05
Encontrar la felicidad depende de mí y me sirve a mí...
¿Encontrando eso puedo contrarrestar aquello? ¿Es una oportunidad para darle la vuelta a mi vida y conseguir la tranquilidad que siempre he querido tener?
Tengo miedo de esto... y mucho.
No quiero fallar, no quiero decepcionarme, no quiero sentir que perdí mi tiempo en algo inexistente.
Ya que nunca he fracasado antes.
¿Pero cómo se supone que voy a fracasar si siempre hago lo que los demás desean? Eso no tiene sentido, yo no tengo sentido.
Cómo puedo dar lecciones de vida o decir que soy un alma libre cuando en realidad estoy presa en mi mente, en mis recuerdos.
Porque la libertad no significa tener sexo sin compromiso, no significa fumar o beber a placer, no es pasarse de fiesta en fiesta.
La libertad puede expresarse en lo más monótono, aquello que te hace sentir... bien.
¿Pero qué me hace sentir bien?
Alzo la vista hacia el frente y una cantidad considerable de clientes se abren paso en mi entorno, hay tanto bullicio, risas, regaños, órdenes.
Esto me aburre, no soy feliz aquí, de eso estoy segura.
Creo que lo único que me ata a este sitio era ver a mis... a Jordan y Morgan. Nunca fue por dinero, era más bien una actitud infantil, de dejarse llevar por alguien y no analizar cómo me sentía con eso. Y ahora que no están nada tiene sentido. Todo lo que me dijo mi abuela es cierto, si tu felicidad depende de alguien, cuando este no esté te sentirás miserable.
Dejé que otros decidieran por mí.
Casi dos años trabajando aquí y hasta ahora me doy cuenta de eso, soy patética.
Aunque fue una bendición a la vez, tuve buenas experiencias, no lo negaré. Además, me dieron una oportunidad cuando nadie me contrataba y dudo que ahora sea diferente. Simplemente mi presencia no es confiable y creo que no puedo cambiar esta aura que me fue impuesto.
Aquí al menos me aceptaron así... o tal vez sólo me contrataron por hacerle un favor a mi abuela y todos fingían que me aceptaban, creo que esa opción es más factible.
Esto de analizarse uno mismo es exhaustivo, pero peor es no hallar las respuestas concretas, o hallarlas y que no sean lo que esperabas.
Veo como un cliente se acerca en mi dirección. Detallo su rostro un poco recordando que es el de la mesa 7.
Su ropa me indica que es algún tipo de abogado o tal vez contador, puede tener unos 35 años y facialmente se ve relajado, pero relajado de verdad. ¿Cómo será mi expresión siempre? ¿Daré miedo?
―Buenos días ―musito automática cuando llega a mi posición. Escaneo su cuerpo por completo notando que no se ve nada mal.
No lo hagas Iveth.
―Buen día ―sonríe amable. Ante esa pequeña sonrisa sus ojos prácticamente desaparecieron ¿tendrá descendencia asiática? Los asiáticos son muy buenos...
Siento como mi interior se calienta entre más lo detallo, es una guerra descarada de miradas, pero claramente él no está interesado en mí y eso sólo logra que mi determinación negativa aumente.
Contrólate.
―¿En qué puedo servirle? ―muerdo con fuerza mi lengua con la intención de parar de hablar. Aunque sea a través de la fuerza bruta no dejaré que eso me gane. Yo en realidad no quiero esto y debo centrarme en ese pensamiento.
No son tus instintos, nadie tiene eso, tú siempre tienes el control y si haces lo que no quieres es tu responsabilidad por aceptar tomar ese camino.
Tengo el control, yo decido sobre mí, los instintos no existen.
―Es que le pedí a la mesera un café negro y me dio uno con leche. Le pedí que lo cambiara, pero han pasado 30 minutos y ya no la veo por aquí.
Esa debió ser Gina.
