Capítulo 2


Dedicado a Julia Pauth gracias por siempre estar pendiente. Actualización martes y jueves.

Brenda

Me encontraba extasiada por el hombre que tan descaradamente acosé, el cual me devolvió mi inspiración. Ya tenía un motivo por el cual escribir, o más bien de quien escribir. Llegó justo a tiempo para ser mi numen.

Luego de esa dosis de inspiración comencé a plasmar todo lo que venía a mi mente en la obra que estaba escribiendo, dándole por fin un matiz diferente al protagonista y cambiando la percepción que tenia sobre él. Ahora si sentía que los lectores estarían encantados con este personaje, como lo estaba en estos momentos.

Por primera vez en tanto tiempo me sentí cómoda escribiendo, tanto que no me percate de la hora hasta que un gran bostezo salió de mis labios, mi cuerpo pedía una tregua por estar en la misma posición desde hacia unas horas. Sonreí al darme cuenta que había avanzado mucho y que mi querida agente no tendría que matarme.

No me acordaba de haber experimentado esta infusión de energía a la hora de escribir. Desde que publicaron mi primer libro me sentía presionada por mi agente para que escriba el siguiente libro de la serie, que tantos dolores de cabeza me estaba ocasionando, y la razón es que flui en el otro porque nadie estaba pendiente a que tan bueno o malo seria.

En estos momentos me encontraba en otra perspectiva porque al ya saber de lo que fui capaz de escribir, esperan otro hit como el que había dado, es más, esperaban un home run. Pero tenía miedo de que no le gustara mi segundo libro, que el primero haya sido tan acogido no me garantizaba que este también lo fuera. Por lo que no podía bajarle y al final toda esta preocupación se volvió estrés, derivando al final en un bloqueo de escritor.

Y solo este desconocido me había sacado de ese lugar oscuro sin inspiración.

Organice todo antes de ir a descansar, en ningún momento deje de pensar en mi vecino. Tendría que averiguar todo lo que pueda de él, solo para mi personaje sea más creíble porque no lo vería de otra forma que no sea como mi numen.

***

Cuando los primeros rayos del sol se elevaron en su plenitud, ya estaba despierta sintiéndome renovada y diferente. El aroma a café despertó mi cuerpo, infundiendo la energía que necesitaba para el trayecto de este día, que prometía ser muy trabajoso.

Recibí el mensaje de mi querida agente instándome a bajar para irnos a la editorial. Suspire mientras repetía un mantra en mi mente, dándome fuerzas para soportarla en lo que resta del día y hasta que se acabe el maldito contrato con ella. Puede ser muy buena en lo que hace pero es pésima tratando con personas solo me ve como mero objeto de ganancia y no como una persona que persigue sus sueños.

Salí de mi departamento estando tan ensimismada guardando mi celular, que no fui consciente de otra persona hasta que choque con su cuerpo fornido, de no ser porque me sostuvo a milímetros del suelo la vergüenza no me dejaría vivir sabiendo que el objeto de mi inspiración me había visto caer en sus narices. Pero el me retuvo con sus fuertes brazos, aun después de soltarme podía sentir el cosquilleo en mi brazo extendiéndose por todo mi cuerpo.

— ¿Se encuentra bien señorita? — su voz estremeció todo mi ser. Me quedo observándolo como una idiota, y su mirada interrogante sobre mi me trae de regreso al mundo de los mortales percatándome que no le he contestado.

— Sí, muchas gracias— digo tímidamente.

— Que tenga buen día— me quedo como una idiota mirándolo mientras toma el ascensor.

— Buena impresión debiste causarle— me recrimino en voz alta.

Resoplo enojada por no prestar atención por donde voy, pero ese es mi punto débil que me distraigo en otras cosas comenzando a inventar historias de todo a mí alrededor. Aunque pensándolo bien me resulta factible con mi profesión, pero no en mi vida cotidiana.

— Hasta que por fin se digna a llegar la famosa escritora Bree— con voz ácida me recrimina por mi tardanza.

— ¡Ay, por favor! tan solo estoy atrasada por cinco minutos—. Objete totalmente exasperada por su actitud, ya ha rebasado mis limites llegando a la línea roja, un poco más de su prepotencia y no sé de que soy capaz.

— Claro, a ti no te dirán nada porque a quién le darán el sermón es a mí por ser tu agente— contesta mientras me apunta con su estilizada mano con una cara manicura. — No me hagas perder el tiempo, más de lo que has logrado hoy, sube al auto.

Omití todas las palabras que quería dedicarle, respire hondo la mire y le sonreí para subir al auto. Desde que me levante dije que hoy sería un buen día, y Fernanda con su mal humor no me lo echaría a perder.

Hoy decidí que sus palabras no me lastimarían, pero eso no quiere decir que me dejaré pisotear, yo sabré cuales batallas pelear.

