22
Llego a la entrada de mi casa con manos temblorosas dejando caer las llaves al suelo más de tres veces seguidas.
Nervios es lo único que me permito sentir con cada respiración que doy.
Estoy acorralada.
Abro la puerta y entro de inmediato, evitando lo más que puedo el mirar hacia atrás.
Podía sentir como tenían la mirada fija en mí.
Miro hacia todas direcciones topándome con una inquietante soledad. Noto como el pasillo pareciese que se vuelve cada vez más profundo, sumiéndose en la oscuridad, mientras que las paredes comienzan a acercarse a mí haciendo que me sienta asfixiada.
Me quieren aplastar.
No, no.
Cubro mis oídos con mis manos y busco de manera desesperada algo que no sé lo que sea.
Las paredes están a punto de tragarme por completo obligándome a correr hacia una habitación en busca de socorro.
¡Abuela! ―toco la puerta con fuerza― ¡por favor abra, ayúdeme! ―muevo la perilla con rapidez― ¡no me deje sola otra vez, ábrame! ―miro hacia atrás encontrándome con grandes masas negras que parecen estar tomando alguna forma― ¡ABUELA! ―toco con más fuerza mientras lagrimas abandonan mis ojos― ¡ABUELA, ABRA, ABRA! ―miro otra vez hacia atrás viendo como las masas negras adquirieron formas deformes y mutiladas ―¿qué...? ―pego mi cuerpo contra la puerta y a la vez muevo la perilla con insistencia, sin embargo, es inútil, esta no cede ni un poco.
Veo como todas esas cosas sonríen cada vez con más grandeza, sus dientes amarillentos y ojos negro profundo se centran en mí.
Caigo de rodillas al suelo sintiendo como todo mi ser tiembla con fervor.
Giro ligeramente mi rostro hacia la derecha encontrando la puerta de mi habitación como una salvación. Cuando vuelvo mi mirada hacia las cosas deformes ya no están. Visualizo que las paredes volvieron a su tamaño original y la profundidad del pasillo me permite ver la puerta del patio al final.
Miro el suelo confundida, inquieta, permitiendo que mis ojos analicen los diseños del azulejo. Alzo la mirada otra vez notando como todo se encuentra en total normalidad.
No puedo creerlo.
―¿Qué fue eso? ¿qué eran esas cosas? ―susurro― estoy enloqueciendo ―toco mi pecho sintiendo así los latidos acelerados de este.
Eso fue real, no estoy alucinando cosas.
Me pongo de pie como puedo apoyándome contra la pared.
Le dedico una corta mirada con el rabillo del ojo a la puerta de madera, con una gran decepción dentro de mí.
Me dejó sola de verdad.
Mi pecho duele y unas ganas de vomitar insisten en torturar mi esófago.
Entro a mi habitación y me dirijo hacia la cama donde me tiro sobre ella sin más. Mi cuerpo no aguanta estas cosas, es demasiado agotador.
Entierro mi cara en la almohada dejando que gritos escapen de mí, gritos llenos de cosas que no puedo identificar, como si una gran bola de sentimientos oscuros insiste en querer asfixiarme y por más que trate de sacarla vuelve a mí con mayor fuerza.
Siempre ha sido así, desde que tengo uso de razón.
No puedo ni disfrutar los momentos felices por estar siempre con el miedo constante al qué pasará después o cómo acabará todo, pero ahora ni momentos felices tengo.
Es terrible.
Me duele el corazón... me duele la cabeza, me duele todo.
Cubro mi rostro con mis manos.
Necesito fumar.
Me siento sobre el suelo y busco debajo de la cama la caja de metal que me regaló... no recuerdo quien me la dio o qué poseía en su interior cuando la obtuve, pero si lo olvidé es porque no debe ser importante, supongo.
Abro la caja y saco una cajetilla de cigarrillos. Busco el encendedor allí mismo y le regalo fuego a un pequeño cilindro de nicotina.
