Capítulo 22
(Narra TN)
A la mañana siguiente me desperté sudando. Había vuelto a tener un sueño de esos con Law, aunque era complicado no haberlo tenido después de cómo me había dejado anoche. ¡Madre mía! Estaba ardiendo. Me levanté de la cama y cogí el móvil. Todavía quedaban quince minutos para que sonara la alarma. Como era pronto decidí darme una ducha fría antes de salir a desayunar.
Law y el ángel no aparecieron en toda la mañana mientras estuve en el instituto. Tampoco aparecieron a mediodía, mientras estaban en mi habitación estudiando después de comer. ¿Qué estarían haciendo?
Un rato después de estudiar, fui a la parada del autobús. Necesitaba despejarme un rato estando con los niños. Había hecho bien en escoger las asignaturas orientadas a ser maestra, ya que lo estaba disfrutando bastante. Aunque me gustaban muchas otras carreras también, pero había decidido arriesgarme por esa. Siempre se puede cambiar, nunca está todo decidido. No tardé mucho en llegar a la guardaría. Nada más entrar por la puerta los niños se me tiraron encima mientras la encargada, la señora Roberts, me saludaba desde la puerta de su despacho.
—¿Hoy cuento? —preguntó una de las niñas que estaba enganchada a mi pierna derecha.
—¿Queréis otro cuento? —les pregunté, en general.
—¡Sí! —exclamaron todos, emocionados.
—Venga, pues id sentándoos en la alfombra que voy a coger uno de la estantería —les indiqué, sonriendo.
Enseguida me hicieron caso y fueron en avalancha hacia la alfombra. Escogí uno cualquiera y me senté en frente de ellos. Me encantaba como me miraba atentos con sus ojitos. Mientras leía el cuento intentaba poner diferentes voces a los distintos personajes. Eso les gustaba mucho a los niños. Cuando iba por mitad de la historia y alcé la vista al leer una de las últimas frases del párrafo, vi que Law estaba sentada detrás de ellos. Me estaba mirando muy intensamente y no pude evitar que un escalofrío recorriera mi cuerpo. Me estaba volviendo una pervertida. ¿Por qué no podía dejar de pensar en estar cerca de él cuando le veía?
—¿Qué pasa luego? —preguntó uno de los niños, sacándome de mis pensamientos.
—Tengo que ir un momentito al baño. Jugad con los juguetes y ahora seguiré con el cuento —contesté, mientras me levantaba y me dirigía hacia la puerta del baño.
Por favor. Tenía que dejar de pensar en todas esas cosas. Si se hicieran realidad mi aura no volvería a ser blanca nunca jamás y no podía permitirlo. La vida de mi madre, de mi hermana, de mis amigas, compañeros, vecinos... Todas estaban en juego. Me mojé un poco la cara con agua fría. Cuando alcé la vista vi a Law reflejado en el espejo.
—¡Law! — exclamé, asustada—. No hagas eso. ¿Qué haces aquí?
—Me gusta verte leer cuentos —contestó él, dando unos pasos hacia mí. Cerca. Estaba demasiado cerca.
—Tengo... Tengo un problema. Cada vez me siento más atraída por ti —intenté explicar, poniendo mis manos sobre su pecho para evitar que se acercara más—. Ayer, cuando... Cuando me mordiste aquí, yo...
—Lo sé. Lo vi... —murmuró, sonriendo de lado. Sí. Me medio corrí solo porque me había mordido un pezón, pero, es que... Mierda. Me excitaba demasiado. Nunca había sentido nada parecido a lo que sentí en ese momento—. Siento haberme pasado del beso... Pero solo por verte así de excitada valió la pena. No volverá a pasar. Bueno, intentaré que no vuelva a pasar.
—Exacto. No puede volver a pasar. O sea, ojalá... Pero hay mucho en juego —comenté, algo desanimada. No podía evitar estar algo triste por no poder llegar hasta el final con Law. Él podía irse con cualquiera que le diera lo que el necesita. Y sí, eso me daba celos. Lo quería para mí.
—(TN)-ya... —murmuró, cogiéndome de la barbilla y obligándome a mirarle. Estaba serio, como casi siempre—. Me gustas. Me gustas mucho. Nunca me había pasado esto. Ya no puedo fijarme en nadie más que en ti. Me gustaría demostrártelo de otra forma, pero no podemos. Así que, solo recuérdalo, ¿vale? Eres la única para mí.
