06
Maldigo con toda mi alma lo acontecido. Odio haber visto a esa niña, odio haber pasado por ese parque, odio haber salido de mi casa.
Lo odio todo.
Fue meter el dedo en una herida que se encuentra abierta aún, fue echar ácido en lo que trataba de cicatrizar para simplemente dejar todo peor, quemado, expuesto a cualquier bacteria.
La pesadilla que tuve anoche fue la peor de todas, fue la peor porque fue una cruda realidad que habría deseado no vivir nunca. Porque sí, lo que me pasó en ese maldito pueblo fue peor que haber sido una jodida prostituta por años. Simplemente recordar a sus habitantes me da mareos, escuchar su nombre astilla mi pecho.
Es horrible.
Desearía no haber nacido o al menos que me hubieran dado en adopción. Para darme una vida así era mejor que se hubiesen escapado de la manera fácil.
No me querían, era así de simple.
Maldita sea.
―Hey... ¿Eres sorda? ―siento como toca mi brazo provocando que lo aparte de inmediato, su tacto me asquea― Uy que delicada ―hace un gesto con la mano muy afeminada, como si mínimo fuera una princesa, lo cual logra hacer que mi humor empeore aún más.
―Cállate maldita zorra hipócrita ―musito entre dientes lo suficientemente alto como para que me escuche con completa claridad.
Su rostro me muestra aquella expresión de asco que jamás imaginé ver en ella, como si conmigo mostrara sus verdaderas garras y le valiera un pepino hacerme sentir una mierda. Por suerte nunca la tomé enserio, de lo contrario ya estaría deprimida.
―¿Perdón? Discúlpate, tú no eres nadie como para tener el derecho de insultarme así ―comenta con total cordialidad fingida, puedo notar gracias a sus puños apretados que mi sola presencia logra colmar su paciencia.
―Al menos no soy una jodida doble cara que necesita quedar bien ante todos para sentirse satisfecha consigo misma. Yo sí tengo algo llamado autoestima y gracias a eso tengo derecho a decirte tus verdades querida ―sonrío arrogante. Morgan está a punto de contratacar, pero una voz nos saca a ambas de la interesante plática.
―Buen día Momo ―veo como la mencionada sonríe ante la dulce voz a mis espaldas― Hola Iveth ―me giro de inmediato chocando mi mirada con la suya. Tan alto como siempre, tan bien vestido, su típica barba se encuentra igual, sus ojos ya no me muestran ese sentimiento de... decepción, pero aún hay algo extraño en ellos.
Me hace sentir rara.
―¡Jojo! ―chilla Morgan antes de correr hacia él y abrazarlo― pensé que estarías ocupado hoy ―musita con voz irritante ¿Por qué no vendría hoy? Sus exámenes ya terminaron según mis cálculos ¿o estará haciendo otra cosa? Me estresa no saber lo que ha estado haciendo.
Jordan despega sus ojos de mí y los centra en la hipócrita hiperactiva de su amiga― Recuerda que te dije que ya se acabó el semestre ―le sonríe con ternura, acción que me hace voltear los ojos fastidiada― tengo unos días libres Momo ―"Momo" puras ridiculeces, como si mínimo se conocieran desde pequeños para haberse bautizado con apodos tan estúpidos ¿no se dan cuenta de lo ridículos que se ven? Ya son adultos.
Volteo los ojos una vez más antes de caminar hacia los vestidores dispuesta a largarme. Estoy agradecida con que haya llegado el final de mi turno, ya que me siento harta de estar en este sitio y su gente no se queda atrás, todos me molestan.
Estoy segura que si tuviera una oportunidad laboral en otra parte me largaría de inmediato. Pero sé que eso no pasará, y tampoco puedo irme de aventurera y dejar mi trabajo para buscar otro, me iría horrible. Además, no puedo dejarme llevar por impulsos, las cuentas no se pagarán solas y tampoco deseo volver a eso para vivir, la casa de mi abuela merece respeto, no puede mantenerse con dinero sucio.
Y no quiero volver a eso.
Antes de entrar al vestidor le lanzo una última mirada a Jordan, la cual no es correspondida ya que se encuentra de espaldas hablando con su hermosa mejor amiga.
Al menos ella sí lo quiere a él de verdad, no soportaría saber que lo trata con hipocresía también, ya eso sería demasiado y yo tengo ciertos límites que no deben cruzarse.
Abro el casillero de un tirón y saco mi ropa de la mala manera lanzándola sobre una silla con enojo.
