticia? Puedo encargarme de la cena en casa.
—¡Sí! ¡Qué buena idea! —exclama mi madre, emocionada.
—¿Algo especial? —pregunto, sintiendo el impulso de querer que este momento se convierta en algo inolvidable.
—Claro, lo que tú quieras, hija —dice mi padre, sonriendo.
—Puedes invitar a Trevor—agrega, mi madre mientras me guiña el ojo.
Y así, entre risas y planes, la tarde se llena de una energía nueva. La celebración no solo será por el libro, sino también por cada paso que estoy dando hacia adelante. Con cada momento que paso con mis padres, siento que me estoy reconstruyendo. El camino ha sido difícil, pero aquí estoy, lista para enfrentar lo que venga, y ahora con más apoyo que nunca.
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