07

Buenas noches señor Román ―saludo con cautela mientras enrollo un mechón de mi cabello en mi dedo― Sé que es un poco tarde para llamarlo y que lo estoy interrumpiendo, pero es por una buena causa ―muerdo mi labio inferior con fuerza, nunca me había sentido tan nerviosa al hablar con él.

―¿A qué hora piensas llegar esta vez? ―pregunta seco.

Maldita sea, me choca cuando me trata de esa manera, pero lo necesito así que debo controlar mi lengua.

―¿A la 1? ―respondo dudosa. ¿A qué hora esa niña entra a la escuela? Mierda, no lo pregunté.

―Bien, pero pasado mañana deberás madrugar y abrir la cafetería ―río un poco gracias al sofocante estrés.

―Sí... es que no podré trabajar más por las mañanas señor ―mierda, mierda, si me despide me jodí. Entiendo que ya no me agrade trabajar allí, pero no soy estúpida, me pagan bien y son flexibles con los horarios, no puedo tirar eso a la basura.

Silencio...

No tener respuesta me inquieta mucho más― Es que... ―muerdo mi pulgar en busca de una excusa creíble― volví a estudiar y las clases son por las mañanas. Entonces no puedo trabajar por las mañanas, porque las clases son en la mañana porque así lo estipula el instituto y así debe ser, porque no hay en la tarde ya que no hay cupos, por-

―Bien, bien, ya entendí. Pero tendrás que trabajar hasta las 9:00pm diario ―pero debo llevar a la niña para su casa ¿a las 7...? No lo sé, pero estoy segura que chocarán los horarios― si no necesitas otra cosa adiós. Y felicidades por tu regreso a los estudios ―cuelga sin más dejándome con el Jesús en la boca.

Maldita sea, maldita vida.

¿Qué hago ahora?

¿En serio? ¿Estudiar? ¿Y si me pide algún documento para comprobarlo? ¿Cómo me creyó si ya el tiempo de las inscripciones pasó?

Vaya mierda. Iveth, debes pensar y organizarte, los impulsos son malos.

Camino hacia mi mesita de noche y saco tres cigarrillos. Guardo dos en mi bolsillo y uno me lo llevo a los labios mordiéndolo en el proceso.

―Maldita sea ¿cómo me voy a hacer cargo de una niña? ―salgo de la casa y me lanzo sobre el césped sin analizar en el grupo de chicos que van pasando en frente de mi casa.

―¿Qué podría hacer? ¿Y si les digo que simplemente no puedo? ―el rostro golpeado de Lineth viene a mi cabeza haciéndome negar― Mierda, si sus padres no fueran tan estúpidos esto no estaría pasando ―mastico el cigarrillo por completo y luego lo escupo ante el mal sabor.

¿Y si no les abro mañana cuando vengan? ¿Si les cobro? aunque sea un poco ¿Si pierdo mi trabajo? ¿Si ella se hace daño aquí?

―¡Coño! ―golpeo con fuerza mi cabeza con mis puños una y otra vez.

Creí que al salir se me iban a aclarar las ideas, pero sinceramente sólo sirvió para hacer creer a los vecinos que tengo algún problema mental.

Si yo no hubiese dicho que no tenía familia esto no se habría complicado tanto, podría haber dicho que era mi prima.

Odio mentir, odio hacerlo cuando son para cosas serias. "Voy a estudiar" eso tiene todo para fracasar, pero... ¿qué le diría? ¿Qué cuidaré a una niña que me encontré en la calle?

No era tan mala idea ahora que lo pienso...

¿Por qué me compliqué tanto?

¿Qué puedo hacer ahora?

Pensemos. Supongamos que ella entra a estudiar al medio día, bien, allí no tengo problemas ¿pero a qué hora sale? ¿5 o 6? Total, eso es irrelevante, la pregunta es ¿cómo la buscaría y llevaría a su casa si estaré trabajando? ¿dónde ella estudia? ¿y si es muy lejos?