Asentí lentamente mientras procesaba la información. No pude contestar nada, porque él ya había desaparecido. Tampoco hubiera podido decir nada. No tenía palabras. ¿Eso había sido una declaración? Es decir, ¿sentía cosas por mí? No es que solo le gustara físicamente o que le cayera bien. No podía estar más emocionada que en ese momento. Era idiota, porque sabía que él se iría y no volvería, pero no podía evitar sentirme feliz.
Cuando salí del baño acabé de leer el cuento a los niños. Bueno, a los niños y a Law, que había vuelto a sentarse con ellos. Después de eso, estuvimos jugando a montar castillos con los cubos de colores. Las dos horas se me pasaron bastante rápido, como el resto de veces. Aunque hoy había llegado más tarde. Ya debía ser casi de noche fuera. Cuando me fijé, vi que Law y el ángel estaban en la puerta hablando. Bueno, el ángel hablaba, Law solo le escuchaba con el ceño fruncido.
—Oye, (TN), ¿te importa tirar estas dos bolsas de basura cuando salgas? —preguntó la señora Roberts, con dos bolsas negras en la mano.
—Claro, démelas —contesté, mientras me acercaba para cogerlas.
—Gracias por venir, vuelve cuando quieras. Hasta luego —se despidió, amablemente, mientras volvía a entrar al despacho.
Cuando salí, les pedí a los dos que esperaran un momento a que tirara la basura. Los contendores estaban al girar una de las esquinas. Dejé una de las bolsas en el suelo para subir la tapa. Metí una y después la otra. Cuando bajé la tapa, di un salto para alejarme. ¡Qué peste! Un momento. ¿Qué era eso? Algo se estaba acercando hacia a mí. Estaba demasiado oscuro en ese callejón y no podía ver bien. ¿Sería un gatito? ¿Un perro abandonado?
Poco a poco la forma se fue haciendo más grande, y cuando la escasa luz que emitía la pequeña farola. Me quedé paralizada. Era... Era un ser horrible. Era una persona, pero... Era como un esqueleto andante al que le colgaban algunos trozos de carne sueltos. Además, esa poca carne estaba como negra y podrida. No tenía ojos. Eran dos agujeros oscuros. Se desplazaba medio arrastrándose, pero cuando llego a unos escasos metros dio un gran salto y se abalanzó sobre mí.
—¡Ah! —emití un grito mientras ponía las manos hacia delante. Escuché a Law y al ángel llamarme mientras se acercaban. Cuando abrí los ojos allí ya no había nada. Law fue el primero en llegar y me rodeó con los brazos—. ¿Qué...? ¿Qué era eso?
—Lo siento... No he estado atento. Había notado que un demonio había cruzado el portal y estaba en Londres, pero pensaba que sería uno de los que viene a corromper gente. Son muchos... No volverá a pasar—contestó, mientras me acariciaba la cabeza—. Así que ese es el aspecto que adoptan las almas sin forma...
—¡Qué espanto! No me imaginaba que un demonio podía ser tan horrible —comentó el ser de luz—. Quiero decir, tú no estás nada mal, pero esa cosa...
—No vuelvas a decir eso de mí —escuché replicar a Law, parecía bastante molesto ante ese comentario.
—¿Y dónde ha ido ese demonio? —pregunté, separándome un poco de Law, ahora que ya estaba más calmada.
—Querida, lo has desintegrado gracias a tu aura —me contestó el ángel—. Al parecer, a ese tipo de demonio les basta solo acercarse y se desintegran al estar cerca de la luz de un aura blanca. Interesante, pero recuerda que con el otro tipo de demonios debes proyectar tu luz. ¿Recuerdas cómo?
—Sí. Debo pensar en toda la gente que quiero siendo feliz y mi luz se proyectará para que nadie pueda quitarme esos momentos —contesté, recordando sus palabras. El asintió, sonriendo—. Lo siento, no he sabido reaccionar bien...
—Tranquila, querida. Era la primera vez que veías un demonio tan asqueroso... —me consoló el ser de luz, dando unos golpecitos en mi hombro—. Ahora ya nadie nos pillará desprevenidos. Tú inténtalo a la próxima. Si sale mal estaremos contigo. Nos encargaremos.
—Sí algún demonio te hace daño me encargaré personalmente de hacerle sufrir antes de que lo desintegréis —añadió Law. A veces daba miedo, pero se preocupaba por mí y eso me ponía muy contenta.