Cierta dosis de tranquilidad navega por mi cuerpo al dar la primera calada, es como si con esto lograra calmarme por completo, olvidar aquellos pensamientos o sentimientos molestos por unos instantes, esta es la magia de cualquier sustancia nociva. Darte una falsa paz.
Pero prefiero vivir en esta toxica falacia que en mi constante realidad.
Veo como mis manos siguen temblando impidiendo que me concentre como debe ser en la pequeña acción que estoy haciendo.
―¡Maldita sea! ―formo un puño y lo estampo contra el suelo con rabia, haciendo que así, ambas manos paren su movimiento molesto. Mi mano se tiñe de rojo y unos pequeños rasguños aparecen después de unos minutos, que duelen... duelen más de lo que pensé.
Doy una calada más dejando que el humo se quede en mis pulmones como su nuevo hogar. Es una sensación cálida que me causa algún tipo de regocijo.
Pero no es suficiente.
Frunzo el ceño ante esa conclusión. Toco mi vientre despacio dejando que la tristeza se apodere por completo de mí.
No, no es suficiente.
Muerdo mi labio inferior con fuerza mientras miro la luz tenue proveniente de la ventana.
Ya debe estar anocheciendo.
Dirijo mi vista hacia la pequeña caja topándome con algo que no recordaba cómo o cuando conseguí. Muevo mi mano golpeada sobre la pequeña bolsita y la sostengo entre mis dedos con algo de dificultad.
¿Será que esto me servirá?
Acaricio el delgado plástico.
¿Me hará sentir más completa? ¿menos sola? ¿feliz?
Las lágrimas cálidas se deslizan por mis mejillas.
―Esto me trae una amarga sensación ―humedezco mis labios― me dije que no la probaría otra vez, pero... pero no sé ―empiezo a reír― no sé absolutamente nada.
Me pongo de pie acercándome a la mesita de noche donde me siento sobre la cama.
Vierto el fino polvo sobre la gastada madera formando una pequeña montaña.
Sólo será por esta vez.
Un sonoro suspiro deja mis labios haciendo que la montaña desaparezca un poco. Agarro otra vez la caja y saco una tarjeta la cual utilizo para formar cinco delgadas líneas blancuzcas.
Ya lo tenía todo preparado, algo en mi interior sabía que volvería a esta mierda.
Con esto sólo lograré hundirme más.
Pero lo necesito.
―Perdón ―me acerco hacia mis finas creaciones― pero ya no puedo más ―inhalo la primera línea con rapidez, como si mi vida despendiese de ello.
...
Miraba de vez en cuando con recelo la sala de mi casa mientras buscaba entre los cajones de la cocina la cinta adhesiva. Me sentía incomoda estando aquí, pero no podía hacer nada más que soportarlo. No tenía un lugar en donde estar bien.
Tomo el objeto que estaba buscando y camino otra vez hacia mi cuarto.
Anoche me puse a arreglar un poco mi habitación y me encontré con todos los dibujos de Lineth. Me quedé casi toda la noche apreciándolos, así que cuando salió el sol decidí pegarlos por toda mi habitación. Siento que fue una buena decisión.
Quiero verlos antes de dormir y que sean lo primero que aprecie cuando me levante. Tenerlos al frente me llena de cierta felicidad melancólica que me agrada y cuando algo me agrada me gusta usarlo siempre que pueda.
También me dieron ganas de comprar algo de pintura y muebles nuevos para ver si esa mala vibra que siento en esta casa se va, pero es muy probable que si vaya sola compre cosas que no son y gaste dinero de más.
Soy muy fácil de estafar.
Además, no quisiera toparme con nadie, el miedo constante al ser reconocida en algún sitio no me deja estar en paz.
Pero hoy no pensaré en eso, hoy quiero tratar de llevar un día tranquilo.
Tomo un dibujo entre mi mano y le agrego algo de cinta en la parte de atrás. Me subo sobre la cama y lo pego lo más arriba que me puedo permitir.