―No se preocupe y disculpe por el error. Ella es nueva y... no, no viene al caso. No volverá a pasar ―me giro y busco una taza como método de huida en busca de conectar mis neuronas y no pensar con otra cosa. Al tomar el delicado objeto entre mis manos me doy cuenta que estoy temblando, y de una forma exagerada.
Hazlo Iveth.
No.
Quieres, puedes, caerá.
No quiero eso.
Eso eres tú.
Soy más que esto, soy una persona y las personas evolucionan con cada error.
Inhalo profundamente y dejo que el aire salga poco a poco. Vuelvo a repetir el proceso dos veces más y al mirar mis manos otra vez estás ya no tiemblan en lo absoluto.
Yo tengo el control.
Una sonrisa no puede evitar formarse en mis labios, y esta vez siento que es una sonrisa... real.
―Aquí tiene y disculpe las molestias una vez más ―observo los ojos del hombre y esta vez eso es lo único que veo. Un hombre más, un cliente de esta cafetería.
―No hay problema. Gracias ―asiento con ánimo como respuesta.
Esto se siente bien.
...
Cuando estaba con Jordan este me invitaba a salir a cada rato, siempre a los mismos sitios, pero nunca dejaba de ser divertido. Jordan es simple, transparente, fácil de leer hasta para mí. Es agradable.
Y ahora que lo pienso siempre dependí de él. Toda y cada una de mis salidas fueron a su lado, ya que nunca tomé la iniciativa por miedo, desinterés, costumbre. Y ya no quiero depender de nadie para nada, quiero poder hacer cosas sola y disfrutar de mi soledad.
Sé que toda mi vida viví así, sola, y era triste, pero por no saber controlar mi soledad hacía cualquier cosa por atraer a alguien, no analizaba si era bueno o no, mientras me tratara bien me sentía cómoda.
Y por eso pasó todo esto.
Buscaba apoyo en cualquier lado, quería gritar hasta que alguien encontrara mi voz cuando ni yo misma podía oírla.
Quiero cambiar.
Quiero escucharme, mis gritos, mis susurros. Quiero depender de mí, quiero quererme, aceptarme, quiero contarme mi historia y llorar ante ella, deseo consolarme y levantarme, quiero enlazar mis manos para caminar en dirección al atardecer y ser una conmigo.
No quiero estar fragmentada.
Quiero ser mi luz.
Amarro los cordones de mi bota con fuerza mientras me preparo mentalmente para lo que estoy a apunto de hacer. Mis manos sudan y los latidos dentro de mi pecho se encuentran desenfrenados, no sé controlar eso, pero tampoco me parece malo.
Sobrellevar esto me volverá más humana.
Abro la puerta y salgo de la casa. El sol se encuentra oculto gracias a unas espesas nubes grises, pero el calor es casi palpable. El clima a esta hora siempre es abrazador, podría desmayarme si no me pongo en marcha lo antes posible.
Salir sola asusta.
Doy un paso con algo de duda, planteándome si es estrictamente necesario hacerlo, y en efecto, es estrictamente necesario. Aunque quisiera que alguien me acompañara no tengo candidatos, estoy sola.
Doy otro paso, este con mayor firmeza y los siguientes también son así.
Sé que podría fácilmente tomar un taxi que me dejara justamente en las puertas del lugar, pero eso quitaría el reto, además que me haría perder dinero y no quiero eso.
Quiero convertir la oscura procedencia de toda esa mini fortuna que tengo comprando cosas que me agraden. Tampoco es que sea amante de regalarme artículos, ya que desde que empecé a trabajar sólo gasto lo necesario en luz y comida, y toda la ropa que tengo me la compró mi abuela cuando recién llegué. Nunca fui fan de invertir en mí.
Pero técnicamente yo gané esto y no obtengo nada ahorrándolo todo, además, que compre algo no significa que voy a despilfarrar el dinero, sólo... bien, estoy a tiempo de volver a mi casa y olvidar esta absurda idea.
Estoy a punto de girarme dispuesta a regresar, pero noto que estoy frente a un lugar que no había visto durante semanas.
