Capítulo 28

(Narra TN)

El resto de semana pasó rápido y enseguida llegó el viernes. ¡Por fin nos habían dado las notas! ¡Por fin, por fin! Nos las habían dado en papel y también las habían mandado al correo electrónico. Casi me caigo subiendo por las escaleras de casa. Abrí la puerta como pude y, nada más cerrar fui directa a la cocina.

—¡Mamá, mamá! —grité, mientras llegaba hasta allí. Se me quedó mirando cuando llegué—. ¡He sacado A en todos los exámenes!

—¡Muy bien, cariño! ¡No sabes lo orgullosa que estoy de ti! —exclamó, mientras se acercaba a abrazarme. He de admitir que me hubiera gustado sacar los dos «+», eso hubiera sido perfecto, pero no había que ser avariciosa. No había estudiado al cien por cien y era lo que me merecía—. Entrarás de sobra en la universidad que querías. Habrá que hacer la matrícula.

—Sí —afirmé, emocionada. La universidad, vaya. Cómo pasaba el tiempo—. Voy a ver a Helena.

Mi hermana se había quedado descansando en casa durante esa semana. Le habíamos ido cambiando los vendajes y desinfectando la herida tal y como nos había explicado el médico. Seguramente le quedaría cicatriz, pero ya no tenía tan mala pinta como hace unos días. Le habían firmado un papel para que se quedara en casa esos días, no por la herida, sino por el estado de shock que se suponía que tenía.

Cuando abrí la puerta me quedé algo sorprendida. Helena había preparada una pequeña mesa en el centro de la habitación. Había varias sillas y sus peluches estaban sentados. Law también estaba allí. Le había puesto maquillaje y unas horquillas en el pelo. Cogía su taza de té mientras miraba hacia la pared, malhumorado.

—¿Qué hacéis? —pregunté divertida.

—Law me había dicho que si dejaba de hacer preguntas podíamos hacer lo que quisiera, y... Hacía tiempo que no daba una fiesta del té —explicó, aguantándose la risa. Ya era demasiado mayor para eso. Estaba claro que lo había hecho para fastidiar a Law.

—Genial. Os dejo continuar. Me voy a mi habitación —me despedí, mientras cerraba la puerta.

Había sido tan adorable ver a Law jugando con mi hermana... Obviamente había sido en contra de su voluntad, pero me había parecido una escena muy tierna. Entré en mi habitación y cerré la puerta detrás de mí. Dejé la mochila al lado del escritorio y me puse en frente del espejo para quitarme el uniforme. Me desabroché los botones de la camisa. Teníamos una de manga larga, para cuando hacía más frío y una de manga corta, para cuando se acercaba el verano, aunque allí en Londres no había temperaturas muy altas.

Me miré fijamente en el espejo. No entendía lo que le gustaba a Law de mí. Es decir, era una chica del montón. No tenía nada en especial. Llevaba un sujetador blanco de encaje. Casi todos mis sujetadores eran así. No es que los fuera a ver nadie, pero me gustaba ese estilo. Eran más bonitos. Vi a Law reflejado en el espejo. ¡Qué vergüenza! ¿Desde cuándo estaba allí? Todavía seguía maquillado.

—¿Ya se ha acabado la fiesta? —pregunté, intentando aguantarme la risa.

De repente, se acercó a mí y me pegó contra la pared. Me cogió de las piernas y me obligó a rodearle la cintura con ellas. Rompió la poca distancia que nos separaba y me dio un húmedo beso. Su lengua se movía salvajemente dentro de mi boca, mientras notaba sus dedos clavarse con fuerza en mis muslos. Cuando separó sus labios de los míos, todavía estábamos unidos por un fino hilo de saliva que se rompió enseguida. Se le había corrido todo el pintalabios. Ya no tenía ningunas ganas de reírme. Estaba completamente excitada y Law me miraba con mucha intensidad. Podía notar su miembro contra mi sexo.