Primero colocaré los que son de animales, luego las flores, después las personitas y por último los dibujos sueltos. Casi todos tienen como base los mismos colores, así que se verá combinado sea como sea que los coloque.
Que orgullosa me siento de ella, ojalá le esté yendo bien en donde sea que esté y que su abuela sí la cuide de verdad.
Escucho como tocan la puerta con fuerza sacándome por completo de mis pensamientos. Una mueca de disgusto se forma en mi rostro ante eso. ¿Quién puede ser?
Camino hacia esa dirección y abro con enojo.
Mi cuerpo es llevado hacia atrás con rapidez y la puerta es cerrada de un azotón. Frunzo el ceño al procesar con lentitud lo que está ocurriendo.
―Iveth, perdón por lo que te hice hace meses atrás ―habla Morgan con expresión aterrada― perdón por no escucharte antes, por favor ayúdame ahora ―toma mis hombros― ya no lo soporto más, hare lo que sea que me digas que haga.
Detallo la piel de su rostro encontrándola toda mallugada y algo hinchada. Su cuello tiene marcas de lo que supongo es una soga o hasta de un fuerte agarre y no necesito ser un genio para saber lo que esconden sus mangas largas.
―¿Y qué quieres que haga? ―me alejo de ella con fastidio.
―Iveth... ―su labio inferior tiembla― sólo puedo pedirte ayuda a ti, si otra persona se entera podría ser su fin ―ladeo la cabeza― haré lo que me digas, pero ayúdame. Andy es demasiado brusco conmigo y se pondrá peor cuando se dé cuenta que entré a su oficina y vi cosas que no debí su piel palidece― eran fotos de chicas, chicas muy jóvenes ―su mirada se pierde― y abajo tenían precios o algo así, Iveth, esto es demasiado, nunca creí que él estuviera metido en esas cosas.
Una carcajada se me escapa ganando una expresión de confusión por parte de ella.
―Ese tipo te ama y mira cómo te tiene ―mis manos empiezan a temblar― ¿qué crees que me hará a mí si se entera que te ayudé? Eres una egoísta, prefieres que me mate a mí que a otro ―rasco mi cabello― no puedo hacer nada por ti Morgan, no pienso hundirme más de lo que estoy.
Ese tipo vende chicas, es más turbio que su padre ¿qué le haría a Lineth? No, no puedo ni imaginarlo.
Morgan se arrodilla frente a mí y abraza mis piernas con fuerza.
―Iveth por favor ―la observo con desdén― hasta ahora me doy cuenta que Andy es un mal hombre, no, peor que eso. Iveth, no quiero morir ―empieza a llorar― te lo suplico, ayúdame...
El rostro sonriente de Lineth llega a mi mente con claridad, mostrándome lo primordial para mí.
―Vete Morgan ―susurro, pero ella no se inmuta― ¡Que te largues maldita sea! ―la tomo por el cabello y la jaloneo hasta que me suelta― ¡Encuentra tú sola tu solución, no me involucres en tus mierdas! ―alzo la tela de mi pantalón dejando a la vista mi pierna― ¡Mira, mira! ―señalo las cicatrices― ¡casi pierdo mis malditas piernas por intentar ayudarte una vez! ¡¿Acaso quieres que quede tirada en las profundidades de un lago?! ―la tomo por los hombros y la empujo hacia afuera― ¡No quiero que vengas nunca más a mi maldita casa! ―cierro de un golpe dejando que mi cuerpo caiga al suelo luego de eso.
¿Qué le pasa? ¿me vio cara de Dios o qué?
Entierro mis uñas en mi cuero cabelludo.
¿Y si él se entera que ella estuvo aquí? ¿y si ella le dice alguna mentira como que la llamé o algo? No, no, ella parecía muy desesperada como para que... ¿o sí es capaz?
Ah mierda ¿no puedo estar tranquila ni un día? ¿por qué siempre debe pasar algo?
Me pongo de pie y camino hacia mi habitación dispuesta a seguir con mi labor.