El chofer comenzó a adentrase a la autopista cuando Fernanda se acomodo en el asiento trasero a mi lado. En todo el camino se mantuvo en silencio, estado que respete porque ella no me causaba deseos de entablar conversación.

Me alegre como nunca cuando llegamos a la editorial, bajé rápidamente del auto, me despedí de Phill, el chofer, para seguir a la huraña hacia donde el equipo nos estaban esperando para hablar de mi siguiente libro.

Justamente como en el camino a la editorial subimos en el ascensor en silencio, se podía escuchar el taconeo insistente que emitía a cada dos segundos como si estuviese reproduciendo alguna música. Al abrirse las puertas, salimos dirigiéndonos hacia la puerta verde donde se encontraba la sala donde se ejecutaría la reunión.

— ¡Buenos días! — saluda afable a los directivos de la editorial, mientras en mi mente me pregunto, ¿Por qué no es así conmigo? ¿Tanto le cuesta? — Perdonen la demora.

— ¡Buenos días! — digo mientras voy saludándolos con un apretón de manos.

— ¡Buenos días, querida! — me saluda el presidente de la editorial, sorprendiéndome que se encuentre presente en la reunión, puesto que siempre está ocupado. — Siéntense por favor.

Con los nervios revolucionados me siento en mi lugar asignado quedando frente al presidente y a mi lado mi agente.

— Bien señorita Brenda, el motivo de esta reunión es hablar sobre el siguiente libro de su serie de Texas. Perdónenos que lo hagamos informal pero queremos que se sienta cómoda. ¿Ya nos tiene algo sustancioso preparado? — me hace la pregunta del millón.

— No se preocupe. Me gusta más que sea de esta forma. — sonrío— Respecto a su pregunta, sí, tengo una idea que podría gustarle a los lectores. Es la historia del hermano de Duncan, con las descripciones medio ambiguas que di en el primer libro, puedo hacer de este otro Sheriff que todas las chicas suspiren y se enamoren. Sera trasladado a otro condado donde hay un famoso robador de joyas que mantiene en zozobra a los ciudadanos de dicho lugar, por lo que por su gran pericia y destreza detectivesca es enviado a resolver lo que su antecesor sheriff no pudo siendo de ayuda para este. Decisión que no es bien vista por el sheriff jefe, por lo que puede que sea otro obstáculo en el camino de Jeffrey.

— Me encanta. Y ¿en el plano amoroso?

Si me hubiese dejado terminar lo sabría. Pienso mientras lo miro fijamente.

— Bianca es una mujer viuda con una hija, la cual ha tenido que pasar mucho trabajo para mantener a lo único que le queda de su difunto esposo. En su plan de vida esta simplemente hacer feliz a su hija, relegándose a un segundo plano, hasta que conoce al nuevo sheriff que hace temblar los cimientos de su promesa de no volverse a enamorar.

— Pero ¿Por qué no quiere volverse a enamorar? ¿Amaba tanto a su difunto esposo?

— Claro que lo amaba, pero su decisión no recae en ese aspecto. Más bien fue el trato de su esposo y la manera de ser la que la llevo a hacerse esta promesa.

— ¿Cuáles serían estos detalles?

— Me gustaría dejarle con ese suspenso, para que desee leer mi obra o de lo contrario perdería toda la magia— sonreí angelicalmente mientras recibía un codazo por parte de mi querida agente.

— Discúlpela señor, ella...— fue interrumpida por los aplausos del presidente.

— Bravo, me ha sorprendido. Señorita déjeme felicitarla por su ingenio y su forma de vender su obra.

— Gracias.

— Para dentro de un mes queremos el manuscrito— sonríe, antes de que pueda responderle sale de la estancia.

Cuando nos dejan solas en la sala, dejo caer mi cabeza entre mis manos. ¿Ahora qué rayos haré? Si bien tengo la idea tengo que empezar desde cero para que pueda tener coherencia.

— Por tu bien espero que tengas ese manuscrito a tiempo— me dice con su carencia de humor. — No me importa si tienes que encerrarte en tu casa para terminarlo, pero de que quiero que cumplas el plazo lo harás, aunque tenga que mudarme en tu casa.

— ¿Crees que soy un robot?

— No me importa lo que seas, tú querías ser escritora pues atente a las consecuencias. Todo no es color de rosa como suelen imaginarse. En la vida se tiene que luchar por lo que se quiere.

— ¿Sabes? Tengo tantas cosas por decirte, pero sería en vano tratar de hacerte entrar en razón, por lo que me omito mi opinión.

Me levante furiosa de la silla y sin siquiera esperarla me fui. Tenía que alejarme de su aura oscura. No sé cómo pero tendría a tiempo el libro, tan solo para restregárselo, y espero pronto poder romper mi contrato con ella. Con el dinero que me entre lo primero que haré será eso.

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