12
Aquí me encontraba yo. Parada afuera del portón de su escuela.
Sentía como si con cada segundo que pasase la puerta se volviese más y más grande, intimidándome con descaro, como una alerta para que me marche y no aparezca por aquí otra vez.
Estaba aterrada.
Y es que sí, me trasladé lo más rápido posible para llegar pronto aquí y encararla, pero ya estando en este lugar no tenía la valentía suficiente para verla.
¿Qué podría decirle? ¿Qué excusa barata le daría? Yo fui la que se ofreció a venir y le fallé de la manera más estúpida posible.
¿Qué pensará su mamá? ¿Dónde la habrá dejado durante mi ausencia? ¿Me dejará cuidarla más?
Tantas incógnitas que se podrían solucionar si simplemente me armo de valor y afronto todo.
Soy tan imbécil.
Contengo la respiración lo más que puedo y empiezo a caminar hacia el interior de la escuela con rapidez.
Es inútil tratar de huir a lo inevitable. Yo... debo ser responsable y soportar ver su rostro decepcionado y tal vez escuchar sus reclamos, lo merezco, merezco que me odie por todo lo que le he hecho pasar.
No es un misterio para nadie que en su vida sólo he sido una carga más, creándole otras inseguridades que la atacarán durante su adolescencia.
Quise ser una clase de esperanza en su vida, mostrarle de cierta manera que todo no es malo.
¿Pero cómo alguien podría caminar de la mano con una persona que constantemente pasea sobre hiedra venenosa y cuchillas afiladas? Es egoísta que haga cosas nada más para sentirme bien con mi conciencia. Yo no puedo ayudar o ser la salvación de nadie. No soy alguien de provecho.
Soy desperdicio de oxígeno.
Observo como diversas decoraciones, globos, pancartas, puestos coloridos y gente se hacen presentes a medida voy avanzando.
El lugar se encuentra repleto para ser simplemente un festival escolar ¿o es que todos son así? Sea como sea, me hace sentir asfixiada. Quiero irme lo antes posible.
Muevo mis ojos hacia todas las direcciones que puedo en busca del puesto de Lineth, sin embargo, no hallo ni un pequeño indicio de ella.
Hay demasiadas cosas a la vez y no lo puedo procesar todo.
He de admitir que el fondo me relaja un poco no tener que encararla aún. Mi mente no conecta nada coherente como para que pueda decirle, hablar no es mi fuerte
¿Y si le llegase a decir algo fuera de lugar? ¿Empeoraré todo? ¿Si me dice que no me quiere ver de nuevo? ¿Estaré bien con ello?
Alzo mi vista hacia cielo presa de la desesperación. Centro mis ojos específicamente en la gran masa amarrilla causante de calentar todo el planeta y permito que queme mis retinas todo lo que desee, hasta el punto que todo mi alrededor se vuelve oscuro.
Me siento horrible.
Sólo a mí se me ocurre beber hasta perder la conciencia cuando tenía una clara responsabilidad al día siguiente. Pero lo que me frustra más es Jordan, él... yo creí que tenía un poco de consideración hacia mí. Fui tan ilusa. Y por cómo me desperté no dudo cuanto se divirtió conmigo ¿O yo cedí? No vale la pena indagar en eso, sea como sea ya pasó y nada se puede hacer.
Esto jamás se lo perdonaré, ni a mí ni a él.
―¡Dibujos! ¡dibujos! Si compra 1 se lleva 3 ―mi cuerpo se tensa inmediatamente al oír esa vocecita tan conocida sobresalir del bullicio que me rodea.
Bajo mi vista hacia esa dirección lo más rápido que puedo, encontrándome para mi suerte con todo completamente negro distorsionado. Restriego mis ojos con mis manos con fuerza, sin embargo, es inútil, sólo lo empeoro más.
―Que inteligente eres Iveth ―susurro entre dientes con mis ojos cerrados.
Después de unos minutos vuelvo a abrirlos, esta vez, ya distinguiendo formas y colores.
―¿Quiere un dibujo? ―la vocecita vuelve a hacerse presente y yo camino hacia ella. Mi vista ya casi en su total normalidad me permite visualizar a una pequeña castaña parada tras una mesa repleta de dibujos que ya he visto antes.
Al parecer están todos.