—¿Te crees que me puedes hablar así vestida y que no pase nada? Con esa maldita minifalda y sin camisa... —dijo, con voz ronca, mientras fruncía el ceño.

—Perdón... —murmuré. ¿En serio se me solo se me había ocurrido decir esa estupidez? Mi boca y mi cerebro no estaban coordinando muy bien en ese momento. El cosquilleo que sentía ahí abajo me estaba nublando los sentidos.

—¿Perdón? No pidas perdón por tonterías. Espabila un poco y deja de ser tan buena. No quiero que la gente se aproveche de ti... Cada vez que me pidas perdón por alguna estupidez, te voy a castigar —dijo, justo antes de clavarme las uñas en las nalgas.

—¡Ah! —se me escapó. Era un gemido entre dolor y placer.

¿Por qué me había excitado todavía más que me hubiera hecho daño? Soltó un gruñido y se lanzó directo a mi cuello. Me encantaba cuando mordisqueaba y lamía esa zona. Se notaba que sabía perfectamente cómo hacerlo. De pronto, se escuchó gritar a mi hermana desde el pasillo. << ¿Dónde estás, Law? ¡Eres tonto! ¡La fiesta no se ha acabado! >>. Mierda. Se estaba acercando hacia la habitación. Law me soltó.

—Tienes la cara manchada de pintalabios... Yo de ti me lo quitaría rápido o tu hermana sabrá que has hecho cosas malas —susurró, sonriendo de lado. ¡Cobarde! Iba a esconderse de ella. Me acerqué rápidamente a la mesita que tenía al lado de la cama. Ahí tenía toallitas.

—¿Law está aquí? —preguntó Helena, mientras abría la puerta sin llamar. Él me miraba divertido desde la cama.

—No entres sin llamar... —le advertí, sin girarme, mientras sacaba una toallita y me la acercaba rápidamente a la cara—. Además, si gritas esas cosas mamá sospechará. Es un secreto.

—Mamá se ha ido un momento, y Law... ¡Se ha ido sin avisar! Me las pagará —dijo enfadada, antes de irse de la habitación. Me giré hacia él.

—Podrías acabar de jugar con ella —le propuse.

—Eso de la fiesta del té es una tortura. Me siento ridículo —comentó, malhumorado.

—Pues a mí no me has parecido ridículo... Me ha gustado verte así — dije, sonriendo. Me miró mientras arqueaba una ceja, como si no creyera mis palabras.

—Está bien. Iré un rato más, pero solo un rato —aceptó, finalmente. Desapareció después de decir esas palabras. Sonreí. Era un demonio adorable. Sexy y adorable.

[•••]

Los días iban pasando entre proyectos, actividades prácticas, desintegrar demonios, besos a escondidas con Law... Había llegado el penúltimo viernes de instituto. El siguiente ya era la graduación y la fiesta. Ya era por la tarde y estaba mirando vestidos con Nora y Emily. Ya nos habíamos probado unos cuantos, pero no dábamos con el ideal.

—¡A la de tres salimos! —exclamó Nora, desde su probador—. Una, dos... ¡Tres!

Nora llevaba un vestido corto y ajustado de color coral. Era de tirantes y tenía toda la espalda descubierta. Emily llevaba un vestido corto negro, de manga corta y no muy ajustado. La falda era algo vaporosa. Yo llevaba un vestido largo, de color rojo. Tenía los hombros al descubierto y un poco de escote. Era apretado hasta la cintura y la falta era más sueltecita.

—Vaya, (TN). El rojo te queda genial.  —comentó Nora, mientras me miraba de arriba abajo. Se giró hacia Emily— A ti también te queda muy bien, Emily. Creo que te sientes más cómoda con este que con los anteriores.

—Es verdad. Te queda muy bien —comenté, sonriendo. Se puso un poco nerviosa. Odiaba ser el centro de atención, aunque fuera entre nosotras—. Nora el tuyo también te queda genial. Es de tu estilo, provocador.