Hoy estoy peor que nunca y todos conspiran para hacerme enojar, es como si el puto día se encontrara embrujado para mí.
―¡Malditos sean! ―golpeo el casillero con mi mano ocasionando un ruido que termina en un ligero eco.
Veo como mi mano se enrojeció casi al instante mientras que siento a la vez como una liberación escapa de mi pecho haciéndome sentir algo mejor.
Esta vez estampo mi frente contra el objeto con algo de fuerza, pero sin exagerar. El choque me hace soltar una maldición, y ese hormigueo molesto por toda mi cara se hace presente, pero es soportable.
Todo en esta jodida vida es soportable.
―¿Ahora así es como desquitas tu enojo? ―escucho una voz provenir desde muy cerca― sólo pasaron cinco semanas y ya tienes nuevas costumbres, me sorprendes ―siento como los latidos de mi corazón se aceleran al escucharlo cada vez más cerca― ¿ya no hablas?
Giro mi rostro hacia su dirección de manera lenta, dándome cuenta que está más cerca de lo que creí, esta vez regalándome un semblante endurecido, pero a la vez calmado.
Está aquí.
―¿Ahora me hablas? ―intento alzar una ceja sin éxito― pensé que me odiarías por el resto de tu vida ―me cruzo de brazos mientras detallo más a fondo su rostro.
Extrañaba que me hablara.
―Créeme que me planteé la idea de sacarte completamente de mi vida ―un vacío se apodera de mi estomago al oír eso, es inquietante― pero vi cosas... ―arrastra la "s" como si fuera una serpiente.
―¿Qué cosas? ―pregunto extrañada ¿qué pudo haber visto? Esto simplemente está logrando que mi tensión aumente, esto no debe ser bueno para la salud de nadie.
―Vi y escuché como rechazabas a esos hombres ―abro los parpados lo más que puedo ante la sorpresa― veía como luchabas, como tus palabras llegaban a entrecortarse mientras te negabas, vi como exhalabas con alivio cuando se iban y como bailabas cuando "nadie" te veía, vi todo Iveth ―sonríe en grande.
El shock inunda cada parte de mi ser al procesar sus palabras.
La... positividad con que dijo todo eso me provoca un nudo en la garganta. No puedo creer que se dio cuenta de todo eso, no puedo creer que me está diciendo esto, no puedo creer que yo logré hacer eso.
―¿Me acosaste? ―susurro avergonzada. Yo quería preguntarle cómo se dio cuenta de eso ¿por qué no puedo preguntar de manera normal?
Ladea un poco la cabeza mientras se rasca la nuca― técnicamente no. Llegaba temprano y alcanzaba a ver parte de tu turno antes que te fueras y lograba escuchar todo ya que la puerta está muy cerca de tu posición ―mira hacia el suelo apenado― y además te extrañaba... ―confiesa.
Unas ganas de correr por todo el lugar y gritarle que también lo extrañaba me invaden, pero en vez de hacer eso simplemente asiento compresiva.
―No hice eso por ti, quiero que lo sepas ―asiente.
―No importa si fue por mí o por ti, la cosa es que lo hiciste y me siento muy orgulloso de ti ―orgulloso de mí...
―Sí importa. Mi estabilidad emocional no depende de ti ni de nadie, sólo de mí, si cambio algo es por mí ―lo miro decidida― quiero... ―ser la mejor versión de mí para alumbrar a tu lado― quiero que me perdones por las horribles cosas que te dije ―las palabras empiezan a salir de mi boca sin permitirme analizar siquiera― quiero disculparme de frente. Soy consciente que dije cosas que nunca debí y no tengo excusas, el problema era yo ―lo veo intentar hablar, pero lo callo― quisiera que volvamos a lo de antes, pero no lo mismo. Que seamos amigos, hacer cosas de amigos normales. Dejaré mis insinuaciones constantes, lo prometo ―miro hacia el suelo― quiero que vayamos a ver conciertos o ir la piscina, ver películas. Jordan, yo no sé lo que hace un amigo, yo no sé qué hacen las personas cuando tienen cierta afinidad con alguien, no entiendo eso, y quisiera decirte el porqué, explicarte cada cosa, pero... necesito tiempo, tiempo para asimilarlo correctamente y explicarlo como se debe ―sé que puedo confiar en él― ¿me regalas otra oportunidad para ser tu amiga? ―alzo la vista hacia él una vez más. En esta ocasión sus ojos me indican sensibilidad, sorpresa, confusión ¿habré dicho algo mal? ¿cuál será mi expresión ahora mismo?