Su rostro se encuentra afligido, mientras que sus ojos se ven más apagados que el día que la conocí.
Me lleva la mierda.
Una presión se forma en mi pecho al observar como todas las personas le pasan de largo ignorándola por completo. ¿Cómo le pueden hacer eso a una niña?
Me doy la vuelta y comienzo a analizar todo mi alrededor con rapidez. En mi campo de visión aparece un grupito de chicos que bromean entre si mientras comen cosas que no me interesan.
Camino hacia ellos con total confianza, como si los conociera de toda la vida y me poso enfrente de todos logrando captar sus atenciones. Estos me miran raro, pero eso me es irrelevante.
Meto mi mano dentro del bolsillo de mi pantalón y saco algo de dinero.
―¿Me pueden ayudar por favor? Esa es mi hija ―señalo a Lineth no ha vendido nada de lo que ha dibujado por meses ¿podrían comprarle todo? Les daré esto ―reparto el dinero entre todos― Si les sobra algo después de la compra pueden quedárselo, no importa, sólo cómprenle todo ―muerto mi labio inferior nerviosa al terminar.
Los chicos me observan de distintas formas, no obstante, parecen conformes con el trato.
―Eres una buena madre ―comenta uno sonriente. La incomodidad me invade ante esas palabras, pero aun así mantengo mi compostura― Claro que te ayudaremos ¿cierto chicos? ―voltea hacia sus amigos y estos asienten de inmediato.
―¿Nos quedamos con los dibujos o te los damos? ―pregunta un muchacho.
―¿Conocen la cafetería que queda a unas calles de aquí? ―frunzo el ceño al procesar lo que acabo de decir.
―Sí, sí ―responden dos.
―Bueno, déjenselo a una chica llamada Luisa, le dicen que los guarde, que son de Iveth.
Ellos asienten y comienzan a caminar hacia Lineth, cada uno se aproxima individualmente y compran una considerable cantidad de dibujos.
El rostro de la niña no pasa de sorpresa y felicidad, la sonrisa que les regala es tan reluciente que creo que podría contagiar a la persona más amargada que exista.
Ella es un sol.
Luego de unos minutos noto a los chicos retirarse con sus manos repletas de papeles. Efectivamente, compraron todos.
Veo como Lineth empieza a bailar dentro de su pequeño puesto de manera chistosa. Anteriormente no la había visto tan feliz, me agrada que esté así.
Aprieto los labios temerosa a lo que pueda pasar si me acerco, a las peguntas que hará y las respuestas que le daré.
Tengo miedo de todo aquello.
Indecisa de mis movimientos quedo perpleja al ver como ella alza su rostro hacia mi dirección y centra su mirada en mí. Siento como mi corazón en ese preciso instante se detuvo de golpe. Sus labios se estiran aún más de lo normal, brindándome una sonrisa más resplandeciente que la de hace minutos atrás y eso me hace sentir peor.
―¡Iveth! ―grita lo más que puede antes de correr hacia mí y abrazarme con fuerza.
La sorpresa y confusión se apoderan de mí. No me había preparado mentalmente para una situación así ¿su rabia hacia mí habrá disminuido gracias a la venta que acabó de hacer? ¿o es que en cualquier momento empezará a reclamarme?
―Sí viniste, creí que no podrías hacerlo ―se separa de mí para después regalarme una mirada llena de ilusión.
―¿No estás molesta porque no estaba aquí? ―pregunto en voz baja, temerosa a su reacción.
―¿Molesta? ―frunce el ceño― tenías que hacer algo ¿no? Igual no importa y ya estás aquí. Mira, mira ―toma mi mano y me empieza a guiar hasta su puesto― creo que me trajiste suerte, hace un rato vinieron personas y me compraron todos los dibujos ¿puedes creerlo? ―junta sus manos y da un brinco― uno me dijo que tenía mucho talento y que cuando sea famosa le firme un cuadro ¿no es raro? ―empieza a reír mientras que sus mejillas se enrojecen debido a la... ¿felicidad? ¿calor?
Ella es demasiado rara, no entiendo su actuar.
¿Entonces tuve todo este cargo de conciencia por el gusto? ¿a ella le hubiera valido mi ausencia? ¿por qué me sentía tan mal entonces?
Soy más estúpida de lo que creí.