¿Por qué no pregunté nada?

Suspiro pesadamente mientras cierro los ojos en busca de mi anhelada paz mental.

Ya mañana veré qué hago.

Me pongo de pie y comienzo a caminar hacia el interior de mi casa con la esperanza de que todo sea solucionado por sí solo, cosa que sé que es imposible.

Solita me encargo de volver mi vida caótica.

...

El timbre sonó un par de veces retumbando por toda la casa logrando que mi mal humor se intensificara como por arte de magia.

Un fuerte dolor de cabeza se hizo presente gracias a la resaca que cargo encima mientras que unas ganas de vomitar invadieron mi esófago trayendo consigo esa sensación de ardor y picor.

Pero no todo es malo. Al menos no tuve pesadillas y me levanté temprano, punto para mi horario mental.

Camino hacia la puerta a pasos lentos y con mi mejor expresión de "jódete" le doy la bienvenida a mis visitantes.

Noto como la mujer de inmediato analiza con descaro los harapos que traigo como ropa mientras que yo intento reprimir mis ganas de mandarla a la mierda por estar viéndome así.

―¡Iveeeeeeeth! ―chilla la pequeña mientras me abraza con fuerzas y gracias a su vocecita sentí una fuerte punzada por toda la cabeza.

Esta situación no me tiene para nada feliz.

―¿Dónde estudia? ¿cuándo entra y sale? ¿es alérgica a algo? ¿está bañada? ¿debo ayudarla con sus tareas? ―inquiero mientras veo como un par de niños pasan corriendo por el medio de la calle. Si los atropella un carro sería curioso ¿quién ganaría la demanda?

Primero que todo, buenos días ―volteo los ojos con fastidia― Estudia en la escuela Reynaldo Ochoa, entra a las 12:30 y sale a las 6:00 ―¿dónde queda esa escuela ahora?― no es alérgica a nada, pero no le des muchos dulces por favor ―como si pensara gastar mi dinero en esas porquerías― todos los días la traeré bañada y desayunada, no te preocupes por eso ―un problema menos gracias a Dios― sí debes ayudarla con sus tareas. Casi siempre cuando llegamos a casa ella se va a dormir, así que no tiene tiempo ―mierda... espero que no sea cabeza dura, mi paciencia es demasiado limitada.

―Ya veo... ―rasco mi ceja mientras analizo qué mierda hacer con su horario― emm... ¿puede irla a buscar a la cafetería? Es que mi turno empieza en la tarde y termina a las 9 ―al parecer no soy tan estúpida como creí, aún puedo razonar.

La mujer frunce un poco el ceño y vuelve a analizar con descaro mi apariencia. Esa tipa se está ganando que le rompa esos labios mal pintados de un sólo puñetazo― ¿No hay problema con tus superiores? ―veo como Lineth empieza a correr por todo el lugar para luego entrar a mi habitación. Al parecer nunca le enseñaron respeto a la propiedad privada.

―Sólo estará una hora allí, me imagino que se portará bien. Mientras no forme un alboroto no hay problema ―espero que no sea un problema.

Me vuelve a mirar despectiva, pero esta vez centra su vista en mi cabello y voltea los ojos después de unos segundos logrando que frunza el ceño ante su actitud.

―Cuídala como si fuera tu hija por favor. Ella aprende rápido así que si tienes alguna maña... ―mira mi aspecto― Dios, no sé cómo puedo dejar a mi niña con una chica así ―susurra para sí misma, pero para su jodida mala suerte la logré escuchar a la perfección.

―¿Mañas? Pues si no le parece tome a su hija y llévesela, pero eso sí, si me doy cuenta que la dejó sola otra vez le tiro a una trabajadora social. Usted no va a venir a mi casa a mirarme como si fuera una basura cuando claramente la que está falta de ovarios para mantener un hogar sano es usted ―digo entre dientes mientras me acerco a ella― la cuidaré mejor que usted, eso téngalo por seguro. ¡Ahora váyase! ―cierro la puerta de un tirón provocando un escándalo tortuoso para mi cerebro maltratado.

