17
―¿Estás lista Iveth? ―siento como posa su mano sobre mi hombro derecho― ¿Iveth? ―me sacude un poco.
Asiento un par de veces aún con la mirada fija en la pequeña puerta negra.
―Tenía tiempo que no pisaba un escenario ―susurro― pero no estoy nerviosa Francisca.
―Yo sé que lo harás fenomenal ¿cierto chicas? ―coloca su brazo sobre mis hombros acercándome más a ella.
―Sabemos que lo harás bien ―habla Luzmila.
―Si te equivocas sólo no salgas corriendo ―dice Rosie― te cubriré si eso pasa.
Una sonrisa se forma sobre mis labios.
―Gra-
―Y ahora el grupo que todos estaban esperando... ―el público comienza a gritar logrando que mi piel se erice― ¡The angel girls! ―Francisca se apresura a abrir la puerta y las chicas me dan leves empujoncitos para que salga dando brincos y saludando como ellas.
Es cálido aquí afuera.
Mi corazón se acelera al sentir el calor de los reflectores sobre mi piel y un nudo se forma en mi garganta al notar a Ricky en una esquina cercana mirándome con fijeza mientras sonríe.
Sí me viniste a ver.
Cuando llegamos a nuestras posiciones observo como la mayoría de las miradas se centran justamente en mí, logrando que un ligero cosquilleo aparezca en mi vientre.
Soy el centro de atención.
Giro mi rostro hacia Rosie y esta simplemente sonríe, invitándome a que la imite.
La música empieza a sonar y mi cuerpo comienza a moverse solo. Los aplausos y gritos se hacen presentes logrando que vuelva a sonreír sin mi consentimiento, lo cual me hace sentirme algo extraña.
Mi mente se nubla de un momento a otro, haciendo que todo se tiña completamente de negro.
Analepsis:
―No te pongas nerviosa, ellos huelen eso ―susurra Livana cerca de mi oreja― debes estar segura y tranquila.
―Sea como sea me buscarán ―bajo la mirada de forma distraída.
―Pero al menos el señor Abdul no te golpeará por hacer un mal show ―toma mi mano― Es mejor así ¿no? ―pregunta antes de reír y yo sólo le ofrezco mi silencio como respuesta― ¿Qué es mejor y qué es peor? Ya no lo sé Iveth, no sé nada, ya no quiero estar aquí ―la volteo a ver alarmada. Si alguien nos escucha hablando de esta manera acabaremos muy mal― No puedo soportarlo más, sólo quiero volver a mi casa. Prefiero ser maltratada por mi padre que ser usada como juguete de esos viejos sucios ―tira de su cabello con fuerza logrando arrancarse un mechón rizado― Me siento una asquerosa basura. Iveth, no puedo más ―agarra mi top con fuerza acercando su rostro al mío― Iveth, huyamos, dime que sí, dime que nos iremos juntas, dímelo por favor ―su cuerpo tiembla, la desesperación se encuentra plasmada sobre su rostro haciendo que me sienta incomoda.
Tomo sus manos y las alejo de mí.
―Lo siento ―miro hacia el suelo notando mis manos temblorosas también― Yo no puedo hacer nada, nos encontrarían y nos matarían ―la miro espantada― Yo no quiero morir Livana ―tomo sus hombros y comienzo a agitarla― Yo quiero vivir sea como sea.
Ella da dos pasos hacia atrás mientras comienza a negar.
―Estás enferma ―cubre sus labios. Culminando así, la conversación.
―Y ahora... Love your sex y Sweet Dreams ―empiezo a caminar hacia la tarima de manera automática, sola, sin mirar atrás.
Fue la primera vez que bailé, sus gritos aumentaban cada vez mi confianza sobre el escenario. El dinero caía desde todas direcciones, no lo tocaba, no lo tenía permitido, pero me sentía de cierta forma importante, apreciada, sobresaliente.
Minutos después Livana apareció también, sonriente, como si minutos atrás no hubiese estado en un estado de desesperación puro, al borde del colapso.
Pero esa fue la última vez que la vi...
En la mañana fue encontrada tirada sobre el suelo de su habitación. Su boca llena de espuma mientras que una serie de pastillas y polvo blanco se encontró esparcido por todas partes.
Nadie sabe cómo lo obtuvo, pero tampoco se preocuparon por averiguarlo.