―Me alegra que hayas vendido todo ―ahora que lo pienso, no sé cuánto dinero le di a esa gente― ¿ya podemos irnos a la casa? ―tenía la mente tan ocupada en esto que había olvidado por completo las secuelas de una intensa borrachera, las cuales, ya empezaron a salir y me invitan a tirarme sobre el sillón y sólo preocuparme por respirar.
―Quiero ver los otros puestos, además mi salón aún no ha hecho su presentación ―toma mi suéter y empieza a hacerme ojitos― vamos a ver todo Iveth ―hace sobresalir su labio inferior.
Aparto mi vista de ella y la centro en el suelo. Aún me da vergüenza verla fijamente o más bien es culpa. ¿Por qué me hace sentir tan mal si a ella no le interesa si estoy o no?
Vuelvo a dirigir mi vista hacia ella y su expresión se mantiene intacta.
Tal vez si cedo esta vez se me quitara la amarga sensación que inunda mi pecho.
―Un rato ―me doy la vuelta y empiezo a caminar― ¿dónde está el dinero que ganaste? ―volteo ligeramente hacia ella.
―Mi maestra se lo llevó. Ella estaba conmigo cuando los compraron ―en otras palabras, le robaron en la cara.
―¿No te dejó ni un dólar? ―yo no vi a esa mujer ¿en qué parte del puesto estaba?
―Nop, el dinero es para arreglar la escuela ―llega a mi lado y entrelaza su mano con la mía― ¿quieres ir a los juegos? Están dando premios muy chulis ―sin esperar mi respuesta empieza a jalarme hacia no sé dónde.
¿Qué demonios es "chuli"?
Llegamos a un lugar donde en el fondo se encuentran unos globos pegados, mientras que distintos peluches yacen colgados del techo.
―Iveth, quiero uno ―señala en lo alto a un panda que fácilmente puede estar de su tamaño― ¿lo ganas por mí? Yo estoy chiquita y no alcanzo para jugar ―acomoda su mentón sobre el mostrador.
Alzo la vista una vez más hacia los peluches, pero uno en específico es el que capta mi atención.
Es un pingüino.
Siento como mi corazón se calienta al verlo, pero a la vez un vacío navega por mi estómago.
¿Qué habrá sido de él?
―Quiero jugar ―digo al muchacho dueño del puesto.
―Un ticket son 3 tiros ―responde.
―¿Qué es un ticket? ―ladeo la cabeza confusa.
―Los venden en la entrada, puedo comprarlos Iveth ―salta Lineth cargada de emoción― sólo necesito dinero para comprarlos ―aprieta sus labios en una fina línea recta.
―Supongo... ―saco un billete cualquiera y se lo extiendo― ¿te alcanza? ―ella me mira sorprendida y comienza a negar.
Es mucho dinero, no sabía que existían de cincuenta ―¿tan pobres son así?― ¿No tienes uno más chico? De cinco o diez sirve ―obedezco su petición y le paso uno de diez. Ella lo toma y se va corriendo. Miro como su pequeña figura se va alejando hasta desaparecer entre unos puestos.
Saco mi celular por inercia y veo como cinco notificaciones se hacen presentes. Todas y cada una de la misma persona, pero a diferentes horas.
(03:15 am) Ricky: Hola Iveth ¿cómo estás? Disculpa la hora, pero como te vi en línea pensé que podríamos chatear un rato.
¿Estaba despierta a esa hora? ¿Qué se supone que hacía con el celular?
(04:42 am) Ricky: Creo que estás muy ocupada.
(09:23 am) Ricky: Una de las bailarinas te vio bailando, me dijo que quiere conocerte. Ella es la capitana de un grupo.
¿Conocerme? Dios, había olvidado por completo este tema.
(12:03 pm) Ricky: Espero que estés teniendo un lindo día.
(01: 45 pm) Ricky: ¿Te gustaría salir un rato? Estoy disponible a la hora que puedas.
¿Salir? ¿A dónde?
Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo y ya no sé qué hacer. Me siento mal por Lineth sin motivos y a la vez estoy desilusionada de Jordan, estoy abrumada por un nuevo empleo y con cargo de conciencia por mentirle a mi jefe. No creo que estoy de humor para andar saliendo.
(02:51 pm) Yo: No puedo.
Cierro los ojos unos segundos mientras dejo que el bullicio llene mi interior abrumándome aún más.