No le pasará nada a Lineth, ella estará bien, hice lo correcto, no tenía opcion. Era ella o Morgan y ya esta última tuvo su oportunidad.
¿Por qué me tuvo que buscar a mí? Maldita sea, es una jodida descarada. ¿Por qué tuviste que entrar a esa dichosa oficina? No puede ser más idiota. ¿Qué hará? ¿Irá a la policía? Ojalá que sí, aunque sea por maltrato, pero a ese tipo lo investigarían y no se necesita más de dos neuronas como para enlazarlo con lo que tenia su padre.
Pero ahora que lo pienso él tiene más poder que el señor Abdul, en la prisión nadie inquirió nada sobre mi presencia, ya eso hace pensar de más. Además, él debe tener subordinados por todos lados, la cárcel no sería suficiente.
No hay forma en que alguna de nosotras salga de esto bien librada.
Estúpida Morgan.
Empiezo a negar mientras le coloco cinta a la parte de atrás de otro dibujo.
...
―Pórtate bien ¿de acuerdo? ―asiento obediente mientras balanceo mis pies hacia delante y atrás― vendré en unos minutos, por mientras estudias esto ―coloca sobre mis piernas un libro grande y grueso marrón que fácilmente podría igualar mi peso― te haré preguntas cuando regrese ―lo veo salir por la puerta y cerrar la perilla con llave. Vuelvo mi vista hacia mis muslos encontrando ahora una caja de madera. La abro curiosa, topándome con una gran cantidad de carne cruda. Tomo un poco entre mi mano y lo llevo hacia mis labios comiéndolo con placer. Agarro otro poco y repito la acción, así me voy una y otra vez hasta que la caja queda vacía.
Al terminar lamo mis dedos y alzo la vista, hallándome frente a un frondoso bosque con algo de niebla. Observo mis muslos otra vez, pero ya no hay nada allí. Noto como mis manos se encuentran alzadas agarrando las cuerdas del columpio donde estoy sentada.
Miro como un pequeño perro corre a mi alrededor persiguiendo a un conejo blanco. La escena me causa ternura haciendo que mis mejillas se sonrojen.
Empiezo a columpiarme de la nada, cada vez más alto, como si alguien atrás me estuviese empujando.
Suelto una mano y la alzo hacia el cielo, sintiendo que con un poco más de altura podría tocar las nubes.
Suelto mi otra mano logrando así que mi cuerpo se desestabilice y se separe del columpio. Cierro los ojos con fuerza esperando el impacto, pero este nunca llega. Observo como me encuentro acurrucada entre los brazos de un hombre alto, vestido con un traje que parece costoso. Intento detallar su rostro, sin embargo, por algún motivo, no puedo hallar sus facciones.
El hombre me baja dejándome parada sobre el barandal de un balcón. Miro hacia atrás intentado encontrarlo, pero no hay nadie, estoy sola. Sin dudarlo me lanzo hacia el vacío dejando mi vista fija en el cielo. Siento como mi espalda choca contra algo suave amortiguando así mi estrepitoso choque. Al parpadear me doy cuenta que el cielo ya no está y es un techo de madera lo que me cubre.
Miro el lugar donde me encuentro acostada, topándome con una gran cantidad de cuerpo inertes.
Me paro de inmediato y me alejo lo más que puedo, pero ya los cuerpos no están, sólo hay un estante lleno de cosas que no puedo distinguir.
―Vete ―susurran en mi oído― huye Iveth ―suplica una voz conocida.
―¿Qué? ―miro hacia esa dirección encontrándola vacía.
―Sigue Iveth ―llega otra voz― mira todo Iveth ―observo mi alrededor, pero mis ojos de la nada son cubiertos por algo oscuro.
Los latidos dentro de mi pecho se incrementan al sentir como cuchillas se incrustan sobre mis piernas desnudas.
―¡PARA! ―grito con fuerza mientras me arranco una venda de los ojos.