Ella ya no les era útil, estaba rota desde hace tiempo...
Los aplausos se hacen presentes trayéndome una vez más a la realidad. Las chicas estaban a mi alrededor, mientras que yo tenía una mano alzada hacia el techo. No recuerdo cómo bailé, sin embargo, parece que todo salió bien.
¡Sabía que lo harías! ―susurra Francisca.
―Luego te felicitamos como se debe, se viene la otra canción, posiciones ―interviene Camila antes de palmearme el hombro sonriente.
Esto se siente muy distinto.
...
Abro mis parpados despacio, con más esfuerzo del deseado, a decir verdad.
Noto de mala manera como la puerta de mi habitación se encuentra abierta, permitiendo que escuche con mayor certeza el sonido de aquel timbre molesto.
Giro mi rostro hacia el reloj percatándome que apenas van a ser las 6:00 am.
Intento ignorar el molesto sonido, no obstante, la persona tras la puerta parece no tener ganas de rendirse pronto.
―¡Ya voy maldita sea! ―grito mientras lanzo la almohada contra el armario.
La persona no deja de insistir y cuando llego hasta la puerta, al abrirla de golpe mis ojos reciben a alguien que no esperaba ver otra vez.
―¿Qué clase de loca eres? ―frunzo el ceño― ¿Qué te pasa?
Morgan me regala una pequeña sonrisa antes de hablar.
―Buenos días ―volteo los ojos ante esa voz empalagosa― Iveth, vengo a recordarte que hoy es mi boda.
―¿Y? ¿Quieres mi bendición? ―me cruzo de brazos.
―No, no es eso ―juega con una bolsa que hay entre sus manos― Es que nos conocemos desde hace un tiempo y quiero que estés allí ―me extiende la bolsa― Ahí hay un vestido para la ocasión, sé que no te gustan y que no debes tener, por eso me tomé el atrevimiento de comprarte uno.
Miro la bolsa con desdén.
―Hasta donde sé yo no te agradaba.
―Iveth, yo me disculpé por eso ―se apresura a decir― hablé cegada por el enojo, no pienso así.
―Morgan, se sincera ―suspiro― ¿Para qué quieres que vaya?
Suspira.
―No miento Iveth, me caes bien y deseo que estés en mi boda ―acerca la bolsa más a mí― en la invitación está el lugar y hora, por favor ve ―mira por encima de mi hombro obligando que me mueva impidiendo su visión― ¿Estás bien?
―Estoy perfecta ―tomo la bolsa y doy un paso hacia atrás― Ahora vete ―cierro la puerta antes de que pueda decir algo.
He dormido dos malditas horas solamente, no pudo escoger peor momento para llegar.
Aviento la bolsa sobre el sillón y me desplomo sobre el suelo.
Me siento tan agotada.
...
El celular comienza a vibrar sobre el mesón. Doy una ojeada dándome cuenta de que se trata de Francisca llamándome.
¿Qué querrá? Hoy es nuestro día de descanso.
―Dime ―digo cuando descuelgo la llamada.
―¡Iveth! las chicas y yo vamos a dar un paseo ¿vienes con nosotras? ―veo como un huevo empieza a rodar hasta que cae al suelo.
―No puedo.
―¿Eh? Pero es sábado ¿Qué se supone que harás? ―muerdo mi labio inferior.
―Debo ir a una boda ―visualizo la alargada bolsa verde sobre el sillón.
―¿En serio? Me mandas muchas fotos entonces ―chilla emocionada.
―¿Para qué querrías fotos? ―frunzo el ceño.
―Pues para verte bonita, elegante. Creo que eso no se ve todos los días ―ríe― las chicas y yo queríamos celebrar tu debut. Como ayer te fuiste disparada sin decirle a nadie no pudimos hacer nada ―frunzo el ceño― pero bueno, compromiso es compromiso ―¿celebrar mi debut?― Podemos salir mañana, supongo que no estarás ocupada.
Es extraño su actuar, como si me conociera de toda la vida y eso me asusta, mucho.
Supongo ―agarro una manzana del frutero― Debo ir a maquillarme, hablamos después ―cuelgo antes de que pueda despedirse.
Me incomoda que se sienta con tanta confianza. Sólo es una compañera de trabajo, no debe sentirse con tantas atribuciones hacia mí.