Cuando los abro otra vez mi vista queda centrada en un peluche en específico. Camino un poco hasta quedar lo más cerca posible de él y lo aprecio a detalle.
Se parecen mucho... ―susurro gracias a la molesta presión que se presenta dentro de mi garganta.
¿Dónde estará Riry?
Puedo sentir como mi expresión se contrae haciendo que duela, pero no físicamente.
No quiero estar aquí.
―Mira Iveth, me dieron diez boletos ―escucho a Lineth a mi lado.
Golpeo mi rostro sin pizca de disimulo antes de centrar mi vista en la pequeña. Su expresión es tan angelical que me causa más culpabilidad por la gran cantidad de errores que he cometido con ella.
No puedo seguir así.
Debo a hacer lo mejor para ella, dejarme de arrepentimientos por mis decisiones, nada me cuesta hacer todo lo posible para hacerla feliz.
―Bueno Lineth, prepárate para cargar ese peluche ―comento antes de mover mi cuello hacia los lados logrando que hagan sonidos los cuales alarman a Lineth― deme lo que debo lanzar muchacho ―estiro mi mano hacia el chico. Este me extiende lo que parece un rifle y señala un par de globos.
―Explota tres sin fallar y te llevas el oso ―explica.
No parece tan complicado.
Bajo la mirada una vez más, encontrándome con los ojos brillosos de Lineth quien observa paciente todos mis movimientos.
Esto no debe ser difícil.
Tomo el arma entre mis manos alzándola lentamente hasta que quede a la altura de mi ojo derecho.
Inhalo profundamente para luego dejar escapar el aire entre mis labios con suma lentitud.
Coloco mi dedo sobre el gatillo y...
―¡No por favor! ―suplica alguien frente a mí― ¡Te daré lo que sea! Dime ¿es dinero? ¿joyas? ¿qué deseas? Por favor no me mates, haré lo que sea para conseguir lo que me pidas ―noto como cascadas saladas se escurren por sus mejillas hasta perderse en su delgado cuello.
Siento como una calidez empieza a esparcirse por mi pecho y sin dudarlo dos veces jalo el gatillo.
Parpadeo rápidamente mientras doy un par de pasos hacia atrás anonadada por lo que acabo de ver.
¿Qué fue eso?
Noto como todo empieza a dar vueltas con rapidez a mi alrededor y una sensación amarga escala por mi esófago exigiendo que lo expulse lo más pronto posible.
―¿Qué tienes Iveth? ―su mano toca la mía, sin embargo, la alejo de inmediato como si su tacto me hiriera.
Observo el rifle entre mi mano y el temor en su estado puro se apodera de mí. Alzo la vista notando como todos comienzan a acercarse y rodearme, sus miradas se clavan por todo mi cuerpo y sus murmullos taladran mis oídos obligándome a cubrirlos con fuerza.
Mis rodillas ya no soportan mi peso haciéndome caer sobre el suelo mientras que el oxígeno escapa de mis pulmones dejándome al borde de la asfixia.
Susurros aparecen.
¿De dónde vienen?
―Iveth...
―Iremos por ti.
―Estamos contigo.
―Iveth... regresa a nosotros.
―Sabes que lo deseas...
―¡No! ―grito con todas mis fuerzas mientras trato de callar todas las voces que inundad mi ser.
Sus voces se intensificas y figuras irreconocibles aparecen en mi mente.
¿Qué son?
Tengo miedo.
Abro los ojos aterrada, en busca de ayuda, pero mi mirada choca específicamente con el rostro rojizo y empapado de Lineth gracias a las lágrimas.
Intento acercarme a ella, sin embargo, mi cuerpo se desploma y luego...
Todo se volvió blanco.
―Cariño ¿te has portado bien? ―esa voz...― ¿ya hiciste tus deberes?
No puedo ver su rostro ¿dónde estoy? ¿quién es?
―No mami ―respondo inocente. ¿Por qué mi voz es tan aniñada? ¿qué es esto? ― pero mira, mira, hice esto para ti ¿te gusta? ―le extiendo un papel en blanco ¿en qué momento lo tomé?
―Oh cariño ¡Esto es hermoso! ¿Desde cuándo pintas así? ¿Lo hiciste solita? ―se siente cálida esta sensación.