¿Qué le pasa? No ha nacido quién me venga a humillar, y de esa manera menos. Necesita de mí y me muerde la mano, mujer imbécil, ojalá la pudiera tomar del cabello y...

―¿Ya se fue mi mami? ―pregunta Lineth a mis espaldas. Me volteo de mala manera dispuesta a responderle, pero el terror me invade cuando veo lo que tiene en su mano.

―¡¿Qué haces con eso?! ―grito antes de correr hacia ella y arrebatarle dos cigarrillos― ¡¿Por qué los tomaste?! ―veo como sus ojos se cristalizan ante mi grito. Un extraño vacío se posa en mi estómago por la escena, pero lo ignoro― No vayas a llorar, es tu culpa por meterte en mi cuarto sin permiso y tomar lo que no es tuyo ―camino hasta la cocina y boto mi amada nicotina― ¿te gustaría que entrara en tu habitación y rompiera todos tus dibujos? ―niega con sus ojitos muy abiertos― ¿Entonces? No hagas lo que no quieres que te hagan ―camino hasta su posición y despeino su cabello― no tomes nada sin mi permiso otra vez, si lo vuelves a hacer no te cuidaré más.

Lineth asiente con clara expresión de culpa mientras hace un pequeño puchero.

Creo que debo guardar mis cigarrillos en un lugar más discreto, una niña no debe tener acceso a ello. Creo que también debería comprar menos alcohol, no vaya a ser que busque algo en la nevera y tome una.

Esto es ridículo.

―Ivi tengo que hacer tarea ―jala mi suéter con delicadeza― ¿Me ayudas?

Siento como un pinchazo se hace presente en mis sienes agudizando cada vez más su intensidad. Mis ojos se cierran en un intento de calmar mi buscado sufrimiento en vano, esto me jodera un buen rato.

―¿Tarea de qué? ―aparto su mano de mi ropa y le doy la espalda para caminar hacia la cocina. Quizás la leche ayude un poco.

―Es un álbum ―escucho como abre el cierre de lo que supongo es su mochila― traje mis hojas, colores y regla. Sólo me falta la información ―Asiento mientras bebo el líquido blanco.

Un álbum no es complicado, recuerdo haber hecho muchos y de todo tipo. En dos horas habremos terminado.

―Busca el libro pues ―Camino hacia su dirección. La pequeña me mira con el ceño fruncido mientras que deja unas hojas blancas sobre la mesita― ¿Qué?

―¿Un libro? ―Ladea la cabeza― Eso no está en los libros. Hay que buscarlo en internet.

¿Internet? Es ridículo, ¿cómo no va a estar en los libros? ¿qué clase de escuela es esa?

―En los libros hay de todo. Supongo que te compraré alguno sobre ese tema, no te preocupes ―suspiro mientras masajeo mis ojos. Esto será largo.

―Pero el internet es mejor ¿no tienes un celular? ―Escucho su voz más cerca de lo normal. Abro los ojos encontrándomela prácticamente a 3 centímetros de mi cara con sus ojos bien abiertos.

―No te acerques así, eso no es normal ―Coloco mi dedo en medio de su frente echándola hacia atrás― y no tengo celular, esas cosas no me llaman la atención.

¿Qué haría con eso? ¿Pasarme viendo todo el día imágenes estúpidas como Morgan? No gracias, yo sí aprecio mi entorno.

―Pero entonces tendrías que comprarme muchos libros y figuras, los libros son caros, por eso yo no tengo ―¿tienen para internet pero no para los libros? Vaya sentido es ese.

Supongo que un celular le durará más tiempo ya que total, el otro año cambian de libros. Pero una niña de 8 años no debe tener un celular, además yo no sé usar uno ¿y si se daña el mismo día?