Una pequeña casa pintada de rojo con ventanas marrones llega a mí, una casa tan feamente decorada tanto por fuera como por dentro, pero que sin darme cuenta llegué a considerar mi hogar también.
La casa de Jordan.
Si tú no estás completa simplemente destruirás a otros para llenar tus grietas, y no quieres eso ¿cierto?
No quiero que seas mi relleno.
Emprendo mi camino otra vez con rapidez. Un viento tibio es el que roza cada parte de mi piel descubierta otorgándome ese sudor que tanto desprecio.
Odio esto.
En el camino noto personas por todas partes, tanto en parejas como en grupos. Es curioso ver como hablan y ríen entre sí, los niños también corren por todas partes jugando.
Quiero eso, reír con otros.
Veo como una niña viene en mi dirección a toda velocidad gracias a unos patines, sus ojos me muestran pánico puro y eso sólo logra causarme gracia. Quisiera tener solamente ese ridículo miedo a caer.
Levanto mis brazos hacia el frente y sostengo sus hombros con firmeza evitando que choque conmigo. Esta cierra los ojos con fuerza, como si esperara un impacto... o tal vez un regaño. No sé por qué, pero no me agrada.
―Gra-gracias ―musita mirando hacia el suelo. Su voz es tan débil y patética, me recuerda a mí.
Me da asco.
Me enoja la gente frágil― Cuando hables con alguien míralo a la cara ―noto como se encoge un poco ante mis palabras. Me recuerda demasiado a mí― no planeo morderte o secuestrarte, creo que en el mercado negro no serías de utilidad, así que tranquila ―la niña alza el rostro con curiosidad, permitiéndome ver un gran moretón sobre su mejilla. Un amargo recuerdo en específico llega a mi mente al ver eso. Por inercia levanto mi brazo y lo examino.
¿Fue su madre?
―¿Qué es el mercado negro? ―ladea el rostro. Yo no puedo hacer otra cosa más que mirar ese gran moretón en su mejilla, es muy grande, demasiado, parece que fueron varios golpes en el mismo sitio.
―¿Quién te hizo eso? ―toco con poca gentileza el morado. Ella me brinda una mueca de dolor confirmándome que no es una mancha de nacimiento.
―Me caí ―vuelve a bajar el rostro, pero esta vez tomo su barbilla haciendo que lo alce. Esta niña me enferma, es demasiado débil.
Necesito que confiese, quiero oírlo.
―El mercado negro es un lugar donde venden los órganos de los niños que son malos y mentirosos ―sonrío un poco al notar su expresión de terror. Es tan maleable― y veo que me estás mintiendo.
La pequeña simplemente palidece, pero palidece a un nivel que me perturba ya que parece como si se fuese a desmayar. Creo que me pasé.
―Si me dices la verdad no te llevaré allí ―rasco mi oreja mientras busco algo útil con la vista. Los niños se pueden sobornar rápido y con cualquier cosa...― y te compraré un helado ―agradecida con el de arriba por colocar a ese heladero tan cerca de nuestra posición.
La niña dio un cambio radical, ahora simplemente observa al heladero con anhelo mientras la pregunta de qué mierda estoy haciendo navega por mi cabeza.
¿Por qué no puedo dejar a esa chiquilla e irme?
Bueno, sé muy bien la respuesta, pero...
Maldita sea.
―La hija de mi vecina no me quiere. Siempre nos dejan juntas para que juguemos, pero ella sólo me pega cada vez que tiene oportunidad ―aprieta sus dientes en señal de impotencia― dice que soy débil.
―Y lo eres ―afirmo. La pequeña suspira con tristeza mientras que sus ojos se cristalizan― ¿Por qué no le devuelves el golpe?
Niega con rapidez― ella es más grande que yo, sólo ganaría que me golpeara más fuerte ―tiene esa mentalidad de fracasada.
―¿Le has dicho a tus padres?