Empiezo a asentir orgullosa, puedo sentir como una gran sonrisa se encuentra posada sobre mis labios.
―Solita con mis manitas ―alzo mis manos, sé que lo hago, pero en frente de mí no hay nada, a penas noto el torso de una mujer quien viste un vestido tan celeste como un mar de aguas cristalinas, es hermoso.
Veo como unas piernas cubiertas con un pantalón marrón se hacen presentes. Los latidos dentro de mi pecho se aceleran, y unas ganas de correr y abrazar esa figura me inundan.
―¿Cómo están las mujeres más hermosas de este planeta? ―ese hombre...
Sin dudar un segundo más empiezo a correr hacia él con mis brazos alzados y al llegar a su posición él me carga, logrando que iguale su altura.
Él no tiene rostro tampoco, sin embargo, podría jurar que me está sonriendo.
―Amor, mira esto ―la mujer se acerca y muestra el papel que le entregué― lo hizo ella ―su mano cálida se posa sobre mi mejilla y comienza a acariciarla con su pulgar.
Esto se siente bien.
Es hermoso... ¡Yo sabía que mi hija era especial! ¡Mira este talento! ―la sensación de sus labios se siente sobre mi frente. Un casto beso lleno de ternura― Las mejores artistas del mundo se encuentran aquí, conmigo, no saben lo afortunado que me siento de tenerlas en mi vida ―su brazo se posa sobre los hombros de la mujer acercándola más a nosotros.
―Quiero ser como mamá, ella es la mejor ―¿mamá?― pero también quiero ser como papi, soy una niña muy seria y puedo ser una jefa ¿cierto mami? ―¿por qué estoy diciendo estas cosas?.
Risas, risas provenientes de ellos es lo que inunda el lugar, risas sin pizca de burla.
―Serás grande en el futuro mi niña ―ella posa sus labios sobre mi mejilla― no sabes lo feliz que me haces Iveth...
―Te amo Iveth.
Iveth.
Iveth..
Iveth ...
―¿Iveth? ¡¿Iveth?! ―abro los ojos lentamente topándome con la mirada fija de Ricky ¿qué hace aquí?― Por el amor de Dios, al fin te despiertas ―¿al fin me despierto? ¿qué pasó?
Frunzo el ceño antes de comenzar a ver todo a mi alrededor. No conozco nada, no sé qué sitio es este, pero es completamente blanco y... hace mucho frío
Estoy a punto de preguntar en dónde estamos, pero algo hace click en mi cabeza logrando que me alarme de inmediato.
―¡¿Y Lineth?! ―pregunto exaltada antes de sentarme de golpe y mirar hacia todas direcciones. El miedo me invade al no poder ubicarme. Mi piel se eriza mientras que mi cuello se tensa y un nudo se forma en mi garganta. ¿Dónde está la niña?
―Hey, hey, cálmate ―toma mis hombros obligándome a acostarme una vez más― la niña está con sus padres, la vinieron a buscar hace una hora ―un suspiro de alivio deja mis labios, pero ahora es la confusión que se hace presente.
―¿Cómo que una hora? Sus padres terminan de trabajar a las 7, no me digas que estuve tantas horas... ―¿tantas horas qué? ¿qué hago aquí? ¿cómo llegué a este sitio?
―¿Inconsciente? Sí, estuviste seis horas sin mostrar señales de vida ―veo como empieza a masajear sus ojos con fuerza― estamos en el hospital, el doctor dijo que estabas deshidratada y que tuviste un ataque de pánico por lo que contaron los que vieron todo lo que te pasó. Dijo que estarías bien y podríamos irnos luego de que despertaras y te chequearan ―¿qué mierda? No estoy entendiendo nada ¿qué se supone que me pasó?― ¿te siente bien linda? ¿te duele algo? ―desliza su dedo sobre mi pómulo con delicadeza― no me gusta ver tu rostro marcado con lágrimas ―su expresión se ve afligida ¿tan preocupado está por mí? Pero ¿ataque de pánico? ¿lagrimas? No recuerdo nada de eso.
―No me duele nada y no entiendo a lo que te refieres ¿qué se supone que me pasó? ―frunzo el ceño sumida en la confusión.
Él imita mi gesto mientras se siente erguido alejando su mano de mi rostro.
