Capítulo 26
(Narra TN)
No me podía creer que ya hubiera acabado. Tanto tiempo esperando los exámenes y estaba a punto de entregar el último. Revisé que las hojas estuvieran bien ordenadas y me levanté de la silla. Guardé el bolígrafo en la mochila y colgué una de las asas en mi hombro.
El pasillo estaba lleno de estudiantes comparando sus respuestas. No quería saber nada sobre eso, prefería esperar directamente a los resultados. Aceleré el paso y, cuando salí del edificio, vi a mis amigas a la distancia.
—No me puedo creer que ya hayamos terminado —comenté, emocionada, cuando llegué hasta ellas.
—Lo próximo es la graduación y... ¡Fiesta de fin de curso! —exclamó Nora.
—Bueno, aún falta un poco... —añadió Emily. Es verdad, hasta la tercera semana de julio no terminábamos las clases. Ahora haríamos actividades y proyectos con más tranquilidad, ya que habían pasado los exámenes.
—Sí... Un poco más de un mes, lo sé. Pero esta parte del curso siempre pasa rápido —dijo Nora, animada.
—Bueno, ¿vamos al autobús? Me muero de ganas de llegar a casa y darme una ducha para despejarme. —Cogí a cada una de un brazo y empecé a arrastrarlas hacia la parada.
Nada más llegar, después de contar a mi madre qué tal había ido, fui corriendo a mi habitación. Ella se estaba preparando para ir a buscar a mi hermana al colegio. Me acerqué al baño y enchufé la ducha para que corriera el agua hasta que saliera calentita. Fui rápidamente a por el pijama, para dejarlo en el baño y poder cambiarme nada más acabar de secarme.
Me fui quitando la ropa y la dejé en el cesto, para ponerla luego en la lavadora. Mis padres compraron varios uniformes. Puse mis pies sobre la una pequeña toalla que estaba enfrente de la ducha y corrí la cortina. Nada más entrar, el agua caliente empezó a recorrer mi cuerpo. Sentí que mis músculos se relajaban. ¡Qué nerviosa había estado estos días!
De pronto noté como alguien me acariciaba la cintura. Agarré un boté de champú y me giré rápidamente. ¡Era Law! Y estaba desnudo. ¿Qué hacía ahí? ¿No tuvo bastante la otra vez? Además, ¿cómo quería que aguantara mis ganas teniéndole desnudo y mojado a mi lado?
—¿Qué haces? —pregunté, intentando mirarle a los ojos. No podía evitar mirarle ahí abajo. Es que... Era descomunal. No había visto ninguna en persona, pero sabía que eso no era lo normal.
—No te cortes, mira todo lo que quieras... —dijo él, sonriendo de lado y pasando de mi pregunta.
—No puedes estar aquí. ¿Y sí...? —empecé a decir.
—No va a pasar nada. Se lo que hago —me interrumpió él—. Solo haz como si no estuviera aquí.
—Sí, claro. Muy fácil —añadí, irónicamente. Él solo puso de nuevo esa maldita sonrisa—. Está bien.
Le di la espalda. Calma. Ante todo mucho calma. Solo tenía que estar duchándome como si el no estuviera allí. Abrí el bote de champú y me puse un poco en la palma de la mano. Lo volví a dejar y me enjaboné la cabeza. Cuando noté los dedos de Law enredándose en mi pelo, un escalofrió recorrió mi cuerpo.
—¿No habías dicho que no estabas aquí? —pregunté, sin girarme y sin apartar sus manos.
—Solo voy a lavarte el pelo... —contestó, mientras comenzaba a mover los dedos haciendo movimientos circulares. Me dejé llevar. No quería que parara, me estaba dando mucho gustito. Poco después noté que se movió y sentí su miembro entre mis nalgas y la parte baja de mi espalda.
—Ay...—solté sin querer. ¡Por favor! Resistirse a eso era una tortura. Apartó las manos de mi pelo y las apoyó en mis hombros.