Lo veo dar un paso hacia mí estirando sus manos hacia mi rostro para acunar mis mejillas entre estas. Sus palmas son tan suaves, acolchadas, tibias.
Extrañaba esto mucho.
―Me siento tan orgulloso de ti cariño ―cierro los ojos al sentir su pulgar acariciar mi pómulo derecho― no sé lo que pasó durante este tiempo, pero estoy agradecido, estoy tan feliz de ver que te estás tomando tu vida enserio, es un gran paso linda ―besa mi mejilla con delicadeza― no sabes cuánto extrañé tener así, cerca, escuchar tu voz, ver tus lindos ojos que ahora se encuentran más brillosos que antes ―me mira con tanta ternura que me avergüenza, puedo jurar que mi rostro está completamente sonrojado de manera inocente... esto se siente incómodamente bien― esperaré ansioso para escuchar tu historia, conocer más lados de ti que desconozco, conocerte de verdad. Entiendo todo el cambio que haces, sé que no es por mí, es por ti misma y eso te vuelve una chica fuerte, de esas que no hay que dejar ir ―quiero tenerlo más cerca― yo también me equivoqué Iveth, no debí gritarte, debí escucharte y tratar de entenderte, perdóname por eso. Créeme que lo menos que deseo es ser alguien tóxico en tu vida, tú no lo mereces pequeña.
―Nadie lo merece... ―susurro.
Ríe un poco― Tienes razón ―yo he sido más tóxica Jordan― seamos amigos entonces. Disfrutemos de la compañía del otro, conozcámonos más y quién quita que en un futuro superemos esa etapa ―sonríe― me alegras Iveth, me haces tan feliz ―sonríe aún más, permitiéndome ver la delicada curvatura de sus labios en su máxima expresión. Es un idiota.
Me acerco a él y hago algo que no había hecho en años por mi cuenta, algo que me parece patético, pero que por esta vez puedo entender para qué es utilizado.
Un abrazo.
Lo abrazo con fuerzas.
Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura mientras mi cabeza reposa sobre su hombro. El olor a su colonia de vainilla me inunda invitándome a no despegarme de él por un largo tiempo, sólo quedarme aquí, dejando pasar los segundos, minutos, horas...
―Eres un estúpido ―susurro acercándolo aún más a mí.
―Y tú una tsundere ―refuerza más su agarre.
El día de hoy no es tan malo como pensé.
...
Es extraño como el humor de alguien puede cambiar por una persona, es como si las emociones controlaran nuestra manera de ver todo. Miro las cosas con más brillo, vibrante, divertido. Hasta el maldito sol no me parece molesto, es más, agradezco que le otorgue algo de color a mi pálida piel.
Esto se siente bien.
Arreglar cosas es tan satisfactorio que asusta, asusta perderlo, pero el perderlo está en mis manos y yo planeo hacer todo bien o intentar seguir con mi concepto del mundo que creo que es la manera más efectiva para tener una sana convivencia con todos.
No quiero ser más una chica tóxica.
Al encontrarme a casi tres casas de distancia de la mía me topo con algo o mejor dicho alguien que no creí ver justamente hoy y que se encuentra sentada tranquilamente sobre un escalón de mi entrada.
Lineth.
Creo que logró sentir la intensidad de mi mirada, ya que alzó la cabeza y una gran sonrisa se formó en sus delgados labios.
―¡Ivi! ―chilla mientras se pone de pie y comienza a correr hacia mi dirección― creí que no vendrías ―envuelve mi cintura entre sus pequeños brazos.
Cuando se separa de mí escaneo su cuerpo con rapidez percatándome que lleva puesto un desaliñado uniforme escolar. Pareciera que su cabello fue participe de alguna pelea de gallos y que un chicle se enredó en él durante el proceso ¿por qué está tan miserable?
―Hola... ―frunzo el ceño― no esperé verte aquí ¿pasó algo malo? ―al procesar mis palabras de aquel día me doy cuenta que si está aquí es porque efectivamente algo malo le pasó― ¿quién te golpeo? ¿alguien te insultó? ¿esa chica te hizo daño otra vez? ―me agacho a su nivel y comienzo a escanear su cuerpo notando como todo parece normal. Hasta su mejilla ya se encuentra casi sana.
―No me pasó nada, estaba aburrida y vine ―detengo todo movimiento ante su sinceridad― quería verte otra vez, por eso te esperé aquí y no fui a tu trabajo, no era urgente ―me sonríe con total ternura.