―¿Segura que no te duele nada? ¿la cabeza? ―pregunta dudoso― tal vez cuando caíste al suelo te golpeaste fuerte. Déjame llamar al doctor ―lo veo ponerse de pie y salir sin siquiera permitirme pronunciar algo.
¿Qué caída?
No entiendo qué pudo pasar para que tuviera que llegar a este punto, sólo recuerdo que estaba hablando con Lineth sobre el dinero de los dibujos... ¿y luego qué? ¿por qué no recuerdo nada más?
―Que estúpida soy ―golpeo mi rostro con frustración. Le arruiné por completo el día a la niña otra vez, no me sorprendería que se molestara conmigo de verdad. Y sus padres seguramente han de estar furiosos conmigo
Me siento mucho peor que antes.
...
―¿Dónde dormirás? ―pregunto entre sus brazos antes de que me acueste sobre la cama.
―En la habitación de invitados ―acaricia mi cabeza antes de darme la espalda.
―¿Por qué no dormiré en esa habitación? ―me cubro con la sabana hasta la altura de mis labios.
―Debe estar llena de polvo, eso puede hacerte daño.
―Y si está en malas condiciones ¿Por qué dormirás allí?
―No te preocupes por eso, lo importante es que tú estés cómoda.
―Quédate aquí Ricardo ―palmeo a mi lado― la cama es lo suficientemente grande.
Voltea lentamente y centra su vista en el espacio que palmee segundos atrás. Tiene una expresión como si le hubiera preguntado el nombre de la bacteria más pequeña del universo.
―No es correcto que un hombre y una mujer duerman juntos sin estar casados ―me mira decidido― Yo te respeto Iveth.
Una sonrisa no se inmuta en escapar de mis labios.
―No tendremos sexo o algo por el estilo ―ante la frase su rostro adquiere un tono carmesí ligero― además dudo que una mujer como yo merezca ese respeto que dices. Esa ley ha de ir para chicas puras o más...
―No digas eso ―interrumpe― he conocido a muchas mujeres que no han pasado ni la cuarta parte de lo que viviste tú y son la escoria más grande que pueda existir, así que, por favor, no te difames de esa manera ―se acerca y se sienta mi lado― ¿no fuiste tú la que me dijiste que todas son mujeres y merecen ser tratadas bien? ¿cómo quieres conseguir eso si te insultas a ti misma? ―me regala una pequeña sonrisa.
Me reincorporo despacio quedando así, más cerca de él.
―Eres raro ―alzo mi mano hacia su cabello y enrollo un mechón sobre mi dedo― y puro.
Mis palabras logran que su rostro se vuelva aún más carmesí que antes. Es muy tierno.
―Puedo quedarme aquí hasta que te duermas si te parece bien ―toma mi mano y la deja sobre mi muslo, pero no aparta la suya.
―Bien, peor es nada ―bromeo antes de acostarme y cubrirme otra vez con la sabana.
Veo como se sienta sobre el suelo a mi lado y afirma su cabeza contra la pared.
En el hospital dijeron que necesitaba reposo y tranquilidad, que me alejara de cualquier factor estresante que podría desencadenarme a otra crisis como aquella. También me remitieron a un psicólogo ya que físicamente estoy en perfectas condiciones, no obstante, a mi "amnesia" no le encontraban explicación.
Aún no recuerdo nada y la historia que me contó Ricardo sobre lo ocurrido me deja más dudas que otra cosa, sin embargo, no pienso mucho en ello ya que podría tener una crisis otra vez según Ricky.
Cuando me dieron de alta, para no dejarme sola él se ofreció a cuidarme esta noche y que podía pedirle lo que sea que necesitara. Eso me tranquilizó demasiado porque en el fondo siento algo de temor hacia la soledad, como si esta fuese capaz de materializarse y asesinarme no sin antes pasar por una larga tortura.
Y eso es nuevo.
―Sabes, estoy feliz de que estés aquí, tenerte otra vez a mi lado, que estés bien, no lo sé, me hace sentir de cierta manera completo ―cierro los ojos despacio ante su pasiva voz― Me preocupé demasiado cuando la niña me llamó, creí que iba a morir si no te veía otra vez, me diste un gran susto Iveth ―sólo imaginar que los preocupé y aún no recordar lo que pasó en concreto me hace sentir muy mal― no sabes cuánto deseo cuidarte, que me permitas estar a tu lado protegiéndote de cualquier cosa que te quiera hacer mal. Escucharte cuando estés confundida, ser una clase de guía ―suspira― Creo que estoy sonando muy egoísta ¿no? ―sí... eso que dices es ridículo, yo no necesito la ayuda de nadie, yo me sé cuidar bien sola.