—¿Puedes girarte y enjabonarte el cuerpo? —me preguntó, con voz ronca, pegando su boca a mi oído. ¿Esto contaba como intento de corromperme? Bueno, él había dicho que sabía lo que hacía... Asentí, mientras estiraba el brazo para coger la esponja, pero él me frenó—. Con las manos...
Noté que las rodillas me temblaban. ¿Seguro que no habría problemas con esto? Pero, uf... Me lo había pedido de una forma... Era difícil negarse. Me giré hacia él, mientras se alejaba un poco, lo que el espacio de la ducha permitía. Me puse gel en las manos y froté primero mis brazos. Luego hice lo mismo con mi vientre y, subí a los pechos. Noté que mis mejillas ardían al ver la mirada de Law mientras me veía tocarme. Luego me fijé en su miembro, que estaba más grande que antes. Fue entonces cuando todo mi cuerpo comenzó a arder. A pesar de la vergüenza, me sentía totalmente deseada por él, y era una sensación agradable. Sin embargo, al mismo tiempo me sentía culpable. Tenía un gran conflicto en mi mente.
De pronto, acercó una mano a mi cara y me acarició la mejilla. Parecía mirarme con ternura, o puede que me estuviera confundiendo. No sé. No entendía absolutamente nada. Lo único que tenía claro eran las ganas que sentía de estar junto a él.
—Lamento si te has sentido incómoda... Yo, bueno, quería guardarme esta imagen para los próximos cien años, o hasta que pueda recordarla... —murmuró. Enseguida continuó—. Y no solo esta. Ya tengo muchas guardadas...Tú leyendo un cuento, tú durmiendo, tú concentrada estudiando, tú intentando cocinar algo decente, tú resolviendo peleas entre tus compañeros, tú jugando con tu hermana...
Me había quedado sin palabras. Trataba de no pensar demasiado en el momento en que Law se iría para siempre, pero en ese instante había notado como si mi corazón empezara a partirse. Por suerte, esas palabras me las había dicho en ese momento, ya que mis lágrimas se camuflaban con el agua que caía por mi cara. Justo antes de desaparecer, me dio un suave beso en la frente. Me llevé una mano a la cabeza y empecé a llorar con todas las ganas que me había estado aguantando hace unos segundos. No era malo llorar y desahogarse cuando lo necesitabas...
[•••]
Ya habían pasado dos semanas desde que acabamos los exámenes. Estábamos a finales de julio. Ya quedaba poco para que nos dieran las notas y saber si teníamos posibilidades de ir a la universidad que queríamos. El ser de luz todavía no nos había dicho nada sobre cuando intentaríamos cerrar el portal. Al parecer, alguno de sus compañeros tenía problemas en volver a purificar el aura de los niños que faltaban. Esperaba que no de demoraran mucho más...
Habíamos acabado las clases del lunes. Nora, Emily y yo estábamos en la entrada del colegio, esperando a que saliera mi hermana. Ellas no iban en autobús, pero se quedaban charlando conmigo un rato.
—Podríamos ir a tomar el té juntas esta tarde —propuso Nora. Era una buena idea. Ahora que no necesitábamos estudiar como locas podíamos ir más de una vez a la semana. De repente noté que alguien me subía la falda.
—¡Oye! —exclamé enfada, mientras me giraba. Habían sido unos críos de la escuela junior. Les pegué unos cuantos gritos mientras huían riéndose. Vi que Law les ponía la zancadilla y caían al suelo. Sonreí, victoriosa. Aunque me sonrojé levemente al ver cómo él miraba con intensidad la falda de mi uniforme.
—Malditos niñatos, ¿es que no les enseñan modales en casa? —preguntó Nora, quejándose.
—Los padres de ahora son demasiado permisivos... —comentó Emily.
—¡Hermanita! —exclamó Helena, mientras me abrazaba por detrás.
—Bueno, chicas. Nos vemos esta tarde —me despedí de mis amigas, mientras mi hermana me estiraba del brazo para ir hacia el autobús.
Cuando llegamos, mamá ya tenía la comida preparada. Comíamos un poco tarde al acabar las clases. Podíamos comer allí en el instituto, pero preferíamos esperar un poco más y comer en casa. Ese día estábamos las dos tan hambrientas que ni si quiera fuimos a cambiarnos y quitarnos el uniforme.
