Capítulo 9

(Narra Law)

La misión se había vuelto más divertida desde que le conté a (TN) mis intenciones. Obviamente omití cierta información, como que íbamos a acabar con la humanidad. Puede que no le hubiera hecho mucha gracia.

Me encantaba provocarle y ver esa expresión en su cara. Hasta hace unos cien años no me había interesado por mujeres. Ni si quiera sabía si en mi vida humana lo hice, ya que no recuerdo nada. Una vez lo pruebas y ves que triunfas te sube la moral. Y el sexo... Bueno el sexo era fantástico. De hecho, las pocas veces que me había hecho totalmente visible para los humanos había sido para eso. Aunque hacía bastante que no me acostaba con nadie. No tenía intenciones de acostarme con (TN), al menos hasta dentro de unos meses, ya que si no lo hacía nadie... Me tocaría hacerlo para oscurecer su aura. No iba a ser un gran esfuerzo, ya que realmente me sentía atraído físicamente por ella.

No sabía exactamente porque quería esperarme a que fuera mayor de edad. Podía hacer lo que me diera la gana, pero al parecer me quedaban algún tipo de principios.

—Hola, Law. El solitario y malhumorado Law —escuché. Me giré y vi a uno de mis compañeros. Esa eran las dos palabras que mejor me definían.

—Sí. Y tú estás rompiendo mi soledad —comenté, frunciendo el ceño—. Dime que quieres y lárgate.

—Me han mandado para comprobar qué tal va tu misión —dijo—. Yo ya he acabado, pero parece que a ti se te está resistiendo. ¿Necesitas ayuda?

—No —contesté, fríamente.

—Bien. Más vale que te des prisa, queda menos de un año para empezar con el plan —me recordó. A lo mejor se pensaba que era estúpido o algo por el estilo.

—Lo sé —dije.

Por suerte, desapareció rápidamente. Odiaba que pusieran en duda mis capacidades. Puede que fuera cierto que me estuviera retrasando un poco. Solía ser frío y calculador. Planeaba muy bien las cosas y nunca cometía fallos. Con esta cría todo estaba siendo distinto. Daba igual, lo acabaría consiguiendo, como siempre.

Era un día cualquiera, (TN) estaba con sus dos amigas, almorzando en la cafetería con sus dos amigas. Estaban sentadas en una mesa algo apartada del resto. Me senté en una silla al lado de ella. Pude notar su el mal humor repentino en su cara.

—Mirad que bueno está ese tío... —comentaba la marimacho, mientras enseñaba una foto de un hombre. Debía ser un actor o algún famoso de las redes sociales o lo que fuera. Tonterías de la era moderna.

—No está mal —comentó (TN). ¿En serio?

—Ya tengo material para esta noche —comentó la tal Nora. Vaya, una auténtica pervertida.

—¡Nora! —exclamo (TN), mirándole con asombro. La pelirroja solo se sonrojó ante el comentario.

—Vamos, (TN). No seas dramática... Tocarse es muy bueno para el cuerpo. Te da placer y te ayuda a conocerte a ti misma. Deberíais probarlo — comentó la chica—. Los chicos lo hacen y lo cuentan orgullosos. ¿Por qué nosotras deberíamos avergonzarnos por ello?

Esa sí que era una chica inteligente. Sabias palabras. Estaba totalmente de acuerdo. Masturbarse era un tema tabú todavía para mucha gente, sobre todo para las mujeres, especialmente las jóvenes. ¡Qué estupidez! Era lo más natural del mundo. Aun así, era considerado pecado para los seres de luz, así que, si esta chica lograba convencer a (TN) de que se explorara así misma... Ganaría terreno. Otra oportunidad que se me presentaba.

Esa misma noche, después de entretenerme un rato por la ciudad, fui a la habitación de (TN). Justo cuando llegué estaba sentada en su escritorio, usando el portátil. Me acerqué lo suficiente para poder ver la pantalla.

—Vaya... —murmuré, lo que le hizo girarse sobresaltada. Estaba buscando información sobre el tema que habían hablado a la hora del almuerzo.

—¿Qué haces? —preguntó, enfadada y avergonzada al mismo tiempo—. ¿Intimidad? ¿Privacidad? ¿Conoces esas palabras?

—¿Qué haces tú? O mejor dicho... ¿Qué vas a hacer? —pregunté, sonriendo de lado.