―Sí, pero dicen que debo portarme bien, que la vecina hace un favor en cuidarme y que si su hija me pega es porque algo malo hice ―sorbe su nariz― pero yo me porto bien, no toco sus juguetes y tampoco le hablo. Ella viene sola ―esto último logra hacer que su voz se quiebre.
Sus padres son una mierda, su niñera es una basura. Interesante. Además, ella se ve que no es nada explosiva, se va más por las palabras, quizás tenga buenas calificaciones y ame a los animales y esas idioteces, nunca golpearía nadie.
Vaya mierda.
―¿Estás sola aquí?
Niega― vine con ella, pero sin querer tropecé e hice caer su helado, quería golpearme por eso y entonces empecé a huir ―así que por eso venía a esa velocidad. Bien, no es un miedo ridículo, ella no teme caer, teme ser lastimada.
Suspiro profundamente ante tanta información, es tan... parecido que me enferma. Me enferma este mundo, todos. En verdad que el lema de "comes o eres comido" le queda perfecta a esta sociedad. Creo que estamos a un nivel más bajo que los animales, tenemos la capacidad de pensar con sensatez y aun así demostramos actitudes de seres vacíos, que sólo pueden llenar sus dudas existenciales con la miseria del otro.
No sé si se puede caer más bajo.
―Vamos con ella entonces ―comienzo a caminar. Al no escuchas sus ruedas moverse vuelvo a hablar― y no tengas miedo, yo estaré allí.
¿Por qué insistes en esto Iveth? Sólo déjala y vete.
No puedo cerrar los ojos ante esto.
La pequeña se acomoda a mi lado en silencio y me empieza a guiar hacia un lugar desconocido. Yo no conozco este vecindario, no sé quiénes son mis vecinos, pero algo me dice que hoy conoceré más de lo que deseo.
―¿Cómo te llamas? ―pregunta curiosa.
―Iveth ―respondo seca.
―Yo me llamo Lineth, es parecido ¿cierto? Tu nombre es lindo ―siento como entrelaza sus dedos con los míos y de inmediato doy un jalón para soltarme.
―No hagas eso ―muerdo mi mejilla con fuerza. Lineth sólo asiente y guarda silencio una vez más.
Sé que estuvo mal esa reacción, pero es raro sentir esos toques tan... inocentes, no me gusta, es extraño, toda esta situación es bizarra.
Llegamos hasta un sitio en donde encuentro a una niña arreglándose unas rodilleras. Ladeo el rostro al ver que es mucho más grande Lineth, lo digo físicamente, creo que fácilmente podría igualar mi estatura.
―¿Cuántos años tienes Lineth?
―8.
―¿Y ella?
―13.
Ya no es una niña, es una maldita abusadora menor de edad.
Al darse cuenta de nuestra presencia me observa con cautela mientras que yo la miro con desdén.
Siento como Lineth agarra mi suéter con fuerza, con miedo. Ya veo porqué no se defiende. Esa desgraciada es demasiado para esta miniatura.
―¿Quién eres y qué haces con ella? ―se pone de pie cruzándose de brazos. En efecto, es de mi estatura― Lineth ven ―habla con autoridad.
La pequeña hace el intento de obedecer, pero la detengo, sé mejor que nadie lo que es obedecer por miedo, si empieza tan joven acabará como yo, o tal vez peor.
―Soy amiga de Lili ―explico con voz dulce ganando confusión por parte de la desgraciada― sabes, ella me dijo un par de cosas que no me gustaron ―sonrío.
Veo como le dedica una mirada acusatoria a la pequeña, en verdad es dominante. Me da pena.
―No sé de dónde saliste, pero voy a decir que te quisiste robar a Lineth si no me la das ahora mismo ―tiene agallas la joven.
Dirijo mi vista hacia la niña y me agacho para igualar su estatura― ¿Te prometí un helado no? ―saco mi monedero― mira, compra dos, y espérame al lado del heladero. No vengas, yo iré por ti ¿entiendes? ―alza la vista detrás de mi hombro, pero muevo mi cabeza evitando que haga contacto con la imbécil.