Jordan.
Morgan.
Andy...
¿Por qué vienen a mi mente justo ahora?
Aprieto la sabana entre mis manos con fuerzas. Yo... no sé lo que necesito, lo que me haría feliz, no sé nada.
―¿Me guiarías en todo? ¿aclararías mis dudas? ―pregunto en un susurro.
―Nada me haría más feliz que eso ―responde― estando juntos podría cuidarte de absolutamente todo, todos.
"Yo te ayudaré" "yo te protegeré" "ven". Siempre que creo en esas cosas todo acaba mal, no quiero terminar mal una vez más, yo quiero estar tranquila, vivir bien...
―¿Seguro?
―Sí.
―Entonces... ―esta es una decisión obvia, es beneficiosa en todos los sentidos ¿cierto? En aquel lugar estoy sola, desamparada. Con él... todo será distinto ¿no?― guíame ―debo avanzar, es por mi bien, es lo que necesito, él es paz― trabajaré contigo ―aunque no lo haya mencionado sé que esto es lo que quiere, debe beneficiarse de algo ¿no? Una persona no ayuda por ayudar, es un favor por otro― seré una de tus bailarinas.
Esta no es una mala decisión, Ricky es diferente.
Amy:
La albina observaba con desconfianza al joven castaño. Después de ese abrazo él sólo pidió que lo acompañara y ella aceptó sin dudarlo. Temía que si se negaba algún tipo de sospecha se alzaría con ella. Estaba paranoica con el asunto.
Aunque el caso ya estaba cerrado.
Se encontraban en un parque, sentados uno al lado del otro frente a unos árboles. El lugar estaba todo húmedo, pero por suerte la lluvia ya había cesado.
―Me dijeron que te hiciste muy buena amiga de mi hermana ―juega con sus manos― y que fuiste la última en verla con vida ¿Qué fue lo que pasó? ―la mira con ojos cristalizados― ¿te dijo por qué lo hizo?
El desinterés volvió a reinar dentro de Amy. Lo que menos deseaba era volver a esa chica el centro de atención. Estaba asqueada del tema.
―Ella me llamó ―empieza a relatar lo mismo que le dijo a la policía― su voz se escuchaba algo extraña así que me alarmó un poco ya que jamás había utilizado ese tono conmigo ―una lagrima escapa por su mejilla― cuando llegué a su habitación entré, había dejado la puerta abierta y cuando la vi tenía cortada su muñeca. Intenté dialogar con ella, pero- ―cubre sus labios como si intentara apaciguar un jadeo. Matías no paraba de llorar, mientras que negaba una y otra vez― Cuando vi ya estaba en el balcón, me dijo que amaba a su familia, pero que ya no podía más ―mira de reojo como el chico apoya su cabeza sobre sus manos― y fue todo rápido, de un momento a otro ya no estaba allí parada, quedé paralizada ―llora con más fuerza― Yo... yo debí hacer algo, no lo sé ―cubre su rostro con sus manos― esto fue mi culpa, fue mi total culpa ―voltea los ojos aprovechando que él no la está viendo.
―¡No digas eso! ―el joven se acerca a ella tomando sus manos― fue culpa de nosotros por no presionarla lo suficiente para que recibiera ayuda.
―¿Ayuda? ―pregunta fingiendo ignorancia.
Él asiente decaído.
―Tenía tendencias suicidas, desde los 17 ―aprieta sus labios― varias veces la vi atentando con su vida, pero al darme cuenta que nunca se lastimaba de verdad no hice nada y lo pasé por alto, es mi culpa ―baja la cabeza derrotado― mi querida hermana...
El joven siguió lamentándose mientras que ella se limitaba a acariciar su mano y seguir con su actuación comprensiva y arrepentida.
Si hubiese sabido que todo se tornaría tan pesado se habría ido con los demás o sencillamente hubiera faltado a dicho entierro. Total, podría haber ido en otra ocasión y "despedirse" con mayor calma.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top