―Vamos a comprar tus libros ―musito decidida― los de todas tus materias ¿sabes cuáles son no?

La pequeña asiente no sin antes suspirar derrotada. Es una vaga, pensaba que le iba a dar todo fácil, se jode ahora.

...

Pasaron alrededor de 45 minutos y ya nos encontramos en el centro comercial. La pequeña toma el bolsillo de mi pantalón mientras que yo hago un esfuerzo sobrehumano para calmar mis ganas de gritarles a todos que se callen.

La idea del celular no parece tan mala, con uno me habría ahorrado esta estúpida salida.

―Ivi tengo hambre ―Tira de mi suéter en busca de mi atención― No desayuné ―Frunce los labios dejando que el inferior sobresalga más. Es una manipuladora, su madre me dijo bien claro que ya había desayunado.

―En la casa comes, vamos por los libros y nos largamos ―Camino con mayor rapidez tratando de no regañarla más― no quiero hacer filas innecesarias.

La pequeña se cruza de brazos y no vuelve a emitir palabra.

Esto fue una mala idea, muy mala idea.

Cierro los ojos y exhalo todo lo que poseen mis pulmones. Esto es demasiado para mí, una niña es algo que no quiero manejar.

Es muy duro...

Al llegar a la librería ella corre a la sección de escolares dejándome atrás. Observo como al lado de la puerta hay unas sillas así que me siento en estas, desde mi posición puedo ver a Lineth escogiendo diferentes libros y otras cosas.

Si dejase de cuidarla ¿qué pasaría? ¿Me odiaría? ¿Sus padres la abandonarían aun más? ¿Si termina como yo? No, no puedo permitir eso, sólo debo aprender a sobrellevarla, además no ha pasado ni un día, la adaptación lleva tiempo.

―¿Iveth? ―Una voz masculina me saca de mis pensamientos, sin analizar en nada muevo mis ojos hacia su dirección haciendo que el asombro me invada.

―¿Ricky? ―Me pongo de pie de inmediato evaluando todo su aspecto y dándome cuenta que efectivamente es quien creo que es― ¡Ricky! ―Salto hacía él abrazándolo con fervor, él no se cohíbe y me regresa el gesto con la misma energía.

―Creí que no te volvería a ver... ―Susurra antes de separarse― pensé que habías muerto ―toca mi cabello con cuidado― estás hermosa Iveth y muy... cambiada ―me mira de arriba abajo para luego sonreírme y volver a abrazarme.

Tiene razón, me veo muy diferente.

Me separo para verlo directamente a los ojos― Tan exagerado como siempre... ―sonrío nerviosa. Él tiene razón, las posibilidades de mi muerte eran altas.

Niega con algo de enfado en su expresión― Fue una misión suicida Iveth, estuve meses buscándote en vano ¿por qué no me esperaste donde acordamos? ―se cruza de brazos en clara señal de molestia dramática.

―Pasaron un par de cosas...

―¡Ivi ya tengo todo! ―Grita Lineth antes de llegar a mi posición― ¿eres su novio? ―Pregunta a Ricky con descaro, igual a su madre de imprudente.

Este me mira con el ceño fruncido lo cual me hace reír.

―Soy su niñera ―coloco mi mano sobre la cabeza de la niña― ahora soy una mujer de bien ―sonrío de medio lado.

Me mira sorprendido, muy sorprendido.

―No soy su novio, somos amigos ―se agacha al nivel de la pequeña― ¿En serio te cuida? ¿Te trata bien?

Me siento ofendida y el parece notarlo ya que sonríe burlesco.

―Me está matando de hambre... ―alarga la "e" para luego hacer un puchero― no me alimenta.

Ricky me observa divertido mientras se vuelve a poner de pie.

―Por eso vamos a pagar e ir a la casa a desayunar ―despeino a la mentirosa para que se calle. Estas escenas no me agradan.