―¿Estarás bien? ―presiona el dinero entre su mano. Esa niña es... miserable, pero no en el mal sentido... ¿inocente? Supongo que esa es la palabra.
―Soy mayor ―respondo con obviedad. Esas simples palabras parecen quitarle un gran peso de encima, ya que asiente con una pequeña sonrisa y empieza a patinar con rapidez lejos de aquí.
Dirijo mi vista hacia la cosa esa con lentitud― Hazlo, di que me la quise secuestrar ―vuelvo a sonreír con superioridad― si lo haces me encargaré de hacerte eso en verdad. Créeme que tus riñones valen más que tu existencia misma ―doy un paso hacia ella― la piel también es vendible ¿sabes? Es interesante ver como se desprende cuando la persona aún está viva, sus chillidos de dolor son tan satisfactorios ―finjo emoción ante mis últimas palabras.
Puedo sentir como mis parpados se encuentran abiertos de más, también como mi sonrisa se expande con cada segundo que pasa, y veo como su miedo se intensifica más y más.
¿Por qué no te defiendes?
―Eres tan patética, miserable ¿te hace sentir bien lastimar a una niña mucho menor que tú? ―camino hacia ella― ¿te parece divertido hacerla temblar de miedo? ¿controlarla? ―coloco mi mano sobre su cuello, el miedo no deja que se mueva, es tan débil ―pero sabes, no está sola ―presiono mi mano viendo como su piel se enrojece gracias a la falta de oxígeno― esa niña me tiene a mí querida y yo no dudaré en hacerte cosas, cosas malas ―toma mi muñeca suplicando con la mirada que la suelte. Su tacto es tan asqueroso que simplemente reacciono de una manera. Alzo mi pierna y pateo su costado con todas mis fuerzas haciéndola caer. Veo como las lágrimas, pánico, miedo, dolor y otras cosas interesantes se dibujan en su rostro, es divertido ver como caen las supuestas bestias.
―Te estaré viendo de cerca... ―la señalo sonriente― y espero que este pequeño encuentro quede entre nosotras ―le lanzo un beso― nos veremos pronto si lo deseas querida ―le doy la espalda y empiezo a caminar.
Es moralmente incorrecto, lo sé. Pero la moralidad no funciona con personas así, la moralidad sólo es un concepto que te impide hacer las cosas como se debe sólo por miedo a enfrentar la crítica social.
Que satisfactorio es cuando te vale mierda el qué dirán.
Ojalá alguien hubiera hecho esto por mí, supongo que algo habría sido diferente en mi interior.
Veo como Lineth se encuentra exactamente donde le dije que me esperara, en cada mano se encuentra un helado, uno es napolitano y el otro es de fresa. Al verme su rostro se ilumina y patina hacia mi dirección con una destreza muy distinta a la que vi minutos atrás.
―¡Estás bien! ―chilla sonriente― ¿no te hizo nada?
Tomo el helado de napolitano entre mi mano y le doy un mordisco logrando que se me congelen los dientes― Te dije que soy más grande ―sus ojitos empiezan a brillar más que antes. Es ridícula― creo que no te hará más daño, pero si lo hace me dices, yo te cuidaré ―al pronunciar esto último dejo el helado a medio camino.
¿Qué? ¿cuidar? ¿me dices? ¿qué mierda me pasa?
―¿En serio? ¡Serás como mi heroína personal! ―vuelve a chillar― muchas gracias, me haces muy, muy feliz. Nadie me había dicho antes que me cuidaría ―alza los brazos lo más alto que puede mientras esa sonrisa logra ensancharse más.
Hay luz en ella, no sé, pero no quiero que se opaque con nada.