Unas ganas de darle un golpe en la cabeza llegan hasta mí, pero me encuentro de tan buen humor que su inusual visita no me incomoda... tanto.
―¿Tus papás saben que estás aquí? ―niega de inmediato.
―Están trabajando. Hoy salí temprano de la escuela y no quería estar sola en la casa otra vez ―empieza a hacer círculos imaginarios con su pie.
―¿Sola? ¿Y la vecina que te cuida?
―Dijo que no podía hacerlo más, que su hija estaba muy enferma y debía dedicarle mucha atención ―claro... enferma― mis padres dijeron que ya soy lo suficientemente grande como para cuidarme un ratito sola, que sólo debo portarme bien y nada malo pasará ―dice inocente. No puedo creer que un par de adultos dejen sola aun a niña de 8 años, eso no está bien, puede tirarse agua hirviendo encima o la pueden secuestrar. Un niño es una gran responsabilidad, si no pueden mantener el bienestar de sus hijos para qué mierda se embarazan.
―¿Y decidiste venir a la casa de una desconocida? ―niega frenéticamente.
―Eres mi heroína, te conozco muy bien y sé que no me harás nada ―es muy inocente, demasiado para mi gusto.
―Tienes razón, yo no te haré nada. Pero no puedes ir confiando en extraños, no todos son tan geniales como yo ―intento bromear― prométeme que no volverás a confiar en un desconocido y si es hombre menos ―frunce el ceño.
―¿Qué pasa si es hombre? ―mierda.
Me pongo de pie y tomo su mano invitándola a caminar― vamos a tu casa, me imagino que tienes que hacer tareas ―vaya Iveth, siempre metiéndote en temas que no debes― ¿por qué salieron temprano hoy? ―eso me vale completamente mierda, pero necesito que se olvide de lo que acabo de decir.
―Preparábamos todo para un festival ―aprieta un poco su agarre y hasta acá puedo sentir su emoción― vamos a vender mis dibujos, irán muchas personas Iveth, será divertido ―veo como empieza a dar brinquitos mientras avanza.
―¿Festival? ―al parecer se olvidó del tema. No es tan odiosa esta niña― ¿para qué hacen eso?
―Umm... no sé aún, pero es divertido y eso es lo que importa ¿no? ―pues no lo es.
―Lo que digas, lo que digas ―noto como entramos a un callejón de mala muerte. Por todos lados este sitio grita "lugar de violación, favor de no pasar"― ¿no había otro camino? ―pregunto mientras observo un condón sobre el suelo, esto es asqueroso.
―Este es más corto, mi casa está por aquí mismo ―señala el final del callejón una casa casi en ruinas. Esto debe ser una broma.
―Debes saber que, aunque sea corto no es seguro ―observo lo grafitis con palabras subidas de tono― una niña no puede andar sola por aquí ―maldigo a sus padres, los maldigo con toda mi alma.
―¿Qué me puede pasar?
―Te pueden vi- ―¡¿Qué mierda iba a decir?! ¡¿Qué carajo me pasa?!― eh... pueden robarte o golpearte, no todas las personas son buenas ―es una niña Iveth, contrólate.
―Eso lo sé... ―se suelta de mi agarre y comienza a correr hacia una pequeña casa. Ahora que mi mano se encuentra fría ante su ausencia me doy cuenta que la tomé por inercia y que no me incomodó en lo absoluto. Me enferma esta extraña calidez que me causa esa niña― es aquí, es aquí ―busca en su bolsillo una llave y abre la puerta.
Al entrar a la casa me encuentro con un panorama para nada sorprendente si nos guiamos por el exterior. Es un desastre, como si este sitio fuera deshabitado desde hace años. La pintura está caída, hay acumulaciones de moho por el techo y paredes y un gran desorden se encuentra por todas partes.
La niña me toma de la mano y me guía hacia una puerta, cuando la abre un pequeño escritorio y una cama son los que me dan la bienvenida. Observo las paredes y como estas se encuentran llenas de páginas con dibujos desproporcionados pintados con tempera barata.
―¿Te gustan? ―pregunta con ilusión― son para la venta, los hice todos yo solita ―paso mis ojos por toda la pared. Son muchos dibujos y estoy sorprendida que los haya hecho todos sola, están feos, pero se nota el esfuerzo.
―¿Tus compañeros también llevarán dibujos? ―son demasiados, si los otros llevan más no alcanzaran a vender todos.