—Uy, sí... Soy muy provocadora —comentó entre risas—. Odio los vestidos, pero creo que me quedaré con este.

—Pues ya está claro. ¡Por fin! —exclamé. Odiaba estar tanto rato probándome cosas. Me agobiaba.

Entramos cada una a su probador. Ya solo quedaba volver a vestirse y pagar los vestidos. Me pondría unos tacones negros que tenía en casa y algún bolsito a conjunto. Me sobresalté al ver a Law en el espejo. ¡Qué maldita manía tenía de hacer eso! Iba a decirle algo pero se puso el dedo en la boca para indicarme que me callara. Hinché los mofletes, enfadada. Se acercó hasta pegarse a mi espalda y me acarició los hombros. Cada vez que me tocaba era como si una descarga eléctrica recorriera mi cuerpo.

—También quiero guardarme esta imagen... —murmuró en mi oído. Me excitaba tanto escuchar su voz tan cerca—. Estás preciosa.

—Gracias Law, pero... —Me tapó la boca con la mano. Solo iba a decirle que exageraba.

—No quiero escuchar ninguna tontería —se quejó—. No podrás quitarte a los chicos de encima en el baile.

—Claro —dije, irónicamente, nada más apartó la mano de mi boca —. Además, me da igual. Ya te he dicho que es imposible que me fije en nadie teniéndote a ti. Ya cuando... Cuando te vayas... No sé. Da igual, no quiero hablar de chicos.

—Está bien. Nos vemos en tu casa —se despidió. Ya está. Se había esfumado. Menos mal. Justo a tiempo, ya que estaba a punto de llorar.

Esto era horrible. Era bastante trágico aunque tratara de evitar pensar sobre ello. Dos personas que se quieren, bueno... Él no era una persona, pero se entiende. Se quieren, pero están destinadas a separarse por el bien de la humanidad. Si fuera una película en el cine sería de las que me haría llorar. Tenía que ser fuerte. Law me dijo una vez que yo era fuerte. No podía fallarle. Me sorbí los mocos, me sequé los ojos y empecé a cambiarme de ropa.

Una vez llegué a casa, me puse el vestido e hice un pase de modelos para mi madre y mi hermana en el salón, por fin pude ir a descansar a mi habitación un rato antes de cenar. Allí estaban los dos.

—Hola, chicos —saludé, mientras dejaba la bolsa con el vestido sobre el escritorio.

—¡Tenemos buenas noticias! —exclamó el ángel, emocionado.

—¿Qué pasa? —pregunté, con curiosidad, mientras me acercaba a ellos.

—Mi compañero ya ha conseguido restaurar el aura que faltaba —contestó, orgulloso—. Ahora necesita una semana para entrenar al chico, así que el viernes que viene cerraremos el portal. Lo haremos en la madrugada.

—El día del baile... Está bien. Tendremos que pensar un buen plan para escabullirme —les comenté.

—Tranquila, se nos ocurrirá algo. Tengo un par de ideas —intervino Law—. Lo importante es que pronto estaréis todos a salvo.

—Sí... —murmuré, mientras sonreía. Por fin. Estaba realmente preocupada por toda la gente que conocía, aunque un poco triste, ya que solo me quedaba una semana junto a Law—. Bueno, necesito descansar un rato antes de cenar. ¿Nos vemos después?

—Sí, claro, querida. Descansa, te lo mereces —se despidió el ángel, antes de desaparecer.

—Vendré por la noche. Descansa, (TN)-ya —se despidió Law.

Suspiré aliviada. Necesitaba estar sola un rato. Estaba triste y no quería llorar delante de nadie y, menos delante Law. Me tumbé en la cama. Por favor, tampoco era para tanto. ¿Cuántas parejas se separaban? ¿Cuántas no podían estar juntas por lo que fuera? Aun pensando así, se me escaparon algunas lágrimas. Era la reina del drama. Tampoco era para tanto, había cosas peores... Tenía que centrarme en lo bueno. Iba a salvar a mi familia y a toda la gente que me importaba.

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