―Yo vivo ahí ―señalo torpemente un conglomerado de casas― vivo a 19 casas de aquí, tiene el jardín más bonito de toda la cuadra ―rasco mi sien algo incómoda― si no estoy ahí me encuentro en la cafetería Lummy ¿Sabes dónde queda? ―asiente muchas veces― bueno, si algo pasa te escapas de donde estés y me buscas. Yo te ayudaré― es extraño, pero no me hace sentir mal esto. Al contrario, se siente algo cálido en mi pecho― Pero si alguien de tu familia o tu vecina te pregunta por mí di que no me conoces, si no lo haces ya no podré cuidarte ―podría quedar presa, soy consiente que maltraté a un menor. Sólo deseo que ninguna de las dos hable. Maldita sea, no me arrepiento, pero me dejé llevar y no pensé en las consecuencias de nada.
La niña asiente muchas veces para luego pasar sus dedos frente a sus labios como si los sellara logrando que me tranquilice. Bueno, sí es inteligente como pensé.
Siento como vuelve a tomar mi suéter y de la nada comienza a contarme sobre las cosas que le gusta hacer y lo que quiere ser de grande. Y claro, agradecerme cada 30 segundos por ayudarla y ser su héroe.
Es tan tonta que me hace querer comprarle lo que sea que me pida.
Supongo que hoy no cumpliré mi reto personal, pero creo que hice algo bien.
―Vivi... ―llama casi en un susurro.
―¿Ahora me pones un apodo ridículo? ―pregunto fastidiada.
―Gracias... ―musita con extremada dulzura.
―Cállate y come tu helado ―evito mirarla mientras siento como una pequeña sonrisa insiste en asomarse sobre mis labios.
Es tan ridícula.
Amy:
Una ligera lluvia cubría todo a su paso, arruinando perfectos peinados y escurriendo costosos maquillajes.
Un grupo de chicas se encontraban corriendo calle tras calle, ninguna poseía un paraguas y, aunque así fuese, la fuerte brisa se encargaría de empaparlas por completo.
―¡¿Dónde está tu casa?! ―grita la joven albina desesperada― ¡Julia!
La castaña ríe mientras apresura más su paso.
¡Es aquí mismo! ―chilla al doblar la esquina.
Las otras acompañantes sólo siguen a su amiga, ellas se saben el camino y podrían llegar antes, pero no querían generarle una mala impresión a la nueva integrante de su grupo dejándola atrás.
Si supieran que eso le podía valer menos a la albina.
Amy observa como todas empiezan a entrar a un viejo edificio de madera. No puede evitar fruncir el ceño ante eso, era como una casa abandonada, de esas que salen en las películas de terror.
Al entrar lo primero que la recibe es un fuerte olor a moho y no tardó ni dos segundos en encontrar el lugar de procedencia de dicho aroma.
―Que asco ―susurra. Mira hacia el techo notando como uno que otro agujero se encuentra en él y a su vez un intenso chorro de agua cae en una esquina empapando el suelo.
―Por aquí Amy ―llama Julia antes de empezar a subir las escaleras.
La albina corre hacia la castaña por inercia. Odiaba la idea de permanecer un segundo más en ese sitio.
Este lugar es interesante ―dice al notar la soledad, es como si Julia viviera sola allí.
―Es una pocilga Amy, no mientas ―burla una de las chicas.
―¡Oye, no me ofendas! ―llegan hasta el final de las escaleras― este sitio es perfecto.
―Tan perfecto que ya te han robado dos veces ―ríe la rubia.
Amy frunce el ceño.
―¿Te robaron?
La castaña asiente, pero alza los hombros con desinterés.
―Entraron a todas las habitaciones que pudieron, tenían presente nuestros horarios así que fue el robo perfecto.
―¿Y los atraparon?
―Para nada, en esta cueva no hay cámaras y dudo que coloquen alguna por más que asalten ―la rubia pasa su brazo sobre los hombros de la albina acercándola más a ella ―la dueña es una tacaña de las grandes, no le preocupa perder moradores, ella dice que de todas formas ella cobra una miseria.
Amy asiente y se quita ese brazo de encima sin pizca de amabilidad. Una cosa era soportar sus estupideces y otra muy distinta es que la tocaran.
Entran al departamento, recibiendo esta vez un delicado olor a melocotón.