Si es que venden alguno.
―Yo soy sola en eso, bueno, mi maestra dijo que me ayudaría a venderlos. Mis otros amigos harán La Bella Durmiente ―la miro confundida― mis papás dijeron que no tenían dinero para hacerme un vestido como los otros, entonces me pidieron que hiciera otra cosa y como tengo muchas temperas decidí hacer dibujos ―me sonríe sin pizca de tristeza o pesimismo, al parecer no le molestó esa decisión.
No es tan débil como creí.
―Podría ayudarte a arreglarlos un poco ―vuelvo a ver los dibujos― hacerlos más...
―¿Divertidos? ―termina con voz demasiado infantil.
―Sí... divertidos ―lo que sea.
La pequeña se sube a la cama y despega el dibujo de una mariposa multicolor, luego me lo extiende y comienza a buscar entre los cajones lo que supongo son los pinceles y las temperas.
No pierdo nada mostrándole cómo arreglarlos, va a estar sola en eso y lo menos que puedo hacer es lograr que haga algo decente para que venda todos sus dibujos y no se sienta mal.
Cuando me pasa los pinceles observo como se encuentran con pegotes de diferentes colores, como si en su vida los hubiera lavado, no quiero pensar en cómo se encuentra la tempera.
―Esto se lava, por si en tu clase de arte nunca te la han dicho ―Comento mientras miro mal el pincel― si no mantienes tus materiales limpios pintaras una porquería, los instrumentos sienten el amor que les da su dueño, si se sienten abandonados no colaboraran y cuando te des cuenta pintaste lo que querías, pero les falta ese toque especial que lo hace parecer vivos ―llevaba años sin tener uno entre mis dedos, se siente raro...
―¿Entonces mis dibujos están feos? ―pregunta decaída.
―No, los pinceles saben que no sabías que debes cuidarlos, por eso te perdonaron, pero ahora que lo sabes debes mantenerlos limpios, sino harás basura.
Asiente varias veces y corre hacia la salida. Cuando vuelve trae un vaso blanco repleto de agua, supongo que para lavar los pinceles.
―Mira, tú vas a pintarlo, yo te daré las indicaciones porque si yo lo hago nunca vas a aprender.
―¿Sabes pintar? ¿Eres artista? ―Empieza a mover el pincel dentro del vaso con salvajismo provocando salpicaduras de agua sobre el piso. Esta niña es un desorden.
Le quito el vaso y comienzo a limpiar los pinceles con calma― Cuando era más joven hacía cuadros ―un indiscreto suspiro se me escapa― Sabes, era lo mejor que podía hacer con mi vida, cada pincelada era como mis sueños. Cuando se mezclaban los colores y formaban otros en perfecta armonía, esa simple cosa me decía que en un futuro todo iba a ser mezclas de colores vivos, vibrantes. Todo seria perfecto cuando obtuviera mi libertad.
Vaya que era estúpida de joven, comparar la vida con las pinturas no tiene sentido, son dos mundos aparte, aunque ambos son creados y controlados por nosotros, pero a veces en el mundo real hay intervenciones no deseadas que logran dañar la obra que intentas hacer.
Tal vez no está tan mal comparar la vida con una pintura. Un mal trazo puede dañar la armonía.
―Eres rara ―empieza a reír― La vida es muy colorida sola, aunque estés mal no pierde su lindo color, por eso es divertida ―Toma el dibujo de la mariposa entre su mano― ahora dime cómo pinto esto, quiero que se vea más divertido ―sonríe.
Al parecer en la simpleza se encuentra la verdad...
...
Ya Iban a ser las 7:00pm y aún me encontraba en la casa de Lineth. Durante el resto de la tarde nos la pasamos arreglando todas y cada una de sus pinturas, y a decir verdad me siento satisfecha con el resultado y me sorprende que una niña tan pequeña capte todo lo que le pido que haga de una vez, creo que con la atención correcta podría llegar a dedicarse a esto, sólo hay que llevarla por el buen camino.
Estábamos en la sala de su casa comiendo pizza mientras veíamos una extraña serie de una chica con atuendo de mariquita y un chico gato, o algo así. Nunca entendí los programas de televisión.
―¿Cuándo estás sola qué comes? ―Pregunto mientras la veo masticar un trozo de pizza, aún no puedo creer que ya lleva 6 y al parecer no piensa parar.