—¿Pero qué más te da? Además ya has visto lo que estaba leyendo —contestó ella. Intentaba parecer tranquila, pero se le notaba nerviosa—. De todas formas no podría hacer nada, ya que puedes aparecer en mi habitación en cualquier momento.

—Bueno, puedo darte intimidad si la necesitas —comenté. ¿Se pensaba que quería ver cómo lo hacía? Bueno, no me importaría, pero simplemente quería que lo hiciera y punto.

—¿Por qué tanto interés? —preguntó, entornando los ojos. Joder. Era una digna rival—. Es una de las cosas malas que quieres que haga, ¿verdad?

—Ya has oído a tu amiga, no es nada malo —contesté, intentando salirme con la mía.

—Yo tampoco pienso que sea malo, pero a lo mejor para vosotros sí —comentó, encogiéndose de hombros—. No sé cómo juzgáis a los seres humanos, así que no voy a arriesgarme. No quiero ir al infierno.

—Tú te lo pierdes —gruñí, antes de desaparecer y volver al tejado.

Maldita cría. Podía obligarle a hacerlo, o por lo menos que le doliera resistirse a mis palabras. Sin embargo, cuando pensaba en su cara sufriendo se me quitaban las ganas de hacerlo. Me estaba volviendo un sensible.

Y habían pasado varios días y, definitivamente, (TN) no tenía intenciones de cometer ese acto. Otra oportunidad fallida, me estaba acostumbrando. Aun así, no iba a darme por vencido. Si no conseguía hacerlo, aparte de que me desterrarían, mandarían a otro a cumplir con el trabajo. Ese otro no sería tan piadoso como yo. Pasara lo que pasara, el plan iba a cumplirse igual, así que prefería que fuera lo menos doloroso posible para ella. Personas como (TN) y sus dos amigas, me hacían ver que había algo de bondad en la raza humana. Lástima que su mundo fuera a desaparecer. Regla número uno: nunca encariñarse de un humano. Y, bueno, no es que le hubiera cogido cariño. Solo me daba pena, eso era todo. Y eso no quitaba que pudiera divertirme con ella.

Era casi la hora de cenar. Al parecer, (TN) iba a darse una ducha. Dejó el agua encendida mientras se iba a buscar el pijama. Bien, era momento de divertirse. Chasqueé los dedos y mi ropa desapareció. Me miré al espejo antes de meterme bajo el agua. No estaba totalmente seguro de si le gustaba a (TN), pero si había tenido éxito con todas las chicas que me había cruzado... ¿Por qué iba a ser distinto con ella?

Poco después, le escuché entrar en el baño. Debía estar quitándose la ropa para meterse en la ducha. Me moría de ganas por ver la cara que ponía cuando me viera ahí dentro. Pasaron unos pocos segundos hasta que corrió la cortina de golpe. Vaya, la imagen que tenía delante de mí era mejor de lo que me esperaba. Ella también me miraba fijamente, bueno, no exactamente a mí. Estaba embobada mirando mi miembro. He de admitir que era bastante superior a la media.

—¿Te gusta lo que ves? —pregunté, sonriendo de lado, sacándola de sus pensamientos.

—Tú... ¡Tú estás loco! —exclamó, completamente sonrojada, mientras cogía la toalla para cubrirse rápidamente—. Largo de aquí ahora mismo. Eres... Eres un auténtico pervertido.

—Solo era una broma —comenté, mientras salía de la ducha. Dio unos pasos hacia atrás cuando me acerqué a ella.

—Sí, claro —dijo, sarcásticamente, mientras se metía en la ducha—. Voy a procurar que nunca más me vuelvas a ver desnuda, así que aprovecha y recuerda bien mi imagen. Seguro que tú sí que haces esas cosas cochinas.

Corrió la cortina nada más decir esas palabras. ¿Cosas cochinas? Me hizo gracia esa forma de decirlo, chasqueé de nuevo los dedos para cubrirme con ropa y fui al tejado.

Me pilló bastante desprevenido ese último comentario. Al parecer debajo de esa apariencia de niña buena, había una personalidad algo más rebelde. Eso me gustaba. Es más, podría decir que me excitaba.

Un rato después meterme en la casa. Esa noche, la hermana de (TN) tenía una fiesta de pijamas. Su madre le acompañaría y, mientras las niñas estaban de fiesta, las mayores tomarían una copa de vino y charlarían, así que la mayor se quedaba sola en casa. Su padre estaba de cena con unos amigos. 