Era demasiado empalagoso.
Da una mirada rápida a su entorno, dándose cuenta que no hay rastros de agua o moho, lo único que se encuentra empapado es el balcón, pero ese no importaba.
Chicas, si quieren pueden ducharse y cambiarse de ropa.
Amy es la primera que correr hacia el baño. Le importaba mínimo la ropa empapada, pero su mayor preocupación era su cuerpo, parecía que poco a poco perdía vida.
Se sentó sobre el inodoro y empezó aquel trabajo que se veía obligada a realizar y que le era molesto, pero que la hacía sentir ella por algunas horas.
Después de unos largos minutos salió del baño como nueva. Las demás chicas habían optado sólo por secarse con una toalla y cambiarse de ropa ante la demora de la albina.
―Dios Amy, te inspiraste en el baño ―burla la rubia recibiendo como respuesta una gentil sonrisa fingida por parte de Amy.
―Julia ¿tu hermano vendrá hoy? pregunta coqueta la pelinegra― llevo meses sin verlo.
―Ay no Sasha, sólo te lo topaste una vez y ya piensas que estará aquí metido siempre ―voltea los ojos la rubia.
―Matías está muy ocupado en la universidad ―Julia se desploma sobre el sillón, terminando así la pequeña discusión que se iba a formar― a penas y tiene tiempo para dormir. Con esa idea loca de trabajar y estudiar no hace nada para divertirse. Supongo que para él la aprobación de nuestros padres es lo primordial en su vida ―tuerce los labios con fastidio.
―¿Estás celosa? ―inquiere la pelinegra― no deberías, por lo que he escuchado tu hermano lo hace por él.
―¿Y tú qué sabes? ―frunce el ceño― él y mi hermana insisten en quedar bien, por eso me largue de esa casa, no podía soportarlo.
Amy observaba silenciosa la penosa escena. Cada vez resaltaba más la idea de que Julia no era más que una estúpida con falta de atención.
Las chicas se enfrascaron en una conversación aburrida ante los oídos de la albina y esta decidió huir de allí con la excusa de buscar un vaso con agua.
Camino hasta la cocina, mirando todo a su paso.
Fotos de la familia, libros en distintas partes, una que otra prenda sobre el suelo, pero en sí, todo se veía decente en comparación con la recepción del lugar.
Ya en la cocina buscó entre los estantes un vaso, pero algo captó su atención.
Un cajón abierto, que en su interior guardaba algo curioso.
Tomó un guante de cocina y sacó uno de los cuchillos plateados. Tenía la hoja muy desgastada, así que ese parecía ser esencial. Lo dejó en su lugar y sacó otro, pero también se veía algo gastado. Así siguió hasta que en el fondo de dicho cajón halló uno, parecía nuevo, recién salido del empaque, llamativo para ella.
Dio una mirada rápida hacia la puerta, cerciorándose que nadie se encontrara allí.
Se quitó el guante y guardó el cuchillo debajo de su suéter, sostenido por el brasier.
Una ligera sonrisa apareció en su rostro.
Aún no sabía con certeza lo que haría, pero absolutamente todo lo que perteneciera a Julia era relevante para ella.
Ten a tus amigos cerca, y a tus enemigos aún más.
♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡
Holis cerebritos ¿qué tal?
Les traje este regalo :3 espero que sea de su agrado.
Quería decirles que pronto haré mi exámen para ingresar en la U así que deseenme suerte🤭
¿Qué les pareció lo de Lineth? Y lo de Julia 7u7 esto cada vez se pone más curioso.
Admito que había escrito este capítulo hace meses 🤣🤣🤣 y leerlo ahora para editarlo me hizo pensar ¿neta yo escribí esto? ¿Qué pasó con Iveth entonces? Porque literal se lee muy distinta a la que estoy escribiendo actualmente 🤣🤣🤣🤣 pronto también será la aparición de un nuevo personaje que tendrá cierto peso en la obra :3 sin más que decir.
Bye bye pipul 😘🧠
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top