―Umm... espero que llegue mamá ―bebe un poco de soda― Ella trae comida china ―comenta absorta en la televisión. Algo me dice que esa alimentación para un niño no es sana, creo que eso explica su apariencia tan mediocre ¿cómo el gobierno aún no se las ha quitado?
Estoy a punto de comentar algo cuando escucho el chirrido de la puerta al abrirse.
―Cariño ya llegamos ―Una voz femenina inunda el hogar― ¿dónde e... ―la pregunta queda en el aire cuando la mujer de unos 30 y algo se percata de mi presencia.
Detrás de ella un hombre de unos 40 y algo también queda anonadado ante mi inesperada visita.
―¡Mamiiii! ―chilla Lineth mientras corre hacia ella― Iveth vino a cuidarme, ella me ayudó a arreglar mis pinturas ¡ahora están hermosas! ¿quieres verlas? ―La mujer voltea a ver a su pequeña con clara confusión.
―¿Iveth? ―Pregunta el hombre hacia mi dirección.
Unas intensas ganas de ir e insultarlos por el mal cuido que le dan a la niña me entran, pero al ver como Lineth parece quererlos y ellos no parecen odiarla me tranquiliza un poco.
―Soy Iveth Gutiérrez ―Sonrío― la pequeña me fue a visitar a mi casa y como no quería dejarla hasta tarde allá decidí traerla y ayudarla en sus tareas ―ellos aún me miran con absoluta desconfianza. Supongo que es normal― Vivo en la casa 212, está muy cerca de aquí. Conocí a Lineth un día que caminaba por el parque y nos caímos muy bien ¿verdad pequeña? ―Lineth asiente muchas veces mientras alza los brazos para que su papá la cargue.
―Ella me compró helado y me cuidó, es mi heroína, además es muy bonita ¿no lo crees mamá? Y dibuja muy lindo, dice que dibujaba desde mi edad ―vaya, que detallada.
La mujer me observa una vez más, sus ojos me indican agradecimiento, pero a la vez desconfianza, es contradictorio.
―Bueno Lineth, debo irme, mañana trabajo ―la pequeña hace un puchero mientras niega.
―Es muy pronto ―Se cruza de brazos.
Creo que ahora mismo sí se merece un golpe por malcriada.
―Hija deja que la joven se vaya. Damián llévala a su habitación ―el hombre en silencio obedece. Veo como Lineth agita su mano como despedida y desaparece de mi campo de visión― Ahora sí dígame quién es usted y qué hace en mi casa ―salta la mujer en mi dirección― ¿Qué hacía con mi hija? ¿Qué pretende? ―musita entre dientes intentado no ser escuchada por su hija.
―¿Qué pretendo? Evitar una tragedia ¿o me dirá que le parece correcto dejar a una niña tan pequeña absolutamente sola todo el día. Ella camina por lugares peligrosos completamente sola, sólo va a ganar que le hagan algún daño un día ―Digo en voz baja― no se lo voy a negar, soy una extraña, pero mire dónde su hija fue a buscar refugio, donde mí. Y no se preocupe, le doy mi dirección y donde trabajo para que no piense que le quiero hacer mal. Esa niña merece atención y cariño y yo no veo que le brindan lo más importante que es protección.
La mujer baja la mirada hacia sus pies. Veo como tira su cartera sobre el sillón y luego se sienta sobre este. Posa sus codos sobre sus muslos y acuna su frente en sus manos.
Es una pose tan miserable.
Intentamos hacer lo mejor para ella ―suelta después de unos minutos― sé que nuestro trabajo como padres es cuestionable, pero no necesito que un extraño venga a decírmelo ―alza su rostro dedicándome una mirada inexpresiva― amo a mi niña con toda mi alma, trato de ofrecerle todo lo que desea, darle amor cuando llego a casa, hacerla sonreír. Pero tenemos muchas deudas, demasiadas, no sé en qué momento se nos acumuló todo, la cosa es que no podemos ignorarlo, hay que pagarlas ―cierra los ojos con fuerzas para luego masajearlos con sus dedos― mi esposo y yo trabajamos los más que podemos, a pesar que él tiene un doctorado y yo una maestría trabajamos como simples empacadores en una fábrica. Yo no sé qué más debemos estudiar para trabajar en el puesto que merecemos y ganar más ―una flechada de culpa perfora mi pecho. Creo que no debí juzgarlos, me imagino su frustración gracias a eso― pensamos en pagarle a alguien para que la cuide, pero no nos alcanza. Le pedí el favor a la vecina, pero de un día para el otro me dijo que no podía. No tenemos familia por aquí, no tenemos nada, no sé qué hacer ―vuelve a suspirar. Puedo notar como la impotencia encapa por sus poros, es tan horrible ver una escena tan miserable.