Sé que me trata así simplemente porque le convengo al grupo, no es como si "mi persona" le agradara. Me está usando, como tiende a ocurrir habitualmente.
Por otro lado, después de pensar al respecto, no me molesta ir a la dichosa boda, no obstante, quisiera evitar toparme con algunas personas en específico.
Aunque habrá mucha comida y es un punto muy bueno. Si la traigo a casa podría estar varios días comiendo adecuadamente y mi salud me lo agradecería.
Abro la nevera notando como casi la mitad de lo que había antes ya no está.
Me pregunto por qué mi abuela cocina tanto y no me guarda ni un poco ¿Acaso quiere que muera de hambre?
Volteo los ojos antes sacar una manzana y colocarla sobre la mesa.
―¿Dónde guardé esa invitación? ―camino hacia mi habitación arrastrando los pies― Ni sé a qué hora es ¿si llego tarde me recibirán? ¿Y si sólo me quieren hacer una broma? ¿Por qué Morgan se tomó la molestia de venir? Esto no me da buena espina ―rebusco entre mi cajón sin encontrar el pequeño cartón.
En verdad, no es necesario que vaya, no tengo nada que hacer allí.
Bueno, será la última vez que vea a todos, podría despedirme apropiadamente. No todos me caían mal, un gran ejemplo es Luisa, casi no hablábamos, pero fue muy amable conmigo.
Sí, tal vez no sea tan mala idea ir.
Abro el armario notando como una tarjeta blanca sobresale de un chaleco rojo. La tomo entre mi mano percatándome que se trata de la invitación.
―¿Por qué es tan lejos? ―frunzo el ceño al leer la ubicación de la boda― No alcanzo a llegar, tengo el tiempo encima ―rasco mi cabeza― La fiesta es a las 6, si me apuro podría estar a tiempo ¿cuánto me cobrará un taxi? Debe ser una fortuna. Espero que la comida sepa deliciosa, que valga la pena el esfuerzo.
Tiro la tarjeta sobre la cama y empiezo a dirigirme hacia la sala una vez más. Tomo la alargada bolsa verde y la arrastro por el suelo hasta que llego a mi habitación.
La coloco sobre la cama y abro el cierre con rapidez.
―Oh... ―abro los labios con sorpresa al ver lo que guarda en su interior.
Esto está muy lindo.
Es un vestido azul oscuro de una sola manga larga, lleno de flores del mismo color en la parte de arriba. Abajo la tela es lisa, pero parece de terciopelo o satín.
Lo saco por completo de la bolsa y lo coloco sobre mi cuerpo mientras me miro frente al espejo.
Es largo atrás y corto adelante, me llega un poquito más arriba de las rodillas.
¿Cómo podría no ponérmelo? ―doy un par de vueltas― no puedo faltar a su boda, ella me regaló esto tan lindo, no debo plantarla ―presiono con fuerza el vestido contra mi cuerpo― Morgan en verdad me aprecia ―acaricio la tela, es tan suave― me valora...
Empiezo a quitarme la blusa y los jeans como si quemaran mi piel.
Bajo el cierre del vestido con sutileza tratando de no arruinarlo sin querer.
―Es tan delicado ―sonrío antes de empezar a colocármelo.
La tela se desliza por mis extremidades sin problema alguno. No pica, no parece que dé calor y no me queda para nada apretado.
―Morgan sabe mis medidas ―siento como mis mejillas se calientan.
Ella se tomó el tiempo de escogerlo, de venir personalmente a entregármelo.
Ella es un sol.
Miro el reloj de reojo.
―4:23pm ―¡Ya es muy tarde!
Busco unas zapatillas blancas, me las coloco y hago un doble lazo con los cordones. Amarro mi cabello en un moño alto dejando que los rizos caigan por mi rostro despreocupadamente. Busco un delineador negro, un labial rojo y me lo coloco lo más recatado posible.
No quiero parecer un payaso.
El timbre empieza a sonar captando mi total atención.
―¿Quién podría ser?
Puede ser Morgan.
―¿Me habrá mandado a buscar con alguien?
Es muy probable.
Sonrío aún más mientras corro hacia la puerta. Al abrirla me topo con un corpulento cuerpo masculino quien sosteniente un gran ramo con flores que no había visto antes.