Helena se ofreció a fregar mi plato a cambio de que viera una película con ella antes de cenar. Le dije que no hacía falta, que la podíamos ver igual, así que acabé fregando mis cosas igualmente. ¿A qué venía ese tipo de intercambios? En fin, era una tontería. Mamá nos avisó de que se iba un momento a comprar, pero volvía en unos minutos. Acabé de guardar las cosas y me dirigí hacia mi cuarto. Law estaba allí, cerca de mi cama.
—Eres muy malo. Mira que poner la zancadilla a unos pobres niños... —comenté, sonriendo, mientras me acercaba a él.
—Ellos se lo han buscado —dijo, sonriendo de lado. Se estaba acercando a mí peligrosamente. Me cogió de la cintura y me obligó a tumbarme en la cama.
—Eres un bruto... —gruñí contra la almohada, ya que estaba bocabajo. Me cogió de los tobillos y empujó mis piernas hacia delante, flexionándolas y ofreciendo una vista panorámica de mi trasero. La falda era algo corta, así que me estaría viendo las bragas—. ¿Esta es otra de las imágenes que quieres guardar?
—Cuántas más mejor —contestó, divertido—. No sabes las vistas que tengo desde aquí...
—Exagerado —murmuré, sonriendo. De repente, mordió una de mis nalgas, lo cual me hizo soltar un gritito—. ¡Marrano!
—Si estuvieras viendo lo mismo que yo, sabrías que ha sido prácticamente imposible resistirse —se defendió, mientras me cogía y me daba la vuelta. Ahora lo tenía entre mis piernas.
—Repito. Eres un exagerado —dije, sin poder evitar sonreír.
—No exagero —intervino, frunciendo el ceño—. Tendrías que verte con mis ojos...
—¿Y qué diferencia hay? —pregunté.
—La diferencia es que tú estás ciega y yo te veo perfecta —contestó, mientras se inclinaba hasta rozar su nariz con la mía. Mis mejillas ardieron enseguida. Debía parecer una idiota sonriendo de esa manera, pero Law me hacía creer que realmente era una chica guapa. Se alejó de golpe—. Mierda.
—¿Qué pasa? —pregunté, preocupada, mientras me incorporaba. Desapareció rápidamente.
Escuché a mi hermana gritar desde su habitación. Había sido un grito de miedo y de dolor. Bajé rápidamente de la cama y fui corriendo hasta su habitación. Abrí la puerta de golpe. Helena estaba en el suelo cogiéndose el brazo. Tenía una especie de arañazo e intentaba parar la sangre con su manita. Law tenía al demonio sin forma acorralado, a los que solo podía ver yo.
—¡Helena! —exclamé, mientras me acercaba a ella. Por suerte, la puerta de casa se abrió—. ¡Mamá, mamá!
—¿Qué pasa? —le escuché preguntar, mientras se acercaba a la habitación. Se llevó las manos a la boca—. ¡Oh, Dios mío! ¡Hay que llevarla al hospital! ¡Vamos!
—Sí —dije, mientras me apartaba para que ella le cogiera en brazos. Justo cuando salieron de la habitación me acerqué a donde estaba Law.
—Maldito... —gruñí con rabia, mientras apretaba el cráneo de aquella cosa con todas mis fuerzas. Por suerte no tardó mucho en desintegrarse—. Tengo que irme, Law. Gracias. Muchas gracias.
Salí corriendo. Mi madre estaba cogiendo las llaves del coche que estaban en la entrada. Abrí la puerta y salimos disparadas hacia el vehículo. Ayudamos a Helena a sentarse en la parte de atrás, le abroché el cinturón mientras mamá se subía al coche y, después, me senté rápidamente en el asiento del copiloto. Me giré hacia atrás. Los alaridos de mi hermana me erizaban la piel. Mi madre le había dado unas gasas para taparse la herida, pero era bastante grande y ya estaban totalmente llenas de sangre. Esperaba que llegáramos a tiempo antes de que pasara algo grave.
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