―Por más desesperada que esté no debe permitir que golpeen a su hija ―me lanza una mirada sorprendida, como si no esperara que supiera esa información― el día que conocí a Lili, esa otra chica estaba a punto de golpearla, yo la ayudé y por eso dice que soy su héroe ―ahora es la culpabilidad lo que reina en ella― si usted no le inculca tener carácter el mundo se la comerá cuando crezca. Debe saber que no es normal el maltrato y debe saber que puede salir de eso, además de entender que cuenta con apoyo en su casa, con sus padres ―parezco un folleto informativo, pero me vale mierda, no me interesa qué tanto drama tenga esta mujer en su situación económica, lo único que quiero es que se dé cuenta de lo mierda que ha sido como madre.
―Tienes razón, per-
―Pero nada, un hijo debe ser lo más importante en la vida de sus padres. Más allá de deudas o problemas, ella no tiene la culpa de nada, entiéndalo ―siento como mis cejas se encuentran casi juntas gracias a la frustración― yo la cuidaré por las mañanas, la iré a buscar por las tardes a la escuela y esperaré hasta que lleguen ―hablo sin analizar mis palabras― y no se preocupe, no les cobraré ni un centavo ―¿qué estoy diciendo? ¿cuidar? Pero si de a malas puedo con mi propia vida.
―¿Por qué te interesa tanto el bienestar de Lineth? ¿Cómo podría confiar en ti? Es la primera vez que te veo ―se pone de pie intentando demostrar algo que no posee. Confianza.
―La dejó con alguien que la maltrataba constantemente ¿en serio habla de confianza? ―frunce los labios, sabe que tengo la razón ―Ella es una buena niña, se sabe cuidar sola, sólo necesita supervisión. Yo puedo darle todo lo que desee porque simplemente me cae bien ¿debo tener algún motivo para desear el bienestar de un niño? ―Iveth ¿qué coño haces?
La mujer me observa detenidamente mientras desliza su mirada por todo mi cuerpo. Yo no me inmuto y hago lo mismo, se ve que aquí no se preocupan por mantenerse físicamente bien, demuestran sus miserias hasta en la vestimenta, es patético.
―Necesito saber dónde vives y dónde trabajas ¿dónde la cuidarías? ¿en esta casa o en la tuya?
Mierda ¿en serio piensa aceptar mi propuesta? ¿por qué no me estoy negando?
Observo todo mi alrededor de mala manera, no deseo estar aquí toda mi mañana, me deprimiría demasiado― en mi casa, la dejan a las 6 allí ―tomo una pluma y un papel que se encuentran sobre la mesita y comienzo a escribir― aquí está mi dirección y lugar donde trabajo ―le extiendo la hoja― los espero mañana ―¡¿Y mañana?! Dios, Lineth me las va a pagar. Carajo, maldita debilidad, me odio, me odio.
―¿No interfiere con tu trabajo? ―interfiere con mi trabajo, con mi vida, con todo.
―No, mi horario es flexible ―me maldigo por actuar sin analizar.
―Gracias... ―se acerca posando su mano sobre mi hombro― no sabes lo feliz que me hace saber que mi niña tiene a otra persona que vela por ella ―sonríe, me sonríe por primera vez dese que llegué aquí y eso me hace sentir rara.
―Supongo ―tomo mi cartera y comienzo a caminar― hasta mañana entonces ―sin esperar respuesta salgo de esa casa y observo mi alrededor.
Este sector da miedo. Esta oscuridad no es segura.
Mientras camino con rapidez pienso en lo irresponsable que es como madre, ella no me conoce, pude haber dado datos falsos y podría secuestrarla con facilidad. A esa gente le hace falta malicia, pero no parecen malos.
Por suerte no quiero hacerle mal a esa niña, supongo que estoy haciendo lo correcto y eso baja un poco mis niveles de hostilidad hacia mi estúpido cerebro por hacerme hablar de más.
Mierda, ahora debo pensar cómo distribuir mi tiempo, no creí que terminaría como niñera y sin paga.
¿Cómo se cuida un niño?
Esto se me salió de las manos.
Amy:
Omnipresente:
El joven pelinegro abría los ojos poco a poco. La luminosidad opaca le dificultaba comprender donde estaba. Su cabeza aún le daba vueltas y quería vomitar, pero algo en su interior le decía que ignorara eso y escapara.