―Iveth ―habla Ricardo con mejillas sonrosadas― te ves muy hermosa ―baja la mirada.
―¿Y esto? ―tomo el ramo entre mis manos con total sorpresa― Están muy bonitas ―siento como mis mejillas se calientan una vez más― ¿Son para mí? ―evito mirar su rostro.
―Sí ―los latidos dentro de mi pecho empezaron a presentarse con mayor fuerza― Son para pedirte perdón.
Alzo la mirada.
―¿Perdón? ―ladeo la cabeza.
―Sí, el día que vine dije algo que te molestó.
Frunzo el ceño.
―Yo no me he molestado contigo ―me acerco tomando su mano― No podría hacerlo, tú eres la persona con la que menos podría molestarme ―me acerco más a él― Tú eres muy bueno conmigo ―beso su mejilla.
Observo como todo su rostro, hasta su cuello se enrojecen mientras que no aparta la mirada de mis ojos haciendo que me ponga más nerviosa.
―Me alegra oír eso ―sonríe― No sé qué haría si nos alejáramos otra vez ―aprieta sus labios.
―Ya ―cubro mi rostro con las flores― Me estás haciendo sentir rara. Entra si vas a entrar ―empiezo a caminar hacia la cocina.
―Disculpa ―lo escucho reír― ¿Vas a salir?
Coloco las flores dentro de una jarra con agua.
―Una amiga se va a casar ―acaricio un pétalo morado― Iré a la fiesta.
―Entiendo, entonces debería irme y dejar que te termines de arreglar.
Empiezo a negar.
―No, no, quédate ―humedezco mis labios― ¿Podrías llevarme? Digo ―sacudo mi cabeza― Acompañarme.
Me mira extrañado.
―Pero no fui invitado ¿no habrá problemas?
Vuelvo a negar.
―Para nada. Lo que pasa es que sólo soy amiga de la novia y todos los demás serán desconocidos para mí. No quiero estar sola en una esquina ―además no quiero alejarme de ti por ahora, me sentiría culpable si después de que me hicieras este gesto tan bonito te dejara atrás.
―Si es así entonces iré contigo ―sonríe amable― Dime dónde es.
Me acerco a él tomando su mano, recibiendo como respuesta un ligero apretón y unas tiernas mejillas sonrosadas.
Él es muy lindo.
...
―¡Esto es muy lindo! ―chillo mientras observo una escultura de hielo tamaño real de la pareja― Esto debió tomar semanas ¡Mira los detalles del vestido Ricky! ―tomo su mano atrayéndolo más cerca.
―¿Te gusta mucho? ―asiento repetidas veces― Cuando me case mandaré a hacer una así ―mi cuerpo se tensa al oír eso― ¿Te parece esa idea? ―bajo la mirada.
―Depende de con quién te cases ―susurro. Escucho como él ríe bajito― Tonto ―entrelazo nuestros dedos y comienzo a caminar hacia otra dirección― Oye ¿Me puedes tomar una foto? ―le cumpliré el capricho a Francisca.
―Claro. Puedes pararte al lado de esas flores ―señala unas que se encuentran a unos pocos pasos de mí. Veo como saca su celular y lo apunta hacia mi dirección― Eres la chica más hermosa de todo este lugar ―eso logra que sonría más de lo normal― Listo, mira ―se acerca mostrándome la pantalla del celular donde aparezco con una sonrisa exagerada y mi rostro enrojecido.
En verdad me veo muy bien. Parezco otra persona. Me gusta sentirme así, tan animada y ligera. Todo parece distinto.
―Gracias ―miro hacia el suelo.
―No hay de qué ―tomo su mano y empiezo a encaminarnos una vez más entre el tumulto de persona. Hasta ahora no he visto a nadie conocido.
―Esto parece muy costoso ―comenta mientras mira hacia todas direcciones― Parece la boda de alguien de la realeza. Tu amiga es muy afortunada.
Frunzo el ceño.
―Pues sí, tuvo suerte en encontrar a alguien que la pueda sobrellevar monetariamente, pero eso no es tan relevante ―observo a Morgan a lo lejos― Algo grande o pequeño, da igual cuando estás con alguien que aprecias ―noto como Morgan se da cuenta de mi presencia y empieza a hacerme ceñas para que me acerque.