—Puede que debamos practicar. Hay bastantes demonios por aquí —comentó el ángel, pensativo—. Aunque deberíamos buscar alguno solitario, que se alejara de la ciudad. De lo contrario, podrían vernos otros de ellos y se darían cuenta de nuestro plan.
—Sí. Sería interesante pasear por las afueras. No suele haber muchos —afirmó Law.
—¿Y qué pasa si alguna persona nos ve mientras estamos luchando contra un demonio? —pregunté, con curiosidad.
—Nada. Solo se pensarán que estás loca. Ellos no pueden vernos, ni tampoco las auras de las personas. Solo te verán mover el brazo y hacer movimientos extraños —respondió el ser de luz, divertido.
—Genial... —murmuré. La gente ya se pensaba que estaba loca, porque lo pensaran un poca más no pasaba nada—. Yo tampoco puedo ver las auras. Ni si quiera la mía. Es difícil atacar sin ver tu poder.
—Claro, tú no lo ves, pero tu aura tan blanca ha desintegrado al demonio cuando ha estado a unos centímetros de ti. ¡Ha sido increíble! —explicó el ángel, emocionado —. Cuando proyectes tu luz no lo verás, pero estoy seguro de que notarás algo. No te preocupes por nada.
—Gracias a los dos... No sé qué haría sin vosotros —murmuré, sonriendo. El ángel se emocionó ante mis palabras y se llevó las manos a la cara haciendo movimientos extraños. Law solo sonrió de lado.
Una vez acabó la charla, nos dirigimos a la parada del autobús. Era bastante tarde. Ya eran las ocho. El cielo estaba tan nublado y oscuro que hacía bastante que parecía que estuviera anocheciendo. Mi madre no paraba de enviarme mensajes, estaba preocupada. Claro, ella no sabía que siempre iba bien acompañada. Un rato después, cuando abrí la puerta de casa, ella se abalanzó sobre mí.
—Cariño, ve más pronto a la guardería, por favor. No me gusta que vayas sola por la ciudad a estas horas —dijo, mientras me apretujaba.
—Sí, mamá. Hoy se me ha hecho un poco tarde. Saldré más pronto a la próxima —le tranquilicé. Se separó de mí y me acarició la cabeza.
—Tú cena está en la mesa. Se ha enfriado un poco, así que puedes calentarla si quieres —comentó, mientras íbamos hacia el salón.
Me acerqué a la cocina y cogí el plato de encima de la mesa para meterlo en el microondas. Eran pescado y patatas, típico plato de nuestra gastronomía. Mi hermana estaba sentada en la mesa comiéndose un yogur de postre. Cuando saqué el plato del microondas me senté en frente de ella.
—(TN), ¿qué es ser gay? —me preguntó Helena, con curiosidad—. Dicen que tu amigo Jack es gay.
—Significa que a Jack le gustan los chicos, no las chicas —expliqué, mientras me llevaba una patata a la boca.
—Ah, es eso. Pensaba que era una enfermedad o algo malo —comentó ella, con total naturalidad. No pude evitar sonreír—. Voy a ver la tele. ¿La vemos juntas cuando acabes? Solo un poco antes de dormir.
—Sí, claro. Ve yendo, cuando acabe iré —contesté. Ella asintió, emocionada. No pasábamos mucho tiempo juntas últimamente.
Cuando acabé de fregar mi plato y mis cubiertos fui directa al sofá. Estaban haciendo una película en Disney Channel, la de Tarzán. Me sabía de memoria casi todas las películas de Disney. Cuando llevábamos un rato de película se me iban cerrando los ojos poco a poco. Me quedé medio dormida en el sofá.
—Ya iremos mañana a practicar cazando demonios, descansa esta noche —escuché a Law, susurrar cerca de mi oído. Segundos después noté un beso en la mejilla.
Abrí los ojos y me giré. Ya no estaba allí. Miré a mi hermana, que se había quedado dormida apoyada en mis piernas. Me estiré para coger el mando de la tele y apagarla. Me levanté del sofá y cogí a Helena en brazos para llevarla a la cama. Por suerte, estaba delgadita y era bajita para su edad, sino no hubiera podido moverla ni un centímetro. No es que tuviera mucha fuerza.
La dejé sobre su cama y le arropé con la manta. Antes de ir a mi habitación me asomé a la de mi madre. Dormía como un tronco. Todas estábamos cansadas esa noche. Nada más llegar a mi habitación, me tumbé y apagué la luz. Había sido un día bastante intenso. Tenía ganas de probar a desintegrar a un demonio más fuerte. Quería estar preparada para proteger a todos los que me importaban.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top