Me reincorporo de golpe presionando mi mano contra mi pecho. El temblor dentro de mi boca se hace presente haciendo que mi cabeza duela más de lo necesario.
¿Desde cuándo me duele la cabeza? ¿Cuándo me dormí?
¿Qué fue todo eso?
Estas pesadillas me terminarán enloqueciendo un día, todavía puedo sentir la suavidad del viento mientras me columpiaba.
Niego un par de veces antes de ponerme de pie.
Miro el reloj notando que ya son las 11 de la noche. La sorpresa llena mi expresión al recordar que ya para esta hora el show de Andy debe estar culminando.
Vuelvo a negar procesando mi actitud cuestionable ante eso ¿qué clase de demente soy como para estar espiando a ese tipo cada noche? Debo estar enferma.
Pero necesito saber si le hizo algo a Morgan, dependiendo de la gravedad en su actuar puedo determinar si estoy involucrada o no.
Busco mi chaqueta, mi bolso y emprendo mi camino hacia el exterior.
Si ocurre lo que estoy imaginando hoy todo será un caos, Andy estará muy molesto y me temo que Morgan terminará igual que yo. Aunque si ella no le reclamó nada y fingió ignorancia estará bien.
¿Por qué no le dije que hiciera eso? Ahora me carcome la conciencia. Pude darle muchas soluciones sin que me viera directamente involucrada.
Espero que esté bien.
Ahora que lo pienso, Andy no fue a mi casa, eso quiere decir que Morgan no le dijo idioteces sobre mí.
Dios, me causa pena seguir pensando en lo que le pasará, pero es inevitable, hay muchas posibilidades y en ninguna veo un final feliz para ella.
Presiono un poco más mi bolso contra mi costado por inercia. El camino es algo largo.
Sólo quiero saber si todo está bien.
Hoy la noche es muy tranquila, ni los grillos se escuchan, es agradable. Ojalá siempre fuese así.
Llego hasta mi destino luego de unos minutos y me apoyo contra un farol.
Para mi sorpresa todas las luces se encuentran encendidas y el carro de Andy no está. Eso no puede evitar captar mi absoluta atención.
¿Él no ha llegado aún? ¿será que Morgan está arreglando sus cosas para irse? ¿será que se fue y él la está buscando?
Me acerco un poco más fijándome en que la puerta no se encuentra completamente cerrada, parece ajustada.
¿Por qué está así?
Las posibilidades de que haya escapado toman mayor fuerza. Puede ser que Andy llegó, la buscó por todos lados y por eso las luces están así. Al no verla salió desesperado a buscarla y dejó la puerta abierta.
Espero que eso haya pasado y que no la encuentre.
Miro las ventanas sin visualizar la sombra de nadie, es como si la casa estuviese vacía. Un suspiro de alivio deja mis labios.
Las probabilidades siguen aumentando.
Bien, esto ya no me incumbe, es mejor que me largue.
Me giro dispuesta a irme, pero choco con el cuerpo de alguien
―Mierda ―susurro― perdón ―digo sin alzar la vista. Si este es un vecino y le dice a ese maldito que estuve aquí estaré acabada. Intento seguir mi camino, sin embargo, me veo interrumpida por el mismo sujeto otra vez.
Mi cuerpo se eriza por completo ante esa acción. Alzo la vista despacio, deseando no llegar nunca al rostro de la persona, pero para mi mala suerte el tipo se agacha igualando mi altura logrando que mi cuerpo se paralice por completo.
―Sabes, por un momento creí que no vendrías ―sonríe― pensé que habías sido inteligente y no le brindarías "ayuda" a mi mujer ―toma mi mano― pero como siempre, me decepcionaste Iveth.
No puede ser...
Me he dado cuenta que cuando publico 3 capítulos sólo me leen 1 y es el último, así que les aviso, siempre que actualizo son de 2 a 5 capítulos, entonces revisen eso plis, porque después se pierden y no quiero eso.
Gracias por su atención 😗🧠💜
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