―Tienes razón ―suelta mi mano cuando estamos a pocos metros de la novia. Lo volteo a ver confundida― No quiero que haya un malentendido ―frunzo el ceño.
―Tú y tus cosas ―volteo los ojos.
Cuando estoy al frente de Morgan no puedo evitar abrazarla.
―¡Muchas gracias por el vestido! ―refuerzo mi abrazo― y felicidades. No pude ir a la boda porque me quedé dormida ―río.
Ella me mira de pies a cabeza con una sonrisa algo extraña.
―No hay problema ―mira con fijeza detrás de mí― ¿él quién es? ―alza una ceja.
Me doy la vuelta volviendo a tomar la mano de Ricky.
―Se llama Ricardo, es un viejo amigo ―sonrío.
―Creí que no tenías amigos.
―Es que pensé que no lo volvería a ver ¿cierto Ricardo?
―Cierto ―me doy cuenta que me mira con ¿armonía? Como si estuviese viendo un perro bonito. Que raro― Mucho gusto señorita Morgan ―extiende su mano― Gracias por ser amiga de Iveth durante todo este tiempo.
Morgan toma su mano con algo de rigidez.
―No deberías agradecerme a mí ―hace una ceña hacia atrás de nosotros― Este chico fue el que más apoyo a Iveth ¿cierto Jordan? ―veo como un hombre más alto y delgado que Ricardo aparece a mi lado. Este me mira con severidad mientras que pasa ligeramente su vista hacia Ricky.
Cada pizca de emoción que había dentro de mí se esfumó por completo. Vuelvo a ver a Morgan quien sonríe victoriosa.
¿Así que para esto me dijo que viniera? ¿Para exponerme con él?
Siento como mis ojos se cristalizan debido a la decepción mientras que un gran desanimo se aloja dentro de mi estómago.
Yo creí que ella en verdad quería que estuviera aquí.
―Mucho gusto, soy Jordan, el novio de Iveth.
―¿Novio? ―pregunta Ricky.
Niego un par de veces antes de empezar a correr mientras esquivo personas.
Las voces de Jordan y Ricardo llegan a mí, pero las ignoro, no quiero estar con nadie. Me siento tan usada otra vez.
Salgo del salón y entro a un callejón donde me deslizo hasta llegar al suelo. Las lágrimas abandonan mis ojos y no hago el mínimo intento para evitarlo. Esto me duele tanto.
¿Por qué soy tan ilusa? ¿Por qué dejé que esto me emocionara tanto? Es claro que todos me ven para que cumpla algún propósito, nadie me ve como una persona que deberían cuidar.
¿Cuidar?
¿Desde cuándo necesito que alguien me cuide? Siempre he hecho todo sola, he llegado hasta aquí por mi cuenta, no necesito que nadie me cuide.
¿Pero entonces porque insisto en buscar gente para sentirme bien? ¿Qué me pasa?
―Arruinaste todo tu maquillaje ―mi piel se eriza al escuchar esa voz. Alzo mi rostro lentamente notando como se encuentra a mi lado un hombre conocido con una gran sonrisa sobre sus labios― Hola Iveth... ―susurra mi nombre antes de agacharse igualando mi posición.
―¿Q-qué haces aquí Andy? ―intento arrastrarme hacia atrás para alejarme de él, pero es en vano, una pared imposibilita mi escape.
¿Por qué me asusta tanto?
―Vi a una linda conejita corriendo asustada y vine a rescatarla ¿no es lo que un caballero hace? ―acuna mi rostro en su mano mientras seca mis lágrimas. No me puedo mover, me tiene acorralada.
―Yo- yo ya iba a regresar ―más lagrimas escapan de mis ojos sin mi autorización.
―¿En serio? Yo quería hablar contigo mi querida Sweet Dreams ―se acerca más a mí― por tu expresión supongo que acerté ―mis parpados se abren lo más que pueden. El temblor aparece por todo mi cuerpo impidiéndome mediar palabra― Veo que estás muy sorprendida, que linda ―se aleja de mí― ¿Sabes quién soy? ―frunce el ceño― obvio que no sabes. Te daré una pequeña pista ―me guiña un ojo― ¿Ves que soy bueno? ―ríe― Un día una conejita traviesa escapó de su jaula e hizo que su dueño tuviera que aguardar en un calabozo dejando así, a su pequeño príncipe sin padre ―hace un puchero― Qué trágica historia ¿no lo crees?