(TN) estaba tirada en el sofá, comiendo palomitas y viendo una estúpida película que hacían en la televisión. Iba acercarme a ella cuando escuché la puerta de la casa abrirse. Me transporté allí rápidamente. Eran su padre y un compañero de trabajo. Iban bastante borrachos. Les seguí mientras caminaban hacia el salón. (TN) apagó la tele y se levantó del sofá. Siempre vigilaba a su padre cada vez que llegaba borracho para comprobar que no hiciera ninguna tontería.

—Joder, ¿esa es tu hija? ¡Qué mayor está! —exclamó el señor, mirándola descaradamente. ¿Pero de qué iba ese sujeto? Bueno, tampoco es que pudiera hablar mucho, pero yo no pensaba tocarla si no quería ella.

—Sí. Espérame aquí, cojo la tarjeta y vamos al bar, que no me queda efectivo —balbuceó su padre, mientras entraba en la habitación.

—(TN)... Estás guapísima. Te has convertido en toda una mujercita... —murmuraba el tipo, mientras se acercaba a ella.

—No te acerques a mí —dijo ella, seria.

Era una chica que no se dejaba intimidar por cualquiera, pero ese tipo era fuerte y estaba borracho. No le hizo caso y siguió acercándose. Ella dio unos pasos hacia atrás. Me puse en medio y le di una patada en el estómago. El  tipo cayó de rodillas, con las manos tocándose la barriga. Ella me miró, sorprendida. Chasqueé la lengua. Otra vez más no había podido evitar defenderle. Se estaba volviendo una costumbre.

—¿Qué coño ha pasado aquí? —preguntó el padre, al salir de la habitación y ver a su compañero intentando incorporarse.

—No vuelvas a traer amigos borrachos a esta casa —contestó (TN), enfadada.

—No des órdenes a tu padre, niñata —gruñó, mientras ayudaba a su compañero—. Tranquilo, tío, vamos a por otra copa.

Me fijé en como ella les miraba con odio mientras llegaban a la puerta y se largaban de esa casa. El odio era un sentimiento considerado como algo malo por los seres de luz, pero el aura de (TN) seguía intacta. ¿Tal vez perdonaran el odio justificado? Esperaba que no. Era una buena opción para que oscureciera, pero si en todos estos años no lo había hecho...

—Law... Gracias —le escuché murmurar, de repente. No me dio tiempo ni a reaccionar. Cuando me quise dar cuenta me estaba rodeando con sus brazos y tenía la cabeza apoyada en mi pecho.

¿Qué...? ¿Qué era esta sensación? Se sentía calidez... No recordaba que me hubieran dado nunca un abrazo. Notaba el cuerpo de (TN) temblar contra el mío. Estaba llorando. Debía haberse asustado. No quería hacerlo porque sabía que, probablemente, ya no habría vuelto atrás, pero sentía la necesidad de hacerlo. Lentamente, pasé un brazo por su espalda y puse mi otra mano en su cabeza. Le acaricié suavemente el pelo hasta que se fue calmando poco a poco.

Nunca había sentido nada parecido. Sentía calor. Estaba a gusto. Era placentero, y no me refería a otro tipo de placer que había sentido otras veces. Era otra cosa. Mierda. ¿Qué me estaba pasando?

—(TN)-ya... —susurré. ¿Qué? ¿Por qué había usado esa terminación? Nunca... Nunca había llamado a nadie por su nombre desde que tengo memoria.

—¿(TN)-ya? —preguntó ella, extrañada, mientras se separaba un poco de mí—. Parece como una terminación de esas japonesas. ¿Has estado en Japón?

—No. Bueno alguna vez, puede ser, pero no sé... —comenté, pensativo.

—A lo mejor cuando estuviste vivo pasaste mucho tiempo por ahí o algo y se te pegó —dijo ella.

—Puede ser, no sé... No recuerdo casi nada de cuando estuve vivo —murmuré.

—¿De qué te acuerdas? —preguntó, mirándome fijamente. Vaya, estaba curiosa.

—Mejor hablamos en otro momento. Ve a dormir —dije, justo antes de desaparecer de la casa.

Me quedé en el tejado. Necesitaba estar solo y pensar. Todo esto no tendría que estar pasando... No tendría que haber interactuado con esa chica. Debería haberme limitado a cumplir mi objetivo y haberme dejado de tonterías. Por primera vez, era posible que fuera a fallar en cumplir una de mis misiones.

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