Veo como Ricky saca su celular y me lo extiende, mostrándome algo parecido a un teclado― Tenemos mucho por hablar, veámonos algún día para ponernos al corriente ―Señala a la pequeña con los ojos dándome a entender que no es una conversación para niños― Dame tu número.

Ladeo el rostro ante eso último ya que no comprendo a lo que se refiere.

―¿Dame el tuyo? ―Él sin meditar ni un poco me dice un total de 8 números y yo los memorizo sin problema alguno.

―Entonces hablamos después, tengo unos asuntos que arreglar ―Me abraza nuevamente y susurra― espero que no me dejes esperando otra vez, confío en tu memoria ―Al separarse despeina el cabello de la pequeña― chao niña ―sacude su mano y desaparece de nuestro campo de visión.

Él está furioso, puedo sentirlo.

Volteo hacia mi acompañante― ¿Qué hago para tener un número Lineth? ―La niña frunce el ceño.

―¿Comprar un celular?

Abro los ojos sorprendida― ¿un celular como el de él? Pero no tiene botones ¿cómo sirve? ―Lineth me mira asombrada y comienza a explicarme mientras caminamos para pagar los libros y luego nos dirigimos hacia nuestro siguiente destino.

―¿Cómo sabes tanto de celulares? Eres una bebé aún ―tomo un celular del estante de la tienda electrónica, es muy grande para mi gusto.

―No sé, mi papá ha tenido muchos así que sé usarlos para ver cómicas, pero también para jugar ―Me señala un celular morado― Mira, ese color es muy bonito ―Cuando me acerco me doy cuenta que cuesta como 10 salarios con todo y horas extras.

―Estás loca.

Después de comprar un celular que me recomendó una muchacha que trabajaba allí nos regresamos a la casa y empezamos a hacer sus tareas mientras que a la vez intentaba entender las funciones del aparato.

Siento como si me estuviera corrompiéndome.

Amy:

―¿Sabes? No es fácil y a veces creo que volveré a caer ―expresa Julia mientras lleva una taza de té hacia sus labios― he querido ir a un psicólogo y mi familia me apoya con eso, pero siempre que estoy decidida a hacerlo una voz dentro de mí me dice que estoy bien y que no hay necesidad de ir ¿me explico? La idea de que es una pérdida de tiempo me invade por completo.

Amy asiente.

―Me parece acertado que no vayas, lo más probable es que te receten medicamentos que te harán permanecer adormilada la mayor parte del tiempo. Como un zombie ―muerde su lengua con fuerza. Tenía que tocar el tema con calma, esa conversación podría serle de mucha ayuda.

―¿En serio? Yo pensé que me iban a tratar con algunos ejercicios o terapia.

―Para nada, la depresión no tiene cura. Sólo te dan medicamentos para que olvides tu mísera realidad ―una sonrisa aparece sobre sus labios cuando nota la mirada decaída de su acompañante― ¿te has intentado suicidar?

El rostro de Julia se tiñe de carmesí, apenada.

―Algunas veces, pero siempre me arrepentía y cancelaba la idea. Me imaginaba cómo se iban a sentir mis hermanos y padres ―muerde su labio inferior― creo que si no fuera por ellos hace rato habría dejado este plano terrenal. A veces siento algo de envidia de mis hermanos o me siento excluida, pero aun así soy consciente de que mi ausencia los afectaría demasiado...

"Interesante" pensó la albina al escuchar esa pequeña confesión.

Estira su mano y la coloca sobre la de Julia. Para la albina ese gesto le ocasionaba una clase de furia mezclada con asco, en cambio, para la castaña era el acto de mayor gentileza y apoyo que había recibido en semanas.

―Yo estaré para cuidarte cuando lo necesites ―sonríe― para eso estamos las amigas ¿no es así? ―aprieta su agarre conteniéndose para no clavar sus uñas en aquella piel amarillenta.

―Me alegra mucho que seamos amigas Amy. Eres muy buena persona ―le regala una tierna sonrisa de boca cerrada. 

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