No, eso no es posible, no es lógico. No puede ser hijo de él.
―Él no tenía hijos ―susurro― él no estaba casado ―me apresuro a decir.
―¿Por qué una puta debía saber la vida privada de su dueño ―sonríe de medio lado― Mi padre se va a podrir allí dentro por culpa de tu pequeño berrinche, pero por suerte ya te encontré ―toma mis mejillas― volverás a generarnos ganancias Sweet Dreams. Muchos hombres aún preguntan por ti ¿no te parece genial? Aún tienes una clientela fiel ―vuelve a alejarse de mí― También sé otra cosita que te conviene ―suspira― Pero aún no has ganado saber eso ―alza los hombros― Iveth, no sabes cuánto esperé esto, mi papá me habló tanto de ti... ―empieza a caminar― bueno, mi mujer me debe estar esperando ―ríe― Espero que no decidas hacer alguna estupidez querida Iveth ―para de caminar― tengo ojos por todas partes. Ricardo, Jordan, Francisca, Luisa... Lineth. Esa niña es muy linda, podría fácilmente ser tu reemplazo.
―No... ―cubro mis oídos― no, no, no, no ―empiezo a mecerme presa de la incredulidad y desesperación.
―Oh, ya enloqueciste. Eres tal como papá dijo. Que divertida ―escucho sus pasos alejarse― Hablaremos muy pronto querida― después de esa frase se forma un gran silencio informándome de su desaparición.
Esto no puede estar ocurriendo. Todo iba bien, yo iba bien ¿qué haré? Esto no es real, es un sueño, sí, lo es, una imaginación, una pesadilla. Él no pudo encontrarme, estoy al otro lado del país, las posibilidades son nulas ¿cierto? Ese es un loco. El señor Abdul no tenía familia, me lo habría dicho. Debe ser un estafador que quiere dinero.
Sí, pronto me voy a despertar de esto y todo irá bien, con normalidad, claro.
Ya despierta Iveth, apresúrate.
Amy:
Él debe estar aquí, debe estar aquí.
Piensa una y otra vez mientras da vueltas por el salón.
―¿Qué te pasa? ―pregunta Karicia a lo lejos― pareces...
―¡Cállate! ―grita sosteniendo su cabello.
―¿Qué te pasa? ―inquiere preocupada. Nunca pensó el verla así.
―Maté a un tipo ―la mira con ojos desorbitados― A plena luz del día...
Karicia abre sus parpados lo más que puede. La sorpresa no podía abandonar su ser.
―¿Alguien te vio? ―se apresura a preguntar.
―N-no
―Bien, nadie te vio, eso es bueno ―toca su hombro― relájate.
―Ese hombre no había hecho nada, no lo necesitaba ―se sienta sobre el suelo con ojos llorosos― matar es pecado. He cometido el peor de los pecados ―cubre sus labios con ambas manos.
―Hiciste una gran imprudencia ¿es que no piensas? ―masajea sus ojos― Debiste avisarme, no quiero que dejes alguna evidencia que te involucre ¿Dejaste alguna evidencia? ¿Estás segura que limpiaste tu rastro?
La castaña no podía creer lo que estaba diciendo. Estaba preocupada más por no ser involucrada que por el crimen en sí.
Ya ella estaba igual de podrida.
―¡¿Me crees imbécil?! ―grita exasperada― ¡Yo no quiero ir presa!
―Yo tampoco quiero ir presa ―se sienta sobre el sillón― Esto está muy mal Amy, hay que parar con todo este show, aún tenemos tiempo.
―Me iré al infierno ―murmura ignorando por completo las palabras de su hermana― Dios me va a castigar, mi señor no me amará, me dejará sola empieza a mecerse ―¿Qué hice? ¿Qué hice?
Karicia observaba la escena con pena. El daño parecía mucho mayor del que creía.
Ella vio en primera fila lo que su hermana había hecho y por eso estaba espantada, fue la primera vez que presencio tanta satisfacción en un acto injustificado dentro de sus reglas "morales", sin embargo, esta posterior reacción por parte de Amy... era peculiar.
Le daba a entender que dentro de su retorcido ser aún existía algo de humanidad y creía que si le insistía un poco podría al fin enderezar todo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top