"¿Qué demonios?"
Piensa el joven al darse cuenta que tiene sus manos y pies atados. Su miedo aumenta cuando se percata que se encuentra completamente desnudo y líneas negras se extienden por toda su piel.
"¿Qué es esto?"
Vuelve a pensar cuando nota como una especie de bola se encuentra dentro de su boca impidiéndole hablar.
―¡Oh! Ya despertaste ―un escalofrío se esparce por todo su cuerpo al sentir ese cálido aliento sobre su mejilla― creí que no ibas a despertar nunca. Debes saber que fue difícil traerte, parecías un cadáver ―bromea antes de aparecer dentro del campo de visión del muchacho.
Él la observaba atónito, no parpadeaba o respiraba siquiera, era como si con el mínimo movimiento por su parte haría que una bestia apareciera.
Estaba aterrado.
―¿Quieres hablar? ―pregunta mientras se agacha a la altura del rostro del joven― puedo dejarte hacerlo, pero si eres grosero... ―sonríe en grande antes que quitarle la mordaza y lanzarla a un lado con despreocupación― pero qué tenemos aquí... ―inserta dos de sus dedos dentro de la boca del chico― tus dientes son tan perfectos, me recuerdan tanto a los de él... ―deja que sus pensamientos se nublen y acerca más su rostro empezando a besar al chico con intensidad para luego tirar de su cabello con fuerza. Maicol no mueve ni un músculo, su estado de shock es tanto que simplemente las lágrimas son quienes tienen movimiento.
―¡¿Qué mierda?! ―Amy se separa abruptamente mientras observa su vestido blanco empapado― ¡Acaso eres un imbécil! ¡¿Cómo me vas a orinar?! ―lo mira con odio logrando que el muchacho llore con más fuerza― arruinaste mi vestido...
―Perdón... ―habla con algo de dificultad. Él no lo sabía, pero llevaba días inconsciente― perdón, perdón, no quise hacerlo ―se retuerce en su lugar. Observa como la chica camina hasta una mesa y toma algo de ella escondiendo el objeto tras su espalda― por favor, perdóname. Si me dejas ir no le diré a nadie, por favor, perdón, perdón.
La chica se acerca con semblante frío. Una mueca de asco es lo que se forma en su expresión al detallar al chico.
―Sabes, me llegaste a agradar ―da un paso hacia él― no pareces un mal tipo, y... te pareces tanto a él ―empieza a reír― pensé en divertirnos un poco y por eso te dejé dormir un tiempo para que tuvieras suficientes energías ―toma el miembro del joven con fuerza haciendo que este suelte un quejido por el dolor― pero lo arruinaste. Eres un cobarde, tan cobarde ―muestra el objeto que escondía dejando apreciar unas afiladas tijeras de jardinero― y me ensuciaste descaradamente...
―No... no por favor ―ve como las tijeras se acercan a su miembro con rapidez― no ¡No! ―un corte preciso es lo único que detalla el joven.
El rostro y cabello de la albina se tiñeron de carmesí casi al instante. Era cálido para ella.
El joven sólo miró la escena en shock por unos segundos y luego reaccionó.
Gritos y alaridos fueron las delicadas notas que empezaron a otorgarle música al lugar.
Súplicas humillantes eran las causantes de cada corte y extracción. Las lágrimas impulsaban la destreza del bisturí y pinzas. Cada acción del joven era merecedora a un castigo de la albina, así lo veía ella y así sentía que debía ser.
―Que desagradable ―empieza a tirar los dientes del chico dentro de un plato de aluminio― tienes caries, son pequeñas, pero aun así... ―hace una mueca― ¿Maicol? ―sacude su cuerpo, pero este no responde. Ve como la cabeza del chico se mueve como si de un muñeco de trapo se tratase― No me serviste en lo absoluto ¿por qué no abres los ojos? Te iba a dejar ir ―tira del cabello del chico― ¿qué se supone que deba hacer ahora contigo? Sólo espero que no te pudras rápido ―observa los muslos del joven con detenimiento― bueno, tal vez sí me sirvas para algo...
―Dijiste que no lo harías otra vez ―interviene Karicia desde una esquina, mostrando así su presencia en el lugar.
Yo digo muchas cosas... ―sonríe.
Espero que les haya gustado el capitulo :3
Recuerden que pueden seguirme en mi instagram como lou.lou_21.
Bye